¡Hola~! ¿Qué tal?
Bienvenidos a este proyecto de Inazuma Eleven que vengo planeando hace mucho tiempo. Va a ser largo, con muchas parejas, quiero usar muchos personajes. Que haya drama, romance, humor, intriga, que guste. *-*
Para que no haya algún tipo de confusión, quería aclarar que puse a Hiroto como Hiroto Kira y no Kiyama, porque fue adoptado por el señor Kira. ¿Se entendió? xD Creo que sí. e.e
Bien, cualquier error o cosa que no haya quedado clara, me avisan~ :3
Capítulo uno: Adaptándome.
Narra Fubuki.
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— ¡Apresúrate, Shirou! ¡Se te hará demasiado tarde y no pienso llevarte en el auto!
Ya era la decimoquinta vez en la mañana en que debía escuchar los gritos de mi madre. Bien, ya entendí que debo apresurarme y que tendré que caminar, vale.
— ¡Que ya lo sé, mamá! ¡No te preocupes, caminaré! —grité, desde lo alto de la escalera, viendo a mi madre en la puerta. Le lancé un beso, a lo que respondió con una sonrisa antes de irse.
Me dirigí a la cocina, viendo los panqueques con miel que estaban en la mesa, aún calientes. Reí mientras me sentaba en mi lugar y comenzaba a comer mi desayuno. Tomé un poco de zumo y cogí mi mochila, dispuesto a irme.
— ¿Faltan treinta minutos para las nueve, eh? —miré el reloj de mi muñeca, caminando hacia el colegio—. Creo que no estoy muy lejos y mamá exageró con eso de que llegaría tarde.
Como si realmente me importara llegar tarde al nuevo colegio. Ni siquiera me acostumbro a esta nueva ciudad a la que transfirieron a mi madre por cuestiones de trabajo. Suspiré, como a las tres cuadras se veía el esplendoroso Instituto Raimon.
—Es bonito, pero no se compara con mi antiguo colegio en Hokkaido—comenté sonriendo—. Lo extraño.
Seguí caminando y a lo lejos divisé la cancha de fútbol, muchos chicos jugando, eso me gustó. Mi hermano menor y yo solíamos jugar juntos. Estoy ansioso de saber si podré jugar aquí.
De repente sentí un choque en mi espalda, que me desestabilizó pero por suerte no caí. Giré sobre mis talones, y vi a un chico de cabellos castaños en el suelo, se veía bastante confundido.
— ¿Estás bien? —pregunté, agachándome para estar a su altura, poniendo una mano en su hombro—. Lo siento si me crucé en tu camino.
— ¿Eh? —el muchacho que poseía unos ojos azules me miró avergonzado, parecía adorable—. ¡Fue mi culpa, lo siento mucho!
—No te preocupes, fue un accidente. ¡Vamos, arriba!—le ayudé a incorporarse, sin dejar de sonreírle—. ¿No te lastimaste, verdad?
— ¡N-no, estoy perfecto! ¡Gracias! —hizo una pequeña reverencia ante mí, luego me miró con una sonrisa y su sonrojo que parecía imborrable—. Soy Yuuki Tachimukai, de primer año.
—Mucho gusto, Tachimukai-kun—le tendí la mano, que tomó delicadamente—. Yo soy Shirou Fubuki, de segundo año.
— ¡Oh, entonces usted es mi sempai! —su rostro se iluminó, lo que me causó gracia.
—Pues eso creo, pequeño, pero no me trates con tanta formalidad—despeiné suavemente sus cabellos—. ¿Vamos entrando? Llegaremos tarde.
Él asintió y empezamos a andar rumbo a los pizarrones de anuncios que estaban en la entrada del colegio, para saber qué clases nos tocaban. Vi mi nombre en la clase de 2° A y anoté los horarios de mi clase, viendo que las tres primeras horas eran de Matemáticas.
—Bueno, supongo que nos veremos luego, Tachimukai-kun—dije a mi nuevo amigo de ojos azules, que entristeció—. Deduzco que no conoces a nadie al igual que yo. ¿Qué te parece si almorzamos juntos?
— ¡Me encantaría, Fubuki-sempai! —asintió alegre, empezando a caminar hacia su curso—. Entonces no vemos en el comedor. ¡Adiós!
Agité mi mano despidiéndolo, se notaba que era muy entusiasta, no pude evitar reír mientras caminaba a mi clase. Me preguntaba cómo serían mis compañeros, si me llevaría bien con ellos.
