Disclaimer: ya miré mi identificación y mi nombre no es Masashi Kishimoto. Pero Naruto es propiedad de él.
Diversidad humana.
Por Oonigiri.
Todo había comenzado meses atrás, en "El día de la mujer", cuando un curioso –curioso porque así lo había elegido y dejado pasar Kankorou, pretendiente le llevó flores.
"¿Para que las trajo? ¿Sabe que son la vagina de las plantas?, ¿debería recibirlas porque siempre he de ser complaciente, emocional y afectiva?" había dicho ella ante un treintañero que sólo quiso intentar buscar a su alma gemela.
Gaara también estaba presente ante el acontecimiento, y se guardó los chocolates rosa que, junto a Kankorou, pensó en regalar a la rubia. Pobre Gaara: le había costado –como siempre, ir a una tienda a elegir entre tantos detalles uno para regalar como acto de cariño. A él lo de complaciente, emocional y afectivo sí que le era mucho más difícil.
Eso también había sido el detonante –más bien uno de los tantos, en los dos hermanos Sabaku no varones para pensar en buscar ayuda: si Temari seguía así, hasta les amargaría la vida a ellos mismos.
Pero sus hermanos nunca hallaron el "momento preciso" para hablarle. Entonces ya era vacaciones de mitad de año y la seria Temari seguía igual.
Bien –o mal, no le pudo ganar a la inocencia infantil. Y al comercio consumista.
"Esas muñecas tienen pintas de zorras", fue algo que había dicho frente a su sobrina.
"No entiendo, tía Temari. Yo no les veo orejas largas ni cola", en eso dijo la chiquilla destapando el regalo de su padre por su cumpleaños. "Que bonitas son…"
Quizá el problema era la niña…
¡Está bien! ¡Está bien! No era eso. No era el disgusto de regalar flores a las mujeres, los juguetes sexistas o la sobrinita: Temari ya había sido despedida de tres trabajos.
Y su temperamento estaba a flote, a mal flote. A pésimo flote. Ella no sabía controlar su mal temperamento surgido por la estúpida decisión –humillación, de sus anteriores tres jefes hombres al despedirla. Y según averiguó, por contrato a otros hombres. Había jurado que los exterminaría con sus propias manos; y eso era le que les preocupaba a Gaara y Kankorou. No sabían si seguir resguardando a una potencial asesina.
Y así llegó septiembre, mes del amor y la amistad. Junto a ello el dedo índice de Temari apuntando –y aguijoneando cruelmente, el pecho de su hermano castaño.
"No voy a ir a ningún inepto psiquiatra", había dicho ella, y a Kankorou le temblaron las piernas.
"Consejero, Temari", informó cerca de allí, recostado en la puerta, Gaara.
Si finalmente lo había dicho éste último, entonces así seria.
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Es supongo un prólogo.
E intento extraño de afianzar mis conocimientos en psicología, lol.
También veamos si lo alargo en al menos cinco capítulos.
