Disclaimer: El mundo en el que se desarrolla la historia no es creado por nosotras, sino es que parte del mundo creado por Collins. Los barrios dónde se produce todo son creación de Elenear28 y Coraline T. Los personajes son creación nuestra.
¿Por qué hacemos esto?
Este fic es hecho con mucho cariño paraElenear28 por su cumpleaños.
Queremos decirte que te queremos mucho y esta es una forma de mostrarte ínfima parte de todo lo que te queremos. Esperamos de corazón que pases un excelente cumpleaños, que todo lo que quieras este año se realice y que sepas que estamos para ti, para lo que necesites. Gracias por ser nuestra esposa y hacer del Harem un grupo de amigas, más que nada.
Con cariño para ti de parte de: Camille Carstairs, SempiternalGhost, La chica de pelo rojo, Freyja af-Folkvangr.
I.
Primera esposa.
Rouge Agram.
Las grandes historias, empiezan siempre con un "Había una vez" pero esta historia empieza con un "¡Primer Round!"
Este es el relato de la sofisticada Elenear Greyfox, una criminal reconocida y peligrosa, y como uniendo piezas logró conformar uno de los grupos criminales más peligrosos de Panem: el Harem.
El viaje empieza en una elegante y monstruosa casa de Oxford Walk.
Elenear buscaba compañía, no la clase banal y simple de compañía, esa que innumerables especímenes masculinos les rogaban, no, la clase de compañía que, en su pensamiento, cambiaría al mundo. Buscaba personas, buscaba socios. Inteligentes, suspicaces y, sobre todo, talentosos.
Por ese motivo, fijó su oscura y oculta mirada en cierta llamativa chica. Era morena y alta, de complexión rechoncha. A E, como se hacía llamar, le gustó el hecho de que fuese una persona que no hiciera uso de la altísima tecnología del Capitolio para mejorar su cuerpo.
Llevaba el largo y ondulado cabello sujeto en dos apretadas trenzas bicolores, rojas y violetas, que iban desde su cráneo a su cintura. Las luces estroboscópicas brillaron para hacer saltar sus coloridos tatuajes y múltiples perforaciones.
Estaba sentada sola, en un apartado y aparentemente mullido sillón, observando y midiendo a todo el que pasara frente a ella.
E, no solo quedo maravillada con su apariencia, lo que la hizo fijar su atención, fue el modo casi salvaje con el que la chica de pelo bicolor miro a una mujer con ínfulas de gato, que se le acercó, con intenciones de importunarla.
La chica, después de algún comentario inadecuado de la pobre alma gatuna, se le fue encima con furia, golpeándola en el rostro. Desde las sombras, E sonrió satisfecha.
La morena se estiro en toda su altura por sobre el cuerpo de la chica gatuna, estiro sus ropas, y de entre sus bolsillos saco una paleta de caramelo. Le sonrió con sorna, y se encamino a la barra.
E, estaba encantada, sabía que ella era el mejor sujeto, la adecuada para ser la primera esposa. Pero necesitaba más información. Saco su móvil y rápidamente tecleo un texto a su hacker personal, Robyn Goodkin.
Minutos después, cuando el suelo se abría para elevar un elaborado ring de pelea, el teléfono vibró con una llamada.
—E, al habla – dijo seria, mientras buscaba con la mirada a la chica de trenzas –. ¿Obtuviste la información que te pedí? – sonrió al escuchar la respuesta. Del otro lado de la línea, la chica hablaba con rapidez, otorgándole toda la información que había pedido, haciéndola sonreír. —. Gracias Robyn, mañana tendrás tu sobre, encárgate de buscar a los otros objetivos por favor. — Y cerró la llamada.
El ring fue ocupado por dos hombres, completamente opuestos el uno del otro. La pelea duro lo mismo que su llamada, cinco segundos. Unos metros más adelante, la chica de trenzas estalló en carcajadas.
Era Ley de los Morel, que después de la pelea inicial, la cual ellos pagaban, se abrían las vacantes y apuestas, cualquier invitado podía iniciar una pelea, y quien quisiera, apostaría por él o ella.
«A sí que a eso te dedicas» pensó al ver subir a la chica al ring, con expresión satisfecha.
Helius Morel, abrió la apuesta.
Elenear se acercó a la banca y aposto cien mil dorados a la chica. La decepción no hizo su aparición, cuando, después de un intenso y brutal encuentro con el rinoceronte de Morel, la chica ganó. La sonrisa de E se extendió.
Rouge, como ahora sabia su nombre, sonrió encantada, cuando un nuevo oponente se acercó, al cual despacho con casi la misma facilidad que el anterior.
Se acercó al ring para observarla mejor. Vestía con muy bajo perfil para no ser reconocida, y aunque las luces brillaban frente a ella, la gran capucha de su abrigo cubría casi la mitad de su rostro.
Rouge, apenas y sudaba, su respiración estaba ligeramente agitada. Trabo su mirada en ella, y cuando esta la devolvió, asintió con la cabeza y hecho a andar. No se detuvo a mirar atrás, sabía que la seguiría.
—No has dejado de mirarme en toda la noche. — su voz era aguda, confiada y con un toque de sarcasmo.
—Tienes potencial ¿Por qué lo desperdicias de ese modo? — Rouge abrió los ojos con sorpresa, pero no se dejó amedrentar
—¿Qué quieres de mí?
—Lo quiero todo Rouge, todo tu potencial, únete a mí, y serás grande, magnifica. Tendremos el mundo a nuestros pies. Esto – señalo con la barbilla el ring detrás de la chica –, esto no es nada, comparado con lo que podemos hacer. Hay tanto talento oculto por las calles del capitolio, tu y yo reuniremos ese talento. Haremos un equipo, conquistaremos el mundo, juntas. El Harem es tu destino. — La voz de E, no se elevó ni un ápice de su volumen normal durante su discurso, pero cada palabra estaba cargada de entusiasmo y poder.
—Aja, y lejos de todo ese poder y magnificencia, ¿que gano yo?
—Sé que estas convencida, lo noto en tu voz, pero estas midiéndome ¿no es así? —Rouge sonrió –. Tendrás lo que quieras, además, serás la primera esposa.
—Muy bien me has convencido, esto será divertido, Estoy dentro... Esposa —
E sonrió, este era apenas el primer paso, el teléfono volvió a vibrar, esta vez, con el informe del siguiente objetivo.
—¿Has escuchado de Camille Prescott? — preguntó. Rouge dudo, había escuchado de una Camille, pero no estaba segura de sí era la misma
—¿Pequeñita de cabello rosa?
—Esa misma. Vamos por ella. — dijo echando a andar. Rouge la siguió inmediatamente.
—Muy bien, pero ¿Te quitaras algún día esa capucha? — E se carcajeó, si, definitivamente, esto sería divertido.
