Naruto no es mío si no de Masashi Kishimoto.

Advertencias de este One-shot:

- AU

-Crack

Pareja principal: Gaara/Hinata.

-*lalalalala (pensamientos)

-*lalalalala (diálogos y narración)

Gracias por adelantado por los review.

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La campana resonó por todo el instituto informando a todos los estudiantes de que ya era la hora de entrar a clase, avisando a todo aquel alumno u alumna que aún no había llegado al recinto que se diera prisa por llegar porque las puertas de la entrada pronto se cerrarían y daría comienzo la primera clase.

Ella podía estar tranquila, nunca en su vida recordaba haber llegado a destiempo, no es porque ella quisiera llegar tarde alguna vez, ni mucho menos, si no porque su padre era bastante estricto en cuanto a la educación de sus hijas se trataba.

Tanto a ella, como su hermana y sumándole su primo, los tenía rectos en los estudios, tenían la orden de estudiar como mínimo una hora diaria sin falta.

Cosa que por supuesto agradecían los tres porque de ese esfuerzo impuesto y tedioso procedían las notas esplendidas y perfectas en cada examen que hacían.

Se consideraba a si misma como una chica que cumplía las reglas, siempre procurando no llegar a ser una estirada como consideraban a su primo Neji.

Cumplía las normas del centro, hacia sus deberes cada día, colaboraba en clase, no hablaba ni interrumpía las lecciones como Naruto, pero claro, no es que su timida personalidad le permitiera hacer otra cosa. Ella era y hacia todo lo que debía hacer un alumno ejemplar.

En casa era prácticamente igual, siempre tenía la habitación inmaculada, estudiaba como le decía su padre, ayudaba en casa o a su hermana con los deberes, y procuraba, aunque siempre se colaba, alguna que otra discusión con Hanabi por sus dispares maneras de pensar.

Una chica que cumplía todo y se podría llamar perfecta, salvo que tenía un grandísimo pero.

Por la ventana pudo ver una rebelde cabellera rubia correr desesperada hacía la entrada del instituto, pudo entrar por los pelos justo antes de que la gran verja de metal se cerrara y le dejara fuera como le ocurrió a un par de alumnos.

Ese muchacho rubio que tan bien conocía como su amigo Naruto se dio la vuelta para ver como el chico con el que había venido acompañado al instituto, con pasos más calmados, se quedó fuera.

Se llevó las manos al pecho, preocupada. No le abrirían la verja una vez cerrada.

Lanzó su maletín al aire y calló sobre el desprevenido y aún sofocado Uzumaki que lo atrapó a duras penas por la sorpresa. Con una agilidad digna de un felino, salto y trepó la robusta verja y saltó al otro lado como si nada.

Tras enderezarse, se adecentó un poco el uniforme escolar y le quitó el maletín de las manos a Naruto que sonreía abiertamente recuperado del susto.

Ambos comenzaron a andar directos a sus respectivas clases como si nada hubiera pasado.

Sintió sus mejillas arder desde el mismo momento que sus ojos se posaron en él, y todo lo contrario de lo que la gente creía, no era Naruto de quien estaba enamorada ahora. Eso se esfumó hace muchos años cuando se dio cuenta de que no la veía como deseaba y cuando le presentó a su vez a su amigo.

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Siempre estaba dispuesta a ayudar, le encantaba saber que era de ayuda a alguien. Por eso, cuando su profesora y tutora de clase Kurenai le pidió que le hiciera un favor, no dudó en aceptar.

Le pasó un gran número de papeles sobre las actividades extraescolares que debía colgar en el pizarrón de anuncios de cada clase antes de meterse a la sala de profesores para hablar con los padres de un alumno.

El instituto era muchas cosas, pero sobre todo enorme.

Mandó un mensaje a su primo para decirle que se fuera sin esperarla a casa porque ella estaba algo ocupada y tardaría en salir. Agarró los papeles firmemente y la grapadora de sobre la mesa de profesores y se fue dispuesta a terminar la tarea encomendada.

Al doblar la esquina no que había nada más salir de dirección y consejeria no esperaba encontrarse con nadie a esas horas. La hora de salida para ir casa fue dada hace diez minutos, por eso el golpe al chocarse con alguien y el leve dolor de su trasero al caer sentada no lo vio venir.

Se palpó para aliviarse la zona dolorida y vio, para disgusto, que los papeles se esparcieron por el suelo.

La persona con la que colisionó y que estaba igualmente mal sentada por el choque de antes quedó en el olvido junto al dolor para ponerse a coger los papeles.

Fue a tomar uno de ellos cuando una mano se posó al mismo tiempo sobre la suya. Recordando que no estaba sola, alzó la cabeza para encontrarse frente a frente con el rostro más sereno, inexpresivo, pero apuesto, que había visto en su vida.

Esos penetrantes y profundos ojos azul aguamarina la miraban con tal intensidad que intuía, a esas alturas, que el color de su rostro sería del mismo ardiente y desordenado pelo de él.

Sintió la disculpa que pensaba darle atorarse en su garganta.

-Lo lamento, fue culpa mía.

La voz grave del chico le propinó un escalofrío que la recorrió por todo el cuerpo dándole una conocida sensación de hormigueo en el estomago.

-¡No!- Lo vio abrir durante dos segundos los ojos con inesperada sorpresa al oírla gritar de la nada. Eso la puso aún más nerviosa.- La cul-culpa es mía, e-era yo qui-quien no es-estaba atenta.

Sintió como su mirada la recorría de arriba a bajo y sintió un inmenso calor al ver un extraño brillo en ellos. Que ella estuviera enterada, ningún hombre la miró de tal manera.

Con interés.

Tiró nerviosa de su falda viendo como su mirada estaba recorriendo sus descubiertas piernas.

No sabía como actuar ante las sensaciones que ese chico le estaba proporcionando a su cuerpo, y la distancia tan corta que había entre ambos no es que le ayudara precisamente a relajarse.

Decidió que lo mejor era escapar de ahí.

-Gra-gracias por a-ayudarme a recoger los fo-folios y per-perdón de nuevo por el gol-golpe.

Cogió los pocos papeles que había desperdigados por el suelo a una velocidad inhumana, le quitó el puñado que él tenía en sus propias manos y salió corriendo disparada entrando a la primera clase que encontró en ese pasillo.

Al verse sola tras cerrar la puerta corredera se dio el lujo de suspirar con alivio.

Su corazón poco a poco se calmaba y el rubor abandonaba sus mejidas. Respiró hondo una vez normalizada por completo.

Se acercó al pizarrón de corcho tras dejar los papeles que traía consigo sobre la mesa más cercana y tomó uno para colocarlo, fue a coger la grapadora una vez papel y pizarra estaban pegados pero no la vió.

¿Y la grapadora? ¿Dónde estaba la grapadora? Recordaba traerla con ella cuando salió de la sala de profesores.

Sosteniendo aún el papel al corcho, se puso a hacer memoria, o lo habría hecho si el sonido "clap" no la hubiera asustando al sonar sobre ella.

Al alzar la mirada observó como una pálida y masculina mano con la grapadora que ella reconocía como la que tomó prestada se alejaba del folio ya colgado en el pizarrón.

Se dio la vuelta y su frente rozó con una afilada barbilla mientras el resto de su cuerpo lo hacía con un duro torso.

El sonrojo intenso de segundos antes volvió sin tregua invadiendo todo su rostro, orejas y cuello al verse acorralada por el chico pelirrojo de momentos antes. Esta vez en una posición algo más comprometida.

Podía sentir el aliento, cálido y mentolado de él en su flequillo, uno de sus brazos sosteniendo en alto la grapadora mientras la otra se mantenía en la pizarra de corcho al lado de su cabeza para darse apoyo.

Estaba acorralada por su cuerpo.

Estuvo a punto de gritar cuando la tomó de la mano de improvisto y la acercó a su pecho con algo de brusquedad.

-Cógela.

Parpadeó un par de veces con desconcierto, ¿qué cogiera que cosa? No veía nada que tomar con su mano.

Apretó los labios ahogando otro grito cuando una descabellada idea se le cruzó por la cabeza. Sus ojos, abiertos totalmente por la incredulidad, bajaron poco a poco de su rostro hasta su cuello, recorriendo su torso en ese uniforme negro hasta llegar a su bragueta.

Se sonrojó violentamente, ¡¿Quería que le cogiera "eso"?! ¡No lo conocía de nada! ¿Cómo le podía pedir que le agarrara ahí? No es que de conocerlo lo fuera hacer, ni hablar, pero la idea en sí de todas formas era indevida.

-¡¿Qu-qué?! –Los nervios que le daban, tanto la cercanía de él como lo pensado anteriormente en su cabeza volvieron a sacar su tartamudez.

-Que la cojas.

Le dejó en la mano que tenía tomada la grapadora.

Eso era lo que quería que cogiera desde el principio y no sus partes bajas. Ahora se sentía avergonzada por haber pensado siquiera en la posibilidad de que él le hubiera pedido agarrarle la bragueta.

Esperaba que él no hubiera visto como bajó la mirada por su cuerpo hasta sus partes, se moriría de la pena.

-Te la dejaste en el pasillo cuando escapaste de mí.

-Gra-gracias.

Ahora a parte de vergüenza por sus pecaminosos pensamientos se sentía también culpable. No pretendía ofenderle de esa manera al huir.

-Lo-lo siento, no que-quería ofenderte.

-No importa, estoy acostumbrado a que la gente me tema y escape-. Se lo dijo mientras se erguía y se alisaba las arrugas del uniforme con calma.

Eso no ayudaba para hacerla sentirse mejor consigo misma. Al contrario, estaba peor.

Lo vio tomar su maletín sobre la mesa donde estaban los papeles para darse media vuelta y dejándola esta vez sola a ella. Pero se equivocó, cuando abrió la puerta no salió.

Viró el rostro hacía su dirección.

-¿Te vas a quedar ahí todo lo que queda de tarde o vas a poner el resto de carteles?

Observó en su otra mano el montón de cartelitos que debía colgar en cada clase. No se había ni percatado del momento en el que el chico los tomó, claro que no había que ser muy inteligente para entender que pretendía ayudarla.

Con la grapadora en la mano se puso a su lado, y juntos, poniendo la peliazul una distancia segura entra ambos, pusieron los papeles en cada lugar. Aprovechó para tomar su maletín cuando entraron a poner un papel en su clase.

Maletín que caballerosamente decidió llevarle.

Para cuando terminaron ya se sentía más segura y menos tensa entorno a él.

-Gra-gracias por su ayuda…- Dejó al aire las palabras al carecer de su nombre.

-Sabaku no Gaara.

-Gracias Sabaku-sempai- Lo vio entrecerrar un poco los ojos.

-No me gusta que me llamen por mi apellido, Hyûga-san.

Realmente, viendo como él le había llamado, arrastrando su nombre con algo de molestia, tampoco le gustaba ser llamada por su apellido.

Alzó una fina ceja de repente al ver que le había llamado por su apellido cuando ella no se había presentado aún.

-¿Me-me conoces?

-Sí y no, tu primo está en mi clase y le he oído hablar de ti alguna vez, os he visto juntos y también soy amigo de tu compañero de clase, Naruto.

Recordaba ver a Naruto de vez en cuando acompañado del pelirrojo en los descansos, llegando a clase algunas veces o por casualidad en la cuidad cuando hacía recados. Nunca se fijó ni le llamó la atención hasta hoy.

Legaron a la verja donde él se paró en seco. Fue a tomar su maletín pero Gaara no cedió a devolvérselo todavía.

-¿Por donde atochas?

-Por la de-derecha.

-Yo voy por ahí también, andando.

El camino fue silencioso por parte de ambos, Gaara miraba con neutralidad al frente con paso clamado con Hinata un par de pasos por detrás de él mirando sus pies.

Saber que pasaban por casi las mismas calles para ir al intitulo era una sorpresa, y que el pelirrojo tuviera el detalle de seguir llevándole el maletín todo el trayecto era otra. Era una cosa que ni su primo hacía.

Cuando alzó la mirada se dio cuenta de que estaban en un cruce, mientras que Gaara seguía ir recto, ella debía ir por arriba.

-Ga-Gaara-sempai, yo te-tengo que subir pa-para ir a casa, ¿po-podría entregarme mi maletín, por favor?

Estiró la mano tendiéndole lo que le pidió recibiendo una tímida sonrisa a cambio y una inclinación de respeto y agradecimiento.

Cuando la vio erguirse se dio media vuelta no sin antes hablar.

-No tengas miedo de mí, no voy a hacerte nada-. Comenzó a andar dispuesto a irse a casa y dejando a la peliazul parada mirando cómo se alejaba con expresión confundida. Miró el camino con una expresión que denotaba determinación en sus claros ojos cian-. No por ahora.

Por supuesto eso último no pudo escucharlo.

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El gran pero, atrocidad, tabú, como quisiera llamarlo la gente era que se había enamorado sin darse cuenta de Gaara.

Que resultaba ser un compañero de clase de su primo al que no le hacía mucha gracia, era uno de los mejores amigos de su antiguo amor de la infancia y el hermano de una de sus mejores amigas, Temari.

El pero era grande grandísimo por muchos motivos ya nombrados, claro que no podía evitarlo, tras ese encuentro inesperado tuvieron otros más que fueron llamando su atención y cuando quiso darse cuenta su corazón ya se aceleraba por si solo ante la mención de su nombre.

Por eso, estuvo toda la semana pasada infundiéndose valor a si misma para el día de hoy. 14 de Febrero, San Valentín.

Hoy sería el día donde le diría lo que sentía por él desde hace dos años.

Pasaron las horas lentamente, entre las aburridas matemáticas con Asuma-sensei y la escalofriante clase de Biología con Orochumaru-sensei hasta que dieron con la clase de Literatura con Kakashi, el cual, como no, llegaba tarde.

Aprovechando que no estaba el profesor, los chicos de clase se pusieron cada uno a lo suyo.

La chicas fans de Sasuke no dudaron el lanzarse prácticamente de cabeza hasta su mesa para llenarle de chocolates y declaraciones. Casi se podía apreciar el aura de angustia a su alrededor al verse tan acosado.

Pobre, y pensar que aún le quedaba la media hora del almuerzo que pasar en el patio.

Aprovechó ese momento para sacar la pequeña mochila que había traído consigo esa mañana y la abrió sacando dos paquetes.

Se acercó a sus amigos Shino y Kiba en primer lugar.

-¡Feliz San Valentín!

-¡Wa! Hinata, muchas gracias-. Abrió desesperado el pequeño paquete encontrándose un perro de chocolate-. Que gracioso, es un perro y se parece a Akamaru.

Se vio envuelta en un abrazo aplastante por parte de Kiba por regalarle todos los años chocolate por su acérrima amistad.

-Muchas gracias, Hinata-. Sacó el escarabajo de chocolate de la cajita- ¿Puedo?

-Cla-claro, los he hecho para que os lo comáis.

Pasó de largo al Uchiha, por el momento no le daría su chocolate o se vería envuelta en miradas asesinas durante todo el día. Hoy era peligroso dirigirle la palabra a Sasuke, más de lo normal con sus psicóticas acosadoras en modo frenético.

Se acercó a Ino que estaba junto a un adormilado Shikamaru y un hambriento Choiji comiendo patatas fritas.

-Déjame adivinar, ¿chocolate? –Sonrió enrojecida al verse descubierta por Ino-. Que tierna eres, toma.

Recibió ella también chocolate de su amiga.

-Es ba-bajo en calorías para ti, sé que no co-comes dulces por eso.

-Gracias, ¡Oh! Tiene forma de flor ¡Me encanta! –Le dio un carpetazo a Shikamaru en la cabeza-. Despierta idiota, no pienso dejar que Hina te de su chocolate contigo roncando.

Miró de mala manera a Ino mientras se acariciaba la zona del golpe y se sentaba correctamente. Apostaba cualquier cosa a que por su cabeza pasaba la palabra "problemático" ahora mismo.

Le alzó con algo de duda un paquete envuelto en verde pistacho por si estaba molesto.

-Las mujeres sois tan complicadas- No estaba enfadado, eso era bueno. Abrió como siempre con cualquier cosa que hacía, desganado, la caja y arqueó una ceja-. ¿Cómo haces los moldes? Hacer chocolate con forma de ciervo parece complicado.

-Es se-secreto de la co-cocinera.

En verdad los moldes se los hacía Ko, él disfrutaba haciendo ese tipo de manualidades y ella conseguía figuras de lo que quería para galletas y cualquier cosa para sus postres.

Sonrió alegremente sonrojada al ver a Shikamaru suspirar rendido ante su respuesta y como segundos después este cambiaba su aburrida expresión por una de gozo al morder su dulce.

El chocolate de Chouji era sin duda el más grande de todos los que había preparado el día de ayer, era casi tan grande como la bolsa donde estaban los dulces que le quedaba por entregar. Aunque poco duraría de todas maneras.

Naruto le dio las gracias a pleno grito cuando le tendió el suyo, era tan escandaloso que seguro que la clase de al lado se había enterado perfectamente.

Dejó de lado los chocolates cuando Kakashi entró por la puerta con una de sus poco creíbles excusas. Por supuesto, a la hora a la que había llegado por quien sabrá verdadero motivo, solo dio tiempo para que mandara deberes y leer un par de páginas para saber hacer los deberes.

Como si el retraso de Kakashi que los dejó prácticamente una hora sin clase no fuera satisfactorio, sus compañeros de clase salieron disparados por la puerta cuando el timbre del recreo sonó por todo el instituto.

Escuchó sin siquiera haber salido aún de clase, como las Sasukenomanas gritaban desde el pasillo.

Sé alegró de que saliera de clase antes que él o estaría atrapada todo el descanso allí con la avalancha de chicas que en menos de un visto y no visto se abalanzaron, locas y eufóricas sobre él.

Caminó por el pasillo abrazando su bolsa del almuerzo a su pecho con un pequeño sonrojo, no solo su comida estaba ahí, también estaba el presente que pensaba darle a Gaara.

Siempre y cuando pudiera encontrarle, normalmente comía con Naruto, pero al igual que Sasuke, a pesar de que el pelirrojo no era tan popular por, en este tipo de días buscaba pasar lo más desapercibido posible por las pocas que tenía. Y diantres, era bueno en eso, no podía encontrarlo por ningún lugar.

Cuando pensaba darse por vencida e ir a la fuente para comer con las chicas, vislumbró una única y conocida cabellera despeinada al final del pasillo que daba a las escaleras de emergencia.

Tomó aire y comenzó a andar para acercarse a él, cuando abrió la boca para llamarlo, aún a la distancia, la interrumpieron.

-¡Gaara-sama!

Un grupo de tres chicas se acercaron veloces al pelirrojo quien tenía clara intención de subir las escaleras donde todos tenían prohibido acercarse.

Se escondió, como ya era costumbre de ella, en un saliente que había entre cada puerta de clase atenta a todo. Gaara no tenía tantas fans como el Uchiha, pero tenía que era lo que importaba.

Eran chicas llamativas, extrovertidas, sin miedo a decir lo que piensan o sienten y al fin de cuentas eran ese tipo de chicas las que gustaba a los hombres. Eran una dura competencia.

Lo vio poner la expresión más gélida que pudo, aunque sabía que la irritación por verse descubierto estaba escondida en su fría mirada.

No sabía que ese rechazo a casi todo el mundo y el misterio que sus silencios y actitud creaba, era lo que le atraía a sus fans.

-¿Qué queréis? –La hostilidad era más que palpable.

El grupo de chicas se removieron un poco inquietas y sonrojadas para posteriormente sacar cajas en forma de corazón y extendérselas a él.

-¡Se mi San Valentín, Gaara-sama! -Las tres lo gritaron al mismo tiempo y dándose miradas de muerte la una a la otra.

Solo podría elegir a una de ellas por lo que las tres, por muy amigas que fueran diariamente, por el corazón del pelirrojo serían capaces de entrar en conflicto entre ellas por ser la elegida.

El pelirrojo, estaba quieto, mirando sin interés las cajas de bombones que estaban tendidos hacía él.

Se dio media vuelta dispuesto a subir las escaleras como previamente tenía pensado dejando a sus fans quejándose.

-No.

-¿Por qué no?

-Porque vuestros chocolates no me interesan.

-El chocolate es lo de menos, son los sentimientos que deseamos ofrecerte.

-Eso me interesa menos aún.

Viendo como se marchaba, las chicas, en un acto por intentar pararle el paso, se interpusieron en su camino a la escalera deteniéndolo en seco. Por la mirada, ahora que lo podía ver de frente, no estaba para nada contento, al contrario, en cualquier momento el Gaara rudo y sin sentimientos saldría a la luz.

-Quitaros de en medio.

-Elige a alguna de nosotras.

Lo que le faltaba por oír, le molestaban a todas horas, le arruinaban un día que quería pasar tranquilo y ahora le exigían para colmo que eligiera a una de ellas.

No tenía dudas.

-Ninguna, ahora fuera, no me obliguéis a apartaros yo mismo.

A pesar de que temblaron algo asustadas sabiendo que lo decía enserio, no se movieron de allí. Cosa que crispó los nervios del pelirrojo aún más por difícil de creer.

-Muy bien, ¿queréis una respuesta? Pues la tendréis-. Tomó la caja de chocolates en forma de corazón que tenía más cerca iluminándole la cara a la chica a quien pertenecía.

Escondida todavía en una esquina, sintió su pecho oprimirse al verle tomar la caja de una chica, era como verlo tomar el corazón lleno de sentimientos de otra mujer que no era ella entre sus manos, y dolía.

Con la misma rapidez que tomó la caja, la lanzó al suelo y la pisoteó ante los ojos sorprendidos y aterrados de todas ellas.

-Esta es la respuesta que tanto ansiabais. No me interesan vuestros chocolates, ni sentimientos, y mucho menos vuestro amor. Todas esas mierdas que me ofrecéis no sirven para nada salvo perder el tiempo.

Tras las duras palabras comenzó a andar de nuevo empujando con sus hombros de manera hosca a las chicas para apartarlas y desaparecer de escena como previamente tenía pensado.

Las dos chicas consolaban a su amiga llorando en el suelo por ver como el chico del que gustaba rechazó tan cruelmente sus sentimientos.

Sintió sus propias lagrimas bajar por sus mejillas, no por lastima de la chica, que también, si no por ver ese lado de Gaara. Lo quería, muchísimo, tal vez demasiado, pero verle despreciar así los sentimientos de otra persona fue algo que la destrozó por completo.

No se engañaba, lo seguía queriendo con todo su ser, pero ya no podría verlo y hablarle con los mismos ojos de siempre porque recordaría siempre la frialdad con la que trataba al amor.

Miró la caja de chocolate dentro de la bolsa.

Ya no tenía nada que hacer con aquel chocolate que había preparado con más esmero que el resto para él. Pensó en tirarlo, pero le daba pena echar a la basura algo por lo que trabajó tanto.

-Antes de poder haber hecho nada ya sé que no es posible…

Sin ánimos ante lo visto, apretó la bolsa a su pecho y fue al patio para buscar a sus amigas para almorzar e intentar que su humor ahora decaído mejorara. Por supuesto, sabía que debía guardar para sí misma el malestar o tendría a todas sobre ella exigiendo explicaciones para poder ayudarla en lo que pudieran.

Y no había ayuda en esto. Si Gaara no quería amar a nadie era caso perdido intentar lo contrario.

Nuevamente su corazón era dañado por un amor no correspondido ni sabido.

La media hora de almuerzo y descanso pasó más increíblemente lento para ella de lo normal, claro que lo atribuía a su reciente malestar que tanto le costaba ocultar porque no era buena mintiendo a los demás.

No paraba de darle vueltas a la cabeza, ¿Estaba destinada a sufrir cada vez que se enamoraba? Primero Naruto al gritar día a día su amor a Sakura cuando ésta no hacía más que ignorarlo avergonzada, y ahora, no siendo suficiente, Gaara y su claro rechazo al amor como había visto con sus propios ojos.

Aprovechó que la clase de su primo le pillaba de camino a su clase de Ingles para entregarle a él y su amigo Lee los chocolates que tenía preparados para ambos.

Viéndose sorprendidamente envuelta en un abrazo giratorio por Lee y una serie de palabras escandalosas sobre lo amable que era y lo cálida que era su juventud. Pero le dio gracias a eso porque por unos minutos consiguió hacerle olvidar al pelirrojo por la vergüenza que le estaba haciendo pasar.

Observando como su primo olvidaba guardar las composturas que siempre portaba para gritarle al moreno y que así la dejará tranquila y libre de bochorno en el suelo. Ayudada de Tenten porque Lee era demasiado para una sola persona.

Sonrió con timidez despidiéndose de ellos porque debía ir cuanto antes a su aula porque el Kurenai estaría a punto de llegar.

Lo que no se esperaba es que cuando fue a abrir la puerta corredera, ésta se abriera antes y la hiciera respingar. Mas poco duró las sorpresa para ser sustituida por un sentimiento de impotencia inmenso.

Gaara estaba al otro lado con la fiambrera en la mano y mirándola impasible.

Vio como sus ojos aguamarina miraban al fondo, a las cajas de chocolate que sabían eran hechos por ella en manos de su primo y amigos, para él compañeros de clase, para luego clavarse de nuevo en ella.

Apretó a su pecho la pequeña mochila donde quedaba el ultimo chocolate por entregar. El de él.

Empero, no podía, no se atrevía a entregarse porque le aterraba que la rechazara cuando viera la forma del chocolate y lo que eso significaba. El recuerdo del pelirrojo pisoteando el paquete de aquellas chicas la dejaba inmóvil.

Sintió la humedad invadir sus ojos, peligrando que las lágrimas salieran libres y delataran su estado emocional.

-Hinat…

-Tengo que ir a mi case, está a punto de llegar el profesor-. Bajó la cabeza para que no pudiera ver su rostro delator y pasó junto a su lado, chocando sin querer su antebrazo con su hombro al caminar-. Hasta luego.

Anduvo por el largo pasillo, ignorando si Gaara la seguía observando desde la puerta de su salón o si por el contrario ya había entrado. A medio pasillo vio una papelera, deteniéndose junto a ella.

Antes se dijo a si misma que no quería tirar el chocolate por pena ante el esfuerzo empleado, pero era doloroso saber que lo tenía, intuyendo que cada vez que lo viera recordaría el dolor que ahora tenía.

Ya no dudó, sacó ese rojo paquete en forma de corazón y lo tiró a la basura. Comenzando de nuevo sus pasos para ir a clase.

Sin percatarse de la masculina figura que la había seguido extrañado por su comportamiento inusual y alarmante hasta que se detuvo para deshacerse del objeto de su dolor. Habiendo observado todo.

El resto de asignaturas pasó con relativa calma, tomando apuntes sin prestar demasiada atención a que se explicaba realmente en clases, escuchando la silenciosa respiración de Shikamaru tras ella o el leve murmullo de una discusión entre Ino y Sakura a escondidas del profesor el resto de horas de ese día de instituto.

Cuando sonó la campana anunciando el final de aquel día, y el comienzo del tan esperado fin de semana, viendo a los escandalosos de Kiba y Naruto, literalmente luchar por salir primero por la puerta, mientras el resto recogían sus pertenencias en silencio porque la salida de ahí no se iba a mover.

Suspiró alicaídamente tomando su mochila tras colocar bien la otra más pequeña que hubo usado esa mañana para portar los chocolates en su interior. Dándose cuenta que los únicos que aún habían en la clase eran el tranquilo Shino que colocaba su silla correctamente y Sasuke, que esperaba a que todas las chicas se marcharan para poder ir con calma a casa sin sentirse acosado y en peligro de ser violado por alguna de ellas.

Cuando salió vio todavía a bastantes alumnos fuera esperando a sus amigos, entre ellos a Naruto y el resto en según había oído por su grito de él, tarde de videojuegos en su casa y comida basura.

Vio que Neji no estaba para acompañarla, así que se apoyó en la entrada para esperarlo como él siempre hacía por ella.

Tuvo que bajar la cabeza porque no soportaba ver a los chicos que no conocía pasar junto a ella alardeando e los chocolates recibidos por las chicas de las que muchos se gustan.

Le era doloroso porque le restregaban sin saber aquello por lo que ahora le hacía pesado el corazón.

-¡Hombre, Gaara, ya era hora de que salieras!

Ante la mención del nombre se encogió sobre sí misma, apretando las asas de su mochila y sus labios para no ponerse a temblar.

-Cállate, el profesor nos mandó un trabajo y tuvimos que quedarnos más tiempo para saber de qué era.

Su voz monocorde en otro momento la haría sonrojar, pero ahora, solo la escuchaba diciendo las palabras hirientes de ese medio día a las tres chicas que le ofrecieron sus sentimientos.

¿Estaba exagerando? Puede, pero realmente le había dolido mucho porque se imaginó en el lugar de aquella pobre chica. No podía evitarlo, no por nada sus amigos la conocían por ser demasiado empática y sentimental.

-Espera un momento, ¿Qué tienes ahí?

-Estate quieto, Naruto.

Escuchó una serie de retahílas incomprensibles de palabras porque todos estaban hablando a la vez. Junto al sonido de pasos de un lado a otro y empujones.

-¿A ver qué escondes con tanto ahínco?- El uzumaki no sabía que era la privacidad. Se podía ver claramente al verlo intenta meter la mano en uno de los bolsillos del uniforme del pelirrojo.

-No me toques.

Al final entre tanto empujón y golpes de Gaara para alejarlo de lo que fuera que quería mantener en secreto, no sirvió para nada. Una mano bronceada alzo al aire el susodicho objeto.

Una ola de sorpresa los invadió a todos. Kiba fue quien rompió en silencio entre ellos.

-¿Una caja en forma de corazón?

-Y debe ser de chocolate porque huele como tal-. Dijo el rubio tras oler la roja caja.

-Devuélveme eso-. Le arrebató de la mano la caja para mantenerla en su mano, mirando a todos con recelo.

-¿Desde cuándo aceptas tu chocolates para San Valentín?- Su mejor amigo preguntó extrañado.

-¿Y a ti que te importa? Es asunto mío lo que haga y deje de hacer.

El rubio cruzó los brazos de manera infantil mientras lo llamaba borde, pero ninguno le hizo caso porque era más interesante el hecho de que Gaara tuviera una caja con un corazón de chocolate cuando por un lado no le gustaba dicho dulce y por otro, siempre decía que eso del amor era una porquería.

Shino, recolocándose sus inseparables gafas de sol habló tras largo rato en silencio.

-Es la letra de Hinata-. Dijo al ver el nombre del pelirrojo escrito en tinta de plata con la elegante letra de la Hyûga en aquel lazo negro que envolvía parcialmente la caja.

Ésta, que hasta el momento se había negado a levantar la cabeza hasta escuchar lo de la caja de chocolate, levantó anonada la cabeza para ver al pelirrojo fulminando con la mirada al estoico Aburame. Apreciando en su mano la caja que en efecto era suya.

¿Cómo es que él la tenía? Si la había tirado a la basura, ni siquiera Gaara debería de saber que algo así había para él el día de hoy. Sus ojos se alzaron aún más a su rostro, atónitos y perdidos.

Sintiendo ese conocido palpitar aflorar en su pecho de la mano con el calor en sus mejillas por el rubor.

Presintiendo sus ojos sobre él, las iris cían se volvieron a ella, haciéndola enmudecer al verse descubierta mirándolo. Mordió su labio inferior envuelta en vergüenza sobre lo que podría pensar de ella al saber que significaba la forma de corazón.

Por supuesto, ese miedo no evitaba que sus ojos siguieran fijos en los suyos. Esperando un algo. Cosa que llegó cuando, el resto de chicos, olvidando el tema del pelirrojo y su caja roja, pasaron de ello para ponerse a hablar de otra cosa y el pelirrojo pudo actuar sin ser motivo de burla.

Llevó, ante la incrédula peliazul, la caja a su rostro para darle un pequeño, casi insignificante beso, a la cubierta para guardarlo seguidamente al bolsillo del que Naruto lo sacó.

Alejándose de allí con una última mirada sobre ella para irse con los chicos.

No la había correspondido como tal, tampoco rechazado. Simplemente dejó en claro que le parecía bien. Y eso solo hizo que irremediablemente lo quisiera más.

Porque, Gaara no le había sido indiferente a ella.

Al final, fue un buen San Valentín.

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¡Aquí el primer capítulo de este nuevo Two-shot sacado recientemente del horno!

Este fic es como ya obviará, consta de dos capítulos, este, con el tan famoso San Valentin, el segundo capítulo que intentaré con todas mis fuerzas terminar a tiempo, será el Día 14 De marzo, con el Día Blanco.

Para quien no sepa de qué va el día blanco, lo sabrás cuando leas el siguiente capítulo, si lo explico todo ahora mismo haría spoiler de todo el capítulo siguiente en el proceso y me niego a hacer eso.

Así que paciencia queridos lectores.

Espero que os haya gustado la lectura.

Hasta el próximo capitulo. Cuídense. (L)

Publicado el 14 de febrero de 2015.