Vi la puerta de mi clase, respiré hondamente y entré… Pero solamente había un chico ahí dentro. Era un salón amplio, con tres hileras de banco dobles, por lo que calculé que tendría que sentarme con un extraño.
Miré mi reloj, viendo que faltaban diez minutos para el comienzo de clases.
—Escuché que siempre llegan cuando el timbre suena —percibí la voz de mi compañero, el cual tenía un ojo cubierto por su cabello azulado. Se levantó y se dirigió hacia mí sonriente, tendiéndome la mano—. Me llamo Ichirouta Kazemaru. Nunca te había visto en esta pequeña ciudad. No eres de por aquí, ¿verdad?
—Estás en lo cierto, me mudé a esta ciudad hace poco —estreché su mano, devolviéndole la sonrisa—. Soy Shirou Fubuki, mucho gusto.
—Igualmente. Hey, sé lo que se siente ser nuevo —señaló su asiento—, no conocer a nadie. ¿Quieres sentarte conmigo? Porque a decir verdad, yo tampoco conozco a nadie en este curso, me acabo de trasladar este año.
Asentí, caminando junto a él a los dos primeros bancos de la tercera hilera. Acomodé mis cosas mientras hablábamos, me sentí cómodo. Teníamos bastantes cosas en común, como el amor por el fútbol, lo cual era genial.
Dos amigos en mi primer día de clases, ¡vaya que me estaba yendo bien!
—Dime, ¿hay alguna razón para que te hayas cambiado de colegio? —cuestioné.
—Pues, este colegio me queda más cerca que el anterior. Además, unos amigos estudian aquí, me convencieron para trasladarme. Lamentablemente no quedamos en el mismo curso —su voz sonaba tan calmada—. Pero bueno, ya no me siento tan mal por eso. Al menos te encontré a ti, creo que no será un año aburrido como pensaba.
—Opino lo mismo, creí que me costaría hacer amigos aquí o que no me llevaría bien con nadie en este curso.
Nos sonreímos y en ese momento el timbre sonó, cuando miré la hora, vi que habían pasado cinco minutos de la hora de entrada. La puerta se abrió de golpe, dejando entrar a un montón de chicas y chicos.
Al final el profesor de Matemáticas entró y la clase comenzó. Todos pasamos a presentarnos frente al pizarrón, fue divertido. Hubo ciertas personas que me parecieron algo interesantes.
Luego de las presentaciones, el profesor nos dictó los contenidos de todo el año y dio las fechas de los exámenes del primer trimestre. Empezamos un repaso básico de primer año y en la última hora nos dejó hablar entre nosotros mientras revisaba unos papeles.
Se hicieron las doce y el timbre sonó. Todos corrieron, imaginé que al comedor, por ser hora del almuerzo. Kazemaru dijo que podíamos almorzar juntos, le comenté sobre Tachimukai y dijo que le gustaría conocerlo, por lo que fuimos por nuestra comida y nos sentamos en la única mesa vacía, en una esquina alejada.
— ¡Tachimukai-kun! —grité, viendo al pequeño de ojos azules a lo lejos. Al verme, se acercó alegre con su charola para sentarse a mi lado, frente nuestro, mi compañero sonrió—. Mira Kazemaru, él es el chico del que te hablé.
— ¡Mucho gusto en conocerle, soy Yuuki Tachimukai! —saludó el menor.
—El gusto es mío, Tachimukai-kun. Soy Ichirouta Kazemaru, y no es necesario que me hables de usted—el muchacho de ojos miel sonrió, haciendo sonrojar al de ojos azules.
En eso, un par de chicos se nos acercaron. Uno de ellos de extraño cabello verde y ojos negros, el cual abrazó efusivamente a Kazemaru. El otro, de cabello rojo y exóticos ojos esmeraldas, que sostenía las charolas de los dos.
—Disculpen, ¿podemos sentarnos con ustedes? —el pelirrojo preguntó, a lo que asentí con una sonrisa, de inmediato se acomodaron al lado de Kazemaru —. Soy Hiroto Kira y él es Ryuuji Midorikawa, un gusto conocerles.
Luego de que Tachimukai y yo nos presentáramos, nos pusimos a hablar mientras de a ratos comíamos. Resultó muy divertido, los cinco amábamos el fútbol. Ya hasta teníamos planeado ir a jugar un partidito rápido a la salida del colegio y comer helado, esto último a pedido de Midorikawa. ¡Sin duda sería muy divertido!
