Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi. Por el contrario, la trama es completamente mía.

Nota: En la siguiente historia se mostraran una gran variedad de referencias, que engloban: series, películas, libros, y todo aquello que alguna vez me intereso y gusto del mundo sobrenatural.

Hunter

Dos hermanos cazadores. Dos chicas en problemas. Sus destinos se cruzan y ninguno sospecha lo mucho que cambiaran sus vidas luego de encontrarse, enfrentándose a cosas que, incluso para ellos, eran inimaginables.

Capítulo 1: El piloto.

Estaba completamente convencido de que aquel caso era una total pérdida de tiempo. Pero su hermano estaba decidido a inspeccionar el lugar. Acabarían con su aburrimiento, eso le había dicho.

De modo que se encontraban en un hospital abandonado ubicado en algún lugar de Kanto. No les había resultado precisamente fácil llegar, ya que los lugareños se negaban a ofrecerles una dirección. Habían logrado llegar siguiendo su instinto de cazadores.

Sesshoumaru Taisho, junto a su hermano menor, Inuyasha, se dedicaban a cazar seres sobrenaturales. Desde pequeños habían heredado el don, o maldición, de poder ver a entes que no pertenecían al mundo de los humanos.

Caminaron por los estrechos y largos pasillos, alumbrados sólo por la luz de sus linternas, por alguna razón no parecía que ninguna luz se filtraba por las ventanas. El lugar llevaba abandonado varias décadas, las paredes estaban pintadas con diferentes grafitis, obra de algunos rufianes adolescentes; todo el sitio era un verdadero caos, los pisos estaban llenos de basura acumulada a lo largo de los años; varias ramas habían roto un par de ventanas y se adentraban en las habitaciones, ocasionando sonidos guturales con la brisa nocturna.

Al entrar en otra habitación una extraña mariposa blanca pasó volando delante de ellos, la siguieron con la mirada hasta que desapareció en el aire, en ese momento Sesshoumaru se dio cuenta de algo, aquel lugar parecía un laberinto, no logró reconocer los grafitis en las paredes a su espalda, parecía que habían entrado en otra habitación sin siquiera haberse dado cuenta.

Escucharon unas pisadas que venían desde el piso superior y al ubicar las escaleras, subieron. Las pisadas cesaron de pronto. El silencio volvió a hacerse presente. Siguieron avanzando en los desolados pasillos hasta que un sonido volvió a alertarlos. Los hermanos se vieron y sólo asintieron señalando el lugar de donde parecía venir el ruido.

—¡Rin, espera! —escucharon la voz de una muchacha, y sólo segundos más tardes otra se apareció ante ellos y corrió directamente hasta Sesshoumaru.

—Tienen que ayudarnos a salir de aquí —habló la muchacha con el pánico reflejado en su voz.

—Pero ¿Qué demonios? —se exasperó Sesshoumaru al verse acorralado por la joven.

—Son reales —dijo la muchacha que se había quedado escondida.

Los hermanos detallaron a ambas jóvenes, iban ataviadas con lo que parecían ser unos disfraces. La que seguía abrazada a Sesshoumaru iba con un kimono en color blanco con un bordeado en rojo, y colgada a la espalda llevaba una extraña mascara blanca con unas orejas de cerdo en la parte superior.

La otra chica llevaba un uniforme de colegiala, combinando los colores verde y blanco, varias zonas del uniforme llevaban manchas resecas que parecían simular sangre, en su rostro aún quedaba rastro del maquillaje que se había colocado.

—Claro que somos reales —afirmó su hermano como si tal cosa—. ¿Por qué tendrías razones para dudarlo?

—Tenemos más de 24 horas encerradas en este lugar, hemos comenzado a alucinar un poco —confesó al acercarse por completo al trio.

—¿Qué se supone que hacen un par de niñas en este lugar? —preguntó Sesshoumaru tratando de soltarse del agarre de la joven.

