¡Hola, hola!
Otra vez yo trayéndoles otra grandioso fic (¡en mi humilde opinión, por supuesto!).
Personajes: Loki, Thor, Heimdall, menciones de Odín, Stark, el Cap, Tasha y Haw.
Disclaimer: los personajes, así como la historia, no me pertenecen. Loki y Thor son propiedad de Marvel, y el fic de una talentosa nena, Kat, conocida en LJ como restlesspuppy.
Warnings: un poco de brutalidad (Thor y sus torpes dedos) y según la autora dub-con; además claro de un poco de lemon e incesto.
Original: Someone you once know por restlesspuppy.
Las partes en cursiva son pensamientos... ¡Sin ser más solo espero que les guste!
Nota: este fic ha sido posteado simultáneamente en Amor Yaoi (hace tiempo, mucho tiempo).
Alguien a quien solías conocer por restlesspuppy
—¿Puedes verlo?
—Sí.
—¿Cómo está?
—Perdido...
Se produjo una pausa.
—Sueña con su hermano. Lo busca.
Thor solo pudo sonreír.
Ansiaba verle, lo anhelaba desde el momento en que el Padre de Todo le desterró. Una maldición peor que cualquiera, un castigo que Thor apenas podía soportar —sin embargo, uno tan tierno, tan suave, que a su padre no podía exigirle más.
Lo extrañaba.
La ausencia de Loki había dejado una herida abierta, una herida profunda que dolía terriblemente en su pecho. Un agujero que no podía llenar. Volstagg había tratado de ayudarle, dándole un sinnúmero de delicias a degustar, abundantes y extraños sabores. Sif le había traído nuevas armas para que probara, tratando de incitarle a entrenar. E incluso Fandral se había esforzado, dándole el mejor vino y la más exquisita cerveza; pero a Thor ya nada le impresionaba, nada le animaba. Se había apartado de ellos, ahora se encontraba recluido en paredes intangibles de cristal.
Podían verle, pero ya no podían sentirle.
—Heimdall —le llamó. La fría y dorada mirada del guardián se posó sobre él, pero sus labios permanecieron en una línea estoica.
—No es prudente. —Su voz retumbó, y ante esto Thor simplemente se encogió de hombros, demostrándole lo poco que le importaba.
—¿Alguna vez he sido prudente? —Sonrió, pero a su sonrisa le faltaba calidez, Heimdall podía notarlo, Thor lo sabía, estaba seguro —aunque el guardián no dijo nada.
—Recuerda la última vez que me pasaste, recuérdala bien.
Thor la recordaba —recordaba a su padre desterrándole, enviándole a Midgard. Se dijo a sí mismo que esta vez era diferente, que era algo más, que no era simplemente una tonta provocación. «Solo quiero verlo —pensó con vehemencia—. Solo por un momento, solo para verlo».
Solo por él.
La espada de Heimdall se deslizó en su morada, y una ráfaga de viento fría como el hielo se desató sobre ellos. Mil y una esencias acariciaron la nariz de Thor, deslizándose a través de su cabello como dedos invisibles, azotando su capa, su cabello. Pero se mantuvo seguro, con los hombros firmes.
Aquí voy, hermano.
Lo encontró.
Sin importar cuánto tardara, siempre lo encontraba. Esta vez no fue difícil, recordaba Midgard. Era tarde, las calles estaban vacías. Con renuencia jaló su capa, la dispuso sobre su brazo ocultando con ella la mayor parte de su reluciente armadura, armadura que resplandecía incluso bajo la luz de la luna. Caminó con fuerza —para que él pudiera sentirlo. Sabía dónde estaba, donde yacía —dónde dormía.
En la distancia pensó en sus amigos. En Stark y en el Capitán. Incluso en Natasha y el pequeño hombre del arco. Pero palidecieron al lado de sus verdaderas intenciones. De sus verdaderos propósitos.
Encontró el complejo de apartamentos sin mucha dificultad —la manija de la puerta tembló bajo sus dedos.
El pequeño apartamento estaba limpio.
