Daenerys
La brisa del mar acariciaba el pelo de Daenerys Targaryen mientras contemplaba con orgullo a Viserion, Rhaegal y Drogon sobrevolando toda su flota. Al fin había llegado el día en el que volvería a Poniente, y aunque no recordara casi nada, su difunto hermano, Tyrion, Sir Jorah y Lord Varys le habían contado muchas historias. Era inevitable para Dany sentirse intrigada y a la vez emocionada de poder llegar por fin a Poniente y reclamar el trono que el usurpador Robert Baratheon había arrebatado a su familia.
A pesar de estar cumpliendo todos sus propósitos, Dany muchas veces se sentía sola. Estaba rodeada de gente que verdaderamente la apreciaba, como Tyrion y Missandei, pero sentía que faltaba algo. Muchas veces echaba en falta el amor que una vez sintió por Khal Drogo, y demasiadas veces pensaba que ya jamás podría volver a amar así, que tras todo lo ocurrido era imposible que apareciera un hombre que despertara en ella algo similar a lo que despertaba Drogo. Daario Naharis había sido algo intranscendental para ella, en ningún momento llegó a sentir nada especial por él. Era un buen amante, pero solo se limitaba a eso, y aunque Dany sabía que Daario estaba enamorado de ella, cuando lo dejó en Meereen no sintió absolutamente nada, lo que le hizo darse cuenta que Daario solo fue un capricho pasajero y nada más. Por otra parte, Dany no se podía dar el lujo de tener ese tipo de caprichos en Poniente, debía encontrar una buena alianza con alguna casa importante mediante matrimonio.
Había hablado con Tyrion sobre los posibles candidatos, y ciertamente había un número muy reducido tras las guerras y traiciones por querer ocupar el trono de hierro. El tío de Theon y Yara Greyjoy era uno de estos posibles candidatos, pero Dany había prometido a los hermanos luchar contra él para poder recuperar las Islas del Hierro. Jaime Lannister estaba descartado, había asesinado a su padre y además era comúnmente conocida su relación con su hermana Cersei, que actualmente estaba ocupando el trono de hierro y contra la que tendría que combatir tarde o temprano.
Petyr Baelish era otra opción, pero Tyrion le había advertido sobre la naturaleza de su carácter. La idea de contraer matrimonio con una persona en la que no se puede confiar lo más mínimo no entraba dentro de los planes de Dany, no quería arriesgarse a traiciones inesperadas. Por otra parte Petyr Baelish, conocido por el apodo de "Meñique", era el padrastro del heredero de la casa Arryn, Robert Arryn, un niño enclenque y de escasa inteligencia, por lo que éste también quedaba descartado.
Finalmente, había llegado a los oídos de Lord Varys que el bastardo de Eddard Stark, Jon Nieve, había sido legitimado como Jon Stark, tras lo cual había sido proclamado Rey del Norte. Sobre Jon Nieve, ahora Jon Stark, Tyrion le había mencionado que era una persona con mucho sentido del honor y la justicia, como todos los Stark, de buen carácter pero a la vez frío y muy reservado.
A Dany no le convencía ninguno de los candidatos, ya que este último era no solo un bastardo, sino que también hijo de Eddard Stark, que había contribuido a la causa del usurpador Robert Baratheon. Sin embargo, si quería tener fuerza y aliados en Poniente, debía elegir algún candidato.
Tras deliberar durante unos días y escuchar los consejos de Lord Varys y Tyrion, Dany decidió que debían establecer su fortaleza en Rocadragón, antiguo dominio de sus antepasados, para así forjar alianzas y prepararse para arrebatarle el trono de hierro a Cersei Lannister. Sería su base sobre la que operar y comenzar a recuperar lo que legítimamente le pertenecía.
Cuando finalmente llegaron a Rocadragón, Dany se sintió conmovida. Finalmente estaba en Poniente, en los dominios de sus antepasados. La fortaleza estaba completamente abandonada tras la caída de la casa Baratheon, sus edificaciones estaban enmarcadas con figuras de dragones en diferentes posiciones, algunos a punto de emprender el vuelo, otros reposando, otros rugiendo, las antorchas tenían la forma de las garras de sus hijos, como las de su querido Drogon. Dany estaba maravillada ante tanta belleza. Sin duda habría que adaptar la fortaleza y hacer algunas reparaciones, pero finalmente Dany se sentía en casa.
- Majestad, debéis empezar a poneros en contacto con los candidatos de los que hemos hablado. Tenéis que forjar una alianza poderosa cuanto antes, ya que sin aliados en Poniente va a ser difícil poder controlar y reinar los siete reinos tras derrocar a mi querida hermana.
- Tenéis razón Lord Tyrion. Que envíen cuervos a Invernalia, a Nido de Águilas y a Dorne. Debemos reunir el mayor número de aliados para derrotar a Cersei Lannister. Veremos quienes acuden primero a nuestra llamada. Los que no contribuyan con nuestra causa, sufrirán las consecuencias quemados por mis queridos hijos.
Drogon llevaba varios días sin aparecer. Dany sospechaba que seguramente estaría inspeccionando todas las inmediaciones de los dominios y cazando, él siempre había sido el más independiente de los tres. Viserion y Rhaegal parecían ser muy felices en Rocadragón, que tenía edificaciones especialmente diseñadas para albergar dragones. No hizo falta encadenarlos y estaban siendo más dóciles que nunca, sin duda se sentían en casa como su madre.
