Parte de la historia está basada en la película Brave (Disney Pixar), con ciertos referentes de este film, además de otras películas de la misma empresa. Conforme avance la historia, se darán cuenta.

Recuerdo que siempre me decían de pequeña, ten cuidado con lo que dices, pues esta historia se basa en esto. Ten cuidado con lo que dices, y sobre lo que haces, porque el pasado no puede borrarse.

De esto se basa la trama. Gracias a la inspiración de I Heard Scream y otros fics, que me sirvieron de base para esta historia.

Words that shouldn´t have been spoken

you're spineless, pale pathetic lot

and you haven't got a clue…

So pack up, go home you through

How could I make a man out of you?

(I´ll make a man of you- Mulan)

CAPÍTULO 1

Se dice que las palabras pueden ser más duras que un golpe que una piedra. Más filosa que una espada, más profunda que una cicatriz y más ardiente que el mismo fuego de una hoguera.

Pues bien, entre los vikingos no hay mucho que decir. Son personas muy HONESTAS, incluso para su propio bien. Y si bien el respeto se les inculca desde muy jóvenes, siempre hay una excepción a la regla. Sobre todo si se trata del hazme-reír del pueblo. De un pedazo de hueso, el incomprendido, el tonto, el debilucho; ustedes entienden la idea.

Es sabido que si le dices a un niño desde pequeño todos estos nombres, va a crecer de manera torcida. O va a terminar lleno de resentimiento, siendo amargado y de pocas amistades, respondón y sobre todo, muy enojado con el mundo entero.

O puede crecer perdonando, pero esos casos son muy escasos.

Y es que las palabras duelen. Sobre todo si viene por parte de una familia. ¿No es triste cuando un hijo no puede lograr la aprobación de su padre? No vamos a decir que todos estos padres son malos, solo son testarudos. Extremadamente testarudos. Pero el amor rudo puede confundirse con decepción, y eso, es una mala hierba que crece con el pasar del tiempo.

Y muchas veces… puede hacer que los hijos hagan estupideces.

Por ejemplo, les contaré la historia de Lucky. Lucky, era un pequeño niño, flaco, debilucho y pésimo para pelear. ¿Captan la idea?

Pero lo peor es, ser hijo de un gran guerrero vikingo, jefe de guerra y el terror de los ejércitos, que era el caso de Lucky. Además de tener un hermano mayor que lo consideraba un astilla en el ojo. De tener una madre sobreprotectora, que siempre terminaba en discusiones acaloradas con su padre. Y agrega a la hermana que se pone del lado de la madre.

Así es que en resumen, Lucky era un niño debilucho, con un padre exigente, un hermano poco comprensible, una madre sobreprotectora y una hermana liberal. Hijo de una larga familia de guerreros, donde él es la oveja negra de la familia. La burla, el fallo… ya me comprenden.

Si piensan que Lucky es el niño con la peor suerte del mundo, esperen un poco más. Lucky era extremadamente inteligente para su edad. El más listo, el que primero escribió y leyó, el primero en escribir un poema de guerra… aun así, pasó desapercibido por su padre. Otro golpe para su autoestima…

Digamos que Lucky, estaba tan desesperado por impresionar a su padre, que no midió las consecuencias de sus actos. Digamos que, mordió más de lo que podía. Digamos que pagó con todo lo que tenía.

Las consecuencias fueron peores para la familia.

La madre de Lucky nunca pudo recuperarse de la muerte de su último hijo. Culpo entre sollozos a su esposo e hijo mayor, en un mar de lágrimas. Eventualmente, ella y la hermana abandonaron la casa y se acogieron con otros parientes del pueblo. Con el corazón roto, Spine fue perdiendo poco a poco su fuerza y cordura, buscando a su hijo todos los días, esperando encontrarlo. Ivar se vio obligado a tomar el mando del pueblo a sus 16 años, en un ambiente de amargura y tristeza.

