spoilerslashj.k.rowling
harry pottersirius black

nota: yup o.o!.. uno de mis pocos one shots agregados a la lista nwn
ya tenía algo de tiempo que no publicaba nada de ellos... espero y les agrade :)

×he is my sin×
A sin for him
Desire within
A burning veil
For the bride too dear for him

by Ruffy D'Monkey

"Juro, a partir de este día en adelante, amarte solamente a ti. Serte leal solamente a ti. Ser solamente tuyo. Desde hoy y hasta el día que muera, pertenecer solamente a ti."

Los ojos grises clavados dentro de los suyos mientras que sus palabras eran repetidas a una a una por aquella voz suave le hicieron estremecerse. Carraspeó, ligeramente incómodo, cuando Sirius Black terminó su letargo, sin dejar de observarlo en algún momento y sosteniendo firmemente una de sus manos entre las suyas. El resto de las palabras que siguieron a esto nadie las escuchó.

"En ese caso, por el poder que el ministerio de magia me confiere, los declaro mago y bruja, puede besar a la novia." sonrió el pelirrojo de pie frente a ellos, cerrando de golpe un pequeño libro de cuentos que llevaba entre las manos. "Y eso es todo. ¿Ves lo fácil que es?" inquirió, jactándose de 3 largos meses de experiencia en el campo del matrimonio. Y es que, después de todo, Luna Lovegood había estado lo suficientemente loca para aceptar casarse con él.

Pero Harry Potter no respondió. Sumido como estaba y perdiéndose cada vez más dentro de los ojos grises del que se hacía nombrar su padrino, de pie frente a él y sosteniendo con fuerza su mano izquierda entre la suya.

"..¿Harry?"

"Supongo..." balbuceó la voz ronca de Black, soltando la mano de su ahijado y retrocediendo un par de pasos. "..supongo que todo lo que necesitarás es práctica, ¿No? Es decir, no querrás atorarte ese día justo delante de todos y hacer quedar en vergüenza a Hermione, ¿Verdad?" sonrió, con la misma sonrisa vacía que había obtenido tras 12 años en Azkaban y que jamás volvió a brillar como en un principio.

El silencio le golpeó los oídos a ambos hombres invitados en la habitación.

Volvió a aclarar su garganta y su cabeza se inclinó en un movimiento afirmativo.

Ronald B. Weasley, vestido con una amplia túnica blanca que había podido rescatar de las viejas prendas de su madre, amplió su sonrisa y bajó de un salto del escalón de diferencia que levantaba su cabeza por encima de las de sus amigos.

"En ese caso supongo que es suficiente por hoy. ¡Será mejor que vayamos a comer algo que me muero de hambre! ¿¿Se les antoja algo en especial??"

"Lo que sea está bien para mí." declaró Sirius, sonriendo, y luego ambos miraron a Harry quien, parpadeando, ligeramente aturdido, volvió a cabecear.

"Entonces los espero en el comedor." y dicho esto se sacó la túnica blanca y echó a correr fuera de la habitación de su mejor amigo, escaleras abajo hacia la cocina. "¡Dobby!"

Sirius Black rió de forma ausente.

Hacía aproximadamente 3 años que, utilizando el resto del dinero que en la bóveda de los Black quedaba, había comprado aquella casa para Harry Potter, su ahijado, y para él.

Un lugar en el que ambos pudiesen vivir como lo que eran, una familia, al menos hasta que el más joven de ellos decidiese independizarse, comprar su propia casa y conseguir su propia esposa... cosa que, para sorpresa de todos, no había demorado mucho en suceder.

Hermione Granger siempre había sido la mejor amiga de Harry. Siempre había estado ahí para él cuando le necesitó y, pese a que los años habían pasado, continuaba a su lado, apoyándolo, animándolo, entendiéndolo... era completamente factible lo que entre ellos había sucedido y a nadie había tomado por sorpresa.

Sobre todo desde que lo que en un principio pareció ser un enamoramiento prematuro parte Weasley/Granger, pero que más temprano que tarde terminó convirtiéndose en el matrimonio formal e inesperado de Ron con aquella jovencita de ojos plateados a la que todo mundo había, en algún momento de sus vidas, llamado loca...

Y aquella noche, oliendo a felicidad, Harry Potter volvió a casa, mancha de labial en la mejilla y los lentes mal acomodados, dando saltitos y vueltas por toda la casa, mientras que tomaba a Sirius por la cintura y le obligaba a bailar con él un vals imaginario a la par que gritaba a los 4 vientos (o al menos a los que se colaban por las ventanas) la respuesta afirmativa de parte de la muggleborn a su petición de matrimonio.

Sirius no había dicho nada aquella noche.

Y Remus John Lupin, amigo íntimo de la familia, tampoco había mencionado las deplorables condiciones en las que le había encontrado, 24 horas más tarde, arrinconado en una esquina del piso de madera de la vieja cava y escondido entre los barriles de licor.

"No quiero que se case... no quiero perderlo a él también..."

Porque realmente Sirius Black preferiría morirse antes de que su ahijado, lo único que le quedaba en el mundo, se enterase de aquel bochornoso cuadro de su vida...

