1 de Septiembre de 1991.

«Estación King Cross »

Era uno de esos dias calurosos de verano, aunque aquella mañana era tan fresca como la recordaba, sobre todo su mano pequeña y flacucha tan aferrada a la de su madre se sentía segura... segura de que ese día primer de su transición académica en el más grandioso colegio de magia y hechicería Hogwarts sería inolvidable , una niña de 11 años de edad cual cabello azabache y abundante hasta su fino y delicado cuello pálido, de orbes sumamente verdosos grandes párpados y expresión altanera como curiosa ante los muggles por eran esos Muggles personas ordinarias y sin magia alguna. Esas que debían ser ignoradas, aplastadas por los magos puros como ella, como su familia, como sus amigos..., Por que eran bazofia, bazofia pura.

El vestido pomposo de terciopelo turquesa hacia juego con su diadema color plata, eran esos los colores de Slytherin o se asemejaban en si como una orgullosa niña de sangre real, de sangre poderosa, de sangre de una familia de lo más grandes magos de la línea de la pureza en la línea de los Sagrados 28 en la comunidad mágica.

Sus zapatos de charol hacían un juguetón eco mientras caminaba al lado de su mami, su mami querida que por milagro de la vida, le acompañó ese día para abordar el expreso que daba hacia Hogwarts.

La elfa domestica de la mansion Parkinson iba detrás de sus amas prácticamente aplastada por el tumulto de valijas, el búho nuevo de la señorita Pansy Parkinson seguía los pasos inútil como trabajosa mente por toda la estación de King Cross con un encantamiento de invisibilidad para no ser vista por los Muggles asi como el equipaje de la niña.

—¿Lo recuerdas verdad?— grazno una preciosa mujer al lado de la niña de finas facciones delicado y escultural cuerpo, abundante cabellera azabache recogido en un moño, labios rojos y pulcros, una túnica negra ocre ciñendo su curvas, esa era la madre de Pansy, Pheobe Parkinson, con su expresión arrogante de una mujer acaudalada en la riqueza, belleza y pureza — ¿Recuerdas en que casa debes quedar?— insistió una vez más con esa autoritaria pero suave voz a su hija de 11 años la viva imagen de ella su madre cuando era niña.

— Si mami— asintió la pequeña con su rostro fino y delicado con ese porte narcisista tan parecida al de su madre — Slytherin — siseo con orgullo apretando un poquito más la mano de su mami.

—Muy bien, Pansy, no me decepciones —jaleo la mujer mientras ahora avanzaban hasta desvanecerse en la parada 9 3/4.

«Estación 9 3/4 Expresó de Hogwarts »

Habían aparecido entre el bullicio de magos y brujas, niños llorando entre mocos, sollozos asustados por que luego de 10 años atrás finalmente se apartaran de sus padres hasta una buena temporada, las madres consolandole con dulces palabras de aliento. Pansy miraba toda las escenas con curiosidad, mueca de burla y repulsión alguna. Tanto que se había sobre saltado al soltar la mano de su madre por él repentino estridente saludo de la señora Zabini.

— ¡Pheobe Querida!— esa mujer morena de vestimenta de alta costura de los magos más famosos de la vida mágica. Con esa expresión de dureza, presunción y belleza se deslizaba hacia ellas, con esos globos marrones al asecho y su cabello ondeando salvaje mente por toda su cintura. Solo unos metros atrás venia un niño de tez achocolatada, túnica bien pulcra y cuidada negra y verde, con zapatos de piel de dragon, rostro penetrante y elegante europeo.

—Hola Blaise — se adelanto la pequeña Pansy hacia él niño con una sonrisa suave.

—Pansy, te ves horrible — siempre esa costumbre de burlarse de ella no cambiaba en nada.

La niña estaba a punto de poder decir algo en su contra cuando se fijo que el señor Lucius Malfoy de aire arrogante y cabello sumamente largo albino en una cola de caballo, con su vasta gabardina negra y sus ojos grises como buitres de repulsión hacia los demás particulares se dirigía hacia el par de mujeres que hablaban tan acalorada mente de las nuevas noticias del Ministerio y otros chismes fuera del tema.