La que iba ataviaba con el uniforme les contó que la noche anterior habían estado celebrando una fiesta de Halloween en una casa no muy lejos de ese lugar, y al no contar con la suficiente emoción uno de sus compañeros sugirió que dieran un paseo por el hospital abandonado. De seis personas que habían entrado al viejo edificio sólo quedaban ellas dos, o eso era lo que creían, ya que desde hace horas que no habían logrado contactar con nadie más.

Kagome, como se había presentado la muchacha, les contó que habían estado escuchando toda clase de ruidos proveniente de distintas habitaciones. Y en ese momento se comenzaron a escuchar distintos sonidos, como si de repente el lugar cobrara vida.

—Está comenzando de nuevo. Tenemos que salir de aquí —habló la muchacha que vestía el kimono.

—¿Qué es lo que está comenzando?

Kagome les dijo que las veces anteriores que comenzaban a escucharse aquellos sonidos, era el momento justo en que alguno de sus amigos había desaparecido.

Lo que lograba escucharse era el bullicio recurrente de una sala de cirugía: puertas abriéndose y cerrándose, el tintineo de varios objetos metálicos, las ruedas de camillas al ser arrastradas. Y luego de eso unos gritos desesperados inundaron el lugar, eran alaridos llenos de agonía.

Sesshoumaru vio a su hermano dirigirse a la habitación de la cual parecían provenir aquellos sonidos, antes de poder cruzar el umbral la muchacha vestida de colegiala lo hizo detenerse al tomarlo del brazo.

—Te acompañare. Quiero encontrar a mis amigos.

—Están muertos —habló la muchacha separándose finalmente de Sesshoumaru—. Todos moriremos si no salimos de aquí.

—No puedes estar segura de que…

—Más allá de esa habitación —señaló hacia el lugar de donde provenían todos los sonidos—. Vi cuando de la nada le cortaban la cabeza —la muchacha hablaba con la mirada perdida, sumida todavía en lo que había visto.

Sesshoumaru e Inuyasha intercambiaron una mirada y él se encaminó hacia la habitación señalada.

—Quédate con ellas e intenta ubicar la salida de este lugar.

—No hay salida. Moriremos aquí —dijo Rin al borde de la desesperación.

Sesshoumaru logró ver algo en la habitación contigua y se dirigió hasta allí. Vio a una mujer anciana que vestía un kimono ceremonial. La mujer estaba de pie dándole la espalda. Por la forma que vestía y por el aura que emitía pensó que ella no había muerto en aquel terrible lugar.

—¿Por qué tu alma se ha quedado atrapada en este mundo? —preguntó y en ese momento la anciana se volvió a verlo.

—Ellos están cerca. Ya no puedo retenerlos mucho más.

—Déjalos pasar.

La mujer lo vio por un instante y se apartó del umbral. No paso mucho tiempo antes de que un grupo de fantasmas hicieran su aparición. Eran los fantasmas de un grupo de médicos y enfermeras, lucían sus uniformes quirúrgicos.

De acuerdo con los rumores, hace años había existido un equipo médico que se dedicaba a realizar cirugías clandestinas, en las cuales morían la mayoría de sus pacientes, se rumoreaba que después de un tiempo comenzaron a realizar cirugías sin sedar a los pacientes, ya que de esa forma obtenían un mayor resultado para sus experimentos. Eran los gritos de las víctimas, al ser abiertas y sometidas a semejantes actos, los que se escuchaban.

Se dice que un día fueron descubiertos por unos pasantes, tres de ellos fueron asesinados de forma atroz al cortarles la cabeza en un corte limpio y seguro. El único sobreviviente se encargó de prender fuego a esa área del hospital, quemando con ello toda la evidencia y terminando con la vida de los torturadores. El joven pudo salir, pero las heridas causadas por el fuego consumieron su vida al poco tiempo.

Desde entonces cualquiera que osara acercarse al ala este del primer piso, era castigado con la muerte, luego de ser torturado y perseguido por los gritos de aquellas almas atormentadas. Al equipo no le gustaban los fisgones.

—Faltan tres de ellos —le anunció la anciana.

