Capítulo 1: Él no era Sebastian
Disclaimer: Nada del universo de "Kuroshitsuji"me pertenece. No gano dinero con este fic.
Él no era Sebastian. La certeza iba y venía por momentos. Se le presentaba en las situaciones más inoportunas y lo dejaba con la sensación de ser un iluso. De no comprender lo que en verdad ocurría a su alrededor. No estaba a acostumbrado a eso. Luego de tanto tiempo siendo quien movía las piezas tras bambalinas, aún no terminaba de adaptarse a ser una pieza más en aquel juego.
-¡Vuelve ahora mismo!¡Es una orden!
Undertaker se giró a medias antes de salir. La mirada que le devolvió era una mezcla de diversión y leve sorpresa. Como quien espera algo pero aún deja un espacio para el asombro. Undertaker salió por aquella puerta y ya no regresó durante los siguientes meses.
Él no era Sebastian.
Su cuerpo era diferente. Lo que no había ocurrido durante todo el tiempo que había permanecido en compañía de Sebastian, al fin se había producido. Crecía. Sus brazos, sus piernas, sus músculos se estilizaban y ganaba altura.
Desde luego al principio no lo había notado. No solía centrar demasiado su atención en su persona. Meyrin fue la primera en señalar lo que ya era obvio para todos en la mansión.
"¡Joven amo, tendremos que conseguir ropa que se ajuste mejor a su talla!"
Él no había comprendido a que se refería hasta que observo el puño de su camisa. Ciertamente le faltaban varios centímetros para llegar a su muñeca.
Curioso...
Aquella noche dedicó varios minutos a examinarse en el espejo de su guardarropa. Las diferencias eran sutiles pero allí estaban. Poco a poco dejaba de ser el niño enfermizo y enclenque para ir tornándose cada vez más esbelto y acorde a su edad.
¿Sería la ausencia del demonio lo que había generado aquel cambio tan notorio en su anatomía?¿Era posible que de alguna manera el contrato hubiese anulado su desarrollo natural?
Su ojo aún guardaba la cicatriz producto de la anulación del contrato. No podía ver con él pero no importaba. Ya se había acostumbrado. Ahora el parche cumplía su verdadera función.
Una guerra no se ganaba en un día. De eso estaba seguro. Menos una guerra de esas características, con tantos países involucrados. Los periódicos habían comenzado a referirse a ella como "la gran guerra." El mundo no había visto un conflicto bélico de esa magnitud. Los aliados, Francia, Rusia y Reino Unido se enfrentaban a las potencias centrales, formadas por el Imperio austrohúngaro y Alemania.
Alemania...
Allí era donde se encontraba él ahora, en la mansión que la familia tenía en aquel país. Alemania, la cual se había sumido en aquella guerra gracias a la intervención del personaje más insospechado: Undertaker.
Undertaker, quien no había sido más que un peón en su tablero de ajedrez. Útil bajo determinadas circunstancias pero mayormente prescindible en su juego. Oh cuan equivocado había estado..
El Shinigami había procurado disfrazarse de peón, camuflando sus actos y sus intenciones de una forma tan hábil que ni el ni Sebastian habían logrado dar con ellas hasta que fue demasiado tarde. Solo cuando la cabeza de Sebastian rodó por los suelos del lujoso Campania fue que él pudo comenzar a ver un atisbo de verdad.
Undertaker no era nada más ni nada menos que el verdadero rey detrás de aquella historia. Había salvado a su gemelo de morir en las llamas aquella trágica noche y su plan era cobrar venganza de todos aquellos quienes habían perjudicado a la familia Phantomhivem. La reina Victoria era su objetivo y la guerra era el arma que elegía para jugar. Ella le había arrebatado a Vincent y a Rachel. De modo que él le arrebataría lo que era más importante para ella.
"¿Qué es lo más importante para un monarca?" Le había preguntado aquel día cuando por fin pudo vislumbrar sus intenciones.
