Disclaimer: Si la idea o los personajes me pertenecieran de algún modo, ya haría mucho tiempo que House y Cuddy estarían liados n.n xDD
Summary: Lisa Cuddy haría lo que fuera por complacer a sus benefactores, hasta montar una fiesta en el Hospital en plena Nochebuena para satisfacer a uno amante de las tradiciones Navideñas. HousexCuddy
Muérdago
Nevaba la mañana de un 24 de diciembre sobre Nueva Jersey; prometía ser un día de Nochebuena encantador, con las calles blancas, niños paseando felices con sus bufandas y gorritos, y Papás Noeles repartiendo regalos a diestro y siniestro frente a los centros comerciales.
En
el Hospital Universitario Princeton-Plainsboro sin embargo, no daban
a basto. Lisa Cuddy avanzaba sin descanso y sin obstáculos
aparentes por los pasillos, sorteando enfermeras y montones de niños
resfriados arrullados por padres preocupados, y que en otro momento
se hubiera tomado la molestia de darles caramelos y una dulce
sonrisa, pero que simplemente ahora no le importaba.
La Directora
del Hospital llevaba en sus manos una carta mal cuidada y sus ojos de
acero lanzando miradas asesinas a quien osaba interponerse en su
camino le facilitaba bastante más su carrera. El único
estudiante que se atrevió a meterse con ella en el ascensor
salió con un puchero y jurando que, si hubiera podido, el
aparato hubiera avanzado el doble de rápido.
Finalmente, Cuddy llegó al Departamento de Diagnóstico Clínico y frunció los labios antes de entrar; las cortinas de las paredes acristaladas estaban entornadas, con lo que alcanzaba a ver a House y Wilson inclinados y haciendo algo, pero sin inmutarse de forma alguna, y eso la sorprendió; ¿no habían oído desde el pasillo el repiqueteo de los tacones? Diciéndose a sí misma que lo que estaba haciendo no era espiar, acercó su oído a la puerta y la suave voz de Wilson acudió con claridad.
.-No me lo puedo creer, ¿de verdad vas a hacerlo?
.-Ya me conoces, me gusta jugar con ella.
.-Oh, pero esto es peor que humillarla frente a sus empleados. Cuddy te va a matar.
Llegados
a este punto, a Lisa no le gustaba el cariz que iba tomando la
conversación. De hecho, no le gustaba nada, así
que tragándose el respetuoso toque a la puerta antes de
entrar, la empujó con energía y los brazos en
jarra.
Los dos médicos que estaban hablando en la sala la
miraron en diferentes grados de perplejidad; James Wilson, sentado
elegantemente y bebiendo una taza de café, alzó las
cejas ante la inesperada visita; Greg House, jugando a la Game
Boy, rodó los ojos y consideró que aquel era un
buen momento para empezar sus consultas.
.-Vaya Jefa, que sorpresa tan agradable, pero da la casualidad que empieza mi turno en la clínica… - dijo con una sonrisa de disculpa e intentando agarrar el bastón, pero ella fue más rápida y se lo arrebató de las manos, con lo que tuvo que mantenerse sentado.
.-Ah, no, de eso nada. Los pacientes pueden esperar cinco minutos.
House la miró alarmado.
.- ¡Cuddy! ¡Piensa en los pobres niños en peligro de muerte!
Ella le lanzó una mirada incrédula, enarcando una elegante ceja, mientras Wilson – cuyos ojos ya habían entrado en contacto visual con la nota mal escrita que Cuddy sujetaba apretadamente en una mano – se levantaba con una sonrisa, decidiendo que no le requerirían.
.-Disculpadme, pero tengo que irme…
Ninguno de los otros se percató, o se dio cuenta pero lo ignoró, porque Cuddy olvidó momentáneamente la conversación escuchada al otro lado de la puerta y meneó el papel arrugado frente a los ojos de su médico, quien los llevó al techo con una mueca de dolor.
.- ¿Me puedes explicar qué es esto!
.-Mujer, así, sin un examen exhaustivo ni nada, me parece una nota de disculpa. – aventuró House, intentando disimuladamente alcanzar su bastón y huir lejos.
.- ¿Qué? No, no es una nota de disculpa. Si fuera una nota de disculpa, no estaría aquí. Es una nota de rechazo, House, de tu negación a la invitación para la fiesta de esta noche.
El médico esbozó una ligera sonrisa. Sus dedos rozaban ya el ansiado bastón de madera.
.-Sí, también se puede decir así. Y tú sigues aquí dándome el coñazo porque…
Ella apretó la mandíbula tan fuerte que sus dientes rechinaron. Ahora venía la parte que había temido desde que había recibido la nota que declinaba la invitación.
.-Porque tienes que venir. – respondió finalmente, apartando la mirada y cruzando los brazos por encima del pecho.
