Él es mi novia.
Capítulo uno: Hermana gemela.
Cuando Toshiro regresó de la universidad y entró a su casa anunciándose, se extrañó al no recibir la respuesta usual de su madre o su hermana. Ellas siempre estaban en casa cuando él llegaba pues su madre trabajaba en casa y siempre estaba para recibirlos y la escuela preparatoria de su hermana mayor estaba cerca a diferencia de su universidad.
¿Qué? ¿Se preguntan cómo es posible que él vaya a la universidad y su hermana mayor a preparatoria? La respuesta es sencilla, Hitsugaya Toshiro era un niño genio. Apenas ingresar a la primaria se dieron cuenta de su inteligencia superdotada y lo hicieron saltarse varios años, hasta que llegó un punto en el que ya a sus doce años se graduó de la escuela primaria, secundaria y preparatoria y ahora a sus trece cursaba su primer año de universidad. Su hermana adoptiva, Hinamori Momo, de dieciséis años de edad era una chica normal, y por eso a veces la envidiaba. Pero eso no significaba que no la adorase, porque amaba a su hermana más que a nada en el mundo y haría todo por ella.
Dejó caer su bolso en uno de los sillones de la sala y subió escaleras arriba hacia el segundo piso donde estaban los dormitorios. Se acercó primero al dormitorio de su madre y no halló nada, por lo que se dirigió al de su hermana y allí se encontró con que la puerta estaba levemente abierta, y al acercarse más escuchó un sonido que lo hizo congelarse: sollozos.
-¿Hinamori?- abrió la puerta con cautela, quedándose boquiabierto ante la imagen de su madre abrazando a una desconsolada adolescente castaña que parecía llorarse la vida abrazándose a la mujer desesperadamente. Aunque el verla llorar así no fue lo que más lo impactó, sino el ver su rostro magullado, un ojo morado, y raspones y moretones por todo su rostro, brazos y piernas. -¡Hinamori!- de inmediato corrió hacia ella.
-¡Veté, Shiro-chan, no me veas!- sollozó enterrando el rostro en el hombro de su madre.
-Pero…- trató de tocar su hombro, sin embargo no le quedó de otra que apartar su mano al sentirla estremecerse.
-Ve abajo, Toshiro. Hablare contigo luego.- ordenó su madre adoptiva en tono extrañamente serio para ella.
Se mordió el labio con frustración, pero asintió. Salió de la habitación y volvió abajo pisoteando. Apoyó sus manos en la mesa del comedor, antes de gruñir y voltear dándole un fuerte puñetazo a la pared casi tirando uno de los tantos espejos que colgaban allí.
Desgraciadamente, esta no era la primera vez que algo así le pasaba a su hermana, solo que nunca antes había sido tan malo. A veces llegaba a casa con una mejilla inflamada, un ojo morado o el labio roto, y los moretones en sus brazos y piernas ya no eran algo raro, pero aun así no podía acostumbrarse a verla así.
Todo era culpa del bastardo de Aizen Sosuke. Ese miserable de la antigua preparatoria de Momo. Era su profesor y ella lo admiraba a muerte, pero el infeliz resultó ser un traficante de mujeres y casi se la lleva de no ser porque su padre adoptivo sospechó de él y la policía logró salvarla a tiempo y arrestar al bastardo. Sin embargo, aparte del trauma que sufrió su pobre hermana, el haber sido cercana a la fachada de ese horrible criminal le valió una mala reputación después de que todos descubrieron la verdad.
Varias chicas de su escuela y de toda la ciudad habían desaparecido por culpa de Aizen, una de ellas rival de Hinamori. Empezaron los rumores de que ella era en realidad aliada de Aizen y les señalaba cuales eran las chicas que debería secuestrar. Aunque habían arrestado a Aizen, no arrestaron a todos sus cómplices y menos rescataron a las chicas, así que el rencor y el miedo seguían allí. El hermano de la chica que había sido rival de Hinamori en asuntos tan estúpidos como ser la tercera mejor de la clase creyó los tontos rumores y él y sus amigos, aparte de muchos otros que creían los rumores, intimidaron tanto a la chica con insultos y amenazas que sus padres terminaron por tener que cambiarla de escuela.