La respuesta era obvia. La destrucción del imperio que tan celosamente cuidaba su reina era la venganza perfecta. Un plan maestro que involucraba países, intereses, viejos resentimientos..y un ejercito de muertos vivientes producto de los enfermizos experimentos del Shinigami.
Todo estaba listo y dispuesto, hasta que...
Ciel murió. Los esfuerzos de Undertaker finalmente habían resultado vanos y su gemelo había sucumbido a la enfermedad unos meses atrás.
Él se había hecho pronto a la idea. En su mente su hermano había fallecido mucho tiempo atrás. Sin embargo para él..
Había sido un duro golpe para el Shinigami. Un golpe del cual aún tenía dificultades para recuperarse.
Eso lo llevaba a la situación actual. Aislado con sus sirvientes en una mansión de la campiña alemana esperando noticias de un Undertaker, que se dignaba a aparecer solo de cuando en cuando y se negaba a compartir detalles del frente.
Sus días se debatían entre procurar tratar de informarse a través de los periódicos locales (los cuales solo podía entender a medias gracias a su rudimentario alemán) y aburrirse hasta el hartazgo. No había mucho que pudiera hacer desde su posición. Ya no era el perro guardián de la reina por razones obvias y además, en ese país carecía de contactos influyentes. Sin la ayuda de Sebastian , esperar era lo único que estaba en sus manos..
Aquellos eran sus días. Hasta que una noche comenzó a toser..
Una tos seca, inofensiva, no era un ataque de asma de eso seguro. Conocía su cuerpo.
Subestimó la enfermedad. Gran error.
Su cuerpo ardía. El dolor en sus articulaciones no cedía y él nadaba en un mar de sudor. Fiebre. Una fiebre que lo abrasaba durante las noches y lo dejaba débil durante el día.
Finni, Meyrin y Baldroy se turnaban para cuidarlo. Incluso Tanaka se quedó junto a la cabecera de su cama cuando las noches se volvieron especialmente traumáticas.
No recordaba haberse sentido tan enfermo antes. La fiebre había sido tan repentina, tan violenta que lo había dejado postrado por días. Nada parecía surtir efecto, ni los paños fríos, ni los baños en la tina, ni los brebajes que podía preparar Tanaka...
Frecuentemente deliraba. Veía a su hermano a los pies de la cama, a sus padres, en una o dos ocasiones le pareció sentir a Sebastian observándolo desde las sombras..
Ilusiones, fantasmas que lo llamaban a reunirse con ellos.
Quizás lo haría..
Quizás..
Un hilo de plata. ¿Una telaraña? Sus propias palabras volvieron a él con una fuerza atronadora. "Voy a aferrarme a esta vida aunque mi esperanza sea tan delgada como el hilo de una araña.."
Ese era el hilo de la araña. Debía aferrarse a él si quería vivir. Lo hizo. Con todas sus fuerzas, lucho para aferrase al hilo que pronto se convirtió en una soga. Debía trepar por la soga para salir de aquella oscuridad. Aún le quedaba algo por hacer. Aún no podía dejar que la fiebre se lo llevara, de modo que lucho con las fuerzas que le quedaban. Hizo a un lado el profundo dolor que abrasaba su cuerpo y trepo...
Finalmente, luego de tantos días, aquel amanecer fue diferente. Sentía el cuerpo húmedo del sudor pero ya no se sentía ni remotamente tan afiebrado como antes. La enfermedad le había dado paso a un cansancio que lo instaba a dormir.
Quizás, si no hubiera estado tan agotado, se habría percatado de que no se hallaba solo en su cama sino que su cuerpo descansaba sobre el de alguien más..
Tal vez, si el sopor no hubiera eclipsado sus sentidos, se hubiese dado cuenta que se encontraba recostado sobre el Shinigami que se había ausentado por meses, que no era Sebastian, y que su mano aferraba con fuerza la trenza que Undertaker lucía en su plateada cabellera..
A partir de ese día todo cambió. Él ya no pudo tolerar que Undertaker lo dejara.
Continuará...