Aunque el pueblo siguió siendo fuerte y próspero, había una niebla de tristeza que cubría al pueblo, a sus habitantes y en especial a la familia del líder. La culpa cubrió al pueblo, y el dolor de pérdida del más pequeño se volvió una herida punzante, que no sanaba y recordaba la falta de solidaridad contra el joven.

Pues bien… algunos esperarían que este triste suceso se volviera una lección para los demás. Pero cómo dijimos antes, los vikingos pueden ser muy testarudos, las lecciones se pierden o se distorsionan, y se necesita sufrir de un suceso parecido para aprender la lección. Como se dice, a golpes se aprende.

Pero terminemos esta historia aquí, porque no es de Lucky de quien hablamos ahora.

Vayamos unos años en el futuro, cuando Ivar conoce a otro niño en una lejana isla en medio del mar.

Berk era una isla en medio del mar. De un clima áspero y duro, como su gente. Los días de invierno eran duros, secos y fríos. Los días de verano eran cálidos, pero llenos de tormentas y ventiscas.

Aquí, sólo los más fuertes sobrevivían. A diferencia de otros pueblos, casi nunca estaban bajo amenaza de invasión. Y es que los romanos no querían vivir en un lugar tan inhóspito como Berk. Además, la isla era constantemente asediada por los dragones.

Criaturas tan grandes como una casa. Llenas de escamas, escupe fuego y con la habilidad de volar. Eran tan duros y testarudos como los vikingos. Matar a uno era considerado un gran logro entre los jóvenes. En Berk lo más importante era ser fuerte, rápido y hábil. Sino, estabas muerto en cuestión de horas.

Era la única isla que había sobrevivido a la invasión de estos monstruos con alas. Las demás aldeas habían sido destruidas hace muchas generaciones. Sólo los vikingos de Berk eran los que se imponían ante el avance de los dragones.

¿En que entra Ivar en esta historia? El pueblo de Ivar era uno de los pocos encargados de evitar posibles invasiones a Berk. Los constantes ataques hacían que perdieran toda la energía para pelear por semanas, por lo que los demás pueblos evitaban las invasiones extranjeras más peligrosas. SI Berk caía, entonces los dragones tendrían libre acceso al continente vikingo.

Con un paso lento pero firme, la gran barcaza de guerra vikinga se acercó a los muelles de Berk. El invierno había acabado, pero el mar seguía congelado por algunas partes. La madera crujía contra los grandes bloques de hielo. Pero el barco era tan fuerte y testarudo, como sus tripulantes, y en poco tiempo, llegó para anclar en el muelle.

Ivar quien era un joven de 16 años, recién convertido en líder cuando pisó por primera vez Berk. Era todo lo que un padre vikingo podría pedir. Era alto, fuerte, atlético y rápido. Era piel de color blanca, pero un poco tostada por el calor del continente, tenía pelo rubio sucio y unos ojos azules, que equivalían a los de un gato. La túnica y armadura que usaba resaltaba más su contextura de guerrero.

Cuando bajó del barco, las jóvenes de Berk inmediatamente lo notaron y aunque mantuvieron distancia, no evitaron decir comentarios sobre su atractivo y otras cosas más. Pero cuando bajó Spine, se soltaron varios susurros y gritos ahogados de exclamación.

Spine, quien alguna vez fue el más fuerte de su generación, robusto y vivaz… estaba cambiado. Ya caminaba de forma lenta y sin ánimo alguno. Había perdido peso. Por su postura parecía un hombre frágil y derrotado. Tenía un cabello rubio, casi blanco por la edad, una larga barba y ojos color verde-azulado. Pero estos estaban sin vida. Incluso con su túnica, su capa hecha de oso y sus grandes botas de piel de morsa, ya no daba un aire de intimidación.

A paso lento, siguió a su hijo hacia la reunión que tenía con Stoick. El vikingo casi se cayó de su silla al ver a su viejo aliado. Había escuchado que la muerte su hijo menor, había sido dura pero esto era deprimente.

