Había un silencio sepulcral en aquella sala de espera, en donde lo único que se escuchaba era el sonido de las sirenas de las ambulancias que llegaban y salían a toda velocidad del hospital. Todas las personas en aquella sala tenían una mirada de sorpresa, pánico, pena y tristeza mientras veían en aquel televisor las imágenes de lo que acababa de ser el peor accidente aéreo del momento.
Todos estaban ahí, doctores, enfermeras y personas que necesitaban atención, pero todos veían la misma escena y compartían las mismas emociones de; tristeza, amargura y pena, mientras observan la gran cantidad de bomberos, policías y personas que intentar apagar desesperadamente el fuego.
Era un accidente que había movido a todo el país, y había despertado a todo el mundo.
De entre todas las personas reunidas se encontraba el medico a cargo del horario nocturno, quien veía esa escena con tanto dolor que con solo mirarlo a sus ojos ámbar sentías como te cortabas y es que claro, ¿Cómo no sufrir cuando hace apenas unos minutos había llegado el que posiblemente sería el único sobreviviente?
El medico de nombre Bill, cerró sus ojos dorados con frustración y se retiró de la sala en busca de un café, pero ni así podía huir de la realidad, pues la noticia era tan impactante que se había esparcido a todo el mundo en menos de nada y ahora todos los medios de comunicación hablaban de lo sucedido. Y para el colmo todo el hospital estaba lleno de radios y televisores.
—Estamos aquí en vivo desde lo que se ha visto es uno de los peores accidentes aéreos que ha ocurrido. La policía impide el paso ya que el fuego se ha vuelto un obstáculo para buscar más sobrevivientes. —decía una voz por los tantos televisores.
—Según informes, hasta el momento se han registrado más de cuarenta fallecidos y aumentando.
—Se cree que el accidente pudo ser ocasionado por el fallo de un motor…
—El cielo comienza a llorar el trágico accidente.
—Un solo sobreviviente hasta el momento.
Bill soltó un quejido, su cabeza empezaba a doler, toda la conmoción los había afectado a todos, pero él sabía que de todos, el más afectado era él. El mundo lo odiaba como para que él fuera el único cirujano del lugar cuando llego el chico.
—Bill… —El rubio se giró y miro a su mejor amiga, la enfermera que siempre lo ayudaba. Él solamente agacho la mirada, sabía que ella también sufría, pero nadie sabía cómo es que él lo estaba haciendo en esos momentos—. Toma. —La enfermera le dio unas pastas y un vaso con agua que el rubio recibió.
—Gracias Pyro… —Tomo las pastas y el agua, después siguió con la mirada agachada.
—Oh Bill… —La peli rosa se lanzó hacia Bill y lo abrazo con toda la fuerza que podia, Bill no hizo nada, simplemente se quedó inmóvil y se dejó hacer—. Él estará bien, después de todo tú fuiste quien lo salvo.
—Solo espero que eso haya sido suficiente. —El rubio se soltó con cuidado del abrazo y se fue, dejando a su amiga con los ojos llorosos.
Bill se dirigió con pasos lentos hacia la sala de cuidados intensivos, y cuando llego vio como en medio de la habitación irreconocible por la cantidad de máquinas que le cubrían todo el cuerpo, se encontraba un chico castaño. Bill sintió muchas punzadas en su corazón al verlo, entro a la habitación y se acercó al chico, mirando lo débil que iba su pulso y las múltiples heridas que a pesar de estar cubiertas con vendas no dejaban de sangrar. En verdad era tan afortunado como para haber sobrevivido a semejante impacto.
Ese chico había llegado hace menos de una hora en estado crítico, Bill al ser el único cirujano fue quien tuvo que estar a cargo de él, y se impresiono al ver que a pesar del estado en el que llego aun tuviera algo de pulso. Cuando lo llevaron al quirófano Bill se dio cuenta de que era más grave de lo que pensaba, y el choque había causado muchos desgarres y heridas en lugares que no eran su fuerte, pero como no había más cirujanos Bill tuvo que rogarle a Dios y arriesgarse a interceptar al castaño con el poco conocimiento de las diferentes áreas que tenía.
Perdieron al castaño una vez, y Bill desesperado lo intentaba reanimar con todos los medios posibles, mientras los enfermeros que le acompañaban perdían las esperanzas. Cuando se volvió a escuchar el pitido que indicaba vida, todos en esa sala lloraron, y Bill se arrodillo al suelo agradeciendo a quien sea que estuviese mirando su sufrimiento.