Sesshoumaru pareció no escuchar las palabras, y sin esperar más tomó el revólver que llevaba en la espalda, sujeto al pantalón. En un rápido movimiento disparó y el primer proyectil hizo evaporarse a uno de los espectros. Las balas que utilizaban para ese caso eran hechas de sal, especialmente creadas para combatir fantasmas.

Los cuatro espíritus restantes se esparcieron en la habitación. La anciana permanecía allí y parecía querer mantener al fantasmal equipo en aquella habitación. Con su velocidad habitual Sesshoumaru esquivaba los ataques directos y realizaba disparos precisos hasta quedar sólo uno de ellos, lo tenía ya en la mira, justo para dispararle, entonces un grito llegó hasta él, parecía ser la voz de una chica. Se distrajo un segundo y escuchó la risa espectral.

—La hemos conseguido—la voz gutural lleno la habitación—. Sólo es cuestión de tiempo para… —las palabras quedaron en el aire ya que Sesshoumaru haló del gatillo.

Miró en derredor y no encontró rastro de la anciana, se dispuso entonces a salir de aquel lugar.

Escuchó el sonido de pisadas y dirigió su mirada ambarina hacia las escaleras, vio a su hermano descender del piso de arriba, la muchacha que llevaba el uniforme lo acompañaba, no había rastro de la chica con el kimono. Kagome se mantenía firmemente sujeta al brazo de su hermano, tenía el terror impregnado en su rostro.

—Maldición —masculló Inuyasha al ubicarse, seguían sin poder bajar, aquel lugar parecía tener alterado el tiempo y espacio, le había resultado imposible conseguir la salida.

—¿Dónde esta la otra muchacha?

—Nos encontramos con tres fantasmas, mientras que me deshacía de dos el tercero se la llevo —explicó brevemente. La muchacha a su lado lo soltó de pronto y comenzó a mover los brazos, alterada.

—Esto no puede estar sucediendo. Todo esto es mi culpa, ella no quería venir y yo la convencí. Ahora… ahora, esta muerta.

—Eso es lo que pasa cuando un par de niños se meten en terreno desconocido —soltó Sesshoumaru con sorna. Le molestaba enormemente aquella clase de jóvenes que participaban en esa clase de aventura sin medir el peligro real, o se ponían a jugar la ouija para pasar el rato y se arrepentían al abrirle la puerta a algún terrible demonio. En su mundo el arrepentimiento no servía de nada, no cuando el daño ya estaba hecho.

Murmurando un par de palabras contra la estupidez adolescente, se dispuso a buscar una manera de salir.


Lo último que lograba recordar era estar con Kagome e Inuyasha, el menor de los hermanos y el único que se había molestado en presentarse. Estaban recorriendo el piso por tercera vez tratando de encontrar otras escaleras que no los llevasen de regreso al mismo punto y fue cuando Inuyasha sacó un arma y comenzó a disparar. Ella se encontraba a un lado de Kagome y en un segundo se vio empujada al otro lado de la habitación, aturdida, intentó enfocarse. Inuyasha comenzó a decir cosas como si discutiera con alguien, y a la misma vez ella sintió como algo o alguien la sujetaba por las piernas, comenzó a gritar, desesperada, y luego se vio rápidamente arrastrada por el frío suelo.

Ni siquiera estaba segura de como haber llegado al sitio donde estaba. Su mente había quedado totalmente en blanco.

No podía ver absolutamente nada, a su alrededor sólo había oscuridad. A sus oídos no llegaba el más mínimo sonido.

Por lo que podía interpretar estaba acostada en lo que parecía ser una lámina de aluminio, podía sentir el frío contacto en sus muslos descubiertos. Intentó moverse sin éxito, su cuerpo no le obedecía. Quiso gritar, mas ningún sonido fue emitido por sus labios.

Aquella sensación la sentía remotamente conocida, como un recuerdo reprimido, en su infancia quizás.

Comenzó a realizar un mayor esfuerzo para moverse o gritar y lo único que logró obtener fue una fuerte opresión en su pecho que amenazaba con cortarle la respiración.