Los soldados, también vestidos con armaduras y pieles de animales del continente, formaron una barrera al lado de su líder. Cómo si este estuviera en peligro inminente y todo otro vikingo fuera una amenaza.

Spine, es bueno volverte a ver…- dijo Stoick, cuando el vikingo tomo su lugar en la mesa del gran salón.

No hables…Stoick.- dijo el otro, de forma lenta y arrastrada, pero con autoridad.- Hemos venido sólo a… a…

A hablar del cambio de liderazgo…-lo ayudó Ivar.

Si, si… - dijo Stoick, algo incómodo con la situación.- Hay que esperar a los otros.

Poco a poco, la sala se fue llenando. Gobber fue el primero en llegar, seguido por el hermano de Stoick, Spitelout. Finalmente, la mayoría de los vikingos de Berk, excepto por los niños, estaban en la sala central.

Había muchos rumores y susurros recorriendo por la sala. Sobre todo acerca de Spine. El vikingo sólo estaba mirando el suelo, como perdido. Gobber mencionó algo que hizo que Stoick lo mandara a guardar silencio. Por el comentario que soltó su hermano…dio un codazo.

Hermanos vikingos, estamos a aquí recibiendo a la familia del continente.- anunció Stoick, haciendo que la sala guardara silencio.- Nuestro hermano Spine ha sufrido una tragedia recientemente. Su hijo menor, Lucky, ha muerto el pasado año. Nuestras condolencias.

¿Por eso está así?- dijo alguien, en voz baja.- El muchacho era inservible…

Gobber mando a callar al que habló.

Lamento profundamente la muerte de Lucky.- dijo Stocik, con sinceridad.- Sé que es perder a alguien que amas.

Pero era un hueso, el muchacho…-dijo otro.

¡SHHHHHH!- Gobber mandó a callar al público.

Mi hijo…- Spine se levantó, con la mirada abajo.- Era un hueso, efectivamente… No era bueno para pelear. Ni con el arma, ni con el arco…Pero era mi último hijo. Se llamaba Lucky, porque cuando nació…-aspiró aire.- Fue muy pequeño y creímos que sobreviviría. Pero lo hizo…

Por años trató de hacerme sentir orgulloso…-siguió Spine, luchando contra algo.-Por años no lo hizo, por años sólo me decepcionó. Cuando la realidad es que yo lo decepcioné a él.

Hubo murmullos entre los presentes, mirando confundidos la escena.

Si no puedo ni salvar a un hijo. Si mi propio hijo cree que debe dar la vida para hacerme sentir orgulloso.- dijo el guerrero.- Entonces no soy un buen padre… y no soy un buen líder.

Los murmullos se volvieron exclamaciones de sorpresa y hasta de indignación.

Por lo tanto, le pasó mi derecho de líder a Ivar.- finalizó Spine.- El será mejor líder… y posiblemente padre, de lo que pude ser yo…

En ese momento, toda la sala soltó exclamaciones en contra la decisión.

¡Ivar es un niño!- dijo alguien entre el público.

¿Cómo puedes darle esta carga a otro niño?- dijo una mujer.

Otros comentarios fueron más crueles.

¡Lucky era un inútil!- chilló una voz.- ¡Es un regalo que se haya ido!

¡No puedo creer que no dejes a la deriva por un pedazo de nada!- gritó otra.

¡Basta allá al fondo!- dijo Gobber.- ¡Otra palabra contra la memoria de Lucky y probarán mi mazo!

Spine, sé qué es doloroso…- le dijo Stoick.- Pero no puedes abandonar tu puesto de líder. Piensa en tus otros hijos. Piensa en que dirá tu esposa…

Mi esposa me ha dejado.- dijo él en voz alta.

Inmediatamente, todo el lugar se quedó en silencio. Se sabía que Spine y su esposa tenían diferencias, pero se amaban profundamente y a sus hijos.

Mi esposa y mi hija se han ido…- continuó Spine.- Mi orgullo mató a Lucky… mi orgullo destruyó a mi familia.

