Originalmente sería publicado para el cumpleaños de mi anaranjado protagonista, pero bueno, siempre pasan cosas…

DISCLAIMER: BLEACH y sus personajes pertenecen a Tite Kubo.


..-'''ooOOooOOoo'''-..

Calma, Rukia, sólo es cuestión de tiempo —se reprimió pensativa.

Cuestión de tiempo… o eso se decía, o eso entendía, o eso mismo se lo metió en la cabeza cuando leyó todos esos mangas shōjo tratando de enfocar —y direccionar— correctamente su situación.

No había mucho para indagar, las cosas empezaban para ella –para "ellos"– a tener sentido y a acomodarse pieza tras pieza y, en su caso, recuerdo tras recuerdo, sentimiento tras sentimiento.

1.-Sentirse atraída por quien sabe qué cosa durante su misión al mundo humano.

2.-Discutir con un estúpido humano que le aturdía.

3.-Herirse por culpa del estúpido humano.

4.-Perderse en sus ojos.

5.-Atravezarle con su zanpakutō.

6, 7, 8, no importaba más nada, casi todos los puntos a seguir eran perderse en sus ojos, y, jodidamente, entenderlo con eso.

Se cansó de esperar, se cansó de pensar y de ponerse a indagar como adolescente enamorada, esa no era ella y tampoco le daba la gana empezar a serlo. Salió del cuarto de Ichigo, bajó las escaleras decidida y furiosa, entró a la cocina y tomó lo primero que encontró.

..-'''ooOOooOOoo'''-..

Kurosaki Ichigo llegaba a casa tras una larga jornada de estudio y un extraño trabajo de su jefa loca. Una típica tarde.

Tadaima —anunció con desgana.

No recibió respuesta, más se intrigó por el hecho de encontrar las luces de casa encendidas, aunque rápidamente sintió el reiatsu de Rukia.

La vio tirada en el sillón pelando –y devorando –efusivamente unas mandarinas, y si la conocía bien podía asegurar que no estaba de buen humor.

Oye, Rukia… —temió preguntar quedándose parado tras el sillón—. ¿Qué haces? —Preguntó curioso y ¿por qué no aceptarlo? Cagado de miedo.

Después de tu jodido beso y tu puta huida comencé a enfadarme, no me malentiendas, me gustó, pero en lo que se te ocurre decidirte, no voy a andar esperándote.

No te entiendo —respondió molesto aun detrás del sillón.

Quiero decir que… o te decides o te decides, naranja idiota —incorporó parte de ella en el sillón y lo miró digna. No jugaba y se lo hizo saber.

Tsk… Hablare con Byakuya.

Y es que Kuchiki Rukia no se andaba con medias tintas.

Ichigo no temía que Rukia se comiera unas mandarinas en lo que su media naranja —"él"— decidía qué hacer. Él temía que aquella mujer lo hiciera jugo.