NOTA: Este libro es propiedad de los autores K. L. Armstrong y M. A. Marr. Yo sólo estoy haciendo una traducción sin fines de lucro.
SINOPSIS
En el tiempo de los vikingos, los mitos nórdicos predijeron el fin del mundo, un evento llamado Ragnarök, que solo los dioses podían impedir. Cuando este apocalipsis ocurra, los dioses deberán pelear contra los monstruos—lobos del tamaño del Sol, serpientes que se expanden por todo el fondo marino—que se empeñaran en destruir la Tierra.
Los dioses murieron hace mucho tiempo.
Matt Thorsen sabe todo acerca de todos los mitos, dioses y sagas nórdicas como si fueran su historia familiar—porque lo son. La mayoría de las personas del moderno poblado de Blackwell, en Dakota del Sur, son, en realidad, descendientes de Thor o Loki, incluyendo a los compañeros de Matt, Fen y Laurie Brekke.
Pero, conocer las leyendas y creerlas son dos cosas completamente diferentes. Cuando los lectores de runas anuncian que el Ragnarök se acerca y que los chicos—liderados por Matt—deberán tomar el lugar de los dioses en la batalla final, él no puede creerlo. Las vidas de Matt, Fen y Laurie no volverán a ser las mismas mientras se apresuran a reunir un imparable equipo para prevenir el fin del mundo.
DEDICACIÓN:
M. A.: Para Dylan—Éste es para ti y por ti (también, sí, habrá cabras).
K. L.: Para Alex y Marcus—A pesar de todos los horrores parentales que pueda infligirles a ustedes, chicos, mientras se mueven dentro de la adolescencia, nunca los obligaré a pelear con una serpiente gigante. Lo prometo.
CAPÍTULO UNO
MATT
ENFRENTAMIENTO
Matt caminaba por el centro de Blackwell, bolso de gimnasia en mano y chaqueta tirada sobre los hombros. Estaba oscuro, con un viento helado del norte, pero el frío se sentía bien al soplar hacia atrás su cabello empapado de sudor. Después de dos horas de práctica de boxeo, había estado tentado de tomar un desvío y tirarse al río Norrström, incluso aunque hubiera notado hielo encima esa mañana. Hielo en septiembre. Raro. Incluso en Dakota del Sur, el invierno nunca venía tan temprano.
Un músculo se contrajo en su pierna, e hizo una mueca de dolor mientras se detenía para frotárselo. El próximo torneo era para beneficencia—recaudar dinero para ayudar a las víctimas del tsunami en Hawái—pero el entrenador Forde seguía haciendo trabajar a Matt tan duro como lo haría ante una pelea por un título.
Matt empezó a caminar de nuevo, cojeando ligeramente. Por mucho que deseara poder llamar a un taxi, no le estaba permitido. Había cometido ese error el invierno pasado, cuando el entrenador había dicho que una tormenta de nieve se avecinaba. Había conseguido su taxi—y una charla de sobre cómo sus hermanos nunca habían necesitado uno, incluso cuando había una tormenta. No podía pedir a alguno de sus amigos que lo llevara, tampoco—era peor, porque daba mal ejemplo. Si los chicos del Comisario Thorsen no estaban seguros caminando a través de Blackwell en la noche, ¿quién lo estaba?
Matt se estaba agachando para frotar su pierna de nuevo cuando algo se movió en la plaza del pueblo. Su cabeza se alzó, sus ojos se estrecharon. Fuera del centro de recreación, dos niños trepaban sobre el desgastado drakkar vikingo. Ambos lados estaban cubiertos de escudos como si guerreros invisibles remaran en el viejo barco de madera, con la protección siempre a su alcance. Un dragón tallado se arqueaba desde el casco.
Los niños estaban probablemente montando una broma, tratando de superar la que Matt había hecho con su amigo Cody en Sigrblot, la fiesta de la primavera. El desfile había llegado al drakkar para encontrarlo cubierto de una lona... y graznando. Debajo de la lona, habían descubierto una bandada de gansos vistiendo pequeños cascos vikingos.
La mejor broma de la historia, eso fue lo que dijo todo el mundo. Desafortunadamente, Matt tuvo que fingir que no tenía nada que ver con eso. Si sus padres se hubieran enterado... bueno, ellos no lo hubieran castigado. Sólo le hubieran dado "la charla". Cuán decepcionados hubieran estado. Cuán avergonzados hubieran estado. Cuánto más responsables hubieran sido sus hermanos. Personalmente, hubiera preferido ser castigado.
En unos cuantos pasos más, vio que uno de los niños era un chico con desgreñado pelo castaño que necesitaba corte, y ropa que necesitaba lavado. Con él estaba una chica. Sus ropas no estaban en tan mal estado, pero su pelo rubio realmente necesitaba que lo recortaran.
