Vacio

El demonio y su servidor habían recorrido absolutamente todos los lugares que había en el mundo, habían vagado durante años, tantos que incluso los sirvientes que alguna vez habitaron la mansión habían perecido.

El menor visitaba ocasionalmente a su "prometida" la cual asustada solamente rezaba, pensando que solo era una aparición, esto le divertía al pequeño demonio.

El tiempo se cernía sobre ambos, el día pronto se convertía en noche, las semanas en meses y los meses en siglos, su existencia estaba condenada a la eternidad sin tener una idea clara del porque.

Aquel mayordomo no lo miraba como antes, no eran las mismas pupilas enrojecidas y dilatadas que lo deseaban, que lo provocaban y lo invitaban a ceder ante el pecado.

No era la misma sonrisa burlona plasmada en su rostro que le recordaba su debilidad, no era el mismo tono de voz el que lo llamaba, el que le hacía estremecer.

Aquel mayordomo no era el mismo. Había perdido la motivación de lograr contaminar aquella alma que deambulaba en la obscuridad sin impregnarse de ella.

Ese amo…no era el mismo, su orgullo y caprichos había amentado desde el cambio que sufrió, el mayordomo ahora no tenía un motivo para soportarlo.

Por lo cual perdía las casillas fácilmente, en el día lograba contenerse a medias, por las noches reclamaba lo único que podía reclamar de ese ser….Su cuerpo.

Marcaba lo único que podía marcar, tomaba lo único que podía tomar y lo disfrutaba.

El nuevo demonio no se quejaba pues era lo más interesante de su nueva rutina, más interesante que fingir dormir, respirar y beber té.

Mientras llegaba la mañana y el cielo despuntaba las últimas tinieblas, los amantes se declaraban pertenencia, uno por ser el preciado cuerpo y el otro por ser el eterno sirviente.

Clavando sus colmillos en el cuello del menor, desgarrando su ser, abriéndose paso con sus garras dentro de la piel de la espalda y sacando sus entrañas…le pertenecía, simplemente le pertenecía.

Derramando su esencia dentro de aquel "frágil" cuerpo, mientras lo escuchaba gemir.

Porque ambos estaban unidos en una profunda y sombría existencia, en la cual lo único que podía existir y prevalecer era El vacio