Esta historia es un regalo para Noe de mi corazón. Mil gracias por llenar mi vida de amor, luz de estrellas y mil aventuras. Te amo mucho y este es solo un pequeño regalo que espero te haga sonreír mucho :)


CON UN ADEMÁN


"Me gustas cuando callas porque estás como ausente,

y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.

Parece que los ojos se te hubieran volado,

y parece que un beso te sellara la boca.

Eres como la noche, callada y constelada.

Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.

Distante y dolorosa como si hubieras muerto.

Una palabra entonces, una sonrisa bastan.

Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto."

Poema No. 15, Pablo Neruda.


Capítulo 1. Rara especie de angelito con bandeja y delantal.

Su nombre era Victor Nikiforov y sus manos eran las manos de un artista.

Aquellas manos estaban quietas sobre la desvencijada mesa del bar al que su representante lo había llevado aquella noche para que él pudiera relajarse aunque Victor estaba seguro de que aquella reunión, más que una forma de elevar su ánimo, era también una advertencia y un ultimátum de la galería de arte para la que trabajaba desde su temprana juventud.

Para nadie era un secreto que Victor Nikiforov, uno de los pintores de más renombre en la historia de Rusia estaba tratando de demostrarle a todo el mundo que a pesar de los años él no había perdido su toque, aquel toque innovador y sorprendente que le había dado la fama de ser un maestro del arte contemporáneo a sus veintiocho años. Sus cuadros, que se vendían por millones en los círculos de coleccionistas adictos a la forma de sus trazos y a los vibrantes colores de sus paisajes, eran un derroche de talento incluso para aquellos ojos que no sabían nada de arte.

Y él sin duda tenía una reputación que cuidar y por ello mismo, necesitaba urgentemente reencontrarse con su inspiración pues sin ella de verdad se sentía un poco muerto.

Pensando en aquello, Victor suspiro dejando que sus ojos azules recorrieran el bar que a esa hora estaba casi desierto. Victor podía asegurar que Christophe Giacometti, su agente, y también su niñera, había elegido aquel local debido a la soledad del mismo ya que aquel era un sitio ideal para regañar a alguien y dentro de sí, Victor sabía que merecía aquel regaño pues le había dicho a los dueños de la galería de arte donde su trabajo era expuesto cada nueva temporada que aquel año tendría lista una colección esplendorosa de nuevos cuadros basados en un solo tema: el amor.

Los labios de Victor se curvaron en una sonrisa burlona, estaba burlándose de él mismo y de su temeraria declaración que ahora lo tenían en medio de una situación sin salida. La verdad era que él jamás había pensado en un tema así y la idea de aquella colección basada en un amor que él desconocía por completo, había llegado a sus labios en una noche de juerga donde varios de sus congéneres artistas empezaron a burlarse de él diciéndole que el tema de los paisajes de San Petersburgo estaba pasando de moda y que la gente quería que él tomara el reto de arriesgarse a adentrarse en una temática de sobra desconocida para él.

-Al mundo entero le encantaría saber cómo el fabuloso y hermoso Victor Nikiforov plasma el amor en un lienzo en blanco, por ejemplo- le había dicho Georgi Popovitch, uno de sus compañeros de tertulias artísticas-. Creo que has esquivado ese tema con una maestría inaudita y todo el mundo empieza a sentirse curioso al respecto…

-Es porque los paisajes son más tangibles que la idea del amor- había contestado Victor con una sonrisa misteriosa que siempre hacia las delicias de quien podía contemplarlo-. No soy un afecto al arte abstracto, no podría plasmar algo que jamás he visto…

-Al amor no tienes que verlo, tienes que sentirlo- había dicho Mila Bavicheva, una poetisa para quien no era difícil hablar de esas cosas sin materia ni forma a las que Victor no podría capturar jamás en sus cuadros, al menos no porque él quisiera hacerlo-. Es por eso que no puedes plasmarlo, porque jamás te has dado la oportunidad de experimentarlo…

-Mis lienzos y pinceles son todo el amor que necesito- había contestado Victor con calma-. Además, les juro que a partir de este día y dentro de un año, me habré encontrado con el amor y entonces podré plasmarlo y todos ustedes tendrán que tragarse su desdén por mis hermosos murales de San Petersburgo ¿Quién está listo para mi próxima colección?

-Si vuelves a pintar un jodido paisaje de esta ciudad te mataremos- dijeron los demás artistas a coro- ¡Brindemos por la nueva colección de Victor que nos sorprenderá a todos! ¡Brindemos por el amor sin rostro de Victor Nikiforov!

Una risa burlona salió de los labios del hombre al recordar aquel maldito brindis que sin embargo había quedado registrado- por quién sabe qué perversa magia- en la memoria de sus amigos quienes no habían dejado pasar un día sin recordarle que el tiempo para sorprender a todo el mundo con algo verdaderamente nuevo estaba terminándose y aquel viaje alrededor del mundo que Victor había empezado como una suerte de experiencia inspiradora, no había dejado más frutos que pinturas de paisajes que, aunque tenían la disculpa de no ser de San Petersburgo, no tenían en sí la respuesta que los demás artistas le habían pedido: ¿Cómo ves el amor, Victor, qué demonios es el amor para ti?

El hombre suspiró con aire cansado y se dijo que no tenía una respuesta clara para aquella pregunta, quizá jamás la tendría y puesto que aquel año que él mismo se había dado como plazo solo le quedaban ya cuatro meses, Victor pensó que sería mejor rendirse, dejar que todo el mundo se burlara de él y admitir que el amor no era lo suyo, que jamás lo sería, que jamás sabría lo que eso era y que en realidad no le importaba tanto andar por la visa sin una respuesta.

-Buenas noches, señor- dijo una voz dulce y pausada que adornaba las silabas pronunciadas en inglés con un adorable acento que le daba idea al hombre de los ojos azules que el hombre frente a él, era un chico nativo de aquella pequeña ciudad de Japón en la que había decidido esconderse del mundo y quizá también de sí mismo después de que su viaje le rindiera tan pocos frutos.

-Buenas noches…- dijo Victor y lentamente, como si de verdad no tuviera ganas de hacerlo, los ojos azules del hombre se levantaron de la mesa y después, se quedaron quietos sobre una de las visiones más bellas que él hubiera tenido la oportunidad de contemplar jamás: cabello negro peinado hacia atrás, ojos marrones y profundos que le hicieron preguntarse a Victor cuántos tonos de color tendría que mezclar para obtener aquella mezcla de chocolate y motas doradas. Y la sonrisa, la sonrisa tímida de los labios de aquel chico que hacían juego con la suave luz de sus ojos ¿Quién era él y por qué estaba usando un delantal en vez de lucir las alas de uno de los ángeles de Miguel Ángel o de Rafael?

-¿Desea ordenar ahora?- dijo la aparición celestial aquella con una sonrisa cálida que sin duda alguna podría conquistar el mundo entero o el corazón de un mortal sin esfuerzo- ¿O desea esperar a su acompañante?

-¿Acompañante?- dijo Victor sin entender muy bien por qué el ángel aquel estaba siquiera dirigiéndole la palabra.

-¿Cerveza está bien?- dijo el chico aquel de forma paciente, como si estuviera acostumbrado a atender a clientes incapaces de comportarse como seres humanos funcionales.

-Sí, cerveza…- dijo Victor sonando un poco ridículo-. Está bien, es… sí…

-Ok, volveré en seguida- dijo el joven aquel sonriendo amablemente, haciendo que el corazón de Victor se detuviera-. Bienvenido, será un placer atenderle hoy.

El ser aquel se alejó con paso rápido hacia la cocina del bar bajo la atenta mirada de aquellos ojos azules que parecían incapaces de dejar de mirarlo y es que aunque Victor era un completo adicto a todo aquello que era hermoso, la belleza del hombre aquel lo había golpeado con la fuerza de una estrella que cae sobre la tierra y lo incendia todo a su contacto. Victor sentía que en aquellos ojos que se habían presentado ante él estaba la respuesta a la pregunta que llevaba tratando de contestar por casi medio año sin lograr nada más que reírse de sí mismo.

¿Quién era él? ¿Por qué alguien como él estaba trabajando en un lugar oscuro como aquel si sus ojos destilaban luz, luz e imágenes de un paraíso perdido al que Victor jamás había podido acceder? Y más importante aún ¿Por qué demonios no le había preguntado su nombre? Aunque la verdadera pregunta era: ¿Por qué demonios quería saber su nombre?

Los ojos de Victor se quedaron quietos sobre la puerta de la cocina del bar en donde la figura esbelta y un poco menos alta que la suya propia se había perdido minutos atrás. De un modo bastante extraño, sus preocupaciones habían cambiado de modo radical en solo cuestión de segundos porque la ansiedad ante los regaños de Chris quien al parecer seguía hablando con los encargados de la galería se había desvanecido dentro de él y hora solo había dentro de su corazón una dulce agonía que tenía todo que ver con el joven que había llegado a él como una aparición y que del mismo modo se había desvanecido.

¿Y si solo había sido una visión provocada por el cansancio y la preocupación? No, claro que no. Aquellos ojos imposible compuestos de mil tonos distintos de café y oro no podían ser solo parte de un sueño, aquellos ojos eran demasiado reales y Victor en seguida tuvo la necesidad de sacar de su saco un cuaderno de hojas blancas y un trozo de carboncillo en el que inmediatamente después empezó a garabatear trazos que intentaban capturar la luz y el recuerdo de aquellos ojos que el hombre esperaba, llegaran a materializarse una vez más delante de él para pedirle al chico aquel que se quedara frente a él hasta que el pintor pudiera inmortalizarlo sobre la blancura de su lienzo.

-¡Son pinturas lo que necesitamos, no más bocetos!- dijo una voz cansada que de algún modo tenía también un tintineo sensual que le hizo saber a Victor que sus minutos de paz antes del regaño de Chris, su agente, habían llegado a su final de forma trágica.

-¿Yakov amenazó con despedirte una vez más si no logras que cumpla con mi estúpida colección y mi aún más estúpida fecha de entrega?- dijo Victor sintiéndose un poco culpable por el pesar que había en las pupilas verdes de su compañero en la cerrera del arte quien lucía francamente estresado.

-Yakov va a matarte si no pintas lo que dijiste que pintarías- dijo Chris cuyos ojos verdes lucían cansados de verdad- ¿Por qué siempre tienes que prometer las cosas más estúpidas cuando te emborrachas, Vitya? Ni siquiera sé por qué sigo siendo tu agente, la verdad…

-Oh Christophe, sigues siendo mi agente porque hacemos un buen equipo- dijo Victor sin despegar sus ojos azules del boceto del rostro del ángel que sus dedos seguían dibujando de memoria-. Sé que has convencido a Yakov Feltsman de que todo está bien, él también confía en mí.

-Tienes demasiada fe en el amor de quien fuera tu mentor y principal protector en la escuela de Bellas Artes- dijo Chris suspirando de forma dramática-. Solo pinta un maldito cuadro ¿quieres? Si sigues sin saber qué demonios es el amor para to, pinta a Maccachin, todo el mundo va a creerte que ese perro es el amor de tu vida. A veces creo que lo quieres más que a mí y a todos tus amigos…

-Deja el drama para cuando falte un mes para que se cumpla el plazo de entrega, además mi amor por Maccachin no puede ser compartido con el mundo entero- dijo Victor sonriéndole a su boceto sin que las palabas de Chris le afectaran de verdad.

-Ni se te ocurra dejar todo para el final, Victor- dijo Chris con la voz llena de espanto- ¡Y deja de perder el tiempo! ¿Qué demonios haces? ¿Al menos pediste ya algo? Necesito emborracharme, no sé qué haremos si de verdad no eres capaz de pintar nada…

-Sí, ya ordené…- dijo Victor pensando en que la aparición celestial estaba tardando demasiado en volver con su pedido.

-¿Qué ordenaste?- preguntó Chris sin poder evitar lanzarle una mirada furtiva al dibujo de su amigo el cual mostraba a un chico de una increíble belleza que le hizo preguntarse al agente si aquella criatura era real o solo parte de la imaginación de Victor.

-No lo sé…- dijo el hombre de los ojos azules levantando los hombros-. El ángel dijo que traería algo, la verdad no estaba poniendo mucha atención.

-¿Cuál ángel?- dijo Chris empezando a preocuparse por los desvaríos de su pintor-. Vitya ¿alguien te ofreció drogas o algo así? Sé que estás desesperado por encontrar inspiración pero sabes que ese no es el modo de obtenerla…

-¿Crees que sea real, Chris?- dijo Victor con los ojos azules llenos de ilusión, algo que hacía que el hombre luciera diez años más joven e ingenuo-. Es decir, jamás había visto a alguien como él…

-¿Cómo quién?- dijo Chris realmente intrigado.

-¡Es real!- dijo Victor señalando sin ninguna discreción al joven que había visto antes y Chris tuvo que obligarse a cerrar la boca cuando sus ojos se posaron en la versión de carne y hueso de la criatura aquella que Victor había dibujado sobre un trozo de papel.

El chico aquel caminaba con calma entre las mesas del local y parecía que su figura atraía las miradas de todo aquel que posara en él sus ojos más de dos segundos. Sí, sin duda alguna el joven era guapo y su andar estaba lleno de gracia como el de una etérea figura que se desliza sobre superficies imposibles como campos minados o lagos helados.

Los ojos marrones del chico brillaban con la luz de miles de estrellas y sus labios estaban curvados en una tímida sonrisa que le aba un aire encantador. Sí, claro, aquel joven podría ser un ángel, un ángel de una rara especie que había sido elegido para llevar bebidas a los mortales y alegrar con ello el alma de los parroquianos que tenían la suerte de ser atendidos por él.

La mirada azul de Victor seguía fija en aquella figura que se abría paso entre las pocas personas del bar y las mesas apiñadas salpicando unas cuantas gotas de la cerveza que Victor había pedido y el pintor pensó que aquella imagen, la imagen de aquel joven que parecía estar en el lugar equivocado –porque sin duda el paraíso le habría hecho más justicia como escenario en el cual desplegar su encanto- era digna de estar colgada en las mejores galerías del mundo y algo le decía a Victor que miles de personas alrededor del mundo pagarían una fortuna por la sola oportunidad de contemplar aquellos ojos inmortalizados en un arrebato de color, sueños, papel y pintura.

Y mientras pensaba eso, mientras Victor pensaba que quizá los ojos de aquel chico fueran en realidad una oda al amor –porque vamos, aquellos ojos hacían que uno sintiera la necesidad de proclamar declaraciones inmortales y crear libros y libros de poesía- varias cosas sucedieron al mismo tiempo en un desastre de los mil demonios cuyo origen nadie de los presentes en aquel bar supo explicar después.

Y es que mientras Victor pensaba en que más le valía largarse a la casa que Chris le había conseguido para llevar a cabo sus deberes artísticos y de este modo empezar a pintar aquella imagen que había movido el corazón de Victor de un modo extraño, el joven de los mágicos ojos marrones pareció perder el equilibrio y la jarra de cerveza que llevaba sobre la bandeja salió volando por los aires hasta aterrizar exactamente sobre el rostro y la camisa de Victor Nikiforov cuya única preocupación en aquellos momentos había sido correr al auxilio del chico celestial para tomarlo en sus brazos antes de que su cuerpo tocara el suelo.

Y aunque ahora Victor estaba totalmente empapado de aquel liquido amargo y frio, aquella nimiedad no se comparaba siquiera con la completa fortuna de sostener aquel cuerpo delgado y cálido entre sus brazos, porque ahora el ángel estaba entre sus brazos y a Victor jamás le había parecido tan correcto sostener a alguien del modo en el que estaba sosteniendo al joven aquel.