Lamentablemente el castaño quedo en coma, y como si faltara joderle más la vida a Bill, entre las ropas destrozadas del castaño encontró una fotografía en la que estaba ese chico y lo que parecía ser toda su familia. Pero eso no fue todo, porque al voltear la foto encontró un pequeño mensaje en el que contaba que todos se irían de viaje para celebrar el cumpleaños del chico, y de su hermana gemela.
—¡¿Acaso me están jodiendo? ¿Cómo es eso posible?! —Los oficiales retrocedieron ante el gritó del médico.
—No es ningún juego señor, no se registra ningún familiar vivo del muchacho. —El oficial a cargo le mostro unos papeles a Bill, los cuales tomo y miro el estado de la familia del chico.
—Fallecido, fallecido, fallecido, fallecido… —Bill pasó la hoja, y en la siguiente estaban las imágenes de las personas que vio en aquella fotografía, y en todos decía la misma historia—. Fallecido en accidente aéreo… —El rubio frustrado lanzó los papeles al suelo, luego de suspirar miro a los oficiales intentando tranquilizarse—. ¿Entonces ese chico esta solo?
—Me temo que así es. No hay nadie que se pueda hacer cargo de él ahora así que habrá que llamar a algún lugar de ayuda social del gobierno. —El oficial recogió las hojas y saco su teléfono para empezar a buscar algún lugar.
Bill observaba todo eso y empezó a temblar, aquel chico no se merecía aquello. Él solo quería pasar un buen tiempo con su familia, tomar unas merecidas vacaciones con ellos, y ahora era el último que quedaba de ellos. Había quedado solo en este cruel, frio y oscuro mundo.
Y por si fuera poco, no sabría que daños habría ocasionado el accidente. ¡Ni siquiera sabía si volvería a caminar! Y lo peor, pase lo que pase lo tendría que afrontar todo él solo. Eso era algo que Bill jamás podría perdonarse. A pesar de no conocer al chico él sabía lo que se siente estar solo en el mundo, sin ningún apoyo. Y hora que ve a alguien pasando por lo mismo (incluso mucho peor) él haría algo, y esperaba no arrepentirse después.
—Yo lo hare —Los oficiales lo miraron sorprendidos. Bill no vacilo en ningún momento—. Yo cuidare a ese chico, pagare la cuota en el hospital y le daré un lugar donde quedarse. —El oficial se sorprendió por lo que dijo el médico.
—¿Está seguro de eso? Esto no es tan fácil como suena, es un joven que aún no sabe que ha perdido a toda su familia, y quizás toda su vida. —No, no estaba seguro. A duras penas podía mantenerse él solo. Y es que jamás se había preocupado por algo más que no fuera su trabajo, prácticamente vivía en ese hospital atendiendo a los pacientes y salvándoles el pellejo. Pero no podía permitirse dejar a ese chico solo.
—Estoy al tanto de que no será fácil, pero no pienso dejar a este chico a su suerte en un lugar de esos donde quizás la muerte hubiese sido una mejor opción. —Bill saco de su bolsillo un manojo de billetes, los oficiales lo vieron sorprendidos. Eso era demasiado dinero—. ¿Cuánto quiere porque me asigne como tutor legal del chico? —El oficial miro el dinero y suspiro pesadamente.
—Escúcheme doctor, lo que menos me interesa en este momento es su dinero. Ese chico ahora necesita más apoyo que nunca. No me imagino como será perder todo en un momento, y ni saber que ha quedado completamente solo en el mundo. —El oficial se quitó su sombrero, y limpio el sudor de su frente—. Le diré algo, yo me encargare de todo el papeleo para que la custodia del chico pase a usted. —El oficial se acercó a Bill—. Confió en usted, porque sé que también está sufriendo por eso, lo veo en su mirada. —El rubio aparto la mirada, como odiaba que las personas miraran su interior. El oficial volvió a ponerse su sombrero, ignorando la mirada molesta que le dio el médico—. Solo pido que le brinde a ese chico todo su apoyo para que pueda superar esto algún día. —Y sin más los oficiales se retiraron del hospital.
Bill se fue hacia su lugar de trabajo pensando en lo que acababa de hacer. No sabía si lo hizo por lastima al chico o porque en verdad sentía que debía hacerlo. No era una obligación, bien pudo dejarlo a esos horribles sitios de ayuda social. Pero no, eso no se lo deseaba a nadie. Pero no importa, ya ha tomado la decisión, y de alguna manera estaba seguro de una cosa, no iba a abandonar al castaño.
Bill estaba sentado al lado de la cama del castaño, quien seguía profundamente dormido. Ya habían pasado unas semanas desde aquel terrible accidente, unas muy duras semanas para él y para todo el mundo. Después de que controlaran el incendio del accidente, y lograran remover los escombros pasaron buscando día y noche durante todo ese tiempo. Pero aun así fue imposible, no encontraron más sobrevivientes.
Para Bill no fue muy agradable pasar todo un día ayudando al forense identificando todos los cuerpos que seguían llegando cada hora al hospital, sobre todo cuando las personas comenzaban a llegar buscando a sus seres queridos, ver las terribles escenas de gritos y llantos que hacían, incluso algunos desmayos.
Pero lo que le pateo en lo más profundo de su alma y su corazón, fue el ver que nadie llegaba en busca de los cuerpos de la familia de aquel castaño.
Esto lo hacía cuestionarse. Él era bastante solitario, y en esos momentos pensaba si en verdad quería terminar así, morir solo, estar solo en una morgue, y finalmente solo cuando su cuerpo sea incinerado después de que pasara el protocolo de espera de reconocimiento. Definitivamente no era su plan de vida. Pero a quien puede engañar, un gato tiene más probabilidades de morir gordo con unos desconocidos, que él de encontrar un lugar al cual llamar hogar. La vida es una perra codiciosa de sufrimiento.
Su preciosa mirada ámbar se dirigió a aquel chico.
Todos pensaban que el chico no sobreviviría y moriría a unas horas de salir del quirófano por lo débil que se encontraba, pero él parecía tener una gran fuerza de voluntad porque había logrado sobrevivir. A pesar de todas las heridas que sufrió no se rindió, y sus pulmones seguían funcionando a todo lo que podían. No sabía que pasaría al momento que despertara, solo esperaba poder manejar la situación cuando lo requiera.
El rubio se encontraba ahí porque había especulado que el chico comenzaría a despertar en esos días, pues después de que el coma comenzara a desaparecer unos cuantos calmantes evitaron movimientos fuertes, y ahora después de suspenderlos de su medicamento esperaban que despertara rápidamente, y vaya que así fue. Comenzó a ver como de a poco iba despertando aquel castaño, y en ese momento un temor lo invadió.
¿Qué se supone que le diría al chico?
No lo sabía, pero sea lo que se le ocurriera tenía que pensar muy bien sus palabras. No todos los días conoces a alguien al que todos sus familiares se mueran. No podría llegar y decirle: "Oye chico, tu familia murió y eres el único vivo. ¿Quieres unas tortillas para desayunar?" Bill podía ser un hijo de puta a veces, pero en este caso requería toda su paciencia. Así que sin tiempo decidió utilizar todo lo que aprendió esos años despidiendo personas en el hospital.
El castaño comenzó a abrir sus ojos lentamente mientras se acostumbraba a la luz que ingresaba bruscamente por sus pupilas, intento moverse pero sentía que algo impedía su movimiento. Cuando miró que estaba rodeado de cables y máquinas en ese momento entro en pánico, comenzó a moverse desesperadamente intentando liberarse de aquellas apreturas que lo tenían sofocado. Pero inmediatamente paró cuando sintió unas manos sobre sus hombros sostenerlo. Su mirada subió encontrándose con unos preciosos y brillantes ojos exageradamente dorados.
—Yo que tu no haría eso pequeño. —Bill con cuidado volvió a acostarlo en la camilla. El chico lo miraba bastante sorprendido, aquel rubio no parecía ser de este mundo, era demasiado lindo como para ser un mortal. No era normal ver a una persona con esos ojos como dos gotas del mismísimo sol, y aquellas perfectas facciones en su rostro.
—¿D-Dónde estoy? — preguntó el castaño mientras miraba a Bill, quien sentía que estaba por sufrir un colapso nervioso. Esto era malo, parece que la amnesia fue el problema ganador esta vez, y no sabía si eso era mejor que quedar inválido. Eso cambiaba las cosas. Bill necesitaba un plan rápido, aquel chico castaño de piel blanca y mejillas sonrojadas esperaba una respuesta., debía actuar rápido.