Inscribieron a Momo en una preparatoria solo para chicas y creyeron que los problemas se acabarían, pero resulta que los rumores se habían extendido hasta allí e incluso terminó por ser culpada de la desaparición de chicas de esa escuela que nunca había conocido antes. No había logrado hacer ninguna amiga y a menudo un grupo de chicas la golpeaba, pero no podía identificar quienes eran porque siempre que la atrapaban le vendaban los ojos.
Apretó los puños con rencor a todas aquellas que se hayan atrevido a poner un dedo sobre su hermana. ¡Ella ya había sufrido lo suficiente cuando ese maldito Aizen casi la trafica y ahora le pasaba esto! ¡¿Por qué el mundo era tan injusto?! Lo peor es que no podían hacer nada por más que sus padres intentaban de dar con las culpables, estas permanecían en el anonimato.
Hitsugaya Toshiro se enorgullecía por ser un caballero, nunca en su vida golpeó a una chica más allá de algunos empujones con su hermana cuando eran más pequeños, pero con estas malditas abusadoras no le importaría olvidarse de ser un caballero. Apenas descubriera quiénes eran se aseguraría de devolverles todo los moretones, de hacerles derramar la misma cantidad de lágrimas que su hermana derramó. Las odiaba, malditas chicas, las mataría.
-¡Mierda!- dio otro fuerte puñetazo a la pared.
-Cuida ese lenguaje, Toshiro.- su madre hizo acto de presencia en la cocina con una sonrisa triste.
-¿Qué demonios importa el lenguaje en un momento como este, Matsumoto?- miró sus nudillos ensangrentados con indiferencia. –Quiero matar a esas chicas. ¡¿Cómo pueden hacerle eso a Hinamori aun con todo lo que sufrió?! ¡Ellas no saben nada, no tienen derecho!- tal vez lloraría si no se sintiera tan furioso.
-¿De nuevo llamándonos por nuestros apellidos?- ella soltó un suspiro cansino. –Sé que ambos son adoptados, pero seguimos siendo familia, ya sabes.-
-Voy a matar a esas chicas.- se sentó en la mesa ignorando sus bobos comentarios sobre la etiqueta apropiada. –Ya estoy harto de que la lastimen, Aizen ya la dejó lo suficientemente mal, apenas se recuperó del trauma. ¡Se perdió un año entero de su vida recuperándose del trauma! Tuvo que volver a empezar primer año de preparatoria solo para ser tratada así cuando intenta salir adelante. ¡No lo soporto y no entiendo cómo estás tan tranquila! Y el idiota de Ichimaru eligió este estúpido momento para irse a investigar a los secuaces de Aizen a Tokio. ¡Él debería estar haciendo una investigación como policía que es aquí para averiguar quiénes están maltratando a su hija!- rechinó los dientes.
Matsumoto Rangiku se dejó caer sentada frente a él y le acarició suavemente los cabellos, a lo que él la apartó de un manotazo. Ella volvió a suspirar. Parecía sumamente cansada y sabía que no la estaba ayudando a sentirse mejor, pero no podía evitar estar tan enojado como estaba.
-Entiendo que estés molesto, pero ¿qué más puedo hacer yo? Ya le sugerí que estudie en casa, pero se rehúsa, aún tiene la ilusión de que logrará hacer amigas en la escuela.- de repente, frunció el ceño. -¡Yo también estoy molesta! Quisiera saber quiénes son las zorras que le hacen eso a mi Momo-chan para retorcerles el cuello. Sería capaz de hasta disfrazarme de estudiante para averiguar su identidad, pero a pesar de que sigo joven no paso como chica de quince o dieciséis años.- hizo un mohín. –Gin no está aquí, así que no sé qué hacer. ¡Sí tú tienes alguna sugerencia de qué hacer, agradecería que me lo dijeras en vez de pasártela quejándote y rompiendo a golpes la pared!- chilló histéricamente antes de tomar grandes bocanadas de aire.
