1. Oído

El calor molesta. No deja dormir. Pega las sabanas al cuerpo y por más insistencia que se aplique, no pueden ser despegadas. El sudor resbala y se pierde entre los pliegues de tela dejando tras de sí una línea salada que va desde la sien hasta la base del cuello. Exasperado, Ronald Weasley se agita ferozmente y logra salir del embrollo de tela, pega un salto y se encuentra de pie en la habitación.

La casa duerme. Harry duerme. Ella duerme. Y el aire esta viciado, la pequeña ventana esta abierta de par en par pero el viento no sopla. Después de un rato cae en la cuenta de que sigue parado en el mismo lugar, mirando al vacío en la oscuridad y sólo por hacer algo, sale de la habitación. En el oscuro pasillo el aire parece más fresco. La puerta de la habitación de su hermana está entreabierta. Desde lejos echa un vistazo, pero no puede verse nada. Está muy oscuro. Sacude la cabeza apartando la idea de acercarse más porque esta mal Ronald, muy mal y baja las escaleras procurando no pisar el cuarto escalón del primer tramo que suele chirriar horriblemente, para no perturbarle el sueño a nadie.

Llega a la cocina y las luces están prendidas, como siempre. Toma un vaso, se sirve agua del grifo y la bebe despacio, con el entrecejo fruncido, recargado sobre la mesada, mirando al vacío, pensando una y otra vez en lo mismo. En cosas que no se pueden decir, y que tampoco se deberían pensar. En sensaciones que no estaban y cosas que quiere hacer pero no sabe cómo, en piernas muy largas que antes no había notado, en faldas que son cada vez más cortas, y camisas que se ciñen más en torno al pecho, vaya uno a saber por qué. Será porque está más grande. Será porque no es el mismo. Porque no son los mismos.

Sólo sabe que está aburrido, cansado, acalorado y sumergido en un sopor de sudor y temperaturas elevadas.

Ese cuarto escalón chirría, y alguien está bajando. Casi no se oye, pero él ya sabe quién es. Las pisadas son livianas sobre las viejas maderas, las reconoce (por más patético que eso pueda sonar). Es ella. Hermione está despierta.

Silenciosamente se cuela por la puerta de la cocina y lo mira extrañado. El pelirrojo desvía la mirada rápidamente de las piernas que sobresalen de la camiseta de los Chuddley Cannons demasiado grande para ella, que él le regalo. Se aclara la garganta, y toma otro sorbo de agua.

- ¿Qué haces?- pregunta Hermione. Su voz suena calmada. Se acerca al grifo y se sirve agua.

- No podía dormir- dice Ron, en un gesto que quiere creer que es de despreocupación.

- Ya. Yo tampoco.

-Hace demasiado calor.

-Sí.

Las palabras suenan vacías, casi huecas y carentes de sentido. Pero, ¿Era estúpido por su parte pensar que había una conexión más allá de lo que podía verse a simple vista?

Si. Estúpido y cursi.

Le dedica una última mirada, y una sonrisa a modo de despedida antes de darse media vuelta y subir las escaleras. A mitad de camino el escalón vuelve a chillar y se oye pequeño murmullo de hastío. El no puede evitar sonreír y piensa que el insomnio valió la pena solo por oír a Hermione maldecir.