—Es una pena que no estemos en la misma clase, ¿no? —comentó el chico de cabello verde—. Tal vez podamos estar juntos el próximo año.
—Yo jamás podré estar con ustedes en la misma clase —dijo el pequeño castaño bajando la mirada, sonaba afligido.
—No te pongas triste por eso—la voz de Kazemaru sonó conciliadora, haciendo que el menor le mirara—. Además, en las clases de verano podríamos estar juntos, después de todo no se guían por curso o edad.
Todos asentimos, levantándole el ánimo a Tachimukai. El timbre volvió a sonar, haciendo que volviéramos a nuestros salones, acordando vernos en la puerta del colegio a la salida para ir a una plaza cercana a la casa de Kira-kun.
Cuando estuvimos en nuestra clase, Kazemaru comentó que teníamos dos horas de Contabilidad y luego otras dos de Lengua Literaria. Las clases transcurrieron tranquilamente. Estaba esperando el momento de salida con mucha alegría, hace mucho que no tocaba un balón y tenía demasiadas ganas de jugar.
—Kazemaru—llamé a mi compañero de banco, que estaba tomando unos apuntes—, ¿hay un club de fútbol en este colegio?
—Creo que sí —murmuró levantando la vista de su libreta.
—Genial—sonreí entusiasmado—. Me gustaría entrar.
—A mí igual —sonrió mientras acomodaba su coleta—Después le preguntamos a los chicos, seguro ellos saben algo.
Empezamos a guardas nuestras cosas cuando escuchamos el sonido del timbre a las cuatro de la tarde en punto, y salimos charlando alegremente del salón. Llegamos a la salida, donde nuestros amigos nos esperaban. Una vez juntos los cincos, nos encaminamos a la plaza.
— ¿Qué te pareció tu primer día en el Instituto Raimon, Tachimukai-kun? —preguntó Midorikawa, sonriendo abiertamente.
—Fue un gran día, el Instituto me pareció genial —Tachimukai sonaba muy animado, mientras cruzaba las manos tras su espalda—. Aunque todavía no he logrado hacer amigos en mi curso…
— ¡No te preocupes, pequeño! ¡Eres tan adorable, seguro consigues amigos pronto! —el peliverde lo abrazó, mientras le animaba, haciendo sonrojar al menor—. ¿Y ustedes?
—No me lo he pasado nada mal, hasta ahora ha sido un día genial —la voz de Kazemaru sonó muy calmada, igual que su sonrisa—. Seguro será un gran año.
—El Instituto Raimon es un lugar muy agradable, espero poder adaptarme por completo pronto —hablé, sonriéndoles a mis amigos—. Claro que extraño a mi antigua ciudad y toda mi vida allí.
Me sentí nostálgico de repente, como si me faltara algo. Un nudo se me formó en el estómago al recordar a mis amigos, mi colegio. Sobre todo, tuve ganas de llorar al pensar en mi hermano menor; Atsuya. Realmente lo extraño, a pesar de todo, mi gemelo es de las personas más importantes en mi vida y está muy lejos viviendo en Hokkaido, con papá, al que también echo de menos.
Un peso extra sobre cada uno de mis hombros me sacó de mi nostálgico momento. Miré hacia ambos lados, encontrándome los rostros sonrientes de Midorikawa y Tachimukai. Estaban tratando de animarme.
— ¡No pongas esa cara, Fubuki-kun! —el muchacho peliverde tomó mis mejillas, estirándolas hasta formar una especie de sonrisa—. ¡Conmigo cerca no hay lugar para la tristeza! ¡Ánimo!
Midorikawa comenzó a darnos un discurso sobre que la vida es muy divertida y a hacer monerías con el balón que Kira-kun trajo consigo. Todos empezamos a reír, hasta que llegamos a la plaza y buscamos un lugar libre. Finalmente encontramos una improvisada canchita de fútbol, dejamos nuestras mochilas a un lado y las chaquetas del uniforme sobre estas para que no se ensuciaran.
Tachimukai corrió emocionado hacia uno de los arcos, se veía muy feliz.
—Bien, seremos Fubuki y yo, contra Mido-chan y Kira-kun, ambos equipos trataremos de meter un gol mientras Tachimukai-kun defiende la portería de ambos equipos—el muchacho de cabello azulado dio las instrucciones, mientras todos asentíamos.
