Como he escrito un AU voy a hacer unas pocas aclaraciones a la historia:
En mi historia Alison fue asesinada la noche en la que fue enterrada viva.
Las chicas no han sufrido el acoso de A.
Toby y Jenna son hermanos biológicos.
La ceguera de Jenna es fruto de un accidente de tráfico, no se la provocaron las chicas, de quien por cierto es amiga.
Evidentemente Pequeñas Mentirosas no es de mi propiedad.
Cualquier comentario, positivo o negativo, será apreciado.
PRÓLOGO - No es oro todo lo que reluce
La primera vez que Toby Cavanaugh vio de nuevo a Spencer Hastings tras dejar el instituto fue en una visita con su hermana al hospital. Por aquel entonces la joven tenía 17 años y vestía ropa talla 10. La niña de oro de Rosewood High no era tan perfecta como pretendía.
La siguiente vez que la vio, había ido a recoger a Jenna a la fiesta de graduación. Tenía el vestido roto y el maquillaje corrido, moratones cubriendo su pequeño cuerpo. Sin decir una palabra se había quitado la sudadera y la había cubierto con ella antes de acercarla a su casa. Su novio, Andrew, tampoco era tan perfecto como todo el mundo creía.
La tercera vez que la vio tenía 20 años, se había desmayado en una fiesta y le habían robado el bolso, venía a poner una denuncia.
La cuarta vez que la vio fue en una fiesta, su hermana y ella acababan de graduarse en derecho por la universidad de Pensilvania, Spencer, cum laude, tal y como esperaba. Jenna reía bailando con su amiga y Toby sonreía desde la lejanía. Nunca había cruzado con ella más de algunas frases, sin embargo su cabello chocolate y su piel clara lo atraían sobremanera. Sin embargo su reputación la precedía: campeona de ajedrez, decatlón, tenis y jockey sobre hierba, primera de la clase en todas sus asignaturas, voluntariado en dos centros cívicos distintos. Las chicas perfectas no salían con policías.
La quinta vez que la vio estaba en una cafetería de vuelta en Rosewood, resguardándose de la ventisca que azotaba el exterior. Leía papeles con expresión frustrada y se mordía las uñas con enfado. Y fue entonces el día en que Toby decidió que tal vez no es oro todo lo que reluce.
- ¿Puedo sentarme? – Preguntó, haciendo que levantase la vista y una leve sonrisa se extendiese por su cara de porcelana.
- Claro – Apartó los papeles del asiento contiguo riendo por su desorden.
