Bien, este es mi primer fanfic sobre fullmetal y harry potter así que no seais muy duros ~ La historia aun no esta muy moldeada, tengo la idea principal de lo que quiero pero no se muy bien lo que meteré dentro, supongo que todo dependerá de mi humor :}

Por favor, dejad reviews y decidme si os gusto o no y si tengo algún fallo o algo que os gustaria que mejorase :D Tambien acepto ideas :P

Ya sabéis, sin reviews no hay actualización ~

PD: la historia se ambienta en el último curso de howarts. Edward tiene 17 y Al 16. Obviamente y por temas de la historia, esto no se desarrolla de acuerdo al libro de HP pues todos van a clase y aun no ha comenzado la verdadera batalla. Además, en el fic Sirius sigue vivo. ¿Por qué? Pues porque lo necesito. Sin más. El resto de cosas se adaptan en la medida de lo posible a la realidad.

Respecto a FMA, hay spoilers del manga. Así que si alguién no quiere saber el final de la historia que no lea esto o se enteraría.

COPYRIGHT: Harry Potter le pertenece a JK Rowling y FullMetal Alchemist a Hiromu Arakawa. Yo sólo usos sus personajes para hacer mi historia. Nada me pertenece.

Espero que os guste ~


Capitulo 1: El otro lado.

-¿Estáis seguros de que son Mortífagos? – Preguntó una voz-.

-La verdad es que no estoy muy seguro, he mirado en sus brazos y no llevan la marca del Señor Oscuro pero ¿quién más sería capaz de atravesar nuestras defensas así? –Replicó alguien-.

-Aun así… parecen demasiado jóvenes para ser Mortífagos… –contestó la primera voz-. Deberíamos esperar a confirmarlo.

La otra persona suspiró molesta por no poder hacer las cosas a su gusto y salió de la habitación en la que estaban cerrando la puerta de golpe.

-No tiene remedio… -sonrió tristemente y salió detrás de él-.

Estaba oscuro. Su mente parecía una piscina llena de pensamientos agitados y que lo confundían cada vez más. Abrió los ojos lentamente pero no consiguió ver nada. Los cerró de nuevo y volvió a probar, parecía que ahora se había acostumbrado un poco a la escasa luz de la habitación. Miró a su alrededor confuso pero apenas podía distinguir nada, intentó moverse con poco resultado, algo se lo impedía aunque a simple vista estaba sentado en una silla. Forcejeó pero nada parecía funcionar.

-Mierda… ¿Qué coño es esto? –se quejó-.

Volvió a intentarlo pero ni siquiera se movió un milímetro así que chasqueó la lengua molesto sin saber que estaba pasando.

El tiempo pasaba, o eso creía él. La verdad es que era imposible saberlo sin algún dato que le ayudase a confirmarlo. Aun así durante ese tiempo no pudo hacer nada por separarse de esa silla, pero peor aún, en todo ese tiempo no había conseguido recordar porque estaba ahí sentado. Aun así eso era lo que menos importaba… en realidad una preocupación creciente estaba empezando a carcomerle por dentro, ¿había conseguido traer a Al de vuelta? No estaba muy seguro de ello, qué demonios, ni siquiera estaba seguro de estar con vida el mismo. Grito de la impotencia de no saber nada de lo que ocurría.

-¿Qué está pasando? – alguien abrió la puerta de un golpe preocupado por el grito, sorprendiendo al muchacho- ¿Por qué narices gritas? –se acercó con precaución al cautivo, aunque estaba seguro de que no podría moverse-.

Silencio. El joven sólo miraba al que acababa de entrar desafiantemente. No pensaba abrir la boca hasta que no supiera que es lo que estaba pasando.

-¿Es que no piensas contestarme? Créeme, no te conviene ser terco, no dudaré en utilizar las maldiciones imperdonables contra un Mortífago, por muy joven que sea –sacó algo que parecía un palo de un bolsillo y apunto decidido al joven como si por el mero hecho de hacerlo estuviera seguro que todo estaba a su favor-.

El muchacho no pudo evitar reírse, intentó contenerse, intentó parecer serio y desafiante pero le fue imposible. ¿Qué se creía ese tío? ¿Es que estaba loco? Era Edward Elric, un simple palito no acabaría con él.

-¿De qué te ríes estúpido? – se confundió el que le apuntaba. Sabía que los Mortífagos estaban locos pero no tanto como para reírse de tal amenaza.

