.:*ATENCION LECTORES: TEMAS ADULTOS- CALIFICACION "M"*:.

Nota de Traductor: La siguiente pieza no es mía… Le pertenece a DeejayMil y su traducción (de carácter interpretativo y con ciertas licencias literarias) no ha sido autorizada (todavía), por lo tanto, la mantendré en estatus de no autorizada hasta lograr el permiso de su creadora… Espero que -mientras tanto- puedan disfrutarla (y que la autora no se enoje con mi atrevimiento).

El crédito del argumento es de DeejayMil y los derechos de la serie van para sus creadores.


Nota de Autor (por DeejayMil ): Esta historia contiene temas de adultos. Francamente creo que se califica M (Maduro), tomando en consideración las escenas que se describen.

Por favor, tome esto en cuenta antes de leer ya que las escenas eróticas juegan un importante rol para poder narrar la historia (no hay contenido sexual explícito, sólo sugerido). También contiene referencias al adulterio. Agradezco que si no se siente cómodo(a) leyendo éste tipo de historias: NO VAYA MAS ALLA DE ESTA NOTA

Gracias y les deseo a todos un buen día.


.:*Sin Justificación*:.

Ella sabía de todas las explicaciones que la gente solía valerse cuando intentaban justificar una infidelidad.

Pero ella no quiere justificación.

Aquello se había convertido en un ritual: La salida con las chicas, cada miércoles por la noche. Despedirse de Will con un beso y luego, fingir que ninguno de los dos se daba cuenta que, al regresar a casa, parecía que acababa de salir de la ducha.

Abrazaba a su marido por un rato, sintiendo el latido de su corazón, y viéndolo tragarse los reproches que sabía que se merecía.

Ella nunca trataría de justificarse. Pero tampoco significaba que lo pensaba dejar.

… …

Habían pasado tres meses desde que aquello empezó y no tenían intenciones de parar.

Pasaban sus días cazando bestias: Personas con apetitos infames, capaces de todo tipo de abominaciones. Rodeados por innumerables cadáveres: Una matanza perpetua, la desgracia que nunca termina. Producto de todo eso, ella podía sentir como esa miseria se adhería a su cuerpo, formando una segunda piel, un manto etéreo de inmundicia que no podía arrancarse, sin importar lo mucho que lo intentara. La arrastraba, la devoraba, la empujaba de tal modo que casi le hizo olvidar el significado de estar viva.

Will podría abrazarla y decirle que todo iba a estar bien, pero él no la entendía. No realmente. A él no le tocaba ver las cosas que fue obligada a mirar.

… …

Esa noche, en contraste, mientras se refugiaba en sus brazos, en el silencio del departamento de él-tan distinto a su casa: Llena de juguetes, fotos y detalles familiares- lo sintió estremecerse en su contra y lo atrajo más cerca. La boca de él jugueteando por los valles y montículos de su piel, como siempre

Y como cada vez, él le demostró su pasión al acariciarla sin pudor alguno, sin timidez… Al exponer sus ganas urgente de tenerla de nuevo, por hacerla suya… En un encuentro piel contra piel: Desinhibido, clandestino, casi casi primitivo…

Y ella se dejó llevar…

En un punto cualquiera, la respiración de él se volvió entrecortada… Ella ahogó un grito de placer cuando sintió la calidez de él derramarse dentro de su cuerpo. Lo abrazó por un momento para recobrar el aliento, enterró su cara en el hueco de su cuello, sintiendo la humedad de su cabello, empapado por el sudor y formando rizos cortos cerca del punto donde empezaba a curvarse la espalda en la que sus uñas habían dejado finas marcas.

Él se deslizó fuera al poco tiempo de haber acabado, haciéndola sentir vacía. Ella rodó por la cama hasta quedar sentada de espaldas a él, alargó su mano y corrió las sábanas antes de volverse sobre su hombro y mirarlo de nuevo.

El tragó una vez y se humedeció los labios, seguía respirando por la boca y mirándola como con sed, por debajo de sus pestañas y con los ojos oscuros. Por un instante, a ella le pareció como si él no estuviera realmente consciente de nada, excepto de su presencia allí y el deseo que no se esforzaba en ocultarle…

Pensó que, tal vez, se hallaba en una especie de trance pos orgásmico… Su mente brillante, totalmente entregada al éxtasis que acababan de compartir…

Le ofreció una sonrisa. Lo sintió estremecerse con el toque suave de sus manos al apartarle los mechones de cabello rubio oscuro que invadían la frente de él y se pegaban al sudor persistente en su cara.