Harry parecía haber despertado completamente del extraño trance hipnótico en que los ojos y la voz de su padrino murmurándole suave y quedamente palabras de amor le habían sumergido. Y viéndolo todo nuevamente con claridad, volvió a pensar en Hermione y en lo entusiasmado que estaba. En lo feliz que era. En lo feliz que ella le haría dentro de los largos 30 días que se precedían al acontecimiento del siglo: la boda de Harry Potter.

Y viendo por última vez a su padrino antes de salir de la habitación para seguir a Ron, le sonrió débilmente e inclinó el rostro murmurando un silencioso gracias que aquel apenas si pudo escuchar. Luego se dio la media vuelta y desapareció por la puerta de su habitación, entre un batir de la tela de su larga túnica oscura.

Jadeando, Sirius tragó la escena y, tras permanecer algunos segundos más ahí, digiriéndola, lo siguió a pasos cortos.

La verdad era que él también sentía un poco de hambre...

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Las prácticas habían sido continuas, noche tras noche y no importando si Ron Weasley, Remus Lupin o al menos Neville Longbottom se encontraban con ellos para convertirse en clones ilegítimos del ministro de magia.

El punto era que Harry Potter deseaba que todo saliera perfecto el día de la boda. Deseaba que no pudiese sucederse ni el más mínimo inconveniente o imprevisto o cualquier cosa que pudiese llegar a arruinar el día más importante dentro de la vida de Hermione. Dentro de la suya misma.

Sin embargo, había muchas cosas que solicitaban su atención.

La adquisición de la túnica de gala apropiada para la ceremonia religiosa podría ser un buen ejemplo.

Y era precisamente por esto que, mediados de enero, Sirius Black y Harry Potter se encontraban vagando por los aparadores del viejo y concurrido callejón Diagon, tiritando de frío, con el pelo y la nariz húmedos y a la caza de una buena y digna túnica que durase por lo menos hasta que se dictara el acta de divorcio (cosa que, claro está, no pensaba hacerse nunca...por el momento).

Se detuvieron frente a un escaparate que mostraba chucherías religiosas para toda ocasión y observaron un pequeño juego de arras que brillaban con luz propia y una serie de ramos de novia que iban desde pequeñas Amor de un Rato hasta gigantescos girasoles.

Vestido en una gruesa y áspera túnica de color azul oscuro, Sirius arqueó una ceja.

"Posiblemente el vestido... ¿No sabes si Hermione...?"

"Vino con su madre la semana pasada. Al parecer no encontraron nada de su agrado y decidieron hacer un pequeño viaje a Bulgaria. Viktor Krum parece saber bastante respecto a esa clase de cosas..."

Un incómodo silencio siguió a las palabras del muchacho, interrumpido sólo por un ausente carraspeo de parte de su padrino.

"Y... ¿Sabes qué tal van sus cosas con tu amigo Oliver?..."

Harry suspiró levemente, mientras se encogió a de hombros y veía cómo la pequeña nube de vapor se escapaba por sus labios, hacia el cielo oscuro de Inglaterra.

"..al menos sé que se entienden..."

Sirius le dedicó una sonrisa débil y luego retomaron su camino. El negocio de túnicas más importante de Diagon se encontraba al menos todavía a 20 minutos de su actual posición.

"¿No crees que ha estado haciendo mucho frío?" comentó Black, en voz ausente y de forma casual, tratando de romper el incómodo silencio que se había formado entre los dos.

Harry asintió ligeramente y, en un acto involuntario, lo asió por un brazo y recargó su cabeza contra su cuerpo de al menos 15 centímetros mayor estatura que el propio. La espalda de Sirius se tensó al contacto y, como despertando de un trance, Harry se apresuró a soltarlo y agachó la cabeza, sin siquiera voltear para encontrarse con la penetrante mirada gris de su padrino, quien lo observaba con sorpresa.

"Lo siento.." balbuceó, y Sirius vio o creyó ver un ligero tinte bermejo impregnado sobre la piel de su rostro.

Entonces sonrió.

"¿Por qué?" inquirió, en voz alegre, y sin dejar de sonreír echó un brazo sobre los hombros de su ahijado, alrededor de su cuello, y se inclinó hasta alcanzar su oído. "Si ya sabes que soy todo tuyo, mi pequeño Harry." declaró, acto seguido besando la parte superior de su oreja y levantando su cabeza. "Sin importar que hayas decidido reemplazarme por Hermione, siempre me tendrás para lo que sea. Sobre todo si se trata de conseguir un poco de calor en una noche de invierno."

Y de repente se calló. Carraspeando, incómodo, lo soltó lentamente y se metió las manos a los bolsillos.

"Disculpa..." pidió, tras percatarse de lo fuera de lugar de su ingenuo comentario de hacía segundos.

Luego ambos volvieron a callarse, siendo el sonido de sus pasos y de las personas que se cruzaban con ellos lo único que rompía el silencio.

Una sonrisa divertida se dibujó en los labios de Harry, antes de tirar del hombre por un brazo y aferrarlo por la cintura.

"¿Qué te pasa, Black? ¡Si ya sabes que aunque me case con esta mujer yo siempre voy a amarte a ti!" exclamó, y soltó una carcajada ante la expresión de sorpresa que en el rostro de su padrino se dibujó.

Sonriendo, Sirius lo abrazó también y luego ambos caminaron por Diagon como si un par de viejos amigos se tratase.