Ivar sólo agachó la cabeza ante el comentario.

Yo maté a Lucky… y mi esposa nunca me perdonará.- el guerrero dijo con gran tristeza.- Yo nunca me lo voy a perdonar.

Con esas palabras, Spine salió de la sala, dejando atónitos a varios de los presentes. Algunos lo vieron con enojo. Otros confundidos. Otros con pena. Algunos con empatía. Y unos pocos con culpa.

Si bien cuando una persona muere, se acaba su historia en el mundo de los vivos… su muerte tiene repercusiones en la vida de otros.

El destino tiene formas muy crueles, pero también justas de repetir la historia. Y es que Lucky, como habíamos dicho, se había ido… pero habían otros niños cómo él. Y como dijimos, el destino puede dar un recordatorio sobre este.

Mientras Spine caminaba en la aldea, con la cabeza caída y paso lente, unas lágrimas luchaban por no salir de sus ojos. Se detuvo frente a una casa, donde un joven padre le enseñaba a un niño de 3 inviernos a cómo usar un hacha. El pequeño se tambaleaba con el peso, y casi se cae de trasero, si su padre no lo hubiera sostenido. El joven padre le dio unas palmadas de ánimo al niño, quien estaba a punto de llorar.

Siguió caminando lentamente, viendo a varios niños jugar en los alrededores. Algún día serían fuertes guerreros, incluso las niñas. Pero no Lucky. Lucky nunca se convertiría en adulto, ni sería un guerrero ni alcanzaría la felicidad. Pensar que su hijo había sido miserable en gran parte de su vida, le causaba un profundo dolor al afligido padre.

En eso escuchó un sonido que lo hizo levantarse de golpe. Era el de un niño llorando… además del sonido de unas burlas infantiles.

Como un trago amargo, el recuerdo de Lucky llorando de niño se le vino a la mente. Recordó cuando los niños fastidiaban a su hijo, y él sólo de decía que debía aguantarlo como un hombre. ¡Cómo deseaba no haber dicho eso! Cómo deseaba ese tonto e ignorante padre, haber sido más comprensivo y unido a él.

Siguiendo el sonido del llanto, Spine vio a un pequeño niño pálido y delgado sentado de rodillas, llorando por lo que parecía un juguete roto. Dos niños más grandes (a pesar de que parecían tener la misma edad) estaban mofándose de él, siendo apoyado con las risas de una niña que se parecía mucho a uno de ellos. No lejos de ahí, un niño gordito y una niña de pelo rubio, miraban la situación no muy interesados pero sin hacer algún intento de ayudarlo.

Spine de pronto sintió un profundo dolor en el pecho. Porque cuando levantó la cabeza la víctima, juró ver a Lucky. Memorias de un gran dragón rojo, una casa quemándose, gritos de ayuda y un brazalete cayendo al suelo, invadieron su mente.

Y cuando uno de los muchachos sacudió muy fuerte al niño, Spine sólo vio rojo.

Stoick escuchó los gritos de los niños mientras conversaba con Ivar, a quien le estaba dando un recorrido por la aldea.

Primero pensó que estaban jugando. Pero cuando estos se volvieron en gritos de angustia, inmediatamente corrió hacia el origen del ruido. Temiendo que un dragón hubiera entrado a la aldea, cogió una espada que encontró cerca de una casa y fue al lugar, seguido por Ivar.

Lo que encontró… no lo esperaba.

Spine estaba sacudiendo fuertemente a su sobrino, quien temblaba de miedo ante las amenazas del guerrero. Cerca de ahí, Ruffnut sostenía a su hermano quien estaba rogando por su vida y quejándose de un rasguño. Astrid estaba pegándole la espalda a Spine para que bajara a Snoutlout, mientras que Fishlegs estaba escondido bajo una carreta.

¡Padre!- gritó Ivar, horrorizado.

