Pareja: Aizawa Shota / Midoriya Izuku + Insinuado: Bakugou Katsuki / Midoriya Izuku
Resumen: La guerra le robo un brazo, Kacchan le arranco algo importante y le dio otra cosa a cambio, ¿Cómo entra Aizawa Shota, en todo este esquema? Eso es porque al borde del sueño, él es quien siempre está esperando. AiDeku AU. (Post-) Apocalipsis AU.
.
.
Asrum Dream
.
Lo primero que vio al abrir los ojos fueron virutas de polvo meciéndose bajo la luz azulada de los vitrales de la iglesia, danzando entre las nubes de gas toxico y metal, suspendidas por hilos entre la mugre.
Se levantó del suelo, tratando de no girar demasiado, las costillas las sentía magulladas, aun así al respirar profundo el aire entro con facilidad. Midoriya Izuku estaba seguro de que no estaban rotas.
—¿Despertaste?, —escucho una voz, la última vez que Izuku hablo con alguien fue hace unos dos meses, su ropa no estaba tan desecha y el interior de su boca no se sentía como si hubiera tragado orines de gato.
Al frente suyo, un hombre que no espero volver a ver.
Aizawa Shota.
Él era maestro en la escuela, matemáticas, usualmente Kacchan tenía una mejor calificación que el en el examen, no obstante, también lo hacían Yaouyoruzu, Iida y Todoroki.
Izuku se froto los ojos, porque este hombre debía ser otro fantasma de esos que había tratado de deshacerse cuando la Capital se irguió de entre las Dunas... O más exactamente cayó entre ellas.
Su profesor alzo una ceja. Esa era otra pregunta, esta vez una tacita.
—Recuerdo lo que sucedió... —fue todo lo que pudo musitar.
Es verdad, Izuku tambaleante cruzando por entre las puertas de cedro de la iglesia, siguiendo una figura que parece más una ilusión de su mente hambrienta, recuerda lo que sucedió la tarde anterior.
Recuerda el sol abrasador, el metal chocando contra su espalda, y las vendas curvándose a su alrededor. Recuerda, sus extremidades chocando contra carne y hueso. También recuerda la razón por la que ahora está en el Desierto, y no en la Capital.
...
En medio del polvo y las grietas, su brazo empieza a temblar.
Midoirya Izuku pone los dedos aferrándose firmemente a la unión entre el metal y la carne, cerciorándose de que su brazo no está, a pesar de todo, su cerebro sigue mezclando las señales entre los nervios y las sinapsis.
Izuku suspira... El sol está cayendo y el Depósito pronto estará lleno de gente, preferiría no encontrar a nadie, por lo que se desliza entre las gritas de la ciudad, de los pedazos de metal oxidado por la lluvia acida, por la bruma, entre la arena roja.
Sí Midoriya Izuku fuera más creyente, le gustaría culpar a Dios, pero, Midoriya dejo de creer. Dejo de hacerlo en el momento en que a los siete años su padre grabo las Tablas en su cerebro y obligó a su corazón a tragarlas una a una, pequeñas letras cuneiformes empujadas a entre sus pulmones, entre su esófago, una a una...
El conocimiento tiene un precio, la agradable voz de su padre, un día dejo de ser escuchada, y el pequeño de ojos de jade. Supo años más tarde que le habían robado, su padre no fue el único que pago con algo, él también perdió... E hizo perder a otros.
Así que es una sorpresa mientras está entrando a un edificio abandonado ver algo en la cima de las escaleras, sus ojos suben escalón a escalón, un destello blanco, eso es...
—¿Aizawa-sensei...?
Aizawa Shota, le dio una mirada de soslayo desde la cima de las escaleras, parpadeo un par de veces antes de reconocerlo. Es verdad que había cambiado, no era más alto, o más fornido incluso seguía teniendo el mismo peinado...
Era algo distinto.
Cuando el dio la vuelta, Izuku lo entendió como un sígueme.
—¿Desde hace cuando estas en esta ciudad? —pregunto Izuku, girando entre el laberinto que había terminado por ser estos edificios destartalados, hacia lo mejor que podía para seguirle el paso a sensei.