Cuando rompió el contacto, él parpadeó y volvió a mojarse la boca, luego la recorrió con la vista, desde el azul de sus ojos hasta el centro de sus caderas… Y de nuevo al rostro…

Con pasos inestables, ella caminó frente a él: Desnuda… Se inclinó y recogió su ropa, para luego dejarla caer sobre una silla cercana a una cómoda. Se giró y lo miró tranquila, a través de un espejo, resistiéndose al llamado silencioso de volver al lecho y sintiendo el calor -y la humedad- que ahora se deslizaba hacia sus muslos…

Se vistió frente a él en una absoluta quietud.

… …

Cuando se marchó, lo había dejado desnudo, en la cama que compartieron… Él tenía una expresión febril en sus ojos y una actitud pretensiosa que la tomó desprevenida… Esta noche le había permitido irse sin objeción alguna… Sin decirle ni media palabra… No había argumentado cualquier cosa para persuadirla…

No parecía interesado en detenerla…

… …

Y ella lo sabía… Sabía que él se había dado cuenta de lo que estaba a punto de hacer… Que no necesitaba explicarle nada… Ni ahora, ni después…

Él también era un perfilador.

Estaba segura que él había observado que justo hoy… Esta noche y no otra… Se decidió a volver a casa perfumada con el aroma del sudor que compartieron. Volvió a casa oliendo a sexo, oliendo a él…

Con el olor de él por toda su piel.

Y parecía de acuerdo con todo eso… De acuerdo con su posición…


Esto no interfirió con la manera en que trabajaban juntos.

Ella sabía que era cuestión de tiempo para que sus compañeros de equipo notaran las sutiles muestras de que algo entre ellos dos había cambiado, de hecho, podría pasar en cualquier instante: Una mirada sostenida más allá de lo aceptable, algún roce casual. Cualquier cosa podía ponerlos en evidencia y derrumbar el castillo de naipes que habían construido.

A veces sentía como si estuviese plantándole cara al mundo con la intención que los descubrieran… Sentía que desafiaba a Will a darse cuenta… Que lo retaba con su actitud a ver si un miércoles de aquellos la sujetaba por un brazo, antes que pudiera salir, y le cuestionaba, con un tono suave y controlado, acerca de lo que estaban haciendo.

Pero no, no podía más. Ellos sólo estaban viviendo una fantasía: Su propia fantasía, tan retorcida como la de cualquiera de los criminales que perseguían juntos.

… …

Lo observaba mientras trabajaba con Rossi, a un extremo de su escritorio. Sus largos dedos pasaban velozmente sobre las páginas del reporte, igualando el ritmo de su lectura, señalando detalles que el resto olvidó.

Él se sintió atraído por la fuerza de aquella mirada. Cuando alargó el brazo para alcanzar su taza, alzó los ojos del informe en sus manos y se encontró con los ojos de ella… Con su vista fija en él.

Un temblor ligero se apoderó de su mano a medida que levantó su café.

Rossi, en un vistazo, reconoció lo que pasaba. El experimentado hombre lo sabía. Y ella sabía que lo sabía y no estaba segura si eso la hacía sentir bien o la asustaba… O simplemente la paralizaba.

Entonces, fue cuando advirtió la expresión incierta en el rostro de él, al ver cómo Rossi la miraba… Y en ese instante cayó en cuenta que no era la única que estaba poniendo su vida en juego…

Ya no estaba tan segura de cuál de ellos dos tenía más que perder.


Se había quedado hasta muy tarde, más tarde de lo que Hotch hubiese permanecido alguna vez. Estaba en la sala de descanso, sola, cuando de repente, reconoció sus pasos que se acercaban por detrás.

Ella llevaba una sonrisa en el rostro cuando se volvió para preguntarle por qué estaba allí todavía.

Él, sin darle tiempo a nada, se apretó en su contra, fundiendo sus labios con los de ella.

El beso fue urgente e inesperado. Los dientes de ambos se rozaron fugazmente Luego, hubo un ligero movimiento de la lengua contra el labio y se acabó…

La dejó aturdida y sin aliento.

La miró fijamente, con las pupilas bien abiertas, a imitación de las de ella...

Ella estaba sin palabras, de espaldas contra la alacena. Viéndolo directo a los ojos y entendiendo que en cualquier momento podía perderse en la quietud de su mirada.

Tenía ganas de él... Advertía la suave presión que él ejercían con sus caderas sobre su delgado cuerpo: Y se sintió necesitada del contacto directo con su piel, insaciable, incontenible, apasionado y anhelante…

Se llenó de los mismos deseos que lo inundaban a él.