¡Y si vuelves a ponerle una mano a Lucky, te arrancaré los brazos y los convertiré en remos, como lo hice con los barbaros del norte!- gritaba a todo pulmón Spine, atrayendo la atención de más vikingos.

¿Qué le haces a mi hijo?- exclamó Spitelout, quien había reconocido los gritos.

¡Papá, basta!- le rogó Ivar, quitándole de las manos al niño, quien era un mar de lágrimas.

Le pegaba a Lucky.- explicó rojo de ira, el guerrero.- ¿Dónde estabas tú? ¡Se supone que debes cuidarlo! ¡Es tu deber cómo hermano!

Los presentes se quedaron con la boca abierta ante las palabras de Spine. Spitelout cogió a su hijo y lo puso lejos del alcance del vikingo fuera de sí. Los otros padres llegaron para también alejar a sus hijos de Spine.

Papá… Lucky se ha ido…-le explicó con dolor, Ivar.- Ese no es Lucky.

Spine volteó para ver al niño… Efectivamente…no era Lucky. Era un pequeño delgado y debilucho, como su fallecido hijo… pero su pelo era de color marrón rojizo y sus ojos eran verdes. Además, tenía pecas en la cara.

Ese es mi hijo Hiccup.- dijo Stoick, interponiéndose entre Spine y el niño.

Pero…yo juré…-Spine miró confundido al muchacho, quien se escondía detrás de su verdadero padre.

Papá, regresa al barco…- Ivar guio a su padre fuera del lugar.- Hablaremos más tarde.

Murmurando para sí mismo, el anciano se fue de regreso al barco, siendo evitado por los demás presentes.

A ver Hiccup…- dijo Stoick, cuando Spine se marchó.-¿Qué paso aquí?

Snoutlout rompió mi modelo de catapulta.- explicó el niño de 5 años, ahogando las lágrimas.

Hiccup, si tu primo te molesta tienes que pegarle más fuerte…- le aconsejó Stoick.- No puedes dejar que te empujen todo el tiempo.

Lo intentó papá…-se defendió el chico.- Pero soy un pescado y él es un cerdo salvaje…

Hiccup, no llores…- le advirtió Stoick.- Es sólo un juguete roto…

¡No es un juguete!- se quejó el niño.- Es un modelo de catapulta. Algún día voy a hacer una a gran escala para atrapar dragones…

Hiccup, no quiero más discusiones.- Stoick le advirtió.- Es modelo de ahí…

Puede ser reparado…- interrumpió Ivar, con los restos del juguete.- Esta catapulta es compleja. ¿Tú la diseñaste?

Si…-dijo tímidamente el niño.

Me gusta mucho, Hiccup.- Ivar le sonrió.-¿Sabes qué? Deberías diseñar más de estas. Nos faltan cabezas en el pueblo… podemos reconstruir catapultas, pero nos faltan ideas para diseñar nuevas…

¡Tengo muchas más ideas para otras armas!- dijo alegremente el niño.

No creo que debas molestar a Ivar, Hiccup.- Stoick interrumpió la conversación.- Ivar tiene que ponerse al día en muchas cosas…

Me encantaría ver tus modelos.- el joven le dijo, dándole una mirada severa a Stoick.

¡Por aquí!- Hiccup jaló al chico mayor por el brazo.

Pasaron unos segundos hasta que el grupo presente se preguntara que rayos estaba pasando.

Ivar pasó el resto de la tarde atendiendo a Hiccup, escuchando sus ideas e incluso le llevó uno de sus dibujos a Spine. En los siguientes días, Ivar distribuyó su tiempo entre Hiccup y sus deberes como nuevo líder. Pero a los pocos días de llegar, tuvo irse de vuelta a su tierra. Hiccup estaba decepcionado de su pronta partida, pero se animó cuando Ivar le prometió que volvería el año siguiente.

Gracias por hacerle compañía a Hiccup.- le dijo Stoick al joven líder.- Es muy difícil encontrarle compañía a mi hijo. Hasta su primo lo ve cómo un muñeco de práctica.