Fen y Laurie Brekke. Genial. Los primos estaban siempre metiéndose en problemas. Aun así, Matt se dijo que realmente podrían estar sólo haciendo una broma... hasta que vio a Fen tirando violentamente de uno de los escudos.
Había un montón de cosas que Fen podía hacer y Matt simplemente miraría hacia otro lado, diciéndose que no era de su incumbencia. Eso no siempre era fácil. Ser el hijo del comisario significaba que había tenido charlas sobre vandalismo desde que tenía la edad suficiente para tallar su nombre en un banco del parque. Pero esto no era un banco del parque. Se trataba de un drakkar—algo de lo que la gente en Blackwell estaba realmente orgullosa. Y allí estaba Fen, tirando de él y dándole patadas.
Cuando el temperamento de Matt se encendía, su amuleto se encendía con él. Cogió el colgante de plata. Tenía la forma de un martillo al revés y era casi tan antiguo como el drakkar. El Martillo de Thor. Todos en la familia de Matt tenían uno. Thorsen no era sólo su nombre. Realmente eran descendientes del dios nórdico.
Mientras Matt miraba a Fen y a Laurie de nuevo, su amuleto se puso aún más caliente. Estaba a punto de gritarles, pero se detuvo y respiró hondo, aspirando aire frío.
Podía oír la voz de su madre. Tienes que aprender a controlarlo, Matty. No sé por qué tienes tantas dificultades con eso. Ningún otro Thorsen tiene este problema. Tus hermanos podían manejar los suyos aun cuando eran más jóvenes que tú.
Controlar su temperamento—y el Martillo de Thor—parecía especialmente arduo alrededor de los Brekkes. Era como si el Martillo supiera que estaban relacionados con el dios embaucador Loki. Los primos no sabían eso, pero Matt sí, y podía sentirlo cuando los miraba.
Matt volvió a respirar hondo. Sí, tenía que detener a Fen y a Laurie, pero tenía que hacerlo amablemente. Tal vez sólo podría caminar, fingir que no se daba cuenta de que estaban ahí, y ellos lo verían y se irían antes de ser capturados.
Fen lo vio. Matt siguió caminando, dándoles la oportunidad de escaparse. Siendo justo. Su padre estaría orgulloso...
Fen se volvió hacia el drakkar y tiró del escudo de nuevo.
—¡Hey! —llamó Matt.
No lo dijo demasiado fuerte, y trató de no sonar demasiado enojado. Sólo estaba haciéndoles saber que los había visto, estaba dándoles tiempo para correr...
—¿Sí? —Fen se volvió y lo miró directamente a los ojos, con la barbilla levantada y los hombros hacia atrás. Era más bajo que Matt. Más flaco, también. Lo único "grande" acerca de Fen era su actitud, que era la que siempre le metía en peleas con chicos más grandes... cosa que no parecía importarle.
Laurie dio un paso al lado de su primo. Matt no podía ver su expresión, pero estaba seguro de que coincidía con la de Fen. No iban a alejarse. Había sido estúpido pensar que lo harían.
—No deberían estar haciendo eso —apenas Matt dijo esas palabras, quiso golpearse a sí mismo. Era exactamente el tipo de cosas que todo el mundo esperaba que dijera el hijo del comisario. Para mañana, todos en la escuela habrían oído a Fen y a Laurie repetirlo torciendo la boca y poniendo los ojos en blanco.
Matt aclaró su garganta.
—Es un artefacto, y es muy importante para la ciudad —sí, así sonaba mejor.
—Muy importante para tu ciudad —dijo Fen—, ciudad-Thorsen.
—Sólo… no lo hagan, ¿vale?
—Pero yo quiero hacerlo. Y si quieres detenerme… —Fen dio un paso adelante, dando una sonrisa que era toda dientes, y por un segundo, Matt creyó ver...
Matt lo ignoró.
—Mira, sólo estoy pidiendo...
—La respuesta es no —Fen brincó fuera de la nave con un salto que hubiera enorgullecido a un atleta olímpico—. Entonces, ¿qué vas a hacer al respecto, Thorsen?
El amuleto de Matt se calentó de nuevo. Él respiró hondo. Enfríalo. Sólo enfríalo.
Recordó algo que el entrenador Forde había dicho durante la práctica. Había estado tratando de enseñar a Matt cómo intimidar a un adversario. Eres un tipo grande, le había dicho. Usa eso.
Era difícil para Matt recordar lo grande que era. En casa, sólo llegaba a los hombros de sus hermanos. Pero en la escuela era el chico más alto de octavo grado.
—¿Que qué voy a hacer al respecto? —Matt cuadró los hombros, se flexionó y dio un paso adelante—. Detenerte.
Algo brilló en los ojos de Fen, algo frío y duro que hizo que Matt dudara, pero sólo por un segundo. Terminó su paso, se detuvo frente a Fen, y se irguió en toda su estatura.
Laurie salió de la nave y avanzó hacia su primo. Se inclinó y le susurró algo. Alentándolo, Matt estaba seguro.
Fen la despidió con la mano. Cuando ella vaciló, él dijo algo tan bajo que fue casi un gruñido. Laurie miró a Matt y luego retrocedió hacia las sombras del drakkar.
Fen avanzó.
—¿Crees que puedes luchar sólo porque has ganado a unos cuantos en el ring? Esa no es verdadera lucha. Apuesto a que nunca has dado un golpe sin guantes.
—Entonces tu memoria apesta, porque estoy bastante seguro de que los molí a palos a ti y a Hunter cuando se aliaron contra Cody y lo atacaron.
Fen soltó una risa que parecía un ladrido.
—¿Eso que fue? ¿Primer grado? He aprendido algunas cosas desde entonces, Thorsen.
Matt dio otro paso. Estaba seguro de que Fen dejaría de insistir. Tenía que hacerlo. Enfrentarse a Matt era una locura. No había sólo "ganado a unos cuantos en el ring". Había hecho todo el camino hacia el campeonato estatal.
Pero Fen sólo plantó sus pies lo suficientemente separados para mantener el equilibrio si lo golpeaba. Quería pelear. Pelear en serio. Matt debería haberlo sabido. Mamá siempre decía que eso era lo que lo metía en problemas—él nunca pensaba las cosas.
Si se metía con Fen, su padre le… Matt respiró hondo. No quería ni pensar en lo que su padre le haría.
El poder del respeto. El poder de la autoridad. Eso es lo que dejaba a los Thorsens caminar por Blackwell de noche. No el poder de la violencia. Si peleaba con Fen Brekke, su papá lo arrastraría frente al ayuntamiento y dejaría que ellos se encargasen. La humillación sería peor que cualquier castigo que le hubieran impuesto.
—¿Realmente quieres hacer esto? —preguntó Matt.
Fen hizo crujir el cuello, inclinándolo a un lado y al otro, y dijo:
—Sí, quiero.
—Bueno, mala suerte. Tengo un gran partido en camino, y necesito guardar mi fuerza para un oponente real.
Matt comenzó a girar. Mientras lo hacía, oyó un gruñido como de un perro y vio a Fen embistiendo, con los ojos brillando de color amarillo, mostrando los dientes. Matt rodó. El calor del amuleto estalló en una ola de furia que volvió su mundo rojo.
Sintió la oleada de energía por su brazo. Oyó el crujido. Vio su mano encenderse y trató de empujar su poder hacia atrás.
Demasiado tarde.
La blanca bola candente se disparó de su mano y explotó con un bum y una ráfaga de viento que envió a Matt tropezando hacia atrás. Fen perdió el equilibrio. Golpeó el drakkar con fuerza, y su cabeza cayó bruscamente hacia atrás, chocando contra el lado del barco con un ruido sordo. Luego se desplomó en el suelo.
Laurie gritó algo, pero Matt no pudo oír las palabras. Ella corrió hacia su primo. Matt hizo lo mismo. Laurie se dejó caer al lado de Fen, lo tomó por el hombro y lo sacudió. Fen gimió, agitando sus párpados.
—¿Se encuentra bien? —dijo Matt, agachándose a su lado.
Ella se puso de pie, y levantó su bolso como si estuviera a punto de pegarle con él.
—Lo noqueaste.
—No era mi intención. Lo siento. Yo...
—No sé qué clase de truco fue ese. ¿Lanzar esa cosa de luz para cegarlo antes de golpearlo? ¿Llamas justicia a eso? —ella frunció el ceño— Exactamente lo que cabe esperar de un Thorsen.
—Yo no...
—Lo que sea. Sólo vete. Fen no robará nada esta noche —ella lo miró—. ¿O es que quieres llamar a tu padre para encerrarnos?
—Claro que no. Yo sólo... —Matt tragó saliva— Deberíamos llevarlo al médico.
—¿Crees que puede darse el lujo de un médico?
—Yo puedo. Llamaré...
—No necesitamos nada de ti. Sólo vete lejos —espetó Laurie.
—Pero si él está...
—Vete. Sal de aquí.
Él se puso de pie y vaciló, pero ella todavía lo estaba mirando, y Fen estaba despertando. Matt probablemente no quería estar cerca cuando Fen despertara. Así que murmuró otra disculpa, retrocedió, y los dejó solos.
Este libro lo leí en inglés y me encantó.
Por ello, lo estoy traduciendo para ustedes.
Espero que les guste.
Kisses!
