Skip Beat no me pertenece.

Esta será mi última historia de Skip Beat del año. Así que, ¡feliz año 2018! Espero que sigan leyéndome, ya que aún tengo algunas pocas historias que contar. Y esperemos que esta vez si se nos cumpla y haya algo de avance en la relación de este par.

Sarang

Ren había recibido una llamada del extravagante Presidente de LME. Su padre estaba de visita. Estaba esperando en su oficina para poder saludarlo. No tuvo más remedio que asistir. Después de todo, su padre se estaba portando bien y no había hecho una escenita de amor paterno frente a todos.

— ¿Ah?—Ren había llegado a la oficina de Lory y tanto su jefe como su padre le dispararon una pregunta que no se esperaba— ¿solo me llamaron para preguntarme cuando voy a declararme a Mogami-san?

—Sí—le dijeron al unísono.

— ¡Qué les importa!—les gritó bastante enojado—y antes que nada ¿cómo es que él lo sabe?—se preguntaba Ren señalando a su padre.

— ¿Crees que soy tonto?—fue la respuesta de Kuu.

—No, ¡pero se supone que nadie lo sabía!

—Ni que fuera tan malo que tu padre lo supiera—le dijo Lory tranquilamente fumando una pipa.

—Es más que suficiente con que usted y Yashiro-san lo sepan como para que ahora también mi padre esté al tanto.

— ¿Ibas a dejar a tu propio padre a un lado? ¡Qué cruel eres! ¡No solo nos abandonas sino que tampoco me incluyes en tus relaciones amorosas!—Kuu Hizuri como buen actor que era se puso a sollozar dramáticamente.

— ¡Sí, porque no necesito tu ayuda!

— ¿Ayuda? ¡Eso y más necesitas hijo tonto!

— ¡Si solo para eso me llamaron, me voy!

— ¡Kuon!

El actor abrió la puerta de la oficina totalmente enojado, pero al hacerlo se quedó petrificado completamente frente a ella.

— ¿Qué sucede?—se preguntaron tanto Lory como Kuu al verlo. Se acercaron a él y se quedaron mudos al ver a la persona que estaba del otro lado de la puerta y la razón por la que Ren se había quedado congelado.

— ¿Mogami-san?—preguntó Ren con un débil susurro.

— ¡Yo no fui!—se defendió enseguida Lory.

— ¡Yo tampoco!—imitó Kuu.

—Yo…—habló la chica—lo siento, vine a ver a Kuu otou-san, pero como están ocupados regreso más tarde.

— ¿Escuchaste?—le preguntó angustiado su sempai. Kyoko no se atrevía ni a mirarlo a los ojos.

— ¿Escuchaste, verdad?—insistió, pero no consiguió ninguna respuesta.

—Kuu, vámonos—indicó Lory a su amigo.

—Pero…

— ¡Vámonos!—Lory también quería quedarse y ver todo el espectáculo pero al parecer estorbaban, así que no tenía otro remedio más que el irse. Ya después les sacaría la información a ese par.

Jaló a Kuu con él, hasta que desaparecieron de la oficina.

— ¿Mogami-san, lo escuchaste?—preguntó una vez más y cada vez más angustiado.

La chica asintió levemente. Y armándose de valor, alzó la vista para mirarlo.

— ¿Es verdad?—le preguntó con un hilo de voz, ya que ni siquiera era capaz de encontrar las palabras adecuadas para averiguar lo que deseaba.

—Sí— ¿qué más le quedaba? Tenía que aceptarlo de una buena vez. Pero Tsuruga Ren no se esperaba recibir una sonrisa tímida y llena de felicidad por parte de la actriz, además que su rostro se adornó de un ligero tono carmesí que la hacía verse adorable.

— ¿Me escucharás?—le preguntó con la esperanza revoloteando en su pecho.

Ella volvió a asentir.

— ¿No huirás?

Negó. Y él con una sonrisa mata demonios y derrite glaciares, le tendió la mano, la cual la chica tomó para ser guiada a la oficina, dónde le esperaba una larga plática llena de sentimientos y verdades. Pero antes de que iniciara, algo hizo click en el cerebro de Kyoko.

¿Hijo? ¿De Kuu otou-san? ¿Kuon? ¡¿Qué?! ¡Tsuruga Ren es Kuon Hizuri, hijo de Kuu otou-san!

Bueno, esa plática en verdad sería muy larga.

.

.

.

.

Próximamente: Beso travieso