Tenía miedo de que fuera una alucinación, el último Katsuki que había visto en El Desierto era una alucinación, lo sabía porque ese Kacchan tenía dos ojos... También recuerda haber visto a All Might entre las dunas, recuerda haber visto a su madre.
—Antes de que se fueran. —fue la respuesta.
—¿Por qué no los siguió? —cuestiono agachando la cabeza entre las grietas saliendo nuevamente al exterior, la arena roja, ahora era dorada, los edificios destartalados alzándose a su alrededor, redes de concreto y acero.
—Haces demasiadas preguntas, Deku.
Cada hueso su cuerpo vibro, y cada musculo se contrajo en sorpresa.
—¡Espere! —Exclamo ahogado—, ¿Lo ha visto pasar por aquí...?
Sin embargo fue ignorado, completamente ignorado por Aizawa Shota quien tenía cosas más importantes en la mente, como llegar a la ciudad del Desierto, antes de que la noche cayera por completo.
—¿Aizawa-sensei?
Corriendo tras él, Izuku noto que los años de Aizawa-sensei como héroe no eran en balde, hoy en día era un secreto a voces que muchos de sus maestros en la U.A. habían sido vigilantes, algunos incluso habían sido héroes profesionales, no obstante con el declive del Símbolo de la Paz, el mundo nunca volvió a rotar de la misma manera.
—¿Aizawa-sensei? —fue el grito ahogado que escapo de sus labios cuando chocó contra su espalda.
—Silencio. —Murmuro— Te escucharan...
—¿Q-que cosa? —acercándose al lugar por el que Aizawa Shota espiaba, se encontró a si mismo paralizado.
—Nomus. —y la palabra nunca había sonado más ominosa—. Ellos no son como la gente del Depósito, pero es la primera vez que los veo desde hace tres años...
Presionado contra la pared tenía que girar la cabeza en un ángulo que le rompería la nuca en cualquier momento, pero los brazos de Aizawa eran un sitio agradable para estar... En un pensamiento algo ahogado, se cuestionó lo bueno que sería si pudieran hacer algo con la forma en la que sus cuerpos se presionaban.
—La última vez que vi uno —susurro, pasando el dedo bajo su ojo derecho—, me dejo esta cicatriz.
No había orgullo en sus palabras, e Izuku está seguro de que no es momento de pensar en cómo no ha estado cerca de alguien en casi tres meses, y en como realmente extrañaba una cara familiar.
—Ellos son... —susurra girando al fin— secuaces de Shigaraki Tomura.
—¿Estuviste en el incidente? —es lo que exclama la voz de Aizawa-sensei.
No es un grito, pero es lo suficientemente audible, para que el callejón desde el que miran apretados como sardinas (No come sardinas desde hace más de tres años) se llene de ojos y dientes.
—Si... —asiente Izuku, mirando a diestra y siniestra entre los mares de criaturas... Lo que pasa después Izuku debería recordarlo bien, pero, su mente es un borrón luminoso lleno de crujidos y aullidos, hay sangre en sus manos, y en las de Aizawa-sensei, sus músculos se sienten cansados, y su ojo izquierdo quema un poco.
Entonces recuerda caer.
...
En el Desierto, nombre mal dado que se le ha otorgado a estas tierras, mantiene una parte de verdad en el título y otra de mentira, a pesar de todo es la segunda ciudad antes de llegar al Mar de Mercurio, además de ser casi la última en la que puede conseguir piezas para su brazo.
Es también ahí en donde encuentra a Aizawa Shota.
...
Luego de ser rescatado del pozo en el que cayo, se dirigen al mercado, porque aun sin haber mediado palabra sobre la razón por la que se habían encontrado, Aizawa sabía lo obvio que era que él deseaba cruzar el Mar de Mercurio.
Lo que Izuku no entendía era porque él había decidido acompañarlo.
Hay un carro de manzanas como única fuente especial de alimentos, el resto se divide en conservas y alimentos enlatados, Aizawa sacude un paquete de agua en polvo mientras pregunta.
—¿Entonces por qué abandonaste la capital? —La bufanda desgastada se ve particularmente blanca con la luz del sol golpeándole en picada, incluso así está seguro que ninguno de los dos ha tocado un jabón en un buen tiempo—, No debería ser demasiado complicado vivir allí, a pesar de la situación actual.
—Estoy buscando a alguien. —Es todo lo que puede decir.
No habla de cabello dorado, o de hombros anchos, no habla de la espalda que se aleja a cada paso que da, no habla del fantasma que le robo y se fue... Tampoco habla de la llave en su bolsillo.
Aizawa-sensei lo mira de arriba abajo, sus ojos escanean cada pequeña parte que Izuku quiere mantener para sí mismo, en lo bajo y profundo, lejos de las miradas curiosas, pero esta mirada no es curiosa, va mas allá, rompe el esquema de la palabra privacidad en cada norma.
En pocas palabras, si su rostro calienta y sus ojos se desvían al suelo es porque podría estar perfectamente desnudo en el medio del mercado; y las múltiples miradas que estarían puestas sobre su cuerpo desbaratado no se sentirían así.
En ese momento las manos de Aizawa se extienden, toma una manzana y un par de cajas de Agua en polvo, e Izuku finalmente respira.
—Agradable color. —es lo que dice con la manzana girando entre sus dedos.
Es roja, brillante y austera como el sol. Como la sangre que se esparce en flores sobre estas tierras...
—Ah... —suspira Izuku, bajando la mirada—. Lo es, mi favorito.
—Creí que eran los únicos zapatos que tenías.
Y cuando levanta la cabeza, Aizawa Shota está a su manera sonriendo, una curva pequeña, pero es lo suficientemente cálida como para tomarla sin revisarla con instrumentos quirúrgicos.
—Bueno eso verdad.
...
Un camión destartalado al que le suena hasta la pintura, los lleva hasta el Puerto, el costo fueron 5.000 yenes por persona, Izuku soborno al conductor hasta el punto que fueron 7.000 por los dos, Aizawa-sensei le dice que si hubieran usado la violencia hubieran sido 5.000 por ambos.
Izuku está cansando de usar la violencia, pero su ojo izquierdo no piensa igual, justo como su brazo derecho.
...
Cuando pisan El Puerto, es el momento en el que el infierno se desata, la única posada disponible ha sido tomada por los Yakuza, Aizawa no es tan idiota como para meterse en la boca del lobo.
Izuku tristemente, si lo es.
...
Cuando Aizawa lo encuentra es en el medio de un callejón, y le recordaría perfectamente la primera vez que se encontraron de no ser porque los ojos brillantes de Izuku están nublados, o porque Izuku está en el suelo.
—¿Midoriya...?—pregunta, agachándose a su lado, girando su cuello, el piquete en el lado del cuello, los moretones en la muñecas... Aizawa cree saber lo que hicieron, y preferiría que no fuera cierto.
Por suerte no lo es.
—¿Midoriya —dice—, que te hicieron?
Pasa una mano bajo la unión de las rodillas, la otra en la espalda. La cabeza de Izuku está en un lugar dispar entre su clavícula y su hombro. El niño en sus brazos huele a alcohol y aceite, aluminio si tuviera que apostar.
—Kacchan... —masculla— No te vayas, mamá... —y su voz suena tan suave y confundida que casi siente lastima de que la fiebre va a romper en la mañana— ¿padre...?
El edificio que encontró a las afueras de El Puerto era un antiguo complejo de apartamentos, el tercer piso nunca había sido tocado, las camas seguían libres de pulgas, y el aire no estaba viciado por el Mar.
—¿Aizawa-sensei...? —suspiro Midoriya, mientras era dejado en una de las camas, sus ojos heterocromaticos brillando en la luz, la primera vez que vio a Midoriya, fue en la U.A. uno de sus alumnos, alguien torpe pero con potencial.
En ese entonces Midoriya Izuku tenía ambos ojos verdes.
—Hey —toma una de las manos de Izuku al menos para hacerle saber que el real—, Midoriya, es solo una de esas píldoras que existían antes de la guerra, en la mañana todo estará bien.