—Estas en un hospital. —Bill volvió a tomar asiento al lado del castaño.
—¿Qué me paso? —Dipper comenzó a mirar su lastimado cuerpo, estaba cubierto de vendas por todos lados, desde sus pies hasta sus costillas, sentía incluso algunas que le cubrían su rostro y su cuello. El rubio quedo callado por un momento mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para hablar.
—¿Qué es lo último que recuerdas? —Debía saber que tan grave era la amnesia que presentaba el menor. El castaño ahora quedo callado mientras miraba sus brazos y rebuscaba entre el desorden mental que tenía en su cabeza.
—Yo... no lo sé —Bill lo miro preocupado—. No recuerdo nada. —dijo con algo de pánico, y en ese momento, el rubio pensó que esto no podía empeorar más.
—Genial… —Bill suspiro. Lo que sea que hiciera en su antigua vida tuvo que ser muy malo para estar pasando por esto ahora.
—¿Ahora me responderás? —El rubio miro como el castaño lo miraba curioso, y al no responder la mirada del chico comenzó a notarse nerviosa, causando que sus parpados temblaran haciendo más notorias aquellas largas pestañas que poseía. Rayos, si no fuera porque vio desnudo a ese chico en el quirófano lo confundiría con una chica, bastante bonita por cierto.
—La verdad, no sé cómo decirte esto así que… te pido que no entres en pánico. —El castaño asintió preocupado—. Estas aquí porque desgraciadamente estuviste en un accidente aéreo. —Dipper abrió los ojos sorprendido—. Según informes fue uno de los peores que se hayan registrado ya que de toda esa catástrofe solamente hubo un sobreviviente. —Bill bajo la mira, mientras Dipper seguía analizando lo dicho por él.
—¿Nadie más pudo ser salvado? —No hizo falta preguntar quién era ese sobreviviente. Bill aun con la mirada agachada asintió—. ¿Hay algo más que deba saber? —El rubio levanto su mirada dejando a Dipper ver la tristeza inundar sus posos dorados.
—Tu familia también se encontraba ahí, lo siento… —volvió a agachar su mirada, sintiendo como la sensación de impotencia lo invadía. Estuvo por unos minutos, esperando alguna reacción negativa del chico, hasta que al no notar ningún movimiento ni sonido del castaño lo miro para ver como este solo miraba sus manos sin expresión alguna.
—Sé que debería estar destrozado en este momento, pero al no poder recordar nada simplemente… no logro sentir algo por ellos. —Dipper agarro con fuerza la sabana—. Y eso me enoja y me entristece de cierta manera.
Bill miro al chico notando como en su mirada se veía la confusión y eso le hizo sentir peor. Si ver al chico destrozado lo hacía sentirse mal, ver que él se sentía mal por no poder sufrir a su familia como es debido le hacía querer arrancarse el corazón. Con cuidado se levantó de la silla, y se sentó al lado del chico tomando su mano derecha y la apretó.
—No te preocupes pequeño, no estás solo. —A pesar de la situación, el castaño se sonrojo un poco por la acción del mayor, pero al instante bajo su mirada.
—¿Qué se supone que debo hacer ahora doctor? —Bill saco de su bolsillo la foto que Dipper tenía en sus ropas y se la entrego. El castaño la miro y sintió como un hoyo comenzaba a crecer en su pecho, donde se supone estaría su corazón.
—Por ahora debes descansar, aun estás débil. —Bill acomodo al menor y lo arropo con un cariño que jamás pensó volver a tener—. Intenta no esforzar mucho tu pensamiento ahora, ya recordaras después.
—¿Y qué pasa si no lo hago? —preguntó temeroso de saber la respuesta, observándolo con sus ojos cafés, vacíos y brillantes por las emociones que ocultaban. Bill quedo pensativo un momento, sin dejar de obsérvalo directamente.
—Entonces volveremos a crear tus recuerdos. —El rubio se alejó hasta la puerta, y luego giro a verlo—. Cuando termines tu recuperación vendrás conmigo, ahora yo soy oficialmente tu tutor legal. —Bill apago la luz—. Descansa, Dipper. —El castaño solo asintió y el mayor salió dejándolo solo, con su cabeza llena de pensamientos dolorosos y sin ningún recuerdo.