Libros reposaban esparcidos sobre mesas de café y estanterías. Investigaciones sobre mitología nórdica, mapas de Noruega y Suiza. Cuentos vikingos e imágenes adornaban las paredes, y Thor, al verlo todo, sonrió dulcemente. Se detuvo, había una foto suya. Leyó la inscripción que decía: «El poderoso Dios del Trueno» y la tomó. Frotó uno de sus dedos gruesos a través del pulido marco antes de escuchar un suave chirrido desde algún lugar a sus espaldas, y después volteó.
Loki estaba allí. Dormido —en efecto.
Su cabello ya no era negro, era rubio —recordándole un poco al de Fandral— con tiernos rizos. Sus mejillas ya no estaban hundidas, ni sus ojos. Su piel era tan pálida como el alabastro, perfecta bajo la tenue luz de la luna. Su expresión era vacía, sus ojos estaban cerrados. Su pecho subía y bajaba en respiraciones suaves con uno de sus muchos libros midgardianos abiertos sobre él.
La sonrisa de Thor se desvaneció ante la vista. Algo se clavó fuertemente en su corazón, se le revolvió el estómago —olvidó respirar.
Ya no lucía como el hermano al que recordaba. Se veía tan tranquilo, tan... a gusto. Su mente ya no maquinaba, no conspiraba; sus ojos no brillaban con malicia y venganza; sus labios no se curvaban en aquella cruel sonrisa —este era su estado más vulnerable.
Era hermoso.
Thor sabía que debía irse. Ya lo había visto —¿no era eso a lo único que había ido? Sin embargo, sus pies estaban clavados en la alfombra. No podía moverse, ni siquiera respirar. Quería irse con él, llevarlo lejos, de vuelta a Asgard, esconderlo incluso aunque ahora fuera un simple mortal. Conservarlo como suyo, ¿por qué acaso no era eso lo que siempre había sido?
Fue como si Loki hubiese escuchado los latidos del corazón de Thor, porque sus pálidos párpados se movieron lentamente, cambió su postura, el libro se deslizó de su pecho, y Thor se movió espontáneamente, atrapándolo antes de que aterrizara en la alfombra.
Loki lo vio —sus ojos se abrieron completamente.
—¡O...Oh Dios...!
Thor se lanzó hacia delante, situó una de sus manos sobre su boca y lo arrastró hacia él con un susurro.
—Silencio, hermano —dijo, estremeciéndose ante sus propias palabras. Loki no le recordaba, no recordaba nada.
»—Solo quería verte, no quise asustarte, ni despertarte. Te he echado de menos, por favor... no forcejees. Escúchame... ¿me escucharás? —Le miró fijamente, los ojos de Loki eran grandes —como esmeraldas— verdes como los recordaba, e imposiblemente abiertos mientras observaba a Thor y sin embargo... asintió ligeramente.
Su mano se deslizó lánguidamente, apartándose de sus labios.
—¿Quién eres tú? —La voz de Loki resonó en un tembloroso susurro.
Thor sonrió. Fue una tenue, pero triste sonrisa.
—Alguien a quien solías conocer —murmuró, en otra vida, en otro mundo—. No espero que me recuerdes —continuó, manteniendo a Loki aún cerca de su pecho. Ahora no estaba forcejeando, simplemente le miraba con una mezcla de asombro y miedo que se reflejaba en sus ojos. Thor casi podía verlo acomodando todas las piezas. El Thor en la pintura en su pared, el Thor descrito en el libro en el suelo, y el Thor en cuyos brazos se encontraba—. Pero... estuvimos juntos, una vez.
Loki parpadeó al escuchar su respuesta, pero no dijo nada.
Era agonizante —estar tan cerca, y sin embargo... no poder tocarle.
—¿Puedo...? —Levantó su mano hasta una de las mejillas de Loki y esperó a que el menor asintiera, antes de tocarle. Curvó su amplia mano en aquella suave piel de porcelana, hundiéndola en su rizado cabello, disfrutándolo, a pesar de no ser aquel negro absoluto al que estaba acostumbrado. Su caricia se deslizó por su pálida garganta, hasta sumergirse en su clavícula, el resto de su pecho permanecía oculto bajo una impecable camisa blanca de mangas cortas.
Le dolía tocarlo, su cuerpo se estremeció de calor. Un torrente ardiente recorrió su espina dorsal y acercó un poco más su rostro, presionando el puente de su nariz hasta la cavidad en su cuello, inhalando su esencia.