—B-bien... —gimotea Izuku—Eso suena muy bien...
Aizawa puede ver el sudor rodando por su frente, y siente como el aliento de Izuku se hace más pesado, solo es necesario pasarle la mano por la frente para sentir su mano incendiándose. Se levanta del suelo, listo para ir por un par de compresas, si no querían fritarle el cerebro tendrían que hacer algo...
—Aizawa-sensei...
La mano de Izuku se aferra a la parte de atrás de su camisa, los nudillos están blancos, aun así Aizawa puede decir que el agarre no es muy fuerte. Pero, los ojos de Izuku están brumosos y entornados.
—¿Cree que lo encontrare de nuevo...? —Pregunta— ¿Él se llevó lo único que tenía, pero cree que lograre detenerlo...?
Deja que una de sus manos pasen por el cabello de Izuku, porque a pesar de todo, el sigue siendo un niño, Aizawa siempre supo la razón por la que cruzaban el Mar de Mercurio...
También sabe que Izuku puede entender las Tablas, y es quizás la única persona restante en el mundo que pueda hacerlo, existen varias personas que poseen una Tabla, la última persona que conoció que poseía una era All Might, pero él siguió hacia el Oeste...
—No le va a gustar.
Y eso es lo único que se le ocurre decir.
—A Kacchan nunca le gusta nada de lo que hago...
La mano de Izuku cae pálida sobre las sabanas de la cama.
...
En cuanto Izuku se desmoronó presa de la inconsciencia, Aizawa aprovecho para lanzarlo al agua tibia, le lavo el cabello con uno de los sobres que habían dejado las mujeres, y se sorprendió de que todavía hubiese agua en el tanque.
El agua termino por ser tibia y más de un color rojizo, a diferencia de la forma cristalina inicial.
No pudo decir que estaba sorprendido de ver cicatrices en su cuerpo, porque en ese entonces estos niños deseaban ser héroes, tampoco se extrañó de ver el brazo de aluminio y aleación... Al menos había conseguido algo con que reemplazarlo.
Cuando dejo a Izuku nuevamente en la cama, la luz difusa de la luna, cortaba por la ventana, cayendo sobre el rostro rojizo de Midoriya Izuku, en un ángulo dispar, intento darle algo de medicina, una que guardaba en el bolsillo de la camisa.
Pero al ver como el preciado líquido del tubito resbalaba por la barbilla de Izuku no pudo encontrar otro medio de acción.
Le dio un sorbo largo y lo mantuvo en sus labios, entonces bajo la cabeza hasta sentir los labios de Izuku contra los suyos, tuvo que apretarle las mejillas para que abriera la boca. Cuando el sabor amargo fue solo un regustillo extraño, y la garganta de Midoriya dio un gemido agudo, supo que era momento de separarse.
—S-sensei... —fue lo que susurro, encerrado en el limbo, con un extraño sueño en el que era besado a cuestas, los ojos de Izuku empezaron a cerrarse nuevamente.
—Duerme, Midoriya.
...
La última vez que Aizawa tuvo tiempo de fijarse en la luna, fue hace más de tres años.
Antes de la guerra, y antes de que el mundo cayera por el embudo extraño en el que estaban atorados ahora, sin poder avanzar y sin poder devolverse. La última vez que había escuchado de las píldoras fue durante la escuela secundaria.
Con Hizashi saltando a su lado, gritando frases en una amalgama de japonés e inglés que era más barullo que verdaderas oraciones, no obstante, nunca se arrepintió de tener un amigo, tampoco se arrepintió de convertirse en un Vigilante cuando el negocio de los héroes se hundió.
Tampoco se arrepiente de haber permanecido en El Desierto.
No cuando la persona que esperaba al fin había llegado, era algo molesto sí, pero Aizawa siempre supo que sucedería, en el momento en el que Bakugou Katsuki pasó por su lado en El Desierto con un parche en el ojo, y una sonrisa entornada.
Inmediatamente supo que la única persona que llegaría a verlo sería Midoriya Izuku.
Es así como se quedó con la mirada fija en la carretera durante mucho tiempo después de que Midoriya durmiese de nuevo.