Pero él sacudió su cabeza en negativa, lo que iba en sintonía con la expresión extraña que lo había acompañado durante su beso.

Se dio la vuelta y se alejó.

Eso no la tomó por sorpresa.


Más tarde, esa noche, ella estaba en la cama con su esposo…

Estuvo llena de deseos desde ese beso, ardiendo en llamas desde ese beso. Y al llegar a su casa, no pudo esconderle a su marido su hambre y sus ganas. Así que Will la abordó con pasión, mientras ella cerraba los ojos, pensando en otro hombre.

De repente, su mente traicionera la llevó a recordar cómo se ve él cuando acaba, mientras que su esposo disfrutó de un climax increíble…

Pero ninguno pudo ignorar el hecho que ella titubeó al mencionar su nombre: El segundo aquel cuando las palabras se escaparon de su boca y el hombre al que llamaban sus labios fue el incorrecto.

Ella se mordió la lengua y desvió la mirada. De imprevisto, todo se tornó diferente. Ya no se trataba de una aventura, una fantasía… Lo que tenían iba más allá…

No era necesario ser perfiladora para darse cuenta que ese incidente en la alcoba le mostró cuánto había cambiado su matrimonio. Esta había sido una prueba… "Su prueba"… Él había querido que ella se cuestionara su relación con él y le había dejado algo en qué pensar: Un beso…

Y ella no logró pasar el examen.

Tras ese primer beso, todo su mundo cambió.


Era lunes por la noche cuando ella tomó sus llaves y caminó hacia la puerta. Will la miró con la resignación tallada en el rostro, como si siempre hubiese sabido que este momento llegaría, más tarde que temprano. Ella abrió la boca para decir algo, lo que fuera, pero no… En lugar de eso solo bajó la cabeza y se marchó.

Mientras cerraba la puerta, su marido sintió como si un capítulo de su vida llegaba a su final.

… …

Él estaba en pijamas cuando golpeó a su puerta. Pudo ver la confusión en sus ojos mientras la miraba fijamente, por encima de su plato de cereal.

"¿Henry y Michael están bien?" le preguntó por sus ahijados, en primer lugar. Esperó un segundo, en el cual ella le dio un leve asentimiento que le devolvió el aliento. No estaba allí por sus hijos. Era otra la razón "Pero… Es lunes" objetó en voz baja

Entonces, caminó por delante de él, en dirección al dormitorio que utilizaban cuando ella venía a verlo.

La siguió en silencio, como si estuviera intentando acercarse a un animal asustado. "¿Jennifer?" Le preguntó, su voz se había vuelto muy ronca

Ella lo empujó hacia abajo, sobre la cama. No opuso ninguna resistencia, en cambio, envolvió sus piernas alrededor de ella para atraerla lo suficientemente cerca como para que pudiera sentir el latido frenético de su corazón. Ella también pudo sentir su deseo -incuestionable- al momento que la apretó contra él.

Esta vez, en lugar de desvestirse a las carreras -por la prisa que provocaban sus visitas fugaces y secretas... Tal y como tenían por costumbre...- Disfrutó de las caricias que él le obsequiaba a su cuello, sus besos suaves y sensuales, contrapuestos, por completo, a sus anteriores encuentros.

Ella había roto las reglas al venir a su casa un lunes por la noche… Él, ahora, también las rompería todas.

Ella permaneció en silencio, disfrutando de sus atenciones, respondiendo a la nueva forma de contacto. Sumisa ante las sensaciones despiertas…

Era su momento de probarlo a él.

Cuando cayó al suelo la última pieza de sus vestidos, él parecía tranquilo y centrado… Metódico. Muy diferente a las otras ocasiones cuando, simplemente, se deshacían de su ropa, como si fueran un estorbo, como si quisieran hacerlo y ya…

Estaban desnudos, tendidos el uno junto al otro. Una piel sudorosa en contacto con la otra... Invadidos por el deseo mutuo… Él estaba muy encendido, la rozaba firme en el muslo.

¡Y la besó!… La besó mientras estaban juntos... ¡Finalmente la besó!... Sólo abandonaba sus labios para respirar ligeramente, y siempre por encima de su boca… De nuevo un beso… Y otro, y otro más... Hasta inflamar sus labios… Ella podía sentir el reflejo de sus ansias tensarse y contraerse contra su pierna. Y también sentía su corazón: El corazón de él se aceleraba al mismo tiempo que el de ella.