Sería más fácil para él si tuviera todo tu apoyo.- le dijo, de forma casi incriminadora, Ivar.

Es difícil…- admitió Stoick.- Sobre todo desde que su madre murió. Créeme que hago todo lo posible para que se adapte. Lo llevo de pesca, lo entreno el doble…pero no se adapta a la vida del vikingo.

Tal vez tú deberías adaptarte a él.- Ivar le reprochó.

¿Crees que es fácil con Hiccup?- se molestó Stoick con Ivar.- No eres padre. No sabes lo difícil que es ver a tu hijo fallar en algo que necesita para convertirse en hombre.

Sólo digo…-suspiró profundamente Ivar.- Que tratar de convertirlo en algo que no es traerá graves consecuencias.

No le pasará lo mismo que a Lucky.- afirmó Stoick.- Nunca dejaré que nada malo le pase.

Eso es lo que crees…- le dijo en tono de sarcástico el joven. Esta vez Stoick perdió la paciencia.

No te burles de eso, ni de mi amor por Hiccup.- Stoick le dijo seriamente.- Él no es Lucky. No trates de reemplazarlo con mi hijo.

No trato de reemplazar a Lucky.- Ivar subió a su barco, hablando de forma seria y casi melancólica.- Sólo quiero evitar que pase por lo mismo.

Pasaron los años…

La salud mental de Spine empeoró con el paso del tiempo. Ivar mantuvo unido y fuerte a su pueblo, más no a su familia. La memoria de Lucky quedó como trago amargo de cerveza en los corazones del pueblo.

Mientras tanto, Hiccup fue creciendo en inteligencia y astucia, más no en fuerza y habilidad cómo su padre esperaba. Conforme su torpeza y tendencia a accidentes aumentaba, su mala fama también. Fue considerado la burla del pueblo, pero eso no evitaba que mejorara sus habilidades construyendo varias máquinas y trampas.

Ivar fue firme a su promesa y lo visitaba todos los años. Miraba sorprendido cómo sus diseños mejoraban cada día, pero también con enojo cómo los demás lo rechazaban. Pero a esto se sumaba otro problema. Cada año los jóvenes esperaban ganar la aprobación de Ivar, para ir a entrenar al continente con ellos. Pero el joven líder sólo consideraba a Hiccup. Incluso Erik, el líder de los mercaderes del Norte, quería llevarse también al chico.

Esto generó resentimiento entre los otros niños de la edad de Hiccup, quienes hacían de todo para impresionar a Ivar. Decían rumores de que sólo quería al chico, por su parecido con Lucky. Cuanto más molestaban a Hiccup, más Ivar los rechazaba. Llegó hasta incluso a botarlos de la arena una vez. Si bien esto le parecía justo a Ivar –y hasta un medio de justicia divina- sólo aumentaba el resentimiento de los chicos hacia Hiccup.

Si esto les parece justo, cabe recordar que el infierno está lleno de buenas intenciones. Lo que a Ivar le parecía bien para Hiccup, terminó con que el muchacho ya no se relacionara con sus compañeros de su edad, incluso con quienes no lo fastidiaban. Eventualmente, Hiccup sólo tuvo como amigos a Gobber, a Erik, a otros herreros que venían con los mercaderes o navegantes, algunos adultos de Berk y sobre todo, a Ivar. Y a pesar que le dolían las palabras de sus compañeros de edad, sabía que tarde o temprano tendría su aprobación cuando matara su primer dragón.

Conforme pasó más el tiempo, Hiccup se hizo más confiado en sus diseños y testarudo, pero siguió buscando la atención de su padre. Mientras que Stoick, seguía sin éxito tratando de convertir a Hiccup en un vikingo. A la par, la relación de padre e hijo, empezó a restringirse y volverse más difícil de lidiar.

Así las semanas se volvieron en meses, los meses en años…hasta que pasaron 9 años; la nieve empezó a derretirse, y los dragones volvieron a invadir Berk.

Y el destino… empezó a repetir la historia…