A "La Resistencia"
Ellos saben quiénes son, somos o fuimos.
Crucemos o no las palabras, esto será algo que siempre nos mantendrá unidos.
Prologo
Zeroth
Las explosiones generaron una onda que repelió en un impulso frenético a los anteriores elegidos y su sucesión. El más joven afirmó a su hija contra su cuerpo, evitando que saliera herida, a su lado su anterior líder imitó el gesto, afirmando a otro pequeño y siendo resguardado por un gran dinosaurio anaranjado. Cuando la nube de humo se disipó las miradas preocupadas de los ahora veteranos viajaron de unos a otros, verificando con fe que todos se encontraron a salvo.
―¡Koushiro! ¡¿Dónde está Koushiro?! ― Exclamó una femenina en voz alta. Sus prendas galardonadas estaban notablemente sucias a causa de haberse abalanzado hace solo unos momentos en el rescate de aquella pequeña que consideraba su hija y la cual ahora estaba en el refugio de su padre.
―¡Aquí, Mimi! ― Respondió el aludido con un Kabuterimon levemente herido. El pelirrojo se mantenía abrazando a un niño que no era su hijo, pero con el cual sentía un grado de responsabilidad.
―¿Todos están bien? ― Exclamó Sora en un grito, intentando acaparar todo su entorno, ayudando a un adulto Joe a colocarse de pie. Recibió asentimientos y manos elevadas mostrando su ubicación, algunos otros expresaron quejidos mientras se incorporaban.
―Pensaría dos veces antes de bajar la guardia, humanos.
La perturbadora voz ocasionó que Yamato colocara a su espalda a su joven e inexperta hija. Los digimon veteranos se alzaron reteniendo los ataques y contraatacando, defendiendo a los humanos a capa y espada sin importarles que los números se encontraran tan en su contra. Había algo que iba mucho más allá que las probabilidades, y era su determinación inigualable.
―Sora, llévatela de aquí. ― Indicó el rubio observando a la aludida.
―Llévatelos a todos. ― Agregó Taichi observando a su hijo que sujetaba en sus brazos a un pequeño digimon gravemente herido. Le sonrió de una manera tranquilizadora y apoyó su mano en su cabeza―. Acompaña a tu madre hasta la salida. ― Dijo, mirándolo. Takenouchi asintió y extendió la mano a su hijo quien corrió velozmente hasta su regazo siendo protegido de los proyectiles que amenazaban su vida.
―Mimi, acompáñalos también. ― Comentó Koushiro, Tachikawa lo ayudaba a mantenerse de pie y pronto el semblante se deformó, frunciendo el entrecejo.
―¡Ni si quiera lo pienses! ¡No voy a dejarte aquí!
―Ellos te necesitarán para salir. ― Comentó mirando a los indefensos niños.
Mimi desvió la mirada a los menores que habían corrido hasta el refugio de Sora y Birdramon. La chica deseaba negarse, no podía permitirse solo huir y dejar a los demás peleando contra algo como eso, pero sabía que su compañera no podría pelear sola contra lo que probablemente los esperaría en el camino. Finalmente asintió y se acercó a la ex–elegida del amor con Togemon.
―Hikari. ― Takeru volteó a ver a la castaña pensando por un momento en las palabras correctas―. Tú también…
―Lo sé, Takeru. Cuida de todos, por favor. ― El rubio le sonrió con pasividad, intentando calmar la mirada de preocupación de su esposa y apremiando mentalmente su sorpresiva calma en medio de tanta oscuridad.
―Te los encargo hasta mi regreso.
―Confío en ello. ― Pronunció―. Les abriremos la puerta desde el otro lado, eso le facilitará salir de aquí. ― Afirmó. Tanto Taichi como los demás asintieron con seguridad y agradecimiento.
Sora, Mimi, Hikari y Joe desaparecieron en la densa oscuridad que los rodeaba, acompañados por los niños. Daisuke los observó hasta que los perdió de vista y devolvió hábilmente la atención en el campo de batalla. Su enemigo tenía un poder de tal magnitud que los nuevos elegidos eran incapaces de pararlo y Gennai los había llamado anunciando que había aparecido un enemigo repentino y había arrastrado a los niños a una Zona donde eran incapaces de volver con su poder actual. Motomiya apretó los dientes al ver como Imperialdramon era fácilmente repelido por su adversario. Ken a su lado tenía un semblante parecido al suyo mezclado con incógnita al desconocer la razón de por qué justamente ese lugar había tomado posesión de los infantes.
Taichi apretó sus puños con furia, ¿por qué las cosas eran así de diferentes? ¿Es que acaso ellos habían tenido pura suerte? Quizá ellos habían tenido la fortuna de ir haciéndose fuertes gradualmente, sus oponentes a pesar de gozar de un gran poder siempre se encontraban dentro de sus capacidades; sin embargo el resultado al que habrían llegado si los Dark Masters se les hubieran aparecido el primer día que llegaron al Digimundo habría sido muy diferente y la probabilidad de que en ese momento no existieran era muy grande.
―¡Kabuterimon! ― Exclamó Koushiro, cuando su digimon atravesó el cielo sobre ellos, chocando contra un montón de rocas. Volvió la mirada a su enemigo ahora retenido por Shakkoumon.
Sus digimon eran incapaces de alcanzar un nivel mayor al Campeón a causa de que los Emblemas ya no les pertenecían y no comprendía por qué Gennai les solicitó ayuda a unos ya jubilados elegidos; sin embargo Daisuke y los demás aún conseguían realizar la evolución Jogress, razón principal por la que Hikari se había marchado sin su digimon, encargando Silphymon a su fiel amiga Miyako.
Muy a su pesar no era suficiente.
La fuerza de los Digimental comenzaba a menguar ante la densa oscuridad que los rodeaba y por si fuera poco, una gran explosión resonó en la dirección en la cual sus camaradas habían escapado. Taichi maldijo en un grito, Yamato no estaba muy lejos de imitar su actuar, pero hizo todo lo posible por mantener la calma. Miyako se desplomó en el suelo, desesperanzada, a su lado Iori desvió la vista resignado a las perdidas. Ken tembló en un frenesí que fue incapaz de retener y todos y cada uno se sintieron unos niños indefensos comparados con el monstruoso poder que tenía su enemigo.
Pero los elegidos no podían morir tan fácilmente.
¿Verdad?
