Disclaimer: Todo reconocible de Harry Potter es propiedad de J.K Rowling.

Una pequeña viñeta que surgió de una escena perdida de un programa de televisión que apenas y vi diez minutos.

Espero que les guste, en lo personal me pareció algo chistosa, pero ustedes juzgaran ^^


No estás gorda

—¿Es porque estoy gorda verdad? - masculló Astoria arrugando la nariz.

—Amor, tranquilizate, ya te he dicho que no es eso – intentó calmarla Draco.

Ya habían tenido esa discusión antes, cabe destacar que habían sido varias discusiones y siempre por lo mismo.

—¡Estoy gorda! ¡Por eso ya no te gusto! - chilló la castaña, sus ojos se comenzaban a humedecer y amenazaba con romper en llanto.

—Claro que me gustas, amor – le respondió él, haciendo uso de toda su paciencia. —Por favor, no grites.

—¿Como no quieres que grite? - gritó con voz aguda. —¡Vengo a visitarte y te encuentro con la espiriflautica de Parkinson! - le recriminó Astoria, dando un golpe al escritorio de su esposo.

—Ella trabaja aquí, ¿que quieres que haga si viene a entregarme unos papeles? - se defendió el hombre, llevándose una mano a la cabeza, masajeando su sien como si le doliera. —Por favor, Astoria, hablaremos de esto en la casa.

—¡No quiero hablar en la casa! - bramó, mientras las lagrimas empapaban su aniñado rostro, donde un puchero de disgusto se formaba. Siempre tan mimada, siempre tan caprichosa, siempre tan aniñada, como a Draco le encantaba; porque para tener como esposa a una chica fría y elitista mejor se suicidaba, suficiente tenía con su propio carácter para aguantar el de alguien más. Aunque en ocasiones la inmadurez de Astoria no le era tan agradable y linda.

—¡Astoria! - exasperado se puso de pie y golpeó la mesa. —¡Por favor! No me hagas enojar, sabes de ante mano que no deberías salir de la casa sin compañía, mucho menos estar aquí...

—¡Claro! ¡No quieres que salga de la casa porque andas con Parkinson! - le interrumpió, sentándose en una de las butacas negras que había en el despacho. Se llevó las manos al rostro y comenzó a llorar con un dramatismo que provocó que Draco pusiera cara de circunstancias, comenzaba a plantearse la idea de irse del despacho, pero... No, no podía hacerle eso a su esposa.

—Mi amor, sabes que no ando con Pansy – le dijo con una voz que intentaba sonar suave y no exasperada. —Jamás te engañaría con nadie y menos con ella, sabes que no es mi tipo.

—Claro que es tu tipo – volvió a reprochar. —Te encanta flacas y esqueleticas...

—¡Merlín! Hablas como si tuviera tantas mujeres como galeones - le regañó. —Solo te tengo a ti, solo te amo a ti y te recuerdo que la espiriflautica eres tú – el rubio rodeó el escritorio y se arrodilló frente a su esposa, tomando su pequeña mano. —Pansy es un enorme trol comparado contigo, mi princesa – susurró con más tranquilidad, depositando un beso en la mano fina y pálida de Astoria, donde un anillo plateado resplandecía en su huesudo dedo anular.

—Ya no soy delgada – masculló entre sollozos, mirando a Draco como un elfo domestico a medio morir.

—¡Amor! - le regañó Draco, frunciendo el entrecejo y respirando como un toro, cualquiera juraría que una vena que se notaba en su frente explotaría en cualquier momento. —¡No estás gorda! ¡Estás embarazada!


¿Así que, qué tal? ¿Galletitas? ¿Ranitas? ¿Cruciatus? ¿Algo? Espero que les gustara. ¡Un beso y gracias por leer! ^^