En medio de la desesperación comenzó a escuchar susurros incoherentes que parecían venir de varias direcciones. Podía jurar que casi podía sentir el frío aliento de las personas sobre ella, como si le susurraran al oído. Y entonces, para hacer mayor sus miedos, sintió el tacto de un par de manos que le sujetaban las piernas y los brazos.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, y lo único que escapó de sus labios fue un ligero jadeo lleno de desesperación.

´´No es real. No es real. No es real´´ comenzó a repetirse una y otra vez en su cabeza. Su abuela le había dicho en una ocasión que sólo podría hacerle daño aquello en lo que ella creyese.

Pero en aquel momento, sintiendo como apretaban las sujeciones en sus miembros, y los susurros parecían empezar a tener más coherencia, en ese momento las palabras de su abuela quedaban perdidas.

Comenzó a sentir unos helados dedos recorrer sus hombros, su cuello. Sintió un ligero corte en su garganta y pudo escuchar con claridad:

—Esta vez no escaparas. —La voz era grotesca y escalofriante. Cada vello de su cuerpo se erizo y se estremeció toda, presa del pánico.

Un sollozo murió en sus labios cuando su boca fue cubierta por una cadavérica mano. Las uñas intentando traspasar su piel.

Cerró sus ojos con fuerza deseando que aquel martirio terminara pronto.

¿Por qué debía pasar por aquel tormento? Si iba a morir hubiese preferido que le cortasen la cabeza como había visto que le sucedía a uno de sus compañeros, pero aquello, sentir aquella desesperación, estar acorralada sin poder moverse o hablar lo sentía incluso peor que cualquier cosa.

Se sintió arrastrada junto la lámina de aluminio, y entonces la oscuridad se desvaneció. Aún con el cuerpo inmóvil se atrevió a abrir los ojos y lo primero que logró ver fue el perfil del mayor de los hermanos.

—¿Era una fiesta privada? —le escuchó preguntar, pero la pregunta no iba dirigida hacia ella.

Si hubo respuesta o no, no logró escucharla, el perfil del hombre se endureció todavía más, si aquello era posible, y entonces escuchó la detonación de un arma. Una pequeña nube de polvo grisáceo estalló sobre su cuerpo y sintió que el peso y las sujeciones que tenía desaparecían.

El hombre la tomó en brazos y salió con ella de aquel lugar. Sufrió un estremecimiento al darse cuenta del lugar en el que había estado. Estuvo encerrada en uno de los cubículos destinados a los cadáveres luego de las autopsias.

Sesshoumaru caminó en silencio, subió dos tramos de escalera y se encontraron con Kagome e Inuyasha. Fue en ese momento cuando él la dejó de pie en el suelo.

Kagome se acercó y la abrazó con fuerza. Ella se permitió llorar en los brazos de su amiga.

—Muy bien, anciana —comenzó a decir el mayor de los hermanos—, ¿Puedes llevarnos a la salida ahora?

Rin no comprendía con quien estaba hablando, allí no había nadie más que ellos cuatro.

—Discúlpelo —pidió Inuyasha—. Está acostumbrado a siempre dar órdenes.

Segundos después los hombres comenzaron a caminar guiándolas a ellas en el camino. Aquello no tenía sentido, ¿esos hombres estaban locos o qué? No era la primera vez que parecían hablarle a la nada.

Caminaron durante un par de minutos, descendieron por unas escaleras, siguieron pasando una serie de pasillos y finalmente lograron conseguir la salida de aquel espantoso lugar.

Para cuando lograron salir el sol comenzaba a asomarse en el horizonte.

Sesshoumaru se dirigió directamente a la zona donde había dejado aparcado el auto, dejando a su hermano recibir los agradecimientos y dar las explicaciones.

—¿Qué es esa luz? —escuchó que la anciana le preguntaba. Ella lo había seguido.

