LOS PERSONAJES DE SAINT SEIYA NO ME PERTENECEN. SON PROPIEDAD DE MASAMI KURUMADA.



Wyvern

Carch, Carch…….. Si ese era el sordo sonido que producía un cráneo al romperse, no es que fuera la primera vez que lo escuchaba, pero seguía siendo tan agradable como la primera vez.

El cráneo se seguía aplastando contra el suelo, imposible pensar que esa masa de materia gris, huesos, cabello, alguna vez fue un rostro si y uno humano.

Cuando por fin dejo el suelo completamente quebrado y el cráneo dejo de producir ese agradable sonido, se puso en pie solo para ver su obra, cerca de 20 cuerpos inertes yacían sin vida, en ese oscuro sótano, con hedor a sudor y sangre impregnándolo todo.

No le desagradara el resultado de sus acciones, y el hacerlo, o, el hacerlo, eso sí que lo disfrutaba.

¿Como paso?......... Recordar cada momento de la masacre lo saciaba, los golpes la lucha incluso los desesperados gritos de dolor.

Pelear eso fue su vida, siempre tuvo que luchar por lo que deseaba.

Ciertamente no fue un niño con mucha suerte, aun recodaba como la única persona que el alguna vez quiso, solía ser brutalmente golpeada por el que se decía su padre.

Suerte, el oponente de esta noche sí que tuvo mala suerte, su cara le recordó a la de su padre y no pudo parar, aunque en realidad no quería detenerse.

Después de terminar con él quería más y los espectadores sirvieron para satisfacer su deseo.

Si de algo se arrepentía, no era de haber despojado de la vida a estas personas. Después de todo eran indignos, si algo eran era basura.

De lo que realmente se arrepentía era que algunos de ellos pudieron escapar, lamentable solo mas escoria que no pudo quitar del mundo.

Camino entre los cuerpos hacia la salida, no sin antes cerciorarse de que todos estuvieran muertos, ¿qué clase de persona seria si los dejaba vivir?

Al salir lentamente por las escaleras, pudo ver las luces rojas y azules de las sirenas, él lo savia, eran el resultado de su error de su incompetencia.

-Si ten solo los hubiera matado a todos.- se reprocho.

Entre el ensordecedor ruido producido por las sirenas, pudo distinguir una vos que gritaba alto, tírese al suelo.

Ha como si lo fuera a hacer, pensó mientras su imponente figura de alrededor de 2 metros, que era coronada con rubios cabellos, y engalanada por una marcada musculatura, la cual se hacía notoria pues no llevaba camiseta alguna, tan solo unos tirantes negros y un pantalón oscuro.

El, seguía avanzando, sin mostrar temor alguno, en parte por su enfermizo orgullo y en parte por resignación. De cierta forma ya avía aceptado su destino…..

La inminente muerte.

A cada paso que daba su latido parecía volverse más largo y mucho más lento. Pero esto no era temor, aunque como saberlo, él aun no conocía el temor.

Entonces por fin se oyó lo que estaba esperando, el metálico sonido que producía una bala al ser disparada.

Se dio cuenta que jamás estuvo tan vivo como en ese instante y fue solo entonces cuando se percato que, el resplandor de la pólvora que salía del arma pareciera volverse eterno y la bala que se acercaba se volvió casi estática al igual que su latido, tan lenta que fácilmente pudo quitarse de su camino.

¿Qué está pasando? ¿¡Que me está pasando!?

Cuando volvió su latido, las demás armas detonaron, cientos de balas de diferentes calibres se dirigían hacia el, solo para detenerse, de nuevo justo antes del impacto, cuando esto sucedió instintivamente salto cerca de seis metros para ver todo detenido a sus pies, al caer de sobre el cofre de una patrulla el metal literalmente se doblo ante su presencia, el mismo metal se retorcía y le rendía reverencia.

¿¡Que hará la carne!?

Con su mano atravesó el torso de la persona que se encontraba más próxima a él, pasó por el cuerpo de esta persona como si de aire se tarase y entonces volteo a ver al resto de sus agresores.

¿Qué era lo que se veía en sus ojos?, ¿incredulidad?, ¿sorpresa?, ¿duda?, ¿miedo?, "no" ¡terror! era ¡terror! Lo que dominaba sus miradas y su Mente, era el más simple y puro terror.

Al arremeter contra ellos. En cuestión de segundos no quedo nadie que la pudiera detener aunque, en realidad nunca lo hubo, en esa noche, la lluvia empezó a caer solo para mezclar la sangre de sus víctimas en el pavimento.

