Aclaraciones:

Narrado en segunda persona.

Palabra obscenas y escenas sexuales descriptivas.


Dementes.


El vacío te llegó, cuando te diste cuenta que lo creías "TODO", no era un todo completo. Que no es lo material. No es tener todo a tu entera disposición.

Mujeres, dinero, satisfacción… No son nada comparado con aquella sensación del deseo más allá de lo posible.

La ambición.

La ambición, ah… ambición… avaricia… eso te destruyó… te dominó por completo, de una manera increíble. Te envolvió de esa forma en la que una tela envuelve a un objeto, a una persona, a un hermoso y dulce cuerpo caliente esperando en tu cama. Un hermoso cuerpo que te llevó a un estado psicótico de mentiras, alucinaciones y delirios.

Pero en verdad, ¿eran delirios para ti? Porque los sentiste reales, los viviste en carne propia y casi te mataron. ¿En verdad eran delirios?

Esa red de mentiras que tejiste en tu propia cabeza, en tu mente… te volvió único. "INVENCIBLE". O eso creíste tú…

Ciego:

Así te volviste, cuando la codicia te llevó a tu punto máximo. Tu límite más alto.

Estúpido:

Es en lo que te convertiste, y te llevó a cometer no uno, sino muchos errores poniéndote en riesgo a ti mismo en el proceso. Ahora te cuestan caro.

Advertencias:

Viste a muchas persona pasar delante de ti, hablarte, decirte, aconsejarte… gente de valor que siguió por un camino mejor. No hiciste caso, tú hiciste lo tuyo. ¿Y quién te culparía? Al final hiciste lo correcto, ¿no?

Terquedad:

No quisiste escuchar, incapaz de atender razones por miedo a que frustraran tus planes. Indócil, remiso. Aunque todo se te tornó difícil y trabajoso.

Arrepentimiento:

Ahora puedes decir que lo conoces, ese pesar que no te deja el pecho te puede matar. Más el alma que el cuerpo, ya que el corazón está muerto desde hace mucho ya.

Conformismo:

¿Condescendencia, en serio? ¿Lo fuiste, se te olvidó todo lo que hiciste? Dudé por un instante, un mísero y precario instante de que hubiese algo que te hiciera moldearte al gusto de otros, pero no lo hiciste. Y ya no sé si decir que eso hubiera sido lo mejor para ti. Ya que mira como acabaste, ahí, sentado y atado…

Aceptación:

¿Te equivocaste?

Sí, muchas veces.

¿Lo reconociste?

No. Eso te nublaba el juicio y no te dejaba continuar. Algunas veces dudaste de ti mismo y de tu voluntad, pero no flaqueaste, tenías que hacerlos pagar. Ellos te volvieron loco al final.

Motivo:

Impulsivo, rencoroso y vengativo. O no hubieses llegado tan lejos sin esos tres sentimientos que movieron tu mundo, tu voluntad y tu mente. ¿Qué si eso era justificado? No, para ti lo era para ellos no. Claro, eran los que sufrirían, ¿cuándo dirían que sí?

Perdón:

Oh, esta última palabra… perdón…

Te lo preguntas.

¿Merezco ser perdonado por todas mis acciones?

Tu respuesta a esa pregunta es no. La sabes y no la discutes, tampoco haces méritos para merecerlo. No te importa, ya nada te importa, solo te destruyeron. A tu familia, tus amigos, a ti.

Y todo el trabajo de tus padres, padrinos, tíos y amigos para ayudarte a salir adelante, a olvidarte de tus penas, de tu pasado, de tus desgracias. Todo quedó relegado a nada, ¿era eso lo que querías, olvidar de dónde venías? ¿O solo buscabas venganza, quedarte solo?

Jajajaja.

Sueltas una carcajada demente mientras te miras en el espejo, una reflexión de tu vida muy estúpida a tu propio parecer.

¿Por qué pensar en eso?

Piensas mientras arregla tu negra corbata que resalta sobre tu pulcra camisa blanca, alisas tu saco. Te ves muy bien de traje, aunque sea para asistir a un funeral.

El responso de una persona a la que no quisiste dañar, pero que desgraciadamente fue un daño colateral. Tú no pretendías matarla, no, al contrario, quisiste ayudarla. Pero simplemente se metió en medio y ahora… Reposa en una caja cerrada, ya que su cara desfiguraba podría infartar.

Un hecho lamentable pero real, una desgracia que no puedes cambiar.

Ahora responde a tu propia pregunta… ¿lo sientes de verdad?

Ya es hora.

Escuchaste a alguien murmurar, una fémina, no la sentiste llegar. La miraste a través del espejo y la viste temblar, levemente, pero te sostuvo la mirada. Sonreíste, complacido de no verla flaquear.

Sí, ya es hora.

Tu respuesta pasiva, sin tristeza. Te giraste para ver a tu acompañante de frente, el brillo de la lujuria relució en sus ojos como en los tuyos. Querías cogértela ahí mismo, pero no el momento ni el lugar indicado. Ya luego, ya luego…

Solo sonreíste, perverso.

Vámonos.

Ahora respóndete a esta pregunta… ¿lo sientes de verdad?

La respuesta, es NO.

Porque un demente no tienen sentimientos.