Olía a menta y a sueño —y a algo vagamente familiar. El olor envío un nueva chispa a través de su cuerpo, recordándole a quien tenía entre sus brazos, a quien había estado extrañando desde que había sido desterrado, a quien había estado deseando desde que era un muchacho.
—Mi hermano —susurró casi en un sollozo, y sus manos empezaron a moverse nuevamente, deslizándose hasta el dobladillo de la camisa de Loki, subiéndola más y más, sintiendo los muslos de Loki separarse bajo él, escuchando un jadeo de sorpresa escapando de aquellos labios, haciendo que las entrañas de Thor se contrajeran (¿qué pensaría Padre de esto?) ¡Oh, pero lo extrañaba! ¡Lo extrañaba tanto!
»—Mi Loki —jadeó, escuchando a Loki gemir bajo su peso, mientras sus amplias manos se presionaban en aquel pecho desnudo. Acariciando su excitado pezón, arrastrándose hasta sumergirse en su columna vertebral y un poco más lejos, llegando hasta el grueso y suave material de su pantalón, a la curva de su trasero, donde —una vez más— Thor olvidó cómo respirar.
Loki temblaba contra su cuerpo, con sus muslos a ambos lados de la cintura de Thor, presionado contra el respaldo del sofá, y sin embargo continuaba inflexible. No opuso resistencia. Por primera vez, Thor sintió sus manos, una dispuesta precariamente sobre su hombro, la otra enredada en su cabello, inciertas, inseguras, pero no las apartó de su lugar.
La mano de Thor se curvó a su alrededor suavemente, alrededor de la carnosa elevación en su parte trasera. Lo apretó, y sintió su excitación palpitar y quemarle. Sintió a Loki endurecerse y jadear, él también quería.
—¿Has sido tocado así antes, hermano? —susurró, voz ahogada en la curva del cuello de Loki.
Su respuesta llegó tras una intensa pausa.
—No.
Thor se apretó aún más contra él, cerró los ojos fuertemente, oprimió aquella carnosa elevación entre su mano con más fuerza —no podía tomar esto. No podía, nunca, tomar esto. No le pertenecía, no le pertenecería nunca, y su corazón se contrajo, la bilis creció en su garganta, pero, sin importarle, apartando aquellos pensamientos, llevó dos de sus dedos hasta los labios de Loki.
—Abre tu boca para mí, hermano —murmuró, y ciegamente Loki obedeció. Tan confiado, tan dispuesto para con un hombre que simplemente había irrumpido en su casa. Sus labios temblaron, y luego separándolos, tomó los gruesos dedos de Thor dentro de su cálida humedad, chupando, frotando su lengua por toda la callosa yema de sus dedos, amenazando con devorarlos. Observando aquellas mejillas contraerse, Thor contuvo el aliento una vez más y los retiró.
Su mano empujó hacia abajo los grises pantalones de su hermano, revelando sus pálidos muslos ante la nacarada luz de la luna. Thor los separó nuevamente, ignorando el suave grito de disidencia emitido por parte de su hermano —aun así su cuerpo no se resistía. Su excitación ruborizada en un fuerte rosa se curvó en su vientre, dejando una mancha de semen bajo su ombligo, y los dedos de Thor se deslizaron entre sus nalgas.
—No voy a hacerte daño —le dijo, y vio los ojos de Loki cerrarse, sus manos estirarse hasta agarrar sus hombros, aferrándose a él como si fuera una especie de salvavidas, como si fuera su ancla en este nuevo mundo fracturado al que había sido arrojado.
Empujó sus dedos en aquel calor abrasador y gimió como si realmente se tratara de su pene. Escuchó a Loki gemir, le escuchó hundir su cabeza en el sofá y dejar escapar un sollozo, sintió cómo sus delgados dedos se clavaban profundamente en sus hombros, ante lo que Thor simplemente se movió un poco más hacia adelante, presionando sus labios contra aquella pálida garganta, chupando aquella carne de alabastro con sus labios, deseando marcarla, tomarla.
Loki se estremeció bajo su cuerpo, sus muslos se afianzaron alrededor de la estrecha cintura de Thor, un suave: «Por favor...» escapó de sus temblorosos labios, una súplica por menos o por más, Thor no lo supo definir con precisión, y únicamente dobló sus dedos, los movió en su interior, frotando lo que creía debía ser ese algo que hacía a Loki sacudirse, retorcerse, arquearse bellamente delante de él y gemir en la oscuridad de aquel apartamento.