—Tu camino al paraíso. Tienes las puertas abiertas —respondió, aunque él no lograba ver ninguna luz sabía de lo que estaba hablando. Era la luz que indicaba que un alma podía cruzar tranquila al otro mundo, que ya no tenía asuntos pendientes.

—Quisiera pedirte un favor antes de irme.

—Mi hermano es quien se ocupa de los favores.

—Protégela —la anciana habló con tal determinación que casi pareció una orden—. Protege a mi nieta, Sesshoumaru Taisho.

—¿Cómo sabe mi apellido? —cuestionó dejando escapar la sorpresa en su voz.

—Conocí a tu padre. Fue hace mucho tiempo. Has heredado su valentía y precisión.

—¿Cómo lo conoció? —preguntó con voz trémula.

—Me ayudo a salvar a Rin cuando era sólo una niña.

—Oh, tiene tendencia a meterse en problemas —dijo con ironía.

—No. Tiene tendencia a ser perseguida por su sangre.

—¿Qué significa eso?

—¿Abuela? ¿Estás aquí realmente? —la muchacha interrumpió cualquier respuesta de la anciana. Al parecer su hermano le había dicho a la muchacha que el espíritu de su abuela se había quedado en la tierra para protegerla.

La anciana les dijo que ella sabía la forma de salir de aquel lugar, pero antes tendrían que rescatar a su nieta, entonces guió a Sesshoumaru hasta el lugar donde estaba, el cual había resultado ser la morgue del hospital.

En su cabeza aún rondaban las palabras que le había dicho el último fantasma: "Más temprano que tarde ella será parte de nuestro mundo. Su alma ya está perdida". En ese momento el mensaje no parecía tener sentido, pero con lo que le había dicho la anciana comenzaba a hacerse preguntas. ¿Quién era esa chica?

—Dile que es idéntica a su madre. Que lamento no haberle dicho quién era su padre, siempre trate de protegerla y pensé que si lo ignoraba estaría a salvo.

Sesshoumaru repitió las palabras de la anciana y Rin abrió sus ojos en una expresión perpleja.

—Ahora debe saberlo, debe saber quién es su padre y entender por fin a lo que se enfrenta.

La anciana le indicó una dirección, y le dijo que fuera hasta allí con Rin, que buscaran un cofre y que allí encontraría las respuestas que necesitaba, pero que a su vez surgirían muchas otras, y era por eso que necesitaba el apoyo de Sesshoumaru. Él tenía conocimiento de ese mundo oscuro y perverso, se enfrentaba a él. Si alguien podía mantener a salvo a su nieta, ese era Sesshoumaru Taisho.

Y desde aquel día los hermanos comenzaron a realizar sus cacerías en compañía de ambas jóvenes.

Kagome dada a la aventura e intrépida como era no pudo resistir la tentación; además, vivir tantos años en un templo, escuchando a su abuelo hablar de toda clase de seres sobrenaturales, había causado mella en ella, no podía dejar pasar una oportunidad de conocer de cerca ese tenebroso universo.

Rin guiada no sólo por el deseo de su abuela de que fuese la protegida de Sesshoumaru, deseaba con todas sus fuerzas saber quién era, a donde pertenecía. Lo que no tenía en cuenta era que para obtener respuestas debería enfrentarse a terribles y escalofriantes sucesos.

¿Continuara?


¡Hola! Sé que ha pasado un tiempo, pero bueno, aquí les dejo esta pequeña historia que escribí motivada por el concurso de Halloween que se realizó en el grupo "Elixir Plateado".

Si bien no es de miedo o terror, al menos espero haberles dejado en suspenso jajajajaja.

¿Les dio escalofríos? ¿Quedaron intrigados? ¿Les gusto?

Dejen un par de palabras y ayuden a levantar mi ánimo(?)

¡Nos estamos leyendo! Por allí tengo otro one-short listo y ya lo publicare.

¡Muchas gracias por leer!


Editado: No cambie nada de la historia, apenas y unas aclaraciones, y que decidí ponerle titulo a los capítulos, porque pensé en llevarlo como una serie.