Cuando House ya tenía sujetado el mango de su vía de escape, algo le llamó más la atención. Cuddy respondiéndole con evasivas, la Mujer de Hielo apartándole la mirada, la Todopoderosa Decana de Medicina dejando a medias una discusión con su Némesis. Interesante.
.-Hombre, no me cuesta nada, pero es que no comprendo por qué tanta necesidad de constar con mi presencia, no sé de nadie que quiera que esté por aquí esta noche…
Lisa le lanzó una mirada asesina, sabiendo lo que House quería que dijera, mientras éste se volvía a acomodar en su sillón con una sonrisa burlona.
.-Sabes que a nuestro nuevo benefactor, el señor Dums, le encantan las tradiciones Navideñas y admira mucho tus métodos de diagnóstico, Dios sabe por qué, y me ha pedido expresamente que asistas a la fiesta de esta noche, para poder charlar contigo…
.-Bueno, si es por complacer a un benefactor y teniendo en cuenta lo bien que me llevaba con el anterior, no termino de ver por qué tendría que hacerlo…
Cuddy apretó más los dientes y se clavó las uñas en las palmas de las manos, mirando al hombre que sonreía socarronamente frente a ella. Inspiró hondo y le clavó los ojos grises, convencida de que sería capaz de todo por el bien de su hospital, mientras House se frotaba las manos.
.-Está bien, House. Quiero que vengas esta noche. Necesito que vengas esta noche.
El médico se incorporó con mueca triunfante.
.-Mujer, con un simple 'por favor' me hubiera bastado.
Lisa suspiró muy cansada de pronto, y aún tenía muchas cosas que preparar.
.-Sí, ya. A las nueve y media en la puerta del Hospital. Se puntual o te juro que lo único que pisarás durante los próximos seis meses será el suelo de la clínica.
Sin darle tiempo a responder, la Decana giró sobre sus tacones y salió airadamente del despacho. Dentro, House la observaba alejarse con una sonrisa indescifrable, mientras se llevaba una taza de café a los labios.
.-Así que al señor Dums le encantan las tradiciones Navideñas, ¿eh, Lisa? Interesante…
&·&·&
A las nueve y cuarto, Lisa Cuddy iba de un lado a otro sin descanso y sin poder mantenerse quieta en un mismo sitio. Faltaban quince minutos para que los invitados comenzaran a llegar y a soltar fallos y defectos por esas boquitas que ella daba de comer, así que tenía que estar todo perfecto para cuando vinieran.
Las mesas estaban elegantemente alineadas al fondo, cubiertas por bonitos manteles de lino y cubertería de porcelana; había una pequeña pista de baile improvisada a uno de los lados, y barra libre al otro; y en el centro de la enorme sala se elevaba hacia lo alto un precioso árbol de Navidad perfectamente adornado. Cuddy sonrió satisfecha. Aquello sin duda sería una maravillosa sorpresa para el señor Dums.
De pronto, sus zapatos negros de Prada de alto tacón pisaron algo que no debería estar allí, y Lisa dirigió curiosamente sus ojos grises hacia el suelo, donde había una pequeña pegatina en forma de estrella; levantó la mirada y vio que justo encima colgaba del techo una planta de muérdago. Cuddy se escandalizó; ¡aquello no debería estar allí! Indignada, revisó el comedor y se dio cuenta de que habían sido colocados sin su conocimiento docenas más de muérdagos sobre pequeñas estrellitas.
La
directora se mordió el labio inferior; ¡horror!
¡Faltaban cinco minutos y los primeros invitados estaban ya en
el vestíbulo! Durante el segundo previo a que las primeras
parejas entraran y alabaran la maravillosa decoración, sintió
ganas de estrangular con sus propias manos al gracioso que le había
gastado aquella broma de mal gusto.
En ese momento, la respuesta
entró por su propio pie y ayudada de un bastón en el
salón. Durante un segundo, los ojos de ella se encontraron con
los de él, y una sonrisa burlona acudió a los labios de
House, mientras la Decana sentía que estallaba por dentro.
.- ¡Doctora Cuddy! Vaya, está usted realmente deslumbrante. – le dijo una vocecita afable tras ella.
Cuddy se giró y comprobó con una sonrisa nerviosa que era el señor Dums quien la hablaba; un ancianito enjuto de pelo blanco y dulces maneras. Ella se sonrosó y se obligó a mostrarse tranquila y confiada. No perdería de nuevo el dinero para su hospital por culpa de las gracias de House.
.- ¿Qué le parece la fiesta, señor Dums?
Al benefactor se le iluminaron los ojos, paseando la mirada por la sala hermosamente decorada.