Hasta el amanecer.
...
Izuku siente que cada vez que despierta es como si hubiese cambiado de realidad, cada vez es más esquiva y más extraña que la anterior. Por ejemplo, en esta ocasión está en el cuarto rosa, de lo que parece haber sido la habitación de una niña pequeña.
Recuerda haber terminado siguiendo a un conejo blanco hasta un agujero, entonces el mundo fue borroso, habían manos que lo tocaban, por un momento quiso vomitar, pero repentinamente esas manos y esas voces se alejaron sin hacerle daño.
Contrario a la creencia popular, un cuervo lo había salvado, y lo había dejado en un callejón, entonces apareció Aizawa-sensei, además... de que... de que... él lo beso.
—¡Ese fue mi primer beso...!
La puerta rechina abierta, y Aizawa Shota simplemente lo mira desde la otra esquina de la habitación. Pisa adentro con fuerza y la madera simplemente cruje lentamente bajo su peso, se sienta en el borde de la cama sin invitación.
—Lamento que hayas tenido que dárselo a un viejo como yo —dice, y hay burla mal contenida en su tono—, podríamos decir que no cuenta si te parece, te estaba dando medicina, necesito que sigas vivo.
Si las piernas le respondieran, Izuku está seguro de que se habría levantado y de que se estaría golpeando la cabeza contra la pared.
...
A las 4:00 p.m piden prestada una lancha que los llevara al otro lado.
La palabra clave en esta oración es prestar, porque ellos no la pidieron prestada, la hurtaron. Fue un golpe en la sien del pescador... y un reguero de billetes en el bolsillo lo que alertaron a su esposa la mañana siguiente.
Pero es un barco cómodo, digno de un Yakuza. Al no tener nombre Izuku lo denomina: Visión de la Esperanza, Aizawa no puede evitar diferir y propone, Noche Oscura. Ninguno de los dos toma en cuenta el grabado lateral que dicta: Mi pequeña princesa.
Izuku teme que los descubran y Aizawa sabe que ya los descubrieron, desde el momento en el que Midoriya Izuku salió de la Capital dando tumbos, y tanteando el terreno como un borracho, a pesar de todo, Aizawa no culpa a Izuku.
El culparía a Bakugou Katsuki, por irse sin tomar a Midoriya con él.
...
Es repentino cuando se rompe el silencio:
—¿Cuándo lo viste por última vez...? —Susurra Izuku—, A Kacchan... quiero decir...
Aizawa no entiende del todo porque susurra ahora, siendo que están solo ellos dos en el Mar de Mercurio, el bote en el que se embarcaron ahora las dos hélices se mueven a una velocidad constante, hasta el punto que el zumbido es compañía agradable.
—Ah, ese mocoso rubio —exhala Aizawa, recostándose contra la silla, están bajo cubierta, y el ojo de Buey solo les muestra el líquido lechoso, en ocasiones escucha golpes de pequeños peces que sobreviven en el mar—, la última vez que lo vi tenía un parche en el ojo...
Izuku involuntariamente se estremece, y ese gesto no pasa desapercibido.
—Así que ese si es su ojo...
—K-Kacchan, me lo dio... —murmura— a la fuerza... lo arranco de mi cuenca, y los dejo sobre la mesa, cuando desperté se había ido, entonces me mire al espejo y estaba... estaba con vendas en un lado de la cara... Pero no me importaba porque por ese ojo no podía ver...
Aizawa lo callo con el dedo, antes de que le diera un aneurisma, antes de que lo devorara la culpa, y lo consumiera la pena.
—El rojo es más tu color, Izuku.
Por alguna razón el aire de la habitación fue robado repentinamente, usurpado vilmente por el hombre que ahora salía por la puerta como si nada. Cuando el pestillo sonó cerrado, Izuku permaneció como un pez de colores, respirando agitadamente.
—N-no puede decir cosas como esas y luego irse a donde se le dé la gana...
...
Al tercer día en el Mar, Izuku está cansando de contar los peces que saltan con alas plateadas expandiendo la pestilencia por el aire.