Él la miró con el ceño fruncido, pero debía admitir que ella tenía razón. No tenía idea de qué hacer, pese a ser un genio, nada se le venía a la mente para ayudar a Momo sin quitarle lo que ella más quería: la oportunidad de ser una chica de preparatoria normal. Sería mucho más fácil si solo pudiera vigilarla en su escuela para así asegurarse de que nadie le hiciera daño, incluso estaba dispuesto a posponer sus estudios universitarios y retroceder hasta la preparatoria por un tiempo hasta que dejaran de molestarla.
-¿Por qué no la cambias de nuevo a la escuela preparatoria mixta?- sugirió. –Así yo podría asistir a clases con ella y cuidarla. Suspenderé mis estudios universitarios por un tiempo hasta que las cosas se calmen.- era un buen plan.
-¡No!- la mujer de gran delantera palideció. –Toshiro… hay una razón por la cual no te mostramos las notas amenazantes que le enviaban a Momo-chan, muchas de esas notas decían que le harían lo que Aizen estuvo a punto de hacerle antes de que lo arrestaran.- él también palideció al comprender lo que estaba diciendo. –Prefiero que esté en una escuela con chicas que solo pueden golpearla a que esté en una escuela donde terminen de arruinar su vida.- enterró el rostro entre sus manos. –Fue horrible decir eso. Es obvio que no quiero que la golpeen, solo que quiero mucho menos que le hagan algo peor, no puedo arriesgarme a que le intenten hacer algo así otra vez ni aunque tú vayas a estar ahí. Sería mucho más fácil tener a alguien en su escuela actual para vigilarla, solo tendríamos que identificar a la banda de chicas que le vendan los ojos y parte del problema sería resuelto.- suspiró.
Él no dijo nada, simplemente miró su reflejó en el espejó que casi derribó anteriormente, odiándose a sí mismo por no poder hacer nada para ayudar a su hermana. Sí tan solo fuese una chica, podría ayudarla sin ningún problema, pero era un chico y no había nada que pudiera hacer para cambiar eso… ¿cierto? Sus ojos turquesas de repente se ampliaron cuando una idea estúpida se le pasó por la cabeza, y al mirar a su madre adoptiva supo que algo muy similar estaba pasando por su mente. Ambos compartieron una mirada.
-No.- dijo apresuradamente. –Es una locura.-
-¡Así que estás pensando lo mismo que yo!- lo señaló triunfante. -¡Vamos, Toshiro, es un plan brillante!- su sonrisa era digna de una completa maniática.
-¡No! ¡Es estúpido! ¡Ni siquiera sé por qué lo pensé!- se pasó las manos por el rostro, completamente horrorizado consigo mismo.
-¡Porque sabes que es la mejor opción! Así cuidaras de Momo-chan, descubrirás quiénes la han estado lastimando y la ayudaras a hacer amigas. ¡No puede fallar!-
-¡Claro que puede fallar! ¡Pueden descubrirme!-
-Estás hablando con una ex modelo, cuando acabe contigo, nadie te reconocerá.- sonrió astutamente. -¡No hay falla! Tu voz se ha vuelto más grave el último año pero aún conserva cierta finura, tus rasgos faciales siguen siendo algo redondeados y tu figura puede ser manipulada fácilmente. Con mi ayuda, te convertirás en la chica perfecta.-
-¡Una chica de trece años! ¡Necesito entrar en la escuela preparatoria, no en la secundaria! Además, tendríamos que falsificar mi identidad, documentos y engañar a mucha gente. ¡Eso es ilegal, un delito! ¡¿Y qué le diríamos a Hinamori?! Ella no aceptara esto y aunque lo aceptara soplaría mi identidad en el primer día, ¡siempre ha sido terrible guardando secretos!-
-Detalles.- cuando desestimó todas sus quejas, la fulminó con la mirada haciéndola sonreír nerviosamente. –Descuida Toshiro, ya he pensado en todo eso, sino no te lo estaría sugiriendo. Esta es la historia: La linda Toshiko-chan es la hermana gemela perdida del guapo Toshiro-kun. Gin la encontró en Tokio y la mandó a casa para recuperar el tiempo perdido con su gemelo, pero… ¡oh, sorpresa! Gin necesita la presencia de Toshiro-kun en Tokio para ayudarlo a resolver problemas con su herencia familiar, por lo que los dos gemelos no podrán encontrarse más tiempo que para una triste despedida en el aeropuerto. Toshiko-chan tendrá que vivir con la familia adoptiva de su gemelo y cómo también es una niña genio, solo que no tan genio como su hermano, se saltará dos años y asistirá a clases con nuestra adorada Momo-chan.- contó como si fuera un cuento de hadas.
