Capítulo 1
Candy se encontraba ligeramente recostada en su asiento mirando por la ventanilla del autobús observando cómo iba dejando atrás su tranquilo y querido Lakewood y el Hogar de Pony en donde se había sentido de nuevo como una persona querida y que además se había reencontrado a ella misma gracias a las dos mujeres que dirigían el lugar y a los niños que vivían ahí.
Candy pensó en su despedida con la Sra. Pony y la hermana María:
Flash Back
-Candy ¿estas segura de esto? – decía la Sra. Ponnie
-No se preocupe Sra. Pony estaré bien – dijo Candy
-Candy tiene razón… estará bien – dijo la hermana María
-Pero…Suiza está demasiado lejos – gimió la Sra. Ponnie
-En verdad voy a estar bien no se preocupe – respondió Candy – es lo mejor, necesito continuar con mis estudios y…Realmente lo necesito, tengo mucho en que pensar.
-Ya ve Sra. Pony, esto es algo realmente bueno para Candy. Además ella ya prometió que nos escribirá con frecuencia – dijo la hermana María.
Candy lanzo una mirada de agradecimiento a la hermana María y después le sonrió a la Sra. Ponnie para tranquilizarla nuevamente.
-Ya me tengo que ir. Albert ya me está esperando en Chicago y si pierdo este autobús no alcanzare a llegar y perderé también el vuelo – exclamo Candy.
-Avísanos en cuanto llegues a Chicago y dile a Albert que nos avise en cuanto abordes el avión y cuando llegues a Suiza – ordeno la Sra. Ponnie.
Candy asintió y abrazo a las dos dulces mujeres que la ayudaron durante esos largos meses que estuvo a su lado. Subió al autobús y se giró para despedirse con la mano y gritar "las quiero".
-Suerte! – le grito la hermana María.
-Te vamos a extrañar! – grito la Sra. Ponnie.
Fin del flash back
Candy sonrió al recordar la cara de angustia de ambas mujeres y suspiro larga y profundamente, estaba claro que ella las extrañaría también y mucho. Volvió a mirar por la ventanilla y se dio cuenta que ya estaba en Chicago; observo los grandes edificios, las calles algo atestadas de gente, el tráfico que comenzaba a formarse en las calles era fácil darse cuenta que el cambio en el ambiente las vacaciones de verano estaban llegando a su fin.
El autobús se detuvo. Por fin había llegado a la estación. Candy se levantó de su asiento, tomo de la parte superior su mochila y bajo para recoger el resto de su equipaje que no era mucho. Camino unos minutos por la estación hasta que encontró a la persona que buscaba. Ahí estaba él sentado en el rincón más alejado del bullicio sosteniendo un periódico en las manos en el que seguramente estaba ojeando la sección de finanzas. Candy lo observo detenidamente: Albert era un hombre: alto, rubio, de cabello lacio que le llegaba a la altura de los hombros, ojos de azul cielo, tez blanca un poco bronceada, tenía un físico que dejaba entre ver que le fascinaba realizar deporte, llevaba un pantalón de mezclilla y una camiseta azul que hacia resaltar el color de sus ojos, además proyectaba tal madurez que nadie creería que acababa de cumplir apenas 26 años. Candy no entendía por que hasta la fecha su primo no había tenido una novia formal.
Albert se sintió observado así que dejo a un lado su periódico y levanto la mirada para encontrarse con la de Candy cuando ella se dirigía hacia él.
-Gatita! – grito Albert y se levantó para abrazarla.
-Albert! – dijo Candy y también lo abrazo
-Llegaste justo a tiempo. ¿Lista? – pregunto Albert
-Si – contesto Candy
Ambos permanecieron en silencio durante los 20 minutos que duró el recorrido. Cuando llegaron al aeropuerto Albert le ayudo con su equipaje y los dos se dirigieron hacia la salida de los vuelos internacionales. Documentaron el equipaje y Albert firmo los papeles necesarios.
Antes de entrar a la sala de espera y despedirse de ella finalmente Albert se dirigió hacia ella:
-Candy recuerda harás una escala en Nueva York ya hable con alguien para que te escolte por el aeropuerto y no pierdas la conexión. De igual manera cuando llegues a Londres estará alguien esperando por ti, su nombre es George y te llevara directamente a la escuela.
Ella asintió no muy contenta de que la trataran como a una niña pequeña.
-¿Quién es George?, ¿William lo conoce? – pregunto con desconfianza
Tranquila. George es de mi entera confianza lleva trabajando para mi desde la muerte de mis padres – coloco su mano en el hombro de ella – y William cree que vas camino a Suiza – le guiño un ojo – eso me recuerda… ¿arreglaste lo de la Sra. Ponnie y la hermana María?
Candy asintió. – Les di la dirección del internado en Suiza. Dorothie me enviara sus cartas y yo le regresare las contestaciones para que ella las envié.
Albert entrecerró los ojos. - ¿estas segura de esto?... Me refiero a toda esta idea de que nadie sepa en donde estas realmente
-Sí. Estoy completamente segura – respondió secamente – además entre menos personas estén involucradas mejor.
Él la envolvió en sus brazos y beso su frente – Te voy a extrañar mucho gatita!
-Y yo a ti – respondió Candy algo triste.
-Una cosa más – dijo Albert cuando se apartó de ella. Candy lo miro – Te compre un celular George te lo entregara en cuanto llegues. – antes de que Candy pudiera protestar el continuo – sé que decidiste que estuviéramos en contacto solamente por correo electrónico pero si pasa algo grave que estoy seguro que no sucederá… tengo que comunicarme contigo de inmediato y lo mismo te digo a ti si algo te pasa necesito saberlo de inmediato.
Candy asintió y volvió a abrazarlo. – te quiero!
-Yo más – ambos rieron - Suerte gatita. Cuídate mucho.
Candy camino hacia la sala de espera y antes de atravesar la puerta se volvió hacia Albert – No olvides avisarle a la Sra. Ponnie y a la hermana María que llegue bien – él asintió y Candy reanudo su camino.
Cuando estuvo segura de que Albert no podía verla dejo salir las lágrimas que tanto evito derramar delante de él.