No paso mucho tiempo cuando de nuevo llegaron patrullas y más oficiales, para presenciar horrorizados e incrédulos la escena. Cuerpos mutilados y desmembrados se encontraban por doquier y en medio de tanta muerte estaba el, solo viendo el cielo.

Algunos oficiales de las fuerzas especiales se aproximaron lentamente a él, quien no les prestó importancia y para el ya no importaban, estos le colocaron unas esposas y después lo golpearon salvajemente con sus macanas, por lo cual ni siquiera se inmuto, este hombre no parecía sentir dolor alguno después de un par de minutos recibiendo golpes sin contestación, comenzó a caminar en dirección a un camión para entrar en el sin decir ni una palabra y solamente cuando estuvo dentro, sentado dijo júzguenme ahora pues después yo los juzgare.

_________________________________2 semanas después_____________________________

Se le realizo un juicio solo porque la ley así lo exigía sin embargo la mayoría de los presentes concordaba que las leyes humanas no debían aplicarse para una bestia como él. Pero el juicio no duro mucho.

-Como se declara- dicto el juez.

-Gratamente culpable-.

Un silencio sepulcral se apodero del juzgado al oír dicha respuesta, silencio que solo interrumpido por un animoso aplauso de un hombre que llevaba un saco a cuadros que tenia los codos tapados con cuero café, un pantalón amplio del mismo tipo de cuadros, este hombre tenía una larga cabellera plateada, sin embargo sus ojos no era visibles ya que su misma cabellera los cubría.

Bravísimo, bravísimo, grito al mismo tiempo que se ponía de pie. Pareciendo no darse cuenta del lugar en el cual se encontraba, el hombre que era juzgado solo dio una rápida mirada para observar a el otro, sin embargo, no fue este quien atrajo su atención, si no la hermosa mujer de negros y largos cabellos que se encontraba apacible y efímeramente hermosa, a su lado, la cual no se inmutaba por el arrebato de su acompañante. Quien era esa mujer, quien podría ser, que le hacía sentir el irrefrenable deseo.

-Orden orden en la sala- dicto el juez.

Aquel hombre pareció entender y tomo de nuevo su asiento.

-En vista de los hechos actuales y las pruebas recabadas, además de la misma declaración y confesión del acusado, esta corte lo declara culpable de todos los cargos-.

-Asesinato en primer grado de 18 civiles.-

-Asesinato en primer grado contra 24 oficiales en labores y con agravante de resistencia a la arresto, Además de brutalidad.-

-Esta corte lo sentencia, a pena de muerte, en la cámara de gases.-

El acusado sonrió complacido -no esperaba menos-.

-La fechhhaaaa Hggg-

El juez no pudo esbozar ninguna otra palabra audible, solo gemidos y gruñidos, en realidad todos en la corte estaban estáticos, incapaces de moverse por sí mismos, como en un cuadro,

Los únicos que parecían estar libres de este estado, además de él, eran, aquel hombre al que el juicio le avía parecido tan divertido y la hermosa mujer a su lado, quien lucia un escotado y entallado vestido negro con una larga falda la cual no demeritaba su figura.

Ella se acerco al lugar donde él se encontraba.

-¿Por que deseas morir?-

-¿Es acaso porque ya no encuentras placer al matar a estos patéticos humanos?, que son tan inferiores a ti-

No hubo repuesta alguna solo una mirada fría.

-Y si te dijera que aparte de ti existen humanos tan poderosos que podrían partir la tierra bajo sus pies y el cielo sobre sus cabezas con solo mover su mano que dirías-.

Sus fríos ojos se llenaron de vida, de rabia, de placer, con solo la idea de enfrentarse a personas como él, a personas dignas de morir por sus manos.

- deseo enfrentarme a ellos deseo luchar hasta que mi vida se extinga completamente durante una batalla- respondió.

-Entonces júrame lealtad a mí y a mi señor Hades ¡tu dios¡-.

-Jura lealtad ahora ¡Radamanthys¡-

-¡¡Júralo y vuélvete Radamanthys de Wyvern!! Espectro de Estrella Celestial de la Furia y juez del mismo infierno.

-Lo juro-.


Como ya lo abran notado, si se dignaron a leer completo lo que escribí,

Radamanthys de Wyvern, ahonda en lo más profundo de la violencia física y la brutalidad, de una forma por demás enfermiza. De cierta manera era lo que quería plasmar en este personaje.

Diferente de los otros dos jueces que en si siguen siendo igual o más brutales a su manera pero en otros tipos de violencia

(Aiacos, psicológica) (Minos, con su locura, en si un poco de ambas)