-Todo eso es absolutamente ridículo, y no creo que Ichimaru quiera prestarse a esto.-
-Gin hará lo que yo quiero que haga sí no quiere que le pida el divorcio. Además.- continuó la mayor como si no lo hubiera escuchado. –Tengo un amigo que me debe un par de favores, por lo que conseguiré fácilmente documentos falsos. Y la directora de la escuela de Momo-chan es mi mejor amiga, así que no habrá necesidad de engañarla, estoy segura de que accederá a ayudarnos cuando escuche nuestras razones. Todo está en orden.-
-¡Todo, claro… excepto que yo no quiero!- soltó un gemido de fastidio. –Es lo más humillante que nunca podría habérseme ocurrido en la vida, y no estoy seguro de sí podré engañar a mi propia hermana y a una escuela entera, no importa sí la directora está de mi lado.- la miró frustrado.
-Toshiro… ¿no quieres ayudar a que dejen de lastimar a Momo-chan?- se quedó en silencio. –Dijiste que querías averiguar quiénes eran esas chicas y darles su merecido. Yo te doy una oportunidad para hacerlo, pero la decisión es tuya. ¿Lo harías por ella?- lo miró con extrema seriedad.
El albino mantuvo la cabeza gacha y el ceño fruncido, pero ambos sabían cuál sería su respuesta. Iba a hacer esto. Iba a participar de la humillante, desagradable y aterradora idea de convertir a Hitsugaya Toshiro en Hitsugaya ¿Toshiko? ¿No podría haber sido más original con el nombre? Como sea… tendría que hacerlo por más que odiara aquello desde lo profundo de su alma. Por su hermana, porque ella era lo que más quería proteger en ese mundo.
-Voy a hacerlo.- accedió con un suspiró. Su madre adoptiva chilló de felicidad. –Pero.- continuó. –Tendrás que prometerme que una vez esto se termine nunca, jamás, volverás a mencionar el tema y no quiero NADA de burlas al respecto.- ella pareció completamente decepcionada, la muy maldita.
-Bien.- hizo pucheros. –Ahora, tengo que hacer unas llamadas y luego seguir cuidando de Momo-chan, pero calculó que en una semana tendremos todo listo para comenzar con el plan.- sonrió emocionada. –Veté despidiendo de tu masculinidad, porque pronto te convertiré en una preciosa chica.- le guiñó un ojo haciendo caso omiso de su mirada de profundo odio.
Fue bastante fácil convencer a Momo de que tenía una hermana gemela que Gin por casualidad había encontrado en Tokio. Gin por supuesto que accedió a ayudar con su plan, escuchar el tono amenazante de Rangiku mientras hablaban por teléfono lo hizo estremecerse hasta a él. Hinamori lloró desconsolada al enterarse de que tendría que "irse de viaje en vez de reunirse con su hermana perdida" y quiso acompañarlo al aeropuerto para verlo reencontrarse y despedirse de su supuesta hermana, pero su madre adoptiva la convenció de lo contrario.
Matsumoto tuvo razón, solo les bastó una semana para conseguir los documentos falsos y la aprobación de la directora de la preparatoria solo para chicas, por lo que en una semana hizo sus maletas que permanecerían oculta en la oficina de Gin hasta que todo el plan funcionara y partió al "aeropuerto" que en realidad sería un hotel donde la mayor ya tenía todo preparado para convertirlo en una "preciosa chica".