.- ¡Ah, preciosa, preciosa! El árbol es maravilloso, no me lo esperaba, me recuerda a las fiestas de niño en casa de mis abuelos. ¡Y el muérdago! – para sorpresa de Cuddy, el anciano sonrió aún más – Una idea perfecta, doctora. ¡Me encantan las sorpresas, y la cantidad de parejas que se habrán formado bajo esas plantas! Ojalá alguien quede bajo el muérdago junto a otra persona, ¿no sería adorable, doctora Cuddy?
Ella sonrió forzosamente, pensando por un momento que lo que tenía en mente hacer con House en esos momentos era de todo menos adorable.
.-Por supuesto, señor Dums.
La
fiesta continuó sin más incidentes; el doctor Foreman
bebió de nuevo algo más de la cuenta y esta vez intentó
insinuarse a Chase, quien lo alejó con un sonrojo antes de ir
a buscar a la doctora Cameron para sacarla a bailar.
Para sorpresa
y desconcierto de Cuddy, House no apareció cerca de ella para
molestarla ni antes ni durante la cena, que hubiera resultado amena y
tranquila si no fuera por esa sensación de que se le estaba
escapando algo; a fin de cuentas, no era propia de él la
actitud que estaba tomando el Jefe de diagnósticos.
Durante el primer baile, los músicos contratados por Lisa Cuddy no tocaron la canción que ella les había dejado claramente especificada, por ser una de sus favoritas y darse ese pequeño lujo. Sin embargo, la que interpretaron en su lugar le recordaba vagamente a algo, a alguien, a un sentimiento perdido…
Suspirando
ligeramente, se abrazó a sí misma observando como las
parejas comenzaban a llenar la pista, viendo entre ellas a Chase y
Cameron bailar abrazados, y sintiéndose muy sola de
pronto.
Una mano fría le apretó ligeramente el
hombro desnudo, y ella se estremeció, girándose para
encontrarse a House ofreciéndole una mano con una pícara
sonrisa.
.- ¿Bailamos, doctora Cuddy?
Ella no pudo sino reprimir una risa y mirar a su médico con expresión resignada, renunciando ya a que House dejara de fingir tirarle los tejos. Sin embargo, la mano seguía allí, extendida frente a Lisa, y ella se mordió ligeramente el labio inferior. Dos pueden jugar a este juego, pensó, mientras se ponía en pie y aceptaba la invitación.
Lentamente, a causa de la cojera de House, comenzaron a bailar al ritmo de esa canción sosegada y melancólica que tantas veces había despertado en ella algo de debilidad. Sin embargo, esta vez él no parecía dispuesto a burlarse de que hubiera aceptado bailar con el siempre insoportable misántropo doctor, y tampoco había intentado meterla mano como se esperaría, sino que la miraba con una extraña expresión, mitad diversión mitad… ¿disfrute?
.-Llegaste puntual por una vez, ¿eh? – bromeó ella con voz cantarina, rompiendo el cómodo silencio.
.-De hecho, llegué una hora antes que tú, jefa. – contestó él, pensativo.
Cuddy frunció ligeramente los labios, mientras daba un suave golpecito en el hombro del médico.
.-Ah, sí. Tampoco pudiste quedarte quieto con lo del muérdago, ¿no?
House inclinó la cabeza para nivelar la obvia diferencia de altura, con una peligrosa sonrisa bailándole en los labios. Repentinamente, Lisa supo que no le gustaría ser la causa de esa provocativa expresión, reprimiendo un escalofrío.
.-Pensaba que al señor Dums le gustaban las tradiciones Navideñas, sólo quería ayudar.
En
algún momento, Cuddy supo que la cercanía de Greg House
no sería beneficiosa para ella, y tuvo la decencia de apartar
ruborizada la mirada; siguieron bailando de forma ligera, lánguida,
vaporosa, suscitando murmullos a su alrededor, dando vueltas y más
vueltas, pero de pronto House la detuvo en medio de la
pista.
Sorprendida, Lisa alzó los ojos grises para
encontrarse con la sonrisa amable del médico. No, momento. No
era la sonrisa amable. House no tenía sonrisas amables.
Era una sonrisa más bien inquietante que no ayudaba para nada
al hecho de que las manos siempre frías de él se
calentaran al cerrarse alrededor de la espalda descubierta de ella y
le provocaran escalofríos.
.- ¡Oh, doctora Cuddy! ¡Usted ha sido la primera! – gorgojeó feliz una voz aflautada muy cerca de ellos.
Entornando
la mirada suspicazmente y terriblemente confusa, Cuddy pudo observar
por el rabillo del ojo al pequeño benefactor conteniéndose
para no dar saltos de alegría, y al resto de la gente
congregada a su alrededor; de pronto una idea absurda se le formó
en la cabeza.
Clavó los ojos con horror en House, que
seguía sonriendo, y esta vez captó el mensaje:
¡Gané!