—¿Cuánto falta para que lleguemos...? —se encuentra indagando, puesto que ha dejado de contar peces y ha pasado paulatinamente a contar moscas de alas azuladas, las cuales irónicamente le recuerdan a los vitrales de la iglesia en la que se encontraron, también le recuerdan el color de las Tablas.
En la parte de atrás Aizawa, ha dejado la bufanda en el espaldar de la silla y las mangas de la camisa están más allá de la altura del codo, si Izuku tuviera que decir algo en lo que se veían parecidos ahora mismo, seria en que los dos están sudando como cerdos.
—Sera un par de días —contesta Aizawa, trayendo consigo una silla—, dejame ver tu brazo.
Izuku toma asiento en la otra silla y se quita la camisa, por un momento está feliz hasta que admite que el calor es simplemente peor, y que a este paso se van a insolar ambos, por lo que alegremente trasladan la mesa al interior.
—Estira los dedos de la mano, —Izuku los ve moverse e incluso podría decirse que los siente moverse— ¿algo extraño en el área de amputación?
Pero en el momento en el que Aizawa Shota pasa los dedos por su brazo, Izuku sabe que solo es un amasijo de cables y engranajes.
—No, está bien.
—Esto no es acero... —continua el moviendo cada falange, y aplicando aceite en las grietas.
—Una aleación de aluminio... —contesta Izuku, porque incluso si no es un brazo verdadero no puede evitar pensar que sensei está demasiado cerca— Hatsume Mei lo diseño para mí antes de dejar la capital. Perdí el brazo mientras aprendía a manejar mi Quirk...
Aizawa le da una mirada de soslayo, primero a él, entonces al timón.
—Eso fue un poco antes, de la masacre, el hueso exploto y fue irrecuperable. —continuo Izuku, hoy en día era perfectamente normal ver gente sin miembros, en realidad era más extraño ver personas con ellos, por lo que Izuku dejo de preocuparse.
—Ya veo.
—Sensei... —su mano verdadera estaba cansada de aferrarse a la tela de la camisa, la dejo en su regazo y poso la otra mano sobre la mesa—. ¿Por qué está acompañándome?
—Curiosidad. —fue la metódica respuesta que le dieron mientras Aizawa rebuscaba en su bolsillo por un destornillador, la mecánica no era su fuerte, pero cuando algo fallaba le era imposible no arreglarlo.
—De alguna forma siento que eso no es del todo cierto. —menciono Izuku curvando los dedos en un gesto involuntario.
Aizawa decidió que apretar un poco los tornillos podría ser un trabajo decente, y una parte de él no niega que lo que en realidad deseaba era torturar un poco a Izuku, porque los niños que hacen demasiadas preguntas es mejor ahogarlos en el mar.
Pero como no puede hacer eso, encuentra un punto exacto en el área del antebrazo y le da un giro tosco al destornillador.
—¡Ay! —Exclama Izuku— ¡A-apretó demasiado! ¡S-sensei!
Entonces le da un giro delicado en dirección contaría.
—¿P-por qué fue eso?
—Estas dudando Midoriya.
La mano de Izuku, esa que aún tiene carne y hueso en ella, se sacude contra la mesa, porque es cierto, él no está dudando de Aizawa-sensei, él está dudando de sí mismo, porque si no se apresura, puede ver otro sueño de guerra creciendo en la distancia.
Izuku aprieta los dientes, y sabe que su pie empezara a moverse incontrolablemente, es cuando la mano de Aizawa se curva en la suya, encajando los dedos en un encaje perfecto, fuerte y opresivo.
—Necesito que dejes de lloriquear —y sus ojos se clavan firmemente en Izuku—, eso no nos va a salvar ahora, tampoco vas a poder encontrarlo si sigues así.
Va a abrir la boca para balbucear incoherencias, pero son 4 palabras las que lo acallan.
—Confió en ti, Midoriya.
Y esa es la única respuesta que obtiene en el resto del día.
Pero la calidez en su mano no se va en el resto del viaje.
...
Finalmente saltan a los Prados Occidentales.