Ayasegawa Yumichika, amigo de sus padres adoptivos, los recibió en el hotel que estaba repleto de cosas como maquillaje y ropa asquerosamente femenina que lo hicieron estremecerse. Ambos lo jalaron hacia una silla y la pesadilla comenzó.
Enjuagaron y peinaron su cabello para que se viera menos anti-gravedad aunque sus esfuerzos no sirvieron de mucho, por lo que al cabo de un rato se encontró con unas asquerosas extensiones de color tan blanco como su cabello que hicieron parecer como si lo tuviera largo hasta los omoplatos cayendo en suaves ondas. Lo odiaba.
Sus pestañas fueron resaltadas con un artefacto de tortura cuando insistió en que las pestañas postizas eran muy molestas, sus uñas fueron limadas y Yumichika lo alagó por su piel mayormente bien cuidada pero lo regañó por sus manos ásperas y callosas. Lo odiaba.
Se sonrojó horriblemente cuando la parte de vestirse llegó y le dieron lo que desde ahora serían sus "pechos" que consistía en un sostén relleno que según ellos era "copa A" porque se suponía que tenía trece años y se adecuaba a su tamaño, aunque aun así Matsumoto se rió de él murmurando algo como "plana" pese a que él no entendía ni una palabra de lo que decían. Lo odiaba.
Lo hicieron ponerse unas horribles medias altas y una falda aún más horrible aunque afortunadamente aun pudo conservar su propia ropa interior, y también le dieron una camisa blanca con copos de nieve y corazones adornándola. Lo odiaba.
Cuando la tortura finalmente acabó, se miró en el espejo y sí no estuviera tan enfadado, probablemente se habría sorprendido al encontrarse con su versión femenina perfectamente creíble. Era realmente convincente, se veía como una chica de trece años normal. Lo odiaba.
-Los odió.- ellos solo se rieron de él.
Le dieron una maleta cargada con ropa de chica y su nuevo uniforme escolar, entonces se despidieron del tipo afeminado y emprendieron rumbo al auto de Rangiku, que no dejaba de burlarse por su naciente necesidad de tirar su falda hacia abajo mientras caminaba. Esas cosas eran increíblemente incómodas. Lo odiaba.
Cuando llegaron de vuelta a su casa, su hermana ya los esperaba en la puerta casi brincando de la emoción, y al salir del auto de inmediato se vio abordado por un abrazo quiebra huesos de la mayor que no dejó de atosigarlo con halagos de lo "bonita" que era, lo mucho que se parecía a "Shiro-chan" y que desde ahora serían "las mejores hermanas", todo eso mientras lo arrastraba dentro y le daba un recorrido por la casa, en ningún momento dejándolo hablar, para su suerte pues aunque había practicado una voz más aguda todavía no estaba seguro de sí podía engañarla con eso.
Cuando finalmente lo arrastró a su habitación, bueno, más bien la habitación de su "hermano gemelo" le hizo un par de preguntas esta vez sí con el objetivo de escuchar respuestas.
-¡Estoy tan feliz de conocerte, Toshiko-chan! ¡Dime, ¿cómo son las cosas en Tokio?! ¡¿Cuánto tiempo pasaste buscando a tu hermano perdido?! ¡¿Qué tan feliz estás de estar aquí?! ¡¿Qué se siente ser una genia casi tan buena como tu hermano?!- luego de esas preguntas finalmente cerró la boca y lo miró atenta a la espera de respuestas.
-Ehh…- por un momento dejó salir su voz normal de siempre, pero luego carraspeó y se corrigió, listo para hacer la voz más suave de la que era capaz. –Tokio es un buen lugar, aunque algo ruidoso y atestado.- lo sabía por haber visitado el lugar varias veces con Ichimaru. –Desde que nos enviaron a orfanatos diferentes estoy buscando a Toