«juro solemnemente que mis intenciones no son buenas»
Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter es propiedad de J. K Rowling y compañía.
N/A: Esta historia no puede ser reproducida de forma total o parcial bajo ningún concepto. Si encuentran este fic u otro en otra página, avisadme inmediatamente. Comprobad mi perfil para más información.
Capítulos: 1/8.
Próxima actualización: 18 de agosto.
Antes de comenzar con la lectura, dejo por aquí unas aclaraciones o anotaciones previas:
1) Universo alternativo. No tiene en cuenta el epílogo. ¿Ligero OOC? No estoy del todo de acuerdo, porque JK no nos permite una visión amplia de cada personaje, aparte del propio Harry y sus amigos inseparables, así que yo no hablaría abiertamente de OoC, sino más bien de "lectura del fanon". O de mi canon mental.
2) En algunas ocasiones, se utiliza un lenguaje ligeramente vulgar, soez o, lo que es lo mismo, "adulto", por eso he etiquetado la historia con el rating M.
3) Esta historia responde a la petición de FerAmayaSnape, que quería un Draco Malfoy/Harry Potter con las siguientes características: Draco tiene la manía de usar la ropa de Harry todo el tiempo, incluyendo suéteres con una enorme letra H, que parecen ser sus favoritos. Hasta que una Navidad, Draco recibe su propio suéter con una enorme letra D. Solo quiero un Drarry donde todo el mundo ame a Draco.
Este fic ha sido creado para el "Amigo Casi Invisible 2018" del foro " Hogwarts a través de los años"
Para ti, FerAmayaSnape, ha sido un placer escribir esta historia. Como comprobarás después, me he tomado unas libertades con respecto a tu petición, nada demasiado grave, ya que la esencia se mantiene (Draco usa la ropa de Harry y "todo el mundo" le quiere). Para evitarte un spoiler, diré que aquí verás una historia fragmentada repleta de amor, amistad, humor y un pelín de drama. Nada angustioso, solo Draco y su vena dramática que aparecen de vez en cuando.
Espero que le des una oportunidad y que te guste, ¡deseando estoy de leer tu opinión!
1
Un beso con sabor a whisky barato
2 de junio de 1998
Pansy Parkinson sonrió con un pitillo colgando entre sus labios carmesí, mientras observaba con una calma fingida lo que sucedía a escasos metros de distancia. Era un chismorreo que le iba a granjear la atención de media escuela al día siguiente. Una pena que hubiera más gente allí, pero con suerte, a la mañana siguiente, estarían con una resaca tan grande, que no recordarían ni como agarrarse la polla para ir a mear. De las chicas no tenía de qué preocuparse, así que podía estar allí, recostada en el sofá, con un vaso de whisky en la mano y una sonrisa de satisfacción en la cara. Cuando esa mañana, Daphne Greengrass le había dicho que habría una pequeña fiesta, nada demasiado ostentoso o llamativo, en la Sala Común esa noche, Pansy había fruncido el ceño, entre asqueada y aburrida, sin muchas ganas de estar rodeada de una panda de idiotas, la mayoría «héroes de guerra», ni de aguantar al mujeriego de Blaise, pero, ahora, estaba más que encantada con la invitación. Si no fuera porque quería mantener su fachada de «tía dura», se habría puesto a dar palmadas y a sonreír como una desquiciada, un «jaque mate, Rita Skeeter, te estás perdiendo la noticia del año» en toda la cara.
¿Que qué estaba sucediendo justo delante de sus narices? El típico (e inútil, en su opinión) juego de la botella. Una invención muggle de la que Blaise Zabini se había apoderado para sus propios fines personales. Fines para nada honorables, por supuesto, era más bien la excusa perfecta para morrearse con todo aquel que llamara su atención. En lo que llevaban de fiesta, el italiano le había metido la lengua a tres chicos y a un par de chicas. Pansy no estaba molesta, ni celosa (¡por Morgana!), solo tenía que chasquear los dedos para tener a Zabini entre sus piernas, si así lo quería. No, no era eso lo que había captado su atención, lo que le daría miradas de agradecimiento en el desayuno, sino lo que sucedía detrás del maldito juego.
Harry Potter y Draco Malfoy estaban jugando a su propio «juego de la botella», un «yo nunca» un tanto extremo que le estaba alegrando la noche a Pansy, sin que ellos tuvieran la menor idea, obviamente. ¿Y cómo iban a darse cuenta, si estaban frente a frente, compartiendo una estúpida botella y se miraban como si estuvieran esperando que el otro atacase primero? Era fascinante, cuanto menos. También un poco infantil, ¿para qué negarlo?, pero siempre era así cuando uno de los dos estaba involucrado. Una enemistad, con tensión sexual no resuelta, que acabó derivando a una amistad inesperada, donde la tensión se mantuvo, si es que no intensificó unos cuantos grados, para la desgracia de la comadreja, y, hoy, por fin, Pansy estaba más que segura, dicha tensión saltaría por los aires. Ay, una pena absoluta que no dispusiera de los medios para colarse en la habitación y verlo con sus propios ojos. Toda una desgracia.
Desapareció el cigarro y le dio un buen trago a su vaso. Arrugó la nariz ante el sabor. Al otro lado, era el turno de Draco de tomar la botella para hacer exactamente lo mismo. Desde ahí, Pansy no podía distinguir la etiqueta, pero seguro que se trataba de una bebida para nada sofisticada, por la cara que ponía su amigo cada vez que le daba un sorbo. Era un pijo de manual. Harry soltó una carcajada unos segundos después, ganándose una colleja y un conjunto de improperios, que Pansy no alcanzó a oír, porque a Blaise le pareció una fantástica idea sentarse a horcajadas sobre Finnigan y meterle la lengua hasta el fondo, provocando una ola de vítores y gritos inhumanos.
Pansy frunció los labios, y maldijo entre dientes a su amigo, el muy imbécil.
—¿Hoy es la noche? —le preguntó Granger, sentándose a su lado y entregándole un nuevo vaso. Pansy pretendió que no la había asustado con su aparición. Ya lo había dicho antes, se le daba de puta madre mantener su máscara de indiferencia—. ¿No te han dicho nunca que el tabaco mata?
Pansy tomó su vaso, dedos largos y uñas igual de rojas que sus labios.
—No me gustan los dichos muggles —apuntó a la par que le daba un sorbo a su nueva bebida—. Y de algo hay que morir, ¿no te parece?
En contra de todo pronóstico, Granger rio en voz baja.
XXX
Draco fulminó con la mirada al grupito de aduladores de Blaise. El muy idiota no tenía nada mejor que hacer para celebrar el fin de los ÉXTASIS que no supusiera morir de un coma etílico o de gula sexual. Le arrebató la botella a Potter, porque no iba a maldecir a nadie todavía, se lamió los labios, sabiendo que eso le provocaría un cortocircuito a su acompañante (era adorable, el cara rajada) y le dio un buen trago. Empezó a toser inmediatamente después. Los muggles estaban todos locos de remate, ¿a eso le llamaban whisky? ¡Estaba asqueroso!
Potter se secó una lágrima, después de haber estado riéndose a carcajadas a su costa. Draco le quiso estrellar la botella en la cabeza, a ver si así se reía de verdad, pero se contuvo. Atacar al «Salvador del Mundo Mágico» en una habitación donde abundaban los gryffindors, no era una acción inteligente, ni una nota positiva en su expediente, así que se conformó con gruñir y empujar la botella contra esa camiseta horrenda de muñequitos. En serio, Potter se había propuesto insultar a la moda en mayúsculas, ¿verdad?
Se cruzó de brazos y alzó el mentón, dejando que una sonrisita de sabiondo se asomara en sus labios. Ahora era su turno para disfrutar del espectáculo, porque Potter podría decir lo que quisiera, pero ese whisky le estaba dejando tocado. Mucho más que a él, por supuesto.
—Te toca —le aclaró—. ¿O ya no puedes más?
—Estamos borrachos —dijo por fin. Todo un genio de la obviedad. El Rey de lo Evidente—. ¿Estamos ya borrachos?
—Y yo que pensaba que no podías caer más bajo, Potty, ¡me dejas sin palabras! —se burló, dando una palmada, antes de recostarse y estirar las piernas. Las tenía entumecidas—. Anda, haz algo productivo. Un masaje.
Potter arrugó la frente. Draco aprovechó su confusión para arrebatarle la botella, ya estaba harto de beber esa cosa del demonio, y colocar sus piernas sobre las de Potter. El gryffindor no iba a darle un masaje, pero al menos se saldría con la suya en esta estupidez. No más alcohol de mierda. Había ganado y con creces.
Le sonrió desde el otro lado.
—Quiero mi premio —ronroneó, ladeando el rostro y dándole juguetonamente con el talón en el regazo.
