N/T: Nunca me he metido en algo cómo esto, traducir un fic tan increíblemente largo, pero es DEMASIADO bueno *___*. Y ha echo que caiga totally in love con el Hei/Ed 3.

Anyway, os dejo el link del fic original :3

(ya sabeis, y eso) / s / 3 5 1 7 0 4 3 / 1 / M i r r o r w o r l d (Comeos los espacios xD).

¡Disfrutadlo! (Y si veis alguna cosa extraña o frases sin sentido, decidmelo: esto de la traducción me cuesta un poco xD).

Disclaimer: El universo de FMA no me pertenece a mí, sino a BONES y Hiromu Arakawa. Este fic, tampoco es mío, es de Tramontana Keeper (:


Influencia demoníaca


Cuando iba por la mitad de otra de sus fantasiosas historias sobre alquimia y monstruos, Edward paró y miró fijamente a Alfons.

—No me estás escuchando.

—¿Eh?

Alfons alzó la vista de sus papeles.

—Por supuesto que estoy escuchando.

—No, no lo hacías—Edward frunció el ceño, cruzando los brazos—.Tú no me crees.

Oh, otra vez no.

—Edward, yo…—Alfons no conseguía imaginar una forma educada de decir "No, no te creo. Puede que me estés mintiendo, o que estés loco, y sinceramente, no sé que es más perturbador" —. Son historias muy interesantes—comentó.

La respuesta no satisfizo a Edward, que nunca dejaba estar las cosas hasta que no habían hablado de ellas a fondo.

—No son solo historias—Edward insistió. —Son…- ¡mírame, joder!

—Estoy intentando trabajar—Alfons permaneció en su escritorio, tentando de echar fuera a su compañero de piso.

Edward golpeó la mesa fuertemente con sus prótesis.

—¡A la mierda el trabajo! No puedo vivir así…—él se dejó caer en la silla contigua a Alfons, bajando la cabeza—Por favor, Alfons. Crees que estoy loco.

—Yo no creo que estés loco—Alfons maldijo su nula habilidad de comunicación con Edward—Mira Edward, ¿qué problema hay con cómo han ido las cosas hasta ahora?—gentilmente, le tocó a Edward el hombro derecho, el humano, y presionó hasta que él lo miró. —Lo siento. No estaba escuchando. Acaba la historia.—él no podía resistir ver a Edward tan infeliz. Que para ser sinceros, estaba así casi todo el tiempo.

—Tú no sabes cómo es…—la voz de Edward se quebró, en una de sus abruptas transiciones de la ira a la depresión—. Yo quiero…no puedo…

—Estoy seguro de que te las arreglarás para llegar a casa—intentó Alfons. Deseó poder creer en ese mundo, solo si eso hacía feliz a Edward.

—Yo…—Edward le miró repentinamente, con sus ojos dorados totalmente ofuscados—Voy a probártelo ¿Dejarás que te lo pruebe?

Alfons retrocedió ligeramente ante la intensidad de su mirada. Si existía esa prueba…si lo que decía Edward era verdad…eso pondría su propio mundo patas arriba. ¿Cómo podría lidiar con algo cómo eso?

Dejarás que te lo pruebe. Edward le estaba ofreciendo un camino. Él podía seguir viviendo en la ignorancia, considerando a su enigmático compañero de piso cómo un bromista.

Y además, si en verdad tenía esa prueba, ¿acaso podría resistirse al científico?

—Muéstramelo.—susurró.

Edward abrió la boca para decir algo, y entonces la cerró con una pequeña media sonrisa.

Alfons esperaba curioso, con su corazón palpitando fuertemente.

Edward alzó la mano derecho y…¿empezó a desbotonarse la camisa? Era algo difícil de hacer con una sola mano, y sus dedos temblaban por algo similar a la excitación.

El alemán se agitó levemente en su asiento, pensando en cómo y de golpe, toda la situación se había vuelto surrealista. Debía estar soñando, pensó la parte de su cerebro que no había muerto de felicidad ante la perspectiva de Edward desnudándose ante él. Sólo en sus fantasías, mientras estaban teniendo una conversación cualquiera, podía ocurrir algo tan extraño…

Edward gruñó con frustración ante los persistentes botones, y Alfons deseó en silencio que le pidiera ayuda.

Finalmente consiguió quitarse la camisa, y se puso a buscar a tientas las correas que lo unían con su prótesis.

—Aquí—dijo Edward con satisfacción, cogiendo la mano de Alfons y apretándola contra el lado izquierdo de su pecho—Por favor, no grites.

El sonrojo que había ido apareciendo gradualmente, explotó en toda su cara. ¿Gritar? ¿Por qué debería protestar por esto? Alfons respiró de forma entrecortada y dificultosa, con la mano ardiendo por su contacto con la piel de Edward. No podía entender exactamente que quería probar su compañero, pero ciertas partes de su ser estaban disfrutando la situación enormemente.

—¿Y bien? ¿Puedes sentirlo?

Alfons encontró difícil el oír la voz de Edward, con el potente latido que retumbaba en sus oídos. Toda su atención estaba enfocada desesperadamente en mantener sus dedos quietos sin acariciarlo; se tomó un momento para concentrarse en lo que había dicho Edward.

—¿Eh?

Edward rodó los ojos de forma teatral.

—Idiota. El latido de mi corazón.

¿El latido…? Alfons concentró su atención en la palma de su mano. ¿Dónde…? Se quedó helado inmediatamente. Frenéticamente, empujó su mano contra el pecho de Edward, olvidando la sensación de antes. Su piel seguía cálida, y estaba respirando. Pero su corazón no estaba latiendo.

—¡Dios mío!

Alfons alejó su mano inmediatamente, cómo si se hubiera quemado, y se alejó todo lo que pudo. ¡Un demonio! Edward tenía que ser un demonio, pensaba fervientemente. ¿Cómo podía vivir si su corazón no latía?

—Alfons, cálmate. —Edward avanzaba hacia él lentamente.

Con vergüenza, Alfons finalmente comprendió su innatural atracción hacía ese hombre. Obviamente, Edward era una especie de súcubo, mandado para tentarlo.

—¡Aléjate de mí!—gritó Alfons, cogiendo un cuchillo de la mesa de la cocina y alzándolo amenazadoramente.

Entró en pánico cuando vio que la amenaza del cuchillo no sirvió de nada, y Edward continuaba avanzando hacia él. Por primera vez en su vida, deseó tener una cruz a mano.

—No voy a hacerte daño—si Alfons le hubiera escuchado, habría sentido la exagerada paciencia de la voz de Edward.

—¡Y una mierda! ¡Demonio sin corazón!—le empujó, tratando de alejarlo de él.

En ese momento, Edward se detuvo. Alfons respiró aliviado.

—¿Demonio?—el rubio intentaba aguantarse la risa.

¿Podré alcanzar la puerta?, se preguntaba Alfons fervientemente. No se atrevía a gritar por temor a lo que pudiera hacerle el demonio, pero si tan sólo hubiera habido alguien más con él…quizás podría huir en esa pequeña pausa, pues Edward estaba ocupado riendo histéricamente.

—Oh, por el amor de…

Antes de que el alemán pudiera dar dos pasos, Edward estaba encima de él. Tiene que ser un demonio, si no, ¿cómo podría Edward inmovilizarme con una sola mano?, pensaba.

El cuchillo cayó al suelo lejos, y Alfons se protegió la cara con las manos, temblando asustado. Todas las historias de terror que había escuchado alguna vez, aparecieron en su mente de golpe.

—¡Deja de asustarte, joder! ¡Se supone que eres un científico!

Las palabras no tenían ningún significado para Alfons. Todo lo que sabía era qué unas fuertes manos se cerraban alrededor de las suyas y entonces…

Le tomó un par de minutos dares cuenta de que en verdad, no había pasado nada malo, aún. Seguía tirado en el suelo de su apartamento, con Edward sentado en su estómago y una expresión increíblemente humana de molestia en sus bellas facciones.

Los dedos de Edward seguían entrelazados con los suyos y Alfons encontró su palma otra vez aplastada contra el pecho de Edward.

Pero esta vez, el podía sentir el latido imperceptible de un corazón.

—¿Lo ves?—dijo Edward con voz tranquilizadora, pero parecía que seguía luchando contra la risa—. Tengo corazón. Sólo qué en el lado incorrecto.

—¿En el lado incorrecto?—Alfons intentó comprobar la anomalía. Su mano se apretó en el lado derecho del pecho de Edward, donde podía sentir la innegable presencia de un corazón. Experimentando, puso su otra mano en el lado izquierdo. Nada.

—Fui volteado—dijo Edward tranquilamente—, mientras venía hacia aquí. Ahora mismo, soy un espejo de mi mismo. ¿Ves? Todo está en el lado contrario.

—…¿en el lado contrario?

—Sí. Cómo con mi corazón. Por ejemplo, en mi mundo, el brazo que perdí, fue el derecho. Aquí, perdí el izquierdo. La misma historia con mi pierna. Simplemente estoy al revés.

—Así que…—Alfons tragó despacio—…¿no eres un demonio?

Fue algo insultante para él, ver cómo Edward se echaba a reír otra vez.

Sólo entonces se dio cuenta de que era la primera vez que había visto reír tantísimo a Edward, tan fuerte que tenía lágrimas en las comisuras de sus ojos.

—Podrías haber avisado antes, ¿no?— murmuró Alfons disgustado. Cuando la vergüenza ahuyentó el pánico inicial, un nuevo shock lo sorprendió. Edward estaba diciendo la verdad, comprendió. A pesar de todo, su compañero de habitación en verdad había venido de un universo completamente diferente.

Pero tras ese shock, se dio cuenta del hecho de que seguía tirado en el suelo, con un semidesnudo Edward sentado en su estómago. Y si Edward no era un demonio, eso significaba que la pecaminosa obsesión que sentía por ese hombre, era totalmente culpa suya.

De todas las revelaciones de ese día, esa, fue probablemente la peor.


N/T: En fin, espero que os haya gustado :3. Los reviews serán bien recibidos, lalalah xD.