Edward estaba a punto de abrir la boca para responderle con algún improperio cuando alguien más entró en la habitación interrumpiéndole.

-¿Qué estás haciendo Remus? –preguntó la voz de antes. Una mujer pelirroja entró a la habitación descubriendo que el muchacho presó había despertado finalmente. –Ya te he dicho que no sabemos si es un Mortífago, no puedes lanzarle un cruciatus así como así.

-Lo sé pero su silencio me ha sacado de quicio Molly – Edward miró a la mujer interesado, ella parecía levemente más cuerda que el hombre. Al menos no le había amenazado con un palo.

-Está bien Remus, últimamente estamos todos muy susceptibles. Quizá deberías ir a descansar –le miró preocupada.

-Sí Remus, quizás deberías irte a descansar –ambos miraron sorprendidos a quién había hablado. Edward no había podido evitar decir esas palabras de forma burlona. A pesar de su situación, que no parecía muy buena, la situación no podía dejar de parecerle graciosa.

Lupin se acercó de nuevo al joven con ese palo enfundado en la mano de nuevo y lo apretó contra su garganta de forma amenazante.

-Te lo advierto, no juegues conmigo. Si aun sigues vivo es porque necesitamos información de cómo habéis pasado nuestras líneas defensivas- siseó-.

A Edward esas palabras, más que infundirle miedo le crearon una pequeña esperanza. Si no había oído mal ese loco había hablado en plural y eso sólo podía significar una cosa.

-¡¿Dónde está? –ni siquiera se molestó en ocultar la ansiedad en su voz. Necesita verlo, necesitaba saber que su querido hermano estaba bien. Pero había cometido un error, acababa de darles una ventaja a esas personas.

Remus sonrió satisfecho. Esa no era la reacción que esperaba pero le serviría igual.

-Te llevaré con ellos una vez que contestes mis preguntas. –Dijo sin lugar a réplica-.

Edward le miró con odio, pero a la vez confundido porque parecía que más de una persona había llegado con él a ese lugar y no sabía quién podía haber sido.

-Está bien, pero como averigüé que algo le ha pasado juro que te mataré –dijo totalmente seguro de sus palabras-.

Remus rió de nuevo sin creer una palabra de lo que decía.

-Molly, llama al resto. Diles que va a hablar. –Dijo sin apartar la mirada de Edward-.

La mujer salió de la habitación y no fue hasta un rato después que volvió con un grupo de personas.

-Me sorprende que sea tan fácil hacerle hablar, ¿estás seguro de que no es una trampa? –Habló uno de los presentes-.

-No lo creó, en cuanto le he dicho que las personas que venían con él estaban capturados también, no dudó en hablar –sonrió Remus.

-Vaya sorpresa, ¿un Mortífago preocupado de sus compañeros? Nunca imaginé ver algo así –habló un hombre de nariz ganchuda.

-Aún no sabemos si es un Mortífago Severus… -le recordó Molly.

Remus carraspeó para que se callasen. No era momento de divagar sobre eso cuando podían hacer las preguntas directamente. Miró a Edward y empezó a preguntar cosas simples.

-¿Cuál es tu nombre?

-Edward Elric. –Miró con furia a todos los presentes, no soportaba haber caído en el juego pero no podía arriesgarse a que algo le pasase a su hermano ahora que estaba seguro de haberlo recuperado.

-¿Qué edad tienes? –siguió Remus.

-17 –respondió secamente-. Venga, ¿enserio? Pregúntame algo más interesante, no me digas que me tienes inmovilizado sólo para saber esto… -lo retó.

Remus le miró abochornado y alguien le apartó cansado de la rebeldía del joven.

-Yo haré las preguntas Remus- dijo un joven antes de posar su mirada en Edward-. Bien Edward, ¿comprendes por qué estás aquí?

Negó sin molestarse en responder con su voz. Realmente estaba perdido, no le gustaba admitirlo pero no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo.

-¿Acaso no has venido bajo las ordenes de Lord Voldemort? –siguió hablando.

Edward lo miró confundido. No tenía ni la menor idea de que le estaban hablando.

-¿Lord qué? ¿Es que es alguien famoso que deba conocer? –preguntó medio riendo por el ridículo nombre.

-Sirius… nadie que esté bajo el mandató del señor Oscuro se reiría así de Él –le dijo el de nariz ganchuda al interrogador.

