Vengo incursionando en este bello fandom, por culpa del JeArmin tan hermoso que me ha abducido vilmente/3; mas, ante todo dejo el muy poderoso disclaimer dándoles a conocer que Shingeki No Kyojin no me pertenece, es creación de Hajime Isayama a él todos los créditos de la obra, a mi los problemas que cause esta lectura(?).
Humanidad
Lo sabes mejor que nadie, para ganar la guerra y poder salir del encierro, deben de sacrificar su humanidad en el proceso; no estás seguro de cuán perjudicial será eso a largo plazo o si todos podrán lograrlo, tal vez con uno sea suficiente aunque fuese egoísta plantearlo, pero deben hacerlo para sobrevivir. Sin embargo, de lo que estás seguro más allá de tu nombre es que tú por sí solo, no puedes hacerlo.
No cuando está Jean sonriéndote solo a ti, sincero, porque él es tan natural. No cuando roza sus dedos con los tuyos, mirando a otro lado, sonrojado, y tú puedes entrelazar sus manos sintiendo que el mundo es bueno, que ese 'dios' en los libros de tu abuelo existe, los observa y a veces los ayuda a seguir adelante; no cuando en un momento de soledad, ambos, se dejan llevar por un sentimiento y se besan, él es brusco, tú le sigues el ritmo hasta lograr acompasarse, cosa que no tarda en suceder. Por eso no puedes abandonar tu humanidad, porque Jean es tu humanidad en esos tiempos de pérdidas, cuando cada triunfo viene acompañado de tres o cuatro derrotas más.
Tiritas como una hoja otoñal al viento con la sola idea de perderlo, el miedo entra en tu cuerpo raptando, clavando sus uñas en tu espíritu desgarrando tus esperanzas de ver el mar con Eren, Mikasa… con Jean, te obliga entonces a buscar cobijo en su espalda, acurrucas tu cuerpo al suyo igual a un niño después de tener una pesadilla. Ahí te das cuenta de lo débil que realmente eres, e imaginas la situación: todos abandonando su humanidad, así debe ser, convirtiéndose en monstruos para sobrevivir, todos menos tú, y volverías a quedarte atrás viéndolos alejarse.
Sin embargo, lo hiciste, y ahí frente a su improvisada tumba crees no tener fuerzas de seguir llorando, gritas entonces con tanta fuerza que te parece van a romperse tus cuerdas vocales por la tensión en ellas, sientes como todo tu cuerpo duele, las heridas duelen, tu pecho duele tan infernalmente, tan punzante, tal vez sí vuelvas a llorar; maldices al dios de los libros, al dios de las murallas por no ayudarles. E incluso en un arrebato lo maldices a él, por dejarte, por arrancarte tu humanidad tratando de protegerlos. De protegerte a ti.
Sin fuerzas te desplomas gritando y sollozando, y lo entiendes, solo en ese momento te das cuenta de lo cruel que es el mundo, de lo cruel que es dios si de verdad existe, acaba de decirte que no hay opción en la guerra, porque sobrevivir no es una posibilidad es una obligación.
Y en esa guerra específicamente, no podían sobrevivir siendo humanos.