-¿Estás bien?- dijo Victor con voz suave, haciendo que el joven de los ojos marrones abriera los ojos lentamente y lo mirara como quien recibe los primeros rayos del amanecer después de haber mantenido los parpados cerrados pos mucho tiempo.

Los dos se quedaron así por un instante que pareció eterno, un instante de aquellos en los que el tiempo parece detenerse para crear una realidad alterna, una realidad donde solo la mirada del otro tiene sentido, una mirada de esas que es capaz de crear un universo aparte, un universo destinado a ser habitado solamente por dos seres que han tenido la dicha de encontrarse.

-¿No te lastimaste?- preguntó Victor tratando de sonreírle con todo su encanto al chico aquel que al escuchar la segunda pregunta de labios del hombre que seguía sosteniéndolo entre sus brazos, pareció despertar de un profundo letargo-. Debes estar asustado, mi nombre es…

-¡Lo lamento mucho, señor!- dijo el joven abruptamente, apartándose de Victor de forma repentina y poniéndose de pie con una agilidad imposible-. Arreglaré esto en seguida, debe disculparme. Yo pagaré su cuenta, perdóneme, lo lamento, de verdad lo lamento…

Sin agregar más y dejando a Victor con una sensación de abandono incomprensible, el chico se alejó de aquella escena desastrosa en la que el pintor seguía sentado sobre el suelo de madera del bar sonriendo como si un milagro de verdad increíble hubiera sucedido en lugar de aquel accidente que lo había dejado empapado y que hacía que todos los ojos de los clientes del bar voltearan a mirarlo.

-Vitya… ¿estás bien?- dijo Chris acercándose a levantar al pintor de forma rápida porque él parecía decidido a seguir sonriendo como idiota sin dejar de observar el lugar por el que el cuerpo del mesero había desaparecido.

-Chris, creo que ya sé cómo es el rostro del amor…

-¿Te golpeaste la cabeza?- preguntó Chris con algo de angustia- ¡Dime que no te lastimaste las manos! ¡Tienes una maldita colección que pintar, Victor!

-Chris ¿crees en el amor a primera vista?- dijo Victor sin poder evitar sonreír como idiota-. Yo sí…

-Deja de decir locuras y vamos a casa, tienes que cambiarte- dijo Chris sin entender qué demonios le sucedía a Victor-. Hablo en serio Nikiforov, lo menos que necesitamos ahora es un resfriado…

-¡Al menos deja que vuelva!- dijo Victor sintiendo ganas de ir a buscar al joven aquel él mismo-. Tengo que asegurarle que todo está bien ¿Crees que acepte tomar una copa conmigo? Aunque probablemente eso lo asuste ¿verdad? Chris ¿Qué se supone que haces después de que tu futuro esposo deja caer una jarra de cerveza encima de ti? ¿Crees que yo le haya gustado? Seguramente, quizá por eso se puso tan nervioso… Chris ¿crees que acepte ser mi modelo?

-Estás loco, Victor- dijo Chris sin poder evitar reírse de todas las cosas extrañas que el pintor estaba diciéndole-. Anda, vamos a casa, sea lo que sea verás a tu futuro esposo mañana, no creo que le agrade verte en estas condiciones, después de todo creo que debe sentirse avergonzado.

-¿Por qué?- dijo Victor un poco reacio a irse del lugar- ¿Por qué alguien tendría que avergonzarse de ser completamente adorable?

-Te hemos perdido, Victor- dijo Chris riendo alegremente-. Aunque ¿sabes algo? La idea de pintar a tu amor a primera vista no suena tan mal, al menos eso es mejor que nada.

Los dos hombres comenzaron a caminar con rumbo a la salida del bar mientras Victor miraba constantemente hacia atrás con ganas de lograr que sus ojos azules se quedaran fijos una vez más sobre aquella celestial criatura de la cual ignoraba su nombre pero que sin duda alguna acababa de convertirse en el tema principal de la colección de aquel pintor que estaba seguro de que acababa de encontrarse de frente con el rostro verdadero del amor…


NDA: Esta historia tuvo como inspiración una canción bien bonita que se llama "Con un ademán" de Paté de Fuá.