Todos murmuraron palabras ininteligibles para los oídos de Edward, que estaban empezando a embotarse. En todo este tiempo la adrenalina no le había hecho darse cuenta, pero realmente se encontraba mal. Aun así no era el momento adecuado para mostrar debilidad así que tragó saliva e intentó no pensar en ello.

-Si no tenéis más preguntas quiero ver a los otros –omitió el dato de que uno de ellos era su hermano y el otro no sabía quién era. No quería darles más ventajas a esos tipos.

Sirius miró al muchacho de nuevo.

-Aún no. Todavía quedan algunas preguntas –dijo-.

Suspiró. Estaba cansado y se encontraba mal. Quería que todo terminase de una vez para poder irse con su hermano pero nada parecía estar a su favor.

-Dices que no sabes quién es el Señor Oscuro, pero entonces, ¿cómo y para qué has entrado aquí? -ciertamente es algo que Edward también desconocía y quería averiguar pero contestar eso no haría que lo creyesen. Se resignó.

-No lo sé… ni siquiera sé donde estoy o por qué estoy aquí –les miró-. No recuerdo absolutamente nada después de… -se calló. Un escalofrió atravesó su espina dorsal al recordar lo que había pasado.

Habían vencido a Father, estaba seguro de eso y entonces dio su puerta de la verdad a cambió de recuperar a Alphonse… pero después… ¿Qué había pasado después? Estaba en blanco. No se explicaba cómo habían llegado a esta situación. Intentó hacer memoria.

-¿Pretendes que nos lo creamos? Sólo alguien muy poderoso podría romper nuestra defensa –replicó Sirius.

-¿Y qué pretendes que te diga cuando no tengo ni la menor idea de lo que me hablas? ¡Lo único que tiene sentido de lo que me has preguntado es mi nombre y mi edad porque es lo único que se! –gritó cada vez con menor paciencia.

-Está bien, tranquilos todos. Creo que está claro que estos muchachos no son Mortífagos –intentó calmar las aguas Molly. Sabía que no quedarían convencidos por sus palabras pero hace media hora, cuando interrogaron a los otros dos, parecían tan confusos como lo estaba ahora Edward y eso la hacía dudar de si realmente eran enemigos o sólo personas con mala suerte-. Apóyame Arthur –miró a su marido buscando un aliado.

-Yo… no se qué pensar querida –miró a su mujer-. Pero de lo que estoy seguro es que tú no dirías algo así sin estar segura de tus palabras, al fin y al cabo, tenemos muchos hijos que proteger y no dirías eso si no estuvieses segura de que no nos harán daño…

-Está bien, vamos fuera a hablar de esto. No es conveniente que él no s escuche –dijo Sirius señalando a Edward antes de salir con el resto.

Cerraron la puerta. Todo volvió a la oscuridad total. Suspiró agotado y cerró los ojos. Cada vez se encontraba peor y el dolor de su brazo derecho empezaba a ser una tortura, pero no podía quejarse. Al menos lo tenía otra vez. Ahora era casi humano, si es que alguien como él se podía considerar humano… había cometido demasiados pecados en su vida como para merecer ese término.

Sonrió tristemente por los pensamientos que llegaba a tener en la oscuridad, cuando la puerta se volvió a abrir dejando pasar un haz de luz. Hizo un esfuerzo por abrir los ojos y volvió a ver a esa mujer de antes, Molly, que venía con una sonrisa en la cara.

Edward la miró mientras ella se acercaba. Ninguno dijo una palabra, él estaba demasiado cansado y ella no sabía que decir. Al final se decidió a hablar.

-Hemos acordado que no sois peligrosos… -le miró-. Espero no equivocarme con mi intuición, porque entonces sería la culpable de un gran pecado…

Edward sonrió cansadamente. Pecados… en verdad podía ser un pecado dejar libre a alguien como él. Trago saliva molesto consigo mismo por la clase de sentimientos que estaba teniendo. No podía permitirse el lujo de venirse abajo, tenía que ser fuerte. Volvió a mirar a Molly.

-¿Cómo están los otros? –dijo despacio-.

-Tranquilo, están bien. Ahora podrás verlos –sacó lo que para Edward seguía siendo un palo y tras decir unas palabras notó que su cuerpo volvía a tener movilidad. –Vamos, sígueme-.