La luna es una mueca de lo que alguna vez fue, y el pequeño Barco pesquero ahora ha cambiado de dueño, ninguno de los dos tiene prisa por regresar, porque en este momento se dirigen al Oeste.
Izuku está seguro que de no ser por Aizawa-sensei hubiera muerto en El Puerto, o hubiera sido vendido por los Yakuzas, quizás hubiera caído en las manos de Shigaraki Tomura...
Lo primero que hacen es buscar un lugar para dormir.
...
—¿Aizawa-sensei?
La figura que sale del borde de la casucha destartalada tiene el cabello a doble color, y otro par de ojos heterocromáticos, no son como los de Midoriya... Esos son reales.
—Oh, Todoroki. —Saluda, y a su lado los ojos de Midoriya se expanden, su sonrisa crece. Si él fuera más expresivo, podría llegar a sonreír así, pero en realidad no le interesa hacer algo como eso.
—No esperaba volver a verlo, Sensei. —Son las palabras del joven que ahora está en Las Praderas Orientales, pero al ver a Midoriya sus ojos se suavizan. Aunque al examinar bien a Izuku hay algo que hace conexión en su cerebro, y obtiene una cara como si quisiera saltar de un acantilado... Todo en un solo guiño de las cejas.
Para su desgracia están uno.
—Yo tampoco —asiente Aizawa, incapaz de no revolverle el cabello—, pero jamás creí que estuvieran muertos.
Entonces la casa se estremece en cada una de las precarias láminas, las cuales parece que han sido atadas juntas por pegamento en barra y fuerza de voluntad, antes que con cemento y vigas de acero.
—¡Kaminari! — Escucha el grito— ¡Deja de robar mi billetera!
Otro de sus alumnos sale por la puerta hasta estrellarse contra él, lo mira hacia abajo, el solo se aleja un poco avergonzado. Es el momento en el que mira a su derecha y ve como los ojos de Midoriya Izuku son cada vez más amplios.
Cada vez más grandes y más brillantes... se da cuenta de que es justo así, justo de esa manera, en la que se ha encontrado a si mismo mirando a Izuku cuando cree que no lo está viendo, en su pecho crece algo parecido a la vergüenza, y algo más pérfido que etiquetaría como lujuria.
Ese es el momento en el que reconoce la voz... y es también el momento en el que el mocoso rubio del Desierto, se estrella como un vendaval por la puerta de la casita destartalada, la mirada de Todoroki es una de pánico, y puede ver como Kirishima Eijirou se asoma por una de las ventanas.
—¡K-Kacchan!
—¿Deku...?
El único ojo de Bakugou Katsuki se expande y se contrae.
—Maldita sea —dice el golpeándose el rostro con la palma de la mano—, no empieces a llorar...
—N- no estoy llorando, Kacchan... —Pero las manos le temblaban, y el calor empezaba a evaporar el sudor que le caía por el rostro— No estoy llorando... —Lo único extraño, era que el chico estaba sudando por los ojos—. Aizawa-sensei, dígale que no estoy llorando...
—No puedo mentir Midoriya.
Entonces todo se disuelve.
...
El albor despunta, e Izuku despierta.
Las cigarras suenan a lo lejos, y la cabeza del hombre que duerme sobre su hombro es muy pesada, el cabello es oscuro como la tinta y se riega contra la pared a intervalos irregulares. Pero, es tan cálida que si se aparta sentiría como la temperatura baja un grado completo.
La carretera es ancha y lo que están buscando sigue sin estar a la vista.
.
.
.
Notas:
Bueno, el Desafío era un AU Apocalíptico, termine con un concepto fumado entre las Tablillas de Lemuria, ojos y algo de Gackt... Esto fue lo que salió. Aun no entiendo cómo fue que caí en esta extraña pareja... El Pixiv será.
A ratos me pregunto, ¡¿Por qué soy tan atacado para escribir las vainas?! Esto termino en una brecha entre "El mundo se cae a pedazos" y "El mundo está muy bien"... Sinceramente creo que, él "se cae a pedazos" gana.
Entonces se me pasa. Yo dije que quería hacer algo Medieval de estos dos, pero... ¡No pude contenegme!
¡Gracias por leer!