Era precisamente en esa clase de ocasiones que a Sirius Black más trabajo le costaba el convencerse de que James Potter había muerto y el que a su lado se encontraba no era él, sino aquel pequeño niño al que tantas veces llevó a pasear en su vieja motocicleta.

Si tan sólo...

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La débil luz dorada de la chimenea en la sala calentando sus rostros los encontró a ambos, sentados uno frente al otro sobre la alfombra y viendo fijamente dentro de los ojos del otro.

Esta vez solos, nuevamente tomados de las manos y recordando dentro de sus cabezas lo que seguía después de cada una de las palabras que recitaban en voz baja.

"...desde hoy y hasta el día que muera, pertenecer solamente a ti..."

Harry inclinó ligeramente el rostro.

Por alguna extraña razón escuchar a Sirius Black decir aquello, pese a que tenían por lo menos un mes practicándolo, nunca dejaba de hacerle sentirse incómodo.

No porque le desagradase o porque le costara tratar de hacerse a la idea de que era Hermione quien en aquel momento lo decía y no el hombre a quien tenía como única figura paterna y ejemplo a seguir. Sino porque era todo lo contrario.

Le gustaba...

"..en ese caso..." continuó Sirius, ajeno a los pensamientos del chico frente a sí y tomando papel tanto de ministro como de novia. "..los declaro mago y bruja." y sonrió. La ceremonia había terminado al menos por aquella noche.

Todavía faltaban las prácticas correspondientes a los siguientes 7 días.

"Ahora puedes besar a la novia." añadió, sin dejar de sonreír y recordando lo agradable que era el observar el rostro asustado de su ahijado cada vez que el ministro en turno llegaba a esa precisa parte.

No era que tuviesen que practicar el beso también.

Pero lo que siguió a sus palabras le desconcertó del todo.

Impulsándose ligeramente sobre sus rodillas hasta alcanzar el rostro de su padrino, Harry Potter sujetó la cabeza del hombre por nuca y barbilla e incluso antes de que éste pudiese hacer algo para evitarlo, su rostro se encontró con el de él en un movimiento inesperado y sus respiraciones chocaron.

Lo siguiente a esto fue el suave y tímido roce de unos labios fríos contra los suyos.

Y después nada...

"...Harry...."

Los ojos verdes se abrieron de golpe y de golpe se alejó del cuerpo de su padrino, tan peligrosamente cercano al suyo.

Golpeó el piso con codos y espalda, sin dejar de observar fija y aterrorizadamente la cara del hombre frente a sí, quien todavía lo miraba, atónito.

"S...Sirius, yo..." silencio. No sabía y no podría decir nada. Las palabras se atoraron dentro de su garganta, muy, muy lejos de su destinataria lengua y en un balbuceo ininteligible trató de pedir disculpas por lo que acababa de suceder.

Pero no pudo hacerlo.

Y de pronto, sintiendo cómo el corazón bajaba desde su pecho hasta su estómago en rápido descenso, vio cómo el cuerpo de su padrino se inclinaba sobre el suyo y en un movimiento brusco le envolvía la cintura con un brazo y la nuca con la mano libre.

Aquella noche Harry Potter descubrió que los labios de un hombre de 40 y tantos años podían saber a experiencia y café mezclados con una pizca de pasión.

Jadeó, presa de la sensación ardiente que los labios de su tutor introducían en su cuerpo por su garganta, y sin saber bien qué hacía le sujetó por el torso y le atrajo más hacia sí.

El cuerpo del mago se desplomó por completo sobre el suyo con un gemido, y ahí, uno sobre el otro, se entregaron a la desesperada búsqueda de la necesidad mutua dentro de la boca del otro.

"Sirius..." gimió, sintiendo cómo las manos deseosas de su padrino acariciaban su espalda en lento descenso hacia su cintura. Y fue precisamente entonces que, en el momento mismo en que la apasionada lengua de Sirius Black no podría penetrar más dentro de su garganta, pareció recuperar la cordura.

Empujándolo fuera de su alcance y tratando de ponerse de pie, ambas miradas se conectaron.

"...Harry.... yo no..."

Pero Padfoot no pudo terminar de hablar.

El muchacho se había incorporado y tras una última mirada, echado a correr por un pasillo cercano, escaleras arriba con destino a su habitación.

El hombre, todavía de rodillas sobre la alfombra de la sala, sumergió el rostro entre las palmas de sus manos antes de ponerse de pie también, tomar unas llaves y salir de la casa por la puerta principal hacia una noche nevada.

Desde la comodidad de su cama y sintiendo cómo su corazón golpeaba fuertemente contra su pecho, Harry Potter escuchó muy cerca de su ventana el rugido del motor de una motocicleta que se alejaba.

Y nada más.

Enterrando todavía más el rostro dentro de las fundas y sábanas blancas, dejó que su cuerpo entero reaccionara.

Al menos una vez más...

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Cuando abrió los ojos ya era de día. La pálida luz del sol se colaba entre las cortinas blancas y afuera la niebla se acumulaba alrededor de la ventana cerrada. Harry parpadeó. No recordaba bien lo que había interrumpido su sueño pero eso era lo de menos. Incorporándose sobre la cama echó una mirada al reloj. Las 6 con 27 de la mañana. Todavía era muy temprano... pero estaba bien, podría levantarse, ir a tomar una ducha caliente sin ninguna prisa y después bajar a desayunar junto con su muy flojo padrino que jamás se levantaba antes de las nueve...