Aquella noche Dany anhelaba especialmente el calor humano y los placeres carnales. Se había acostumbrado a todas aquellas noches de fogosidad y satisfacción con Daario, necesitaba que las manos de un hombre tocaran todo su cuerpo, sentir ese placer inigualable cuando por fin llegaba al clímax. Llevaba sin sentir este tipo de placeres desde la última noche con Daario antes de informarle de que se quedaría en Meereen y no la acompañaría a Poniente. Estaba empezando a arrepentirse de aquella decisión, pero por otra parte Tyrion tenía razón, no inspiraba mucha confianza a la hora de contraer matrimonio el hecho de tener un amante en su cama todas las noches, traído desde Meereen. Los hombres tienen una naturaleza muy competitiva, y no sería una buena idea despertarla si lo que se quiere formar es una alianza estable y duradera.
Jon
Era difícil recordar otro momento en el que Jon haya sentido tanta felicidad como cuando volvió a ver a su hermana pequeña Arya tras su regreso a Invernalia. El poder estrecharla en sus brazos y ver que seguía sana y salva a pesar de todo lo que había ocurrido lo llenaba de dicha. Era inimaginable la alegría que sentía de volver a tener a sus dos hermanas a su lado. Solo quedaba Bran y ya estarían al fin reunidos los cuatro hermanos que quedaban vivos tras todo lo acontecido años atrás.
A pesar de que con Sansa nunca había tenido una relación tan estrecha como con Arya, se habían vuelto más unidos desde la batalla con los Bolton, y ahora confiaban plenamente el uno en el otro. Sin embargo, a Jon no le gustaba que Meñique estuviera tan cerca de su hermana en todo momento. No era un hombre de fiar, y no quería arriesgarse a que Sansa sufriera más desgracias. Estando él, no dejaría que nada ni nadie volviera a dañar a sus hermanas, su familia siempre lo ha sido todo para él y así seguiría siendo.
La entrada de Sir Davos a la sala interrumpió sus pensamientos.
- ¿Qué ocurre Sir Davos? ¿Más problemas con los suministros?
- No, pero tenemos otro problema, me atrevería a decir que más grave.
- Adelante Sir Davos, ¿qué ha sucedido?
- Hemos recibido un cuervo de Rocadragrón. Daenerys Targaryen nos invita cordialmente a Rocadragón para negociar una posible alianza.
- ¿En qué términos?
- No lo especifica, pero seguramente busque aliados para luchar contra los Lannister y así gobernar los siete reinos.
- No tenemos tiempo para ese tipo de alianzas. Los caminantes blancos van a llegar al muro y no podemos permitir que lo crucen.
- Tenéis razón. Pero si me permitís daros un consejo, si Daenerys Targaryen va a ser la próxima reina, os conviene tenerla como aliada en lugar de enemiga, más aun teniendo en cuenta que tiene dragones, si esto es cierto.
- Dragones. Podrían ser de gran ayuda para luchar contra los caminantes blancos.
- Sin duda, pero primero tendréis que convencer a la joven reina de la existencia de esas criaturas. Recordad que ella no se ha criado en Poniente, y probablemente no sepa absolutamente nada de los caminantes blancos ni de las historias que se cuentan sobre el otro lado del muro.
- Es posible. Quizá podamos negociar una alianza a cambio de que nos ayude con sus dragones a impedir que los caminantes blancos lleguen a Poniente.
- Son unas buenas condiciones majestad. Además, si no nos ayuda, no tendrá ningún reino que gobernar. Sin embargo, recordad que vuestro padre colaboró en la rebelión de Robert Baratheon. Es posible que no esté dispuesta a negociar y simplemente quiera que os arrodilléis y la consideréis como vuestra reina.
- En tal caso no contará con nuestra ayuda. Necesitamos a nuestros hombres para derrotar a los caminantes blancos, no para facilitarle el trono a una reina que ni siquiera conocemos. Nuestra prioridad es impedir que crucen el muro, y debemos convencerla de ello.
- Esperemos que sea una reina sensata y sepa escucharnos.
- Recuerdo que alguna vez dijisteis que en Rocadragón había obsidiana. Sam descubrió que los caminantes blancos tienen debilidad a ello, como al acero valyrio. Si todo sale bien, tendríamos suministros para luchar contra ellos. Enviad un cuervo a Rocadragón aceptando la invitación. Partiremos en siete días, habiendo llegado el invierno no podemos retrasarnos mucho más.
Tras marcharse Sir Davos, Jon respiró profundamente mientras se sentaba en la silla que había sido ocupada por su padre tantas veces. Fantasma se acercó a lamer su mano, el huargo siempre notaba cuando su dueño estaba tenso y necesitaba relajarse.
Mientras rascaba el pelaje de Fantasma, pensaba en todas las responsabilidades que había contraído tras ser proclamado Rey del Norte. Jamás hubiera pensado que él sería el que iba a terminar ocupando el lugar de su padre, ni tampoco se había imaginado la cantidad de cometidos que habría que realizar día tras día.
Sería un invierno muy duro.