Detrás de él su mujer de belleza casi irreal, rubia de ojos azules, una tunica blanca, con esa expresión de que todo le hedia en ese común lugar con nada de clase, venia de la mano de su hijo.

Draco Malfoy, ese niño tan igual a su padre pero en miniatura según Pansy sabia, lo conocía desde su nacimiento, práctica mente se habían criado juntos con otros amigos como Vicent Crabbe, Gregory Goyle, Theodore Nott y las hermanas Greengrass. Eran muy buenos amigos.

Ella amplio una sonrisa distraída mientras se acercaba hasta Draco, pasando de Blaise que ahora estaba al lado de su madre con cara de que no entendía nada de lo que hablaban los adultos.

— Draco— lo llamó la azabache niña con voz queda y una sonrisa en grande. Por que estaba tan feliz de verle.

El niño de cabellos rubio casi blancos, fijo sus orbes grises en ella misma, torciendo una sonrisa mínima — Veo que estas preparada con los colores de la casa, buen intento — había bufado, más era esa forma que ella muy bien sabia de que se veia bonita.

— Fue mi madre, ya sabes — hizo un ademán y fruncio las cejas para luego soltar una pequeña carcajada burlona — Que decir de ti... — Le señaló la suera negra y sus pantalones del mismo color — ¿Llegaste de un funeral?— solo ellos se entendían en su forma de comunicarse.

— No te interesa — el niño Draco rodo los ojos y la fulminó.

Blaise ahora se había unido con ellos con los regordetes de Crabbe y Goyle que venían engullendo unos cráneos de chocolate.

—¿Nunca se cansan de comer?— esa dulce voz de una rubia niña con aire de princesa misma, preciosos ojos azules se acercaba al quinteto en compañía de sus padres y hermana menor.

— ¡Daph!— chillo Pansy, olvidando a los niños que ahora parecían muy entretenidos en una conversación que solo los de su género entendían.

— Hola Pansy — dijo con capricho la niña rubia acercándose a ella y sus amigos.

Mas tarde había aparecido Theodore Nott en compañía de un escolta de traje negro y cara dura, sus ojos apagados eléctricos azules del niño miraba asustadizo algo a sus amigos de toda la vida.

Y ahí estaban el gran grupo futuro de Slytherin, los que estaban hechos desde que nacieron hacia la grandeza, cuales destinos estaban marcados, estaban escritos, para la pureza, para la grandeza, para ser alabados o ser repudiados.

El silbato del tren para partir había llamado la atención de todos, padres ansiosos, niños grandes y pequeños corriendo para abordar.

Pansy y sus amigos luego de despedirse de sus padres, se apresuraron en también subir al expresó, buscar un compartimiento para todos.

Pasaron muchos, muchos niños, muchas caras conocidas pero irrelevantes.

Hasta que finalmente dieron con un aden vacío para ellos, aunque no cabian todos juntos debieron dividirse.

Theodore se fue al de al lado con Crabbe y Goyle.

Seguido de los restantes se fueron al siguiente, Pansy, Blaise, Daphne y Draco estaban sentados juntos en el aden.

— Es algo obvio ¿no?— Se había adelantado Draco, luego de acomodar las valijas de mano, mientras jugaba con un reloj de oro puro cuales llevaba las iniciales "DM" en la parte de atrás.

El trío restante les miraba confuso y en silencio.

— ¿Qué es obvio Draco?— Se adelantó la azabache Pansy, contemplándole atenta.

—Eres tan ingenua — suspiro mientras pasaba sus grises hacia Dapne y Blaise.

— El quiere decir, que todos quedaremos en Slytherin — aclaró Blaise para luego mirar por la ventana despreocupado, al tiempo que aquel expreso comenzaba a moverse, abandonando Londres finalmente.

— Nacimos para eso — susurro la rubia con su dulce voz y su vista orgullosa de una chica agraciada y riqueza misma.

Pansy por su parte no decía nada más, tenia el estómago revuelto, los nervios comenzaban acarrear contra ella, la inseguridad la consumía, se mordió sus rosas labios y se hundió en el sillón.

" ¿Y si no quedo en Slytherin? Mi madre se decepcionara, esa es la última voluntad de mi padre, no puedo fallar, no quiero ser señalada como traicionera, no quiero "