Se levantó despacio de la silla haciendo un gran esfuerzo y comenzó a arrastrar los pies detrás de la pelirroja para seguirla. Salió de la habitación y cerró los ojos apresuradamente. La luz llegaba a ser muy molesta después de tanto tiempo en la sombra. Se paró un segundo intentando acostumbrarse y se apoyó en la pared para mantener las fuerzas. La mujer lo miró.

-¿Estás bien? –le vio afirmar con la cabeza.

Unos segundos después volvió a abrir los ojos y tras parpadear un par de veces consiguió acostumbrarse a la luz y siguieron su camino.

Hasta ahora no se había dado cuenta pero estaban en una casa. El sitio podría haber sido acogedor con otra decoración, quizá pintando las paredes y quitando un poco del polvo acumulado. Pero eso no era importante. Siguió caminando tras Molly preguntándose cuando llegarían a donde su hermano.

Tras recorrer todo el pasillo entraron en una habitación que no era muy diferente de la suya. La misma oscuridad, el mismo olor a moho, el mismo silencio. Dio unos pasos hacia el interior mirando a Molly con desconfianza por si lo iba a encerrar allí ahora.

Ella le instó a pasar con una sonrisa y encendió una vela para dejar ver el interior. Allí estaba él. No podía creerlo… ¿Acaso habían acabado así por él? Quizás después del intercambio pasó algo y por su culpa habían sido encerrados de esa forma. Se acercó unos pasos a la silla donde estaba esa persona que tanto le sacaba de quicio.

-Coronel… -se acercó un poco más-. ¡¿Qué demonios hacemos aquí? –Le gritó antes de pegarle un buen golpe en la cabeza-. ¡No me diga que esto es culpa suya! Si es la venganza de alguna mujer a la que le ha roto el corazón yo no tengo nada que ver, así que no me involucre en sus historias –le miró furioso y le iba a volver a pegar, pero notaba como las fuerzas se le iban así que decidió calmarse.

-… - Roy miraba a su subordinado sin poder creerlo, realmente seguía vivo. La alegría le invadió y se levantó de la silla en la que le habían dicho que esperase pacientemente -. Estás… estás vivo… pensé que Al y tu habíais muerto… -habló ignorando el comentario y el golpe del menor-.

Edward lo miró confuso. ¿Morir? Bueno, es cierto que él también pensó en que había muerto, pero por qué el Coronel iba a pensar algo así se le escapaba… había algo que todavía no conseguía encajar en todo el puzle, porque parece que esto no tenía nada que ver con los líos de faldas de Mustang.

Aun así no era momento para pensar en esas cosas. Todavía no había visto a Al. Necesitaba ver por sí mismo como su hermano tenía de nuevo su cuerpo. Estaba ansioso por comprobarlo.

Molly los llevó a ambos a donde estaba Alphonse, quien se encontraba en su silla esperando a que alguien apareciese.

-¡Hermano! –Gritó en cuando vio a Edward atravesar la puerta-. ¡Vuelvo a ser yo! Al fin tengo cuerpo –sonrió felizmente y corrió a abrazar a su hermano haciendo que los dos cayeran al suelo.

-Al, estás bien –lo abrazó con cariño, porque al fin había conseguido darle lo que tanto tiempo y sacrificio les costó-. Siento haber tardado tanto… siento no haber podido recuperar tu cuerpo antes…

-Hermano… -le miró con cariño porque sabía que dijese lo que dijese Edward no cambiaria nunca-.

Roy sonrió por la escena que estaban teniendo los dos y por la expresión que tenía la mujer de su lado, que sin duda alguna no había entendido nada de la conversación que habían tenido los hermanos.

Molly se recompuso como pudo y carraspeó llamando la atención de los Elric.

-Muy bien muchachos, ahora que se han reencontrado todos vayamos a un lugar más cómodo antes de que nos expliquen más sobre quienes son – dejó espacio en la puerta para que Roy saliese y ella lo siguió-.

Alphonse se levantó del suelo rápidamente por miedo a perderse si se retrasaban y Edward hizo el mismo gesto pero sus fuerzas ya no daban más de sí. Sintió un mareo y la vista se le nubló. Aun así consiguió mantenerse de pie, pero entonces un dolor muy fuerte recorrió su brazo derecho y se le escapó un aullido de dolor antes de perder la consciencia.

-¡HERMANO!


Bueno, hasta aquí hemos llegado ~

¿Qué os ha parecido? Sed sinceros. Eso si, por favor, no falteis al respecto ¿eh?

Una última cosa. ¿Queréis romance? ¿Entre quién?

Bye 3