Potter parpadeó. Draco abrió la boca para preguntarle si acaso estaba más borracho de lo esperado, o el whisky ese le había quemado las últimas neuronas que tenía con vida en esa cabeza hueca suya. No sería extraño, dadas las circunstancias. No obstante, no hizo falta, porque, Potter, el santísimo idiota, hizo algo inesperado que le dejó boquiabierto. ¡Gateó sobre su cuerpo, sin tocarle ni un ápice, hasta que lo tuvo cara a cara! ¡Prácticamente estaba tumbado sobre él! Unos centímetros, menos incluso, los separaban. Draco pudo oler el whisky en su boca, mientras su cabello, ese nido que tenía por pelo, le acariciaba el rostro.
A Draco le iba el corazón a mil por hora.
Y estaba boqueando, él, un Malfoy, ¿boqueando? ¡Inaudito!
—Nunca sabes cuándo callarte, ¿eh? —preguntó el gryffindor, dándole un nada sutil repaso a su boca—. ¿Quieres tu premio? Aquí lo tienes.
Draco no pudo protestar, porque Potter (Harry, era Harry ahora, si le permitía comerle la boca de esa forma, joder) le estaba besando como si no hubiera un mañana. Era un beso desordenado, uno que demostraba que necesitaban práctica para que funcionara adecuadamente, pero un beso a fin de cuentas. Cuando el rubio se recuperó del asalto, agarró de la nuca al moreno y recondujo el beso, porque si el cara rajada iba a besarle, ya iba siendo hora, gracias a Merlín, sería bajo sus términos e indicaciones. Le mordió el labio inferior, ganándose un gemido que le puso los pelos de punta y le obligó a enredar una pierna en la cadera del moreno y tirar de él hasta que sus cuerpos se encontraran. Harry aprovechó el contacto cuerpo a cuerpo para introducir la lengua en su boca, y Draco, encantado de tal proeza, se dispuso a mostrarle cómo debía besarle a partir de ahora.
Ese asqueroso whisky había valido la pena. Joder que sí.
XXX
Harry todavía tenía la cabeza en una nube cuando arrastró a Draco hasta su habitación. Al principio de curso, cuando supo que compartiría cuarto con él, Harry estuvo a punto de sufrir una embolia. ¿A McGonagall le había dado por las drogas o qué? Esa fue su primera reacción coherente. Fue a hablar con ella, por supuesto, porque no tenía sentido ninguno que él estuviera con Draco y Ron con Nott. Ni sentido ni puta gracia, la verdad. No había que decir que no funcionó, que la directora simplemente frunció el ceño y le dijo «hay que fomentar la unidad de las Casas, señor Potter, ya no son niños» y le mandó a la cena. No, no eran críos, ya no, «supervivientes de la guerra» les quedaba mucho mejor, gracias por nada.
Draco tropezó con unas botas, y le dio un manotazo.
—¡Recoge tus mierdas! —farfulló, mientras se pegaba aún más a su cuerpo. Era mucho más alto que él, así que le costó una barbaridad no perder el equilibrio—. Muévete, tengo sueño.
—Y yo quiero ir a mear.
No hubo un segundo manotazo, porque el rubio perdió pie y cayó en la cama. Era la suya, pero eso no parecía un problema, porque se acurrucó entre las sábanas unos segundos después. Era como un gato grande, lo había aprendido en la primera semana de convivencia, como la manía que tenía de robarle la ropa, aunque este dijera que «ni de coña» o «ni en tus mejores sueños, pervertido». La primera vez fue por casualidad, ahí había que darle un punto, Draco había recogido su suéter del suelo para que él no le viera sin camiseta. Para que no viera las cicatrices y la Marca Oscura.
Días después, con varios pintas de cerveza en el cuerpo, Harry se disculpó por el sectumsempra, y Draco…, bueno, Draco por haber sido un niño mimado y lleno de prejuicios. Un paso a una amistad inesperada, a la que no habría apostado ni un solo galeón. Draco gruñó algo desde la cama y le hizo un gesto para que se acercara. Harry tragó saliva y su pene dio un tirón más que interesado. Se reprendió por ello. No iba a pasar nada más esta noche, ninguno de los dos estaba en sus cabales al cien por cien.
—Tengo que ir al baño —le recordó en voz baja, porque si hablaba un poco más alto, el rubio se daría cuenta de lo que sucedía y no quería que se burlara de él, muchas gracias.
—¿Te harás una paja?
—Voy a mear.
—Bah, aburrido… vuelve pronto.
El muy idiota estaba abrazando su almohada como si fuera un maldito peluche. Harry negó con la cabeza. Al volver del baño, diez minutos más tarde y mucho más lúcido, pero sin saber muy bien si tenía que acostarse al lado de Draco o dormir en la cama desocupada, se encontró con que el slytherin estaba en la misma posición de antes, sí, pero en ropa interior. La única luz encendida era una vela en la mesilla, no era suficiente para apreciar su cuerpo desnudo, pero bastaba para reconocer las cicatrices blancas y la sombra de la Marca. Se le calentó el pecho al saber que se trataba de una prueba, o de un gesto de buena fe.
Draco gruñó algo medio dormido.
—Has tardado mucho… tienes aguante.
—Oh, cállate. —Fue su turno de darle un manotazo, Draco se retorció y acabó con la cabeza sobre su pecho. Ahora Harry era su almohada—. Eres un koala.
—Uno muy sexi.
Harry se mordió el labio para no sonreír.
XXX
A la mañana siguiente, después de tomarse una poción para la resaca, Harry se encontró con que no veía la camiseta de la noche anterior en ninguna parte. La ropa de Draco estaba en el cesto de la ropa sucia, por lo que no podían haber sido los elfos domésticos. Frunció el ceño, extrañado, pero al final se decantó por otra camiseta, una que había pertenecido a Sirius, era de un grupo de rock muggle, y los pantalones del pijama. No tenía intención de desayunar en el Gran Comedor, donde todos sabrían del beso con Draco, así que optó por ver si Ron o Hermione seguían en la Sala Común.
No se preocupó por el rubio, imaginaba que estaría con Pansy o cualquiera de sus amigos lejos de los chismes. En una semana, tomarían el tren a casa. Tenía tiempo de sobra para hablar seriamente con él sobre la noche anterior, ahora lo que Harry necesitaba era un café bien cargado y unas tostadas con mermelada y toda la mierda que los elfos pudieran darle por la cara. Hibernar en la cama con comida a reventar sonaba de lujo. También, para qué negarlo, que Draco apareciera y le ladrara por llenar todo de migas, aunque no fuera su cama.
Gracias a Merlín y a toda su estirpe, la Sala Común estaba vacía, excepto por un par de personas que desayunaban alegremente en la alfombra. Harry se quedó a cuadros al reconocer a Hermione y a Ron charlando como si nada con Draco. ¿Pero qué cojones…? Dio dos pasos vacilantes, con la boca abierta y las gafas ladeadas. Por más absurdo que todo pareciera, podía empeorar, porque Ron le lanzó un trozo de pan a Draco y este, en lugar de maldecirlo, le sacó la lengua antes de beber de lo que sea que estuviera tomando a esa hora.
—¡Harry! —le saludó Hermione. Draco se tensó; fue ahí cuando se percató de lo que llevaba puesto. Su camiseta extraviada—. Hay desayuno de sobra.
Por supuesto que no era necesario decir que esa camiseta después no estaría en su maleta, sino que desaparecería misteriosamente entre las cosas de Draco y que no la volvería a ver hasta meses después.
El rubio le dejó un sitio a su lado y le ofreció una magdalena bañada en mermelada de fresa. Y, no, su cerebro no sufrió un cortocircuito. De nada.
continuará...
notas finales
NUEVO DRARRY. NUEVA AVENTURA. ¡YUPIII!. La historia ya está completa, así que no os preocupéis por el ritmo de actualización porque no va a variar. Todos los miércoles y los jueves tendréis nuevo episodio. Son ocho, no esperéis entonces una historia muy compleja con tramas y subtramas que se entrecruzan, porque no vais a encontrarlo, sino más bien una historia fragmentada con subtramas pinceladas, donde el foco de atención son Draco y Harry. Cero dramas. Quién sabe, quizás algún día parta de algo que haya escrito aquí para dar forma a otra cosa.
Ah, casi se me pasa, aunque aquí no han salido mucho Draco y Harry (bueno, sí que han salido bastante, pero por si acaso), esto cambiará en los siguientes capítulos. Tendremos mucho de estos dos. :)
Al hipotético lector: muchas gracias por tomarte tu tiempo de leerme.
¿Qué os ha parecido? ¿Os ha gustado? ¿Os ha disgustado? ¿Qué pensáis? ¡Dejadme un comentario con vuestra opinión!
#UnReviewUnDía. #RevivamosElDrarry.
gracias por leer,
¿reviews, tomatazos o imperdonables?