Y fue entonces, al sonreír con la imagen mental de aquella mirada gris, que lo recordó todo. La respuesta al por qué se había ido tan temprano a la cama, del por qué su puerta estaba asegurada desde adentro y del por qué su ropa estaba manchada... Se encogió de hombros, avergonzado de sí mismo, y apresuró sus pasos al baño.

El agua del grifo estaba fría y se enterró en su piel como millones de agujas que se arrojaban contra él. Pero eso era lo de menos. Lo importante ahora era pensar, de forma madura y no de la manera histérica que le gritaba que se arrojase por la ventana. No iba a arrepentirse, pues lo hecho hecho está, pero.. ¡Con un demonio!

¡¿Cómo se le pudo ocurrir besar a Sirius Black?!

Es decir... era su padrino, la única figura paterna que tenía en el mundo (aunque también apreciaba mucho al señor Weasley) y también el único familiar legalmente adquirido. ¡Lo único, y viene a echarlo todo a perder a menos de un mes de su boda!

Maldición, maldición, ¡MALDICIÓN!

Una nueva carga de agua entre sus manos cayó sobre su pelo y todos sus mechones rebeldes golpearon pesadamente su frente mientras que el agua escurría, helada, por su nuca.

Se estremeció, más que por el frío, al recordar...

Sirius no se opuso.. No. En realidad, al contrario de lo que hubiese esperado cualquiera, le había empujado sobre el piso antes de echarse sobre él y besarle como un desesperado...

Y.. Eso era. Estaban ambos desesperados.. Presas de la locura previa a una boda, histéricos, tal vez demasiado tensos como para estar practicando a decirse palabras de amor el uno al otro aunque fuesen una farsa...

Porque eso eran, ¿Verdad?

Él no sentía nada por Sirius, ¿Verdad? Nada salvo agradecimiento, cariño de hijo, de camarada... Lo que fuese, todo menos amor... ¿Verdad? Porque aquello que sintió (o más bien creyó sentir, porque era mejor hacerse a esta idea) por ese hombre había muerto durante sus últimos años en Hogwarts, cuando vio mejor a Hermione. Porque todo eso estaba olvidado.. ¿Verdad? Enterrado en el pasado. En sus deseos y sensaciones de niño malcriado, de niño incomprendido, con necesidad de un poco de amor...

Eso era todo...

¡¿Y entonces por qué, maldita sea, se negaba a olvidarse del sabor de sus labios?! ¡¿Por qué insistir en que realmente NO había sido aquel beso más apasionado y delicioso que cualquiera de los que había tenido con ella?! ¡¡¿Por qué, por qué, por qué?!!

Se dejó caer de golpe sobre los mosaicos ahora mojados del piso del baño y sollozó, en voz relativamente baja, recordado, tratando de sacarlo todo de su mente.

No quería pensar en eso.. No quería...

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El resto de la semana no intercambió con Sirius ninguna palabra fuera de lo esencial.

No hubo prácticas con él (de hecho simplemente no hubo prácticas) ni las conversaciones padre/hijo que solían tener en el sofá de la sala, mientras veían la calle llena de muggles por su ventana. No hubo compras en familia, no cenas que se enfriaran en los platos mientras ambos conversaban. Nada.

Sirius simplemente parecía haber estado ignorándolo, y muy en contra de sus propios deseos, Harry comenzó a sentirse cada vez más miserable con su ausencia...

Lo extrañaba.

Pero cuando impidió que Sirius volviese a cerrar la puerta de la habitación en sus narices, dispuesto a hablar, todas las palabras quedaron atoradas dentro de su garganta y no pudo hacer nada salvo mirar dentro de aquellos profundos ojos grises por un momento eterno antes de darse la media vuelta y echar a correr por el pasillo, hacia su propia habitación.

Reprimiéndose mil veces por ser tan estúpido y haber comenzado a admitir que aquel desgraciado sentimiento aún seguía vivo dentro de su pecho...

Sin embargo, nadie había dicho que eso fuese amor...

De cualquier manera, el octavo día después de lo que sucedió en la sala, estando nuevamente solos por la noche, con la chimenea encendida, Harry levantó sus ojos verdes hasta el rostro delgado que se ocultaba detrás de El Profeta y carraspeó, levemente, mientras se acomodaba en el sofá.

Sirius bajó el diario casi de inmediato y le observó, con una mirada de curiosidad.

"¿Pasa algo, Harry?" inquirió de pronto, con una voz tan rutinaria y ajena a cualquier clase de problema sentimental, que Harry tuvo el impulso de golpearse a sí mismo para quitarse el gesto de estúpido del rostro y decirle que sí, que pasaba todo, que no podía olvidarse de sus labios y que él debía estar loco para olvidarse así de los suyos...

Pero no dijo nada.

En cambio, se incorporó lentamente, sin dejar de ver dentro de los ojos de su padrino, y cuando estuvo frente a él estiró una mano para bajar completamente las páginas del diario.

Sirius simplemente lo observó, sin una expresión fija en su rostro, antes de desviar la mirada.