— ¡Y el equipo perdedor se pagará los helados! Claro que Tachimukai-kun no pagará en ninguno de los casos, porque es pequeño y debemos consentirlo—reí ante el comentario de Midorikawa, pero me pareció justo.
—Perfecto, que así sea —la voz de Kazemaru sonó divertida—. ¡A jugar!
Empezamos con un buen ritmo, pero en un momento todos nos pusimos competitivos, sobre todo Midorikawa y Kazemaru, se notaban por demás entusiasmados y casi nos dejaron de lado a mí y a Kira-kun. Admito que el muchacho de peliverde era rápido, hasta había conseguido quitarle el balón a mi compañero peliazul una vez. Tachimukai nos miraba con asombro desde la portería, gritando palabras halagadoras para todos, se notaba que no quería apoyar solamente a un equipo.
En un pequeño descuido, Midorikawa le robó el balón a Kazemaru otra vez y cuando me lancé a recuperarlo, este se lo pasó a Kira-kun, quien, a pesar de que Tachimukai hizo un gran esfuerzo por detenerlo, anotó el primer gol.
— ¿En qué momento te volviste tan rápido, Mido-chan? Con todo lo que comes y tienes esa velocidad —mi compañero de curso sonaba burlesco—. Dos veces me has robado el balón… ¡No me lo robarás otra vez!
—Querido amigo, existe un dicho que dice; todo do lo que sucede dos veces, sucederá, ciertamente, una tercera —el chico de cabello verde miró retadoramente a Kazemaru, para luego enseñarle la lengua infantilmente—. ¡Pagarás mi helado!
Kira-kun y yo comenzamos a reír disimuladamente, mientras el menor de todos nosotros nos miraba preocupado y avergonzado.
Luego de que terminaran de discutir como niños pequeños, seguimos jugando. Ahora estaba decidido a no dejar que nos anotaran. Por lo que intercepté el pase que Midorikawa hizo hacia Kira-kun cuando pudo volver a robarle el balón a Kazemaru, que estaba furioso. No dudé mucho y le hice un pase al peliazul, que logró anotar un gol, para decepción de Tachimukai.
— ¡Bien hecho Fubuki, ese pase fue genial! —me felicitó Kazemaru, antes de girarse hacia Midorikawa, riendo burlón—. ¿Qué te pareció eso, Mido-chan?
—El que ríe al último—empezó el susodicho, enrollándose un mechón de cabello en el dedo índice de una mano, mientras que la otra descansaba en su cintura—, ríe mejor.
Sin duda a Midorikawa le gustaban los dichos y refranes, estos chicos no dejaban de sorprenderme. Finalmente entendí que había una especie de rivalidad entre ambos amigos, pues cuando seguimos jugando, no dejaban de competir con mucho entusiasmo. Ambos equipos hicimos varios tiros, pero Tachimukai se tomó muy en serio el papel de portero y no pudimos anotar, hasta que a último momento, Kira-kun anotó un gol con mucho esfuerzo.
—Hey, Kaze-chan, vamos por mi helado—el de peliverde se colgó de mi compañero, sonriendo abiertamente—. Ya sabes cuál es mi favorito.
Kazemaru le jaló el cabello y se lo quitó de encima, antes de salir corriendo para tomar su mochila y retar a Midorikawa a una carrera hasta la heladería de enfrente. El de pelo verde lo siguió, olvidando por completo sus cosas
—Buen partido, chicos —la voz de Kira-kun sonó calmada, mientras nos felicitaba a lo que respondimos felicitándolo igual—. Creo que deberíamos seguirlos, ¿no?
Tachimukai y yo asentimos riendo, los tres tomamos nuestras cosas y el pelirrojo tomó también las de Midorikawa, mientras nos encaminábamos a la heladería. Al entrar, los dos rivales ya estaban pidiendo sus helados. Luego de que todos pidiéramos los nuestros, Kazemaru y yo nos repartimos los gastos y los cincos marchamos de ahí.
Había bastante gente en las calles, por lo que miré la hora en mi reloj, notando que eran las siete y treinta. Supuse que ninguno tenía apuros de llegar a casa, porque todos nos distraíamos viendo algunas tiendas.
Mientras seguíamos caminando, pasamos por la casa de Kira-kun, o más bien, su mansión. Kazemaru y yo nos despedimos de él, agitando las manos, mientras que Tachimukai hacía una pequeña reverencia y Midorikawa le daba un efusivo abrazo.
Seguimos caminando, mientras Midorikawa nos comentaba que el equipo de fútbol soccer estaba completo, por lo que me sentí decepcionado, realmente quería jugar, Kazemaru y Tachimukai se veían igual de desanimados.