—Shhh, hermano —le arrulló Thor, alineando su dedo medio y acomodándolo suavemente con el primero, viendo aquella pálida figura retorcerse y aferrarse, aferrarse a él tan fuerte —tan fuerte—. Eres tan hermoso, hermano —suspiró—. Tan mío.
Dobló ambos dedos, los retorció aún más, sintiendo el calor de Loki hincharse contra él, sintiéndole hervir. Sus músculos se agitaban a su alrededor, aquel anillo de músculos rosa ensanchado para él— su cabeza cayó hacia adelante, descansando sobre el hombro de Thor, quien lo presionó contra el sofá, con las caderas empujándose contra el dorso de sus muslos, reflejando los movimientos de sus dedos, como si su polla en realidad estuviera enterrada en su interior.
Los brazos de Loki se deslizaron sobre sus hombros, manteniéndole cerca, sollozando en su cuello, mientras sus dedos continuaban impulsándose de adentro hacia afuera, acariciando ese lugar que hacía a Loki sacudirse y retorcerse bajo su peso, presionado entre Thor y el sillón, el lugar en su interior que le hacía intensamente húmedo de deseo.
Entonces, con un último abrupto gemido: «¡A-ah», Loki se derramó sobre su abdomen, en su camisa; rápido, caliente y fuerte. Se estremeció completamente cuando los dedos de Thor continuaron su asalto implacable, cuando siguieron acariciándole desde el interior, follándolo inexorablemente hasta que derramó la última gota de su simiente, hasta que solo fue un tembloroso y gimoteante desorden bajo Thor, quien después se inclinó ligeramente y besó sus rojos labios.
Le besó húmedamente, lánguidamente —con la boca abierta, sin ceremonias. Tomando y tomando. Apropiándose de él —porque eres mío hermano, mío, mío, solo mío y de nadie más.
Demasiado pronto supo que debía retirarse, que debía marcharse, porque ya había extendido su visita por mucho, por demasiado tiempo. Pero Loki continuaba aferrándose a él, sus dedos seguían sobre sus hombros, agarrando su armadura, sosteniéndole mientras temblaba y se agitaba —retorciéndose mientras Thor extraía sus dedos de su interior, dejándole vacío y sin aliento. Flácido y exhausto. Thor pudo ver a su forma mortal tornándose débil. Le vio desplomarse con un suave gemido.
—Shhh —le susurró otra vez, los brazos de Loki se deslizaron de su cuerpo, tacto apartándose, y a pesar de la dolorosa excitación confinada en sus pantalones, Thor solo se inclinó, obsequiándole a Loki un beso en la frente, sintiéndole estremecerse, pero dejando a Thor acomodar nuevamente sus grises pantalones, ponerle su manchada camisa —y, finalmente, levantar la capa roja oscura para cubrirle. Loki... simplemente demasiado agotado, simplemente demasiado cansado para formular preguntas —preguntas con las que Thor sabía su mente debía estar completamente atiborrada— cerró los ojos.
Se durmió.
Se ve tranquilo.
Thor únicamente pudo sonreír.
Dejó el apartamento justo como lo había encontrado, sin llevarse nada, aunque su corazón se estremeció ante un solo recuerdo. El recuerdo del hermano al que una vez había tenido y al que había perdido.
La noche era fría mientras el viento azotaba su piel, mientras le guiaba de regreso por donde había llegado. Al llegar al sitio, levantó la cabeza hacia las nubes, hacia la temible tormenta que podía ver retumbando en la lejanía.
—Heimdall —llamó.
Loki despertó en la mañana cuando los rayos del sol besaron sus párpados, sintiéndose exhausto y sobre todo —sediento. Algo, una cosa arrugada de rojo terciopelo estaba en su cintura y la tomó entre sus manos, antes de que la noche anterior regresara a su memoria como pequeñas gotas.
«Hermano...»
Observó la capa, la apartó hacia un lado y se puso de pie. Se metió en al baño y observó su reflejo, al moretón en su cuello y su corazón palpitó fuertemente en su pecho.
...
«No espero que me recuerdes».
Oh... pero Loki lo recordaba.
Ahora lo recordaba todo.