"Mira, Harry, lo que sucedió esa noche..."

"Sé lo que me vas a decir." interrumpió Harry, bruscamente. "Y tienes razón, yo tuve toda la culpa. No debí.. no sé qué me pasó... y es decir, es cierto, seguramente habías bebido mucho durante la cena o de otra forma tú jamás me..."

"¿Qué?" la voz áspera del animago hizo estremecer todo su cuerpo y torpemente Harry calló, sin saber qué más decir. Estaba comenzando a ruborizarse... "Harry, tú no tuviste la culpa... o bien, tal vez sí, pero en todo caso la culpa fue de ambos... Y no, no había bebido... no sé por qué lo hice, pero créeme, fue concientemente y lo que es más, Harry.. lo disfruté..."

Permanecieron algunos minutos en medio de un incómodo silencio, solamente roto por el crepitar del fuego en la chimenea y el ir y venir de diminutos piecitos en la planta superior. Los elfos domésticos estarían aseando la casa.

Con un movimiento seco Harry se sentó a su lado, todavía tratando de digerir las palabras de su padrino. ¿Lo disfrutó? ¿Tanto o más que él? ¿¿Adónde llevaba el hecho de que ambos hubiesen disfrutado aquel encuentro y de qué le servía a él saberlo??

Se sujetó la cabeza con las manos, aturdido, y sintió cómo los dedos de Padfoot acariciaban suavemente sus cabellos desordenados. Jadeó en voz baja.

"Entonces..." comenzó, con la voz quebrada, pero nuevamente Sirius le interrumpió.

"No debí permitir que esto sucediera en primer lugar." dijo, con voz firme. "Sé que disfruté lo que hice y realmente no me arrepiento, porque nada ganaría con hacerlo... pero Harry... antes que nada estás tú y tu felicidad..."

"¿C..cómo..?"

"Amas a Hermione y yo no puedo hacer nada al respecto... Hermione también te ama a ti y créeme que lo último que deseo es lastimarle.. a cualquiera de los dos... y es por eso que creo que lo mejor sería que ni tú ni yo volviésemos nunca a hablar de esto.."

"Pero..."

Sintió cómo Sirius se incorporaba y su peso se desvanecía por completo de su lado.

"Así será mejor, Harry...para todos.. si ambos lo olvidamos.." y luego se alejó a pasos largos y desapareció por una puerta, tratando de ignorar que detrás de él unos ojos verdes se llenaban lentamente de lágrimas.

Enterrando la cabeza entre sus manos, Harry volvió a gemir. Sentía cómo su corazón palpitaba con fuerza dentro de su pecho y en su nariz aquel aroma a café todavía bailoteaba. Tan como Sirius... Se encogió de hombros y se acurrucó sobre el sofá, abatido.

"¿Y qué si yo no deseo olvidarlo..?"

Las gafas crujieron entre sus manos. Pero Sirius no pudo escucharlo ya.

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Así que las cosas fueron como Sirius deseaba.

No habían vuelto a tocar el tema y al parecer el ambiente se había normalizado en la casa. Volvían a conversar, a bromear, a quedarse hasta tarde frente a la chimenea simplemente bebiendo una taza de chocolate caliente o viendo viejas fotografías... Como si nada hubiese pasado.

Pero incluso una semana después de la única vez que tocaron el tema, Sirius se había rehusado a ayudar con los ensayos de la boda que cada vez estaba más cerca, poniendo uno de sus miles de pretextos disponibles. Porque no quería estar cerca de Harry durante esos momentos, para no ver su rostro iluminado por la emoción o recordar el hecho de que sus pensamientos estaban llenos por alguien que no era él...

Y a Harry lo estaba lastimando, sin darse cuenta.

Porque Harry necesitaba del cariño de su padrino, de su aceptación, de los consejos previos a la boda que debió darle a James y que ahora a él, su ahijado, le negaba...

Simplemente no era justo.

Y en medio de esos pensamientos, Harry subió a buscarle una tarde lluviosa para preguntarle si aún pensaba prestarle el traje de bodas de James y si la oferta de utilizar las arras y los anillos de bodas de sus padres seguía en pie...

Las gotas de lluvia golpeaban pesadamente el techo y las paredes posteriores de la casa y adentro la iluminación se había tornado de un etéreo tono blanquecino.

Harry se detuvo a pocos pasos de su puerta, sin decidirse a llamar. De hecho ni siquiera estaba seguro respecto a si Sirius estaba ahí adentro... Lo había visto subir después de la comida y en toda la tarde no se había aparecido por la planta baja. Y no podría haber salido, nunca salía sin decírselo...

Entonces se apoyó ligeramente en la madera, repentinamente nervioso, y ante su sorpresa, la puerta se entreabrió con un chirrido. Se incorporó completamente y observó el interior con curiosidad.

Aquella fotografía de James y Remus en uniforme de Hogwarts y con un enorme agujero recortado en una esquina (¿Peter?) seguía colgando de la pared. Vio cómo ambos chicos le saludaban desde el cuadro, entusiasmados, y les devolvió el saludo sacudiendo levemente su mano.

James rió.