"¡Ahora, Jennifer!... ¡Quiero tenerte ahora!" Le susurró al oído, mientras asumía su lugar por encima de ella. Algo más que quebraba las normas... Porque ellos no hablaban durante sus encuentros, nunca, ni una palabra de principio a fin.

Las manos de él se apretaron a la cintura de ella… Y fue cuando por fin notó que él había estado contando sus respiraciones, los latidos de su pecho.

… …

Él había bajado el ritmo, un pequeño descanso, una pausa para permitirle volver a pisar tierra. Un vaivén más suave, pero intenso… Hombre contra mujer, piel contra piel.

En su urgencia de él, se encontró con su mirada, ella se dio cuenta que él tenía los ojos muy abiertos, vidriosos y en total éxtasis… Pero seguía ahí, plenamente centrado en ella y en lo que pasaba entre los dos, había advertido -sin dudar- el momento exacto en que ella había perdido su conexión con él y con el mundo… Y definitivamente… Él la quería aquí, ahora, con él

El silencio y la pausa que usó para que lo mirara, la llevó a otra realización, él ya había sumado uno más uno, entendía que todo estaba cambiando entre ellos, que mientras ella había divagado en sus sentimientos por él, Reid siempre supo dónde estaban parados, lo que estaban haciendo, lo que estaban arriesgando.

"Siempre has sido tu", confirma ella, moviéndose contra él, "solo tú. Siempre tú"

Y ella se dejó besar en respuesta a sus palabras… Se entregó a la húmeda sensación de sus besos, todo el tiempo que él decidió quedarse allí… Cuando ganó un poco de distancia y se meció más duro entre sus piernas, ella se mordió los labios, se aferró a los pliegues de las sábanas y dejó descolgar su cabeza hacia atrás, arqueando su cuerpo, imposiblemente más cercano al de él. En el fondo, ella sabía que él estaba muy consciente de las reacciones que provoca en ella, y que podía sentir su cuerpo responder a sus avances… Con todos sus espasmos y contracciones.

Ocurrió en ella que también comprendió que lo había venido utilizando… A él… La misma persona que sabía y compartía lo que enfrentaban a diario… El hombre con el que acostumbraba a reunirse cada mitad de semana... Ella lo había estado usando para sentirse viva. Y él lo había sabido todo el tiempo…

Eso no importaba.

Acababa de hacer una declaración para la dos, que de seguro él sabía antes que ella misma lo entendiera.

... ...

La envolvió con sus brazos y la atrajo con fuerza hacia sí mismo. Pensó que, quizá, él estaba muy cerca de alcanzar su límite, mientras que en ella apenas se levantaba una creciente incontrolable. No había sido intencional el clavarle las uñas en la espalda, pero no pudo evitar hacerlo cuando lo sintió arrastrando la boca por el filo de su hombro, cubriendo con besos el espacio hasta su cuello.

Una leve presión y una mordida en el punto de su pulso, por debajo de su mandíbula, la hizo repetir el nombre de él entre susurros y quejidos.

… …

Ante el sonido de su voz llamándolo, él se sacudió un poco e intensificó el vaivén de sus caderas, en un baile íntimo y apasionado que le nubló la visión.

"¡Joder!," a él le salió de los labios, con un suspiro contra su cuello que la llevó a creer que él ya había visto la marca que, su muestra de afecto, de seguro dejó ahí.

Ella también se estremeció con el sonido de él maldiciendo. No solía maldecir y eso la provocó aun más…

Estaba tan cerca… tan cerca…

... ...

Él dejó caer la palma de su mano caliente a lo largo de su cadera y se vino dentro de ella con un gemido desesperado, como un naufragó en busca de la orilla… De una manera en la que nunca antes lo había visto acabar.

Ella fue testigo de la expresión de placer en sus ojos… Y de una especie de arrepentimiento… Él nunca terminaba al primero… Ella todavía podía sentirlo palpitar en su interior, mientras alcanzaba su propia liberación… Pese a su momentáneo desliz, él se estaba asegurando de llevarla hasta el final y supo que lo había logrado cuando la vio sacudirse hasta los huesos…

Él se alejó de ella. Le dio su espacio… Sus hombros se hundieron mientras esperaba que abandonara el lecho y empezara su ritual de despedida.

Ella se acomodó a su lado, estrechándolo con anhelo, sacudiendo la cabeza cuando él abrió la boca para decir algo, callándolo con un beso.

Esa noche no durmieron… No pudieron conciliar el sueño… Se acurrucaron, se embelesaron con la presencia del otro, se mantuvieron presos de aquel momento, entregados a sus sentimientos.