Casi con miedo, elevó la mirada
y se topó con un insolente muérdago que la observaba
desde las alturas como burlándose de ella.
.-Oh, no. – gimió, pensando que aquello no la podía estar pasando.
.- ¡Ups! Lo siento jefa, parece que me detuve en el sitio menos indicado. – simuló disculparse House, abriendo los ojos con diversión. Ella le lanzó una mirada asesina.
.-No estarás hablando en serio, ¿verdad? – le susurró entre dientes, clavándole las uñas en los hombros.
Él alzó las cejas provocativamente.
.-Cuidado cariño, me haces daño. – comentó. Lisa se ruborizó hasta la raíz de los rizos negros, mientras detrás de ellos la gente sonreía divertida, sabiendo perfectamente la tensión que había habido desde siempre entre su directora y el médico más indomable. El señor Dums reía feliz y seguía soltando comentarios. Cuddy se mordió el labio inferior y le miró suplicante.
.-No me puedo creer que estés haciendo esto.
Pero eso sólo pareció aumentar más la diversión de House.
.-Vamos, Lisa, el público espera.
Ella
no podía ocultar su desesperación, sintiéndose
estúpida por haber creído que esa noche House no tenía
malas intenciones y sólo trataba de pactar una pequeña
tregua por unas horas.
Muy cerca de ellos, Wilson se dio una
palmada en la frente sin poder disimular una sonrisa Te dije que
te iba a matar…
Entonces,
House la atrajo contra su pecho sin romper el contacto visual que
mantenían. Cuddy le miraba con los ojos estrechados,
imaginando todos los castigos posibles para él, y aún
así no pudo esconder el escalofrío que recorrió
su espalda y que el brillante médico interpretó
correctamente.
Corrió los dedos subiendo por su espalda
hasta descansar en su nuca, deslizándolos con una suavidad y
lentitud que – odiaba admitirlo – estaba quebrando el poco
dominio de sí misma que la quedaba.
Inclinándose un poco más hasta que ambos rostros quedaron a escasos centímetros de distancia, House esbozó una de esas sonrisas peligrosas que tanto temía su jefa.
.-Sé que me odias en estos momentos, pero… - los dedos se enroscaron en un mechón de cabello rizado y acariciaron el lóbulo de su oreizado y acariciaron lho...to temente dn su nuca, deslizl que manten matar...alofrtimiento perdido...la ver por quja. – no voy a dejar pasar esta oportunidad… - los labios susurrando donde segundos antes estuvieran sus dedos, la respiración pesada – de demostrarte que yo… - una ligera caricia sintiendo el pulso de ella bajo el cuello, un jadeo de sus propios labios que la desconcertó frente a docenas de personas – puedo hacerte perder todo tu control.
La besó, mientras un '¡Oh!' general se extendía por toda la sala como una exhalación y regresaba a la pareja.
La besó, mientras pensaba que el mundo y las reglas y todo daba igual y sólo le importaba la mujer furiosa y tierna contra su pecho.
La besó, y por un glorioso segundo, se sintió en paz consigo mismo por primera vez en mucho tiempo.
Labios
luchando por el control, acariciándose con suavidad y
mordiéndose sin previo aviso, atrapando al otro entre ellos;
dientes que arañaban y probaban la tibieza de la boca del
otro; lenguas que exploraban y se enzarzaban en su lucha particular,
lamiendo y curando las heridas que causaban.
Dedos furtivos, que
se perdían entre los rizos y por los pliegues del vestido
negro y de la camisa azul, manos curiosas que provocaban
estremecimientos siguiendo el pulso del corazón.
Cuando
se separaron, ella tenía los labios enrojecidos y un tierno
rubor en las mejillas; él estaba despeinado y la miraba con
pícara expresión. Por un segundo, nadie dijo nada, no
se movió ni un músculo.
House sonrió como
sólo él sabía hacerlo, y Cuddy le aguantó
la mirada reprimiendo las ganas de morderse el labio inferior en
busca del sabor que le había dejado en la boca, con la
sorpresa aún empañando su mirada gris.
Buceando en
cada mirada, ambos demasiado desinteresados como para sentirse
realmente así, sabiendo que acaban de abrir la caja de Pandora
y, sin embargo, ella aún en brazos de él, y él
aún acariciándola la nuca, no pareció tan
importante.
La voz triunfante del médico australiano rompió el solemne silencio.
.-Foreman, me debes cien pavos.
&·&·&
¡Ulas! n.n ¿Qué tal? ¿Os gustó? Personalmente me gustó bastante, teniendo en cuenta que es la primera vez que escribo un contacto directo entre House y Cuddy… n/n
No creo que tenga segunda parte, pero un buen número de reviews podría hacerme cambiar de opinión xDD ;)
Besitos!
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