Empujando un poco más la puerta introdujo su cabeza y vio un bulto de sábanas revueltas sobre la cama. Una almohada tirada en el piso, sobre la alfombra. Y más allá un cuerpo delgado cubierto por una túnica negra echado sobre la cama, respirando tranquilamente.

Y supo de inmediato que era Sirius y que estaba dormido...

Fue aquí donde el dilema se presentó.

¿Llamar y despertarle o entrar sin avisar? Estuvo tentado por la última opción... Sin embargo no deseaba despertarle, porque Sirius Black durmiendo era lo más hermoso que Harry hubiese visto jamás (y no le dolía pensar en esto) y era casi un pecado despertarle de su tan perfecto sueño... sin embargo, si despertaba de cualquier forma y le veía adentro podría tener problemas...

En eso estaba cuando se percató de que sus piernas, siguiendo los impulsos inconscientes de su cuerpo, habían caminado adentro de la habitación, tratando de no hacer ruido, y se alarmó de sobremanera al darse cuenta de que no había tratado de hacer nada al respecto...

Se detuvo a pocos pasos de la cama, observando con aire embelezado el cuadro postrado frente a él, de un Sirius envuelto entre telas blancas que dejaban al descubierto su bien formado cuerpo, y tuvo que sacudir la cabeza al percatarse de que comenzaba a fantasear con cosas que iban más allá de lo permitido...

Nuevamente vio a Sirius, esta vez vistiendo la túnica que había llevado durante la comida, y con el cabello negro y corto cayendo en mechones sobre su rostro mientras dormía pacíficamente... ¿O no? Y si dormía pacíficamente, ¿Por qué tenía los párpados humedecidos y toda la ropa de cama a su alrededor se había caído al piso?

Se acercó lo poco que faltaba y se dejó caer de rodillas junto a su cama, observándolo fijamente, fascinado y preocupado a la vez... Le gustaba mucho ver a su padrino, aunque sabía que estaba mal, y poco a poco el impulso de tirársele encima y besarlo comenzó a ceder a sus propias cadenas...

Se inclinó ligeramente sobre él. Cada vez más cerca... y lo hubiese logrado si Sirius no se hubiese girado sobre la cama y comenzado a hablar entre sueños...

Un pergamino arrugado boca abajo que Sirius dejó al descubierto sobre la cama llamó su atención. Lo tomó con una de sus manos, pese a que sabía que no le correspondía leer su contenido, y observó la letra distorsionada por el tiempo y la humedad.

Minutos después se había incorporado, mirado con terror las fotografías sobre la mesita de noche en las que aparecía su padre, y después echado a correr fuera de la habitación, sin nada de lo que había ido a buscar pero si un gigantesco nudo amarrado dentro de su pecho.

'...y me duele tanto saber, James, que jamás serás mío...'

Aquellas palabras escritas en una vieja tinta azul ya no se irían de su cabeza jamás.

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Abriendo los ojos Sirius se incorporó torpemente sobre su cama.

Había estado toda la tarde encerrado en su habitación, rodeado de sus propios recuerdos, y ahora le dolía la cabeza. Volvió el rostro en busca del desgraciado papel que había estrujado hasta cansarse y se sorprendió a sí mismo de encontrárselo sobre la mesita de noche cuando estaba seguro de haberlo tenido entre sus manos cuando se quedó dormido...

Levantó la mirada. Una idea horrible había comenzado a formarse en su cabeza. Idea horrible que se confirmó cuando vio la puerta abierta frente a él.

Harry.

Se puso de pie tan rápido como pudo y se apresuró hacia el corredor, hasta la habitación de Harry que sorpresivamente encontró vacía. Sus ojos grises vagando desesperadamente en busca de algo que le dijera en dónde podría estar Harry y qué rayos podría él decirle ahora...

Leyó la carta...

Esa maldita carta que jamás debió escribir..

La puerta de las escaleras del ático estaba abierta y no fue muy difícil ligar ideas.

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Lo encontró encogido en una esquina del ático, haciendo quién sabe qué. No sabía bien si caminar hasta él y tomarle por sorpresa o si debía llamar antes... Porque daba igual.. lógicamente, si llamaba, Harry se negaría a hablar con él pero de todas formas lo harían, así que...

Pero no pudo hacer nada porque Harry levantó su cabeza, con los anteojos brillando debajo de la repentina luz blanca de un relámpago que se filtró por la pequeña ventana en lo alto de la pared, y dibujó una pequeña sonrisa en sus labios que Sirius se encontró respondiendo inconscientemente.

"Sirius.." dijo Harry, sin volverse, y Black supo que no lo estaba llamando. "Todavía me siento tan estúpido por no haberme dado cuenta antes.." sus dedos revolvieron las fotografías que Sirius alcanzó a distinguir esparcidas sobre su regazo, y tomó una de ellas. "Si todo era tan obvio..."

Arqueó todavía más su espalda y Sirius se sintió extrañamente culpable.

Está bien, culpable con motivos, y es que no todos los días tu ahijado, el hijo de tu mejor amigo de toda la vida, descubre que precisamente toda esa vida estuviste enamorado de su padre...

"Pero lo que más me duele saber.." su voz comenzó a quebrarse y Sirius entró en el ático a pasos cortos, repentinamente nervioso. "...es que fue a él y no a mí.." y luego las fotos cayeron al piso de madera con un zumbidito apenas audible mientras que Harry luchaba contra las lágrimas que amenazaban con salir.

Todo esto sucedió antes de que Sirius, movido por sus impulsos, se dejó caer de rodillas detrás de él y echó sus brazos alrededor del cuerpo de su ahijado, quien jadeó, aterrado, al sentir cómo caía hacia la espalda firme del mago.

Se quedaron así por un momento, mientras finalmente un par de lágrimas resbalaban por las mejillas ruborizadas del muchacho, y de pronto el animago enterró su nariz en aquel cuello delgado y suave.

"Escribí esa carta hace muchos años.." comenzó, con una voz ronca que Harry no había escuchado desde su tercer año en Hogwarts. "...justo el día de la boda de tus padres.." su voz también comenzó a quebrarse, lentamente, junto al oído del chico, quien se mordía el labio inferior presa de los nervios, la vergüenza y la sensación de aquella respiración caliente golpeando su cuello. "Pero nunca se la entregué... Pienso que hubiese sido muy egoísta de mi parte que yo... bueno..."

Permanecieron en silencio por algunos segundos, mientras que veían cómo las personas de las fotografías revueltas en el piso los observaban con curiosidad. Había una que mostraba a un chico casi idéntico a Harry que les miraba con más atención que los demás, mientras sostenía su escoba entre los dedos de su mano izquierda y se inclinaba hacia enfrente, envuelto en su túnica roja para el quidditch -Harry conjeturaba que su padre había sido zurdo, pero no había recordado preguntarle a alguien todavía.

"Te entiendo.." murmuró Harry, con voz apagada, mientras trataba de empujar sus lágrimas nuevamente dentro de sus ojos verdes. "Supongo que hubiese hecho lo mismo que tú... es decir, no deseo que me lo expliques porque sé que te duele y..." suspiró. Inclinó su cabeza hacia el frente y sintió cómo Sirius lo apretaba todavía más.

Egoísta. Tratar de detener la boda del amor de tu vida gritándole lo que sientes por él... muy egoísta... Y sin embargo Sirius no deseaba volver a pasar por lo mismo, de pie junto a él, llevando una sonrisa hipócrita en los labios mientras fingía estar feliz por él...

No. Sería demasiado doloroso como para sobrevivir.. pero no podía hacer nada...

O no pudo hasta que la voz de Harry volvió a levantarse, entre sollozos.

"¿Todavía lo amas?"

Calló. No sabía realmente cómo responder a esa pregunta porque ni siquiera él mismo conocía la respuesta... Se lo había preguntado millones de veces y millones de veces había terminado ahogado en la más profunda depresión, recordando su voz, su rostro, sus profundos ojos pardos que le miraban con cariño... el cariño que en realidad nunca le dio...

Quería ser honesto, pero no sabía responder a esa pregunta, así que suspiró, cerró sus ojos y dejó que las palabras fluyeran solas, sin su previo consentimiento.

"James lo fue todo para mí, Harry..." escuchaba su propia voz de forma ausente, lejana y monótona, como el discurso de un político al final de un tumulto de voces más, gritando. "Y lo que yo sentí por él no va a morir nunca, porque James está aquí todavía, conmigo, recordándomelo a punta de golpes y heridas que jamás se cerrarán..."

Harry quiso hablar, pero los dedos del hombre cubriendo sus labios le hicieron aguantar la respiración. Su corazón palpitaba apresuradamente, dolorosamente, y sentía cómo la desesperación por retractar su pregunta se agolpaba dentro de su pecho.

Cállate...

"...no van a cerrarse porque sigues abriéndolas, porque sigues aquí... y mi amor se alimenta de ti..." se alejó ligeramente del cuello de Harry antes de empujar su nariz hasta que ésta tocó la nuca del chico, quien jadeó audiblemente. "Porque James vive en ti y mi amor vivirá siempre que tú vivas..." entonces sus labios tocaron suavemente la piel de la nuca del muchacho, quien ahogó un gemido.

Hubiese terminado besándolo si las manos de Harry no hubiesen aferrado su brazo y tirado levemente de él. Entonces se detuvo, aturdido. Había dejado que su cuerpo se moviese mientras su conciencia lo observaba todo sin poder hacer nada, aterrorizada.

"Pero yo no deseo mantener vivo dentro de ti el amor por mi padre.." le escuchó decir, y sintió cómo su corazón se desquebrajaba.

Idiota.

Por supuesto que no... Harry amaba a Hermione y él lo sabía bien. Así que aflojó sus brazos y se echó hacia atrás, soportando sus propias lágrimas, y sonrió ligeramente.

"Por supuesto que no..." respondió, con aquella horrible sonrisa todavía en sus labios. "Tú amas a Hermione y yo no debería... quiero decir, soy tu padrino y sé que sentir lo que siento está mal... pero no puedo evitarlo..."

"Pero yo no deseo que lo evites..."

Los ojos grises temblaron ligeramente.

"Deseo que se quede ahí todo... como está..." el rostro de Harry se volvió hacia el suyo y pudo ver que lloraba, con las mejillas fuertemente encendidas debajo de la cortina de lágrimas. "...si tan solo ese amor pudiese ser para mí y no para él..." sus manos se estiraron hacia el rostro de Sirius, quien le observaba fijamente con ojos incrédulos.

"¿Qué quieres decir con...?"

"Yo te amo..."

Podrían escuchar incluso las gotas de lluvia una por una. Distinguir, entre todas, cuál acababa de golpear el techo y cuál le seguía. Y la luz lejana de un relámpago más, danzando con la melodía de un trueno les iluminó, tenuemente, entre la oscuridad de aquella vieja habitación.

Harry sonrió, repentinamente alegre, y se impulsó hacia el frente, hasta que sus labios rozaron levemente los de un atónito animago.

"Es irónico..." murmuró, sin dejar de sonreír, cuando se separó de él. "Amabas a mi padre pero él se casó con mi madre... y tú no me amas a mí mas que por el recuerdo que revivo en ti, y soy precisamente yo quien terminó enamorándose de ti.."

Sirius todavía no hubiese podido responder.

"Está bien.. supongo. Será mejor que vaya a ver si Dobby logró encontrar la platería para la boda.." comenzó a incorporarse, e iba a retirarse de aquél lugar, cuando sintió cómo la mano de Sirius le aferraba por un brazo. Inclinó la cabeza y su sonrisa de desvaneció. "Padfoot, no me lo hagas más difícil... no necesito que rompas todavía más mi corazón... ¿O no crees que..? ..."

Su voz se ahogó cuando Sirius tiró de él hacia abajo y su cuerpo cayó pesadamente sobre el regazo del animago, quien gimió con el impacto.

"¡¿Qué estás..?!"

Sus palabras nuevamente murieron, esta vez entre los labios de Sirius, quien se había arqueado hasta que su rostro encontró al de Harry. Los anteojos golpeaban ambas narices pero aquello no impidió que, momentos después, superado el shock emocional, ambos se encontrasen nuevamente envueltos en una pelea de labios entrelazados que poco a poco terminó con la experimentada victoria del mayor...

Y su lengua pidió paso a la boca del joven y él no se lo negó...

Terminaron minutos después, con una mezcla de saliva y alientos golpeando sus labios.

Los brillantes ojos verdes de Harry todavía escrutaban las orbes grises de Sirius, cuyo cuerpo entero temblaba, y luego sintió cómo sus brazos le envolvían en un apretón de cuerpos esperado por ambos.

"Perdóname..." gimió la voz grave de Sirius, besando repetidas veces las mejillas calientes de su ahijado. "Tienes que perdonarme porque yo solo no puedo..."

"¿Q..qué...?"

"No quiero que te cases, Harry..."

Fue como si el mundo se iluminara de golpe.

"No quiero que te cases y sé que es muy egoísta de mi parte... pero no deseo que te vayas... no quiero que tú también te marches y me abandones... no quiero que me dejes solo..." su frente golpeó suavemente la del muchacho, cuyo corazón batía desbocado dentro de su pecho. "Perdóname.."

Harry sentía cómo la energía regresaba a su cuerpo como disparos. La sangre bombeaba dentro de sus venas, su corazón le dolía y la cabeza le daba vueltas. Pero aún así estaba feliz... Jamás antes lo estuvo tanto... Apretó el torso de Sirius, todavía echado sobre su regazo, y su rostro se perdió entre la tela áspera de su túnica.

"Perdóname tú a mí por comprometerme sin preguntarte antes..."

Y ya está. Las patas apresuradas de alguna rata resonaron entre el atronador silencio que los envolvía, y Harry suspiró, profundamente.

"Debes entender las cosas por las que he pasado, Harry..." los dedos de Sirius acariciaron suavemente el cabello desordenado del muchacho. "Tal vez sólo así..." sus labios besaron la cicatriz dibujada en la rente pálida. "..solo así entenderías que no significa que no te ame... pero las cosas son difíciles de olvidar..."

La cabeza de Harry se enterró más dentro de su hombro y Sirius sonrió, sin saber qué más hacer.

"Porque realmente te amo, Harry..."

No debería...
No te sientas mal...

Las manos del muchacho frotaron tímidamente su espalda antes de que se incorporase y volviese a besar sus labios fugazmente. Sus ojos se encontraron.

"No quiero casarme..."

"...¿qué..?"

"No quiero compartir mi vida con nadie que no seas tú..."

Decía la verdad, Sirius lo podía ver dentro de sus ojos temblorosos. Pero...

"Yo también lo deseo... ¿Pero qué pasará con Hermione..?"

Ya había pensado en eso antes, pero no podía continuarse engañando.. Había llegado finalmente su momento de ser feliz sin tener que pensar en los demás...

Quiero ser egoísta.

Besó nuevamente los labios de Sirius y él le devolvió el beso fervientemente.

"Por ahora sólo dime que me amas... mañana me ocuparé de eso."

Esto que siento por ti será para siempre mi pecado...

Afuera todavía llovía. Se escuchó un estruendo de platería en la planta baja y ambos se soltaron ligeramente, riendo. Seguramente Dobby había encontrado los cubiertos.

A sin for him
Desire within
Fall in love with your deep dark sin

[she is my sin- nightwish]

ps. The bride is for Hermione, the bride who Harry loves. Like a sister, but love anyway. Actually, the sin is for how Sirius feels about Harry :P Maybe i continue that fiction in a second part o.o if i'll have 3 or more reviews :3