—También me hubiera gustado entrar, pero el último lugar lo ocupó Hiroto —comentó el chico de cabello verde, mientras comía animadamente su helado—. Si tenemos suerte, podremos entrar el próximo año. ¡No se desanimen!
—Supongo. Aunque siempre podemos seguir jugando juntos —apoyó el de cabello azul, mirando detenidamente a Midorikawa—. Todos terminamos nuestros helados ya, ¿cómo es posible que tú no, Mido? Si eres el más glotón.
— ¿Uh? Oh, Kaze-chan, yo fui el primero en terminar mi helado —sonrío, señalando el cono—, este era de Hiroto, pero me lo regaló porque me quedé con ganas de seguir comiendo.
—Ya veo. Pobre Kira-kun, no puede comer tranquilo cerca de ti.
— ¡Hey! Yo no lo obligué a regalarme su helado. Él lo hizo amablemente porque es un buen amigo.
—Oh, vamos, por más buen amigo que sea, no es muy normal que haga eso.
— ¿Qué estás insinuando, Kazemaru Ichirouta?
—Sabes bien a lo que me refiero, Midorikawa Ryuuji.
No llegué a comprender las miradas que se lanzaban mientras empezaban a discutir nuevamente, con mucho recelo. Me gustaría saber a lo que se refieren con esas insinuaciones, pero soy algo ingenuo todavía.
Así que mientras se enfrascaban en otra discusión, me dirigí a Tachimukai, que miraba fijamente algún punto al horizonte, al fijar mi mirada noté que estábamos pasando frente al Instituto Raimon y había unos chicos saliendo.
— ¿Sucede algo, pequeño? —le pregunté, a lo que volteó a verme, negando—. Parece que hay alguien interesante ahí, eh.
—Oh, n-no es eso. Es que vi a esos chicos saliendo del colegio, me pareció extraño, puesto que es tarde para que queden estudiantes—volvió a mirar a la reja del Instituto, que estaba entreabierta—, ¿no te parece?
—Los chicos que se quedan castigados deben limpiar el colegio y por eso se van a estas horas —intervino en nuestra conversación Midorikawa, sonaba serio—. Mírenlos bien, es mejor que no se acerquen a ellos. Se hacen llamar Bad Boys Brother's Blues; el de cabello violeta es Tobitaka Seiya, el moreno con peinado de palmera es Tsunami Jousuke y el pequeñín con cara de malo y corte mohicano es Fudou Akio, este último es el líder de la pandilla.
— ¿Dices que son peligrosos? —cuestioné, mirándolos detenidamente.
—Tienen mala reputación, son pandilleros. Por suerte jamás se han metido conmigo —los volvió a mirar e hizo una mueca—. Falta uno, Someoka Ryuugo, era parte de la pandilla…
— ¿Era? —cuestionó Kazemaru.
—Síp. Es que se fue del colegio a fines del año pasado —se encogió de hombros—. Según escuché por ahí, se quiso quedar con el lugar de Fudou y este le dio una lección.
Luego Midorikawa se puso a contarnos sobre los rumores que corrían sobre ellos en toda la ciudad. No me impresionaban mucho, excepto por ese tal Fudou, que era el peor de todos, según el de cabello verde. Miré a Tachimukai y me sorprendió lo concentrado que se encontraba mirando a uno de ello.
— ¿Lo conoces? —pregunté bajito, para que sólo él me oyera.
— ¿A-ah? C-claro que no —se sonrojó.
—Miras mucho al de cabello rosa, yo diría que le conoces… O que te gusta.
— ¡Oh, n-no me gusta, Fubuki-sempai! E-es que se p-parece a alguien que conocí hace mu-mucho tiempo —tartamudeó al explicarme, completamente rojo—. Pero no puede ser la misma persona, porque el chico que yo conocí no sería un pandillero.
—Ya veo, pequeño —sacudí sus cabellos, sonriéndole con confianza—. No deben ser la misma persona, no te perturbes pensando en eso.
Él sonrió y seguimos caminando, dejando atrás el Instituto. Charlábamos alegremente, a veces el peliazul y el peliverde se ponían a discutir, hasta que Kazemaru señaló su casa, que quedaba relativamente cerca del colegio. Nos despedimos de él, yo prometiéndole pasar por su casa mañana para irnos juntos a Raimon y Midorikawa discutiéndole infantilmente hasta que el de ojos miel le cerró la puerta en la cara.
Mientras seguimos nuestro camino, una duda invadió mi mente, pero Midorikawa se me adelantó.
—Oye, Tachi-chan, ¿tu casa queda muy lejos? —preguntó Midorikawa, con voz preocupada—. No me gustaría que te fueras solo a estas horas, las calles no son seguras para un niño…
—No se preocupe, Midorikawa-sempai, mis padres tienen un restaurante a un par de cuadras de aquí —sonrió, señalando el restaurante que se veía a lo lejos—. ¡Los veo mañana, cuídense!
Midorikawa y yo nos despedimos, agitando las manos y pidiéndole que tuviera cuidado. Cuando estuvo lo suficientemente lejos, seguimos nuestro camino. Hablábamos sobre nuestros equipos favoritos de fútbol, partidos históricos, música. Me impresionó saber que teníamos gustos en común con eso último. Finalmente divisé mi casa y me detuve frente a ella, Midorikawa se rio.
—No puedo creerlo, Fubuki, ¡tú eres mi nuevo vecino! —señaló la casa de al lado, que tenía un letrero con su apellido. Y yo recién lo notaba, qué lento.
—Espera, ¿tu habitación tiene una ventana que da para mi casa? —pregunté, recordando cierto suceso de hace unos días.
—Pues sí, la ventana de mi habitación da a tu casa.
— ¿Y tienes unas cortinas verdes, con estampado de helados?
—Me estás asustando. ¿Acaso me espías o algo así, Fubuki?
—Oh, claro que no —reí, a lo que me miró extrañado—. Es que la ventana de tu habitación, da a la ventana de la mía. Y el otro día que estaba limpiando mi cuarto, la dejé abierta…
— ¿D-de verdad? ¿Y qué con e-eso?
—Es que oí a alguien cantar muy bien, y cuando me asomé a la ventana, vi una silueta bailando tras las cortinas verdes—su cara era un poema, estoy seguro que no se esperaba que dijera eso—. ¿No habrás sido tú el que cantaba y bailaba?
—¡P-por s-supuesto que n-no! —soltó una risa nerviosa, caminando hacia su puerta—. ¡Y-yo no hago esas cosas! ¡A-adiós!
Busqué mis llaves e ingresé en mi departamento, mientras pensaba que había descubierto un pequeño secreto de mi compañero peliverde.
De inmediato me percaté de que estaba completamente solo, no me pareció raro, puesto que mamá llegaría hasta las nueve de la noche y apenas eran las ocho. Me dirigí a mi habitación, dejé mis cosas y me di un baño muy relajante. Cuando salí, me vestí y preparé la cena, esperando a que mamá llegara. Finalmente escuché el auto y a los minutos ella entró a la casa, con una sonrisa cansada.
—Bienvenida a casa —saludé, sirviéndole la cena—. Lávate las manos y ven a comer.
Luego de que hizo lo que le pedí, se acercó a mí, dándome un pequeño beso en la frente para luego sentarse en su lugar.
—Querido, ya eres todo un ama de casa —sonrió y yo asentí, siguiéndole la broma.
Comenzamos a hablar sobre nuestro día, mientras cenábamos. Me comentó que por algunos días sólo trabajaría medio día, por lo que estaría en casa cuando volviera del colegio. Yo le conté sobre los chicos y todo lo que hicimos. Se puso feliz de que ya tuviera algunos amigos. Luego de cenar, lavamos los platos juntos y antes de irme a mi habitación, le di un fuerte abrazo.
Subí a mi habitación, me coloqué la pijama y estaba a punto de dormir, cuando mi celular sonó, anunciando un mensaje.
"Hola Shirou.
Espero que hayas tenido un buen comienzo de clases, ya me imago cuánto me has de extrañar, es inevitable extrañarme. Papá y yo estamos bien, él te manda muchos saludos. No te olvides de llamarme mañana y darle un abrazo a mamá de mi parte.
Dulces sueños, Atsuya."
Sonreí con dulzura, mientras le respondía. Luego de eso, por fin me recosté, repasando mentalmente todo mi día. Terminé durmiéndome rápidamente.
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Bueno, los primeros cap tal vez sean algo aburridos, me disculpo por eso. Quiero llegar bien a las partes más emocionantes, es por eso. Bueno, preguntas~ ¿Qué les pareció? Bueeeno, hasta el próximo cap :3
¡Besos, abrazos y helados! Bye~
