"Adicto a las Alucinaciones"
Tipo: Fan fiction
Banda: My Chemical Romance
Género: Slash
Protagonista: Gerard Way y Frank Iero
Autora: Fanny Hernández (yo)
Duración: 5 capítulos
DISCLAIMER: A pesar de que la historia está basada en una persona real, los hechos narrados aquí no son necesariamente reales ni cercanos a acontecimientos verídicos. Los personajes no me pertenecen, ni la banda tampoco, sólo la historia. Título sacado de la canción "Headfirst for halos"
Advertencia: La siguiente historia no es apta para homofóbicos.
Capítulo I:
"I'm not o-fucking-kay"
Las lágrimas comenzaron a aparecer por mi rostro sin previo aviso. El día, oscuro y nublado combinaba con mi horrible estado de ánimo. Salí corriendo, queriendo dejar de existir, ¿por qué no me dejan tranquilo y ya? Pero no, ahí estaban de nuevo, obligándome a refugiarme en unas malditas pastillas para regular mi ánimo depresivo. Eso era lo que querían. Que me hundiera cada vez más en esta depresión, querían que recayera para siempre, que desapareciera de este mundo….
Y lo peor es que lo estaban logrando.
Llegué hasta una pequeña banca situada en un aislado patio de la escuela. Abrí mi bolso y saqué un cigarro. Comencé a fumarlo, mientras lloraba, prisionero de mi propia soledad y tristeza.
Mi celular comenzó a sonar. Lo revisé y tenía un mensaje de texto:
¨ Maldito maricón, pronto morirás ¨
Amenazas y más amenazas. Ya estaba acostumbrado a ello. ¿Por qué no me dejaban en paz de una buena vez? Supongo que creen que soy su juguete con el cual pueden jugar, romperlo y maltratarlo hasta morir. Si, morir, ¿y a quién le importaba si me mataban? No tenían razones, pero les gustaba sentir que me atemorizaban. ¿Pero lo hacían realmente? No, y eso es lo único que me daba fuerzas para seguirles el juego. Ya estaba perdido, y lo sabía perfectamente, pero no me importaba demasiado. Supongo que hasta me gustaba…
Después de salir del colegio, tomé mi bolso y comencé a caminar sin rumbo definido. El día anterior el psiquiatra me había dicho que debía distraerme para poder olvidar todas las angustias que debía pasar con el colegio. La depresión, el rechazo, las malas notas… Y para colmo, lo más doloroso: La muerte de mi abuela Elena. Ella fue una de las personas más importantes de mi vida, una gran mujer que me enseñó prácticamente todo lo que sé, y por sobre todo tal vez las únicas dos cosas que me hacían sentir que aún era un humano: la música y el arte.
Sin darme cuenta ya había transcurrido mucho tiempo, el cielo se tornaba oscuro y me iba alejando más y más. Ni si quiera sabía en donde estaba. Paré a descansar en una pequeña plaza que encontré vagamente, ya que la oscuridad dificultaba la visión.
Me recosté en el húmedo pasto y observé las estrellas. Una estrella fugaz… ¿Será verdad que si se pide un deseo se hace realidad? Talvez era lo que necesitaba en ese momento, que alguna cosa me concediera un deseo para poner algo bueno en esta vida – ¿De qué estoy hablando? (me dije a mí mismo)
Ni yo entendía lo que pensaba. Es que a veces no se pueden controlar los pensamientos, simplemente llegan y te dominan, por lo menos es lo que me pasa a mi.
Y pedí un deseo : Quiero que algo llegue y que cambie aunque sea un poco mi vida
Ya creo que me estoy volviendo más loco de lo que ya estoy, ¿pidiendo deseos a las estrellas? Y por lo demás, deseos imposibles. ¿Qué podría cambiar ahora el rumbo de mi vida? Ya no había nada que pudiera salvarme.
Entre mis pensamientos quedé lentamente dormido. No sé cuanto tiempo pasó, pero me despertó el celular que vibraba en mi pantalón. Contesté, era mi hermano Mikey:
-¿Dónde estás, Gerard? – se notaba en su voz preocupación. ¡Son las 2 de la madrugada, tienes que volver a casa!
- Ok hermano, no te preocupes tanto… ya sabré como volver
-dije indiferente.
¿No habrás estado tomando? – me preguntó con voz
No Mikey, tú sabes perfectamente que ya dejé eso… pero déjame tranquilo, se supone que yo soy el mayor que debería estar cuidando de ti, no al revés.
¿Y si no me preocupo yo de ti, quien lo hace? – un poco molesto. Ni si quiera tu te sabes cuidar.
Ya, ya, si voy, pero no me esperes hoy en la casa.
Mikey siempre era así. Toda la vida me sobreprotegía. Talvez tenía razón, ni si quiera yo mismo puedo cuidarme. No tengo control propio… y ahí debía estar él ayudándome cuando estaba mal (o sea, casi siempre)
Digamos que el hecho de vivir solos no me ayudó mucho. Cuando terminaban mis clases, las de el recién comenzaban. Era por eso que todas las tardes me quedaba sólo y distrayéndome con música o dibujando. Siempre fue así, desde que mis padres se separaron y nos criaba nuestra abuela, hasta que ella murió. Desde que era un niño creaba mundos imaginarios para no obligarme a pensar en las cosas malas que me pasaban. Peleas, peleas y más peleas. Mi madre, Donna, estaba cada vez peor, hasta el punto en que la tuvieron que internar. Y mi padre, sólo se preocupaba de trabajar y darnos el dinero para sobrevivir, pero ni si quiera vivía con nosotros.
No me gustaba pensar, me hacía daño. Siempre cuando lo hacía terminaba cortándome las muñecas, así que prefería olvidar esas cosas.
Desde los 15 años (ahora tengo 17) sentí una fuerte atracción por los chicos. Y creo que se notaba, fue un motivo más para que las burlas en clases aumentaran cada vez más.
Aún seguía concentrado en mis pensamientos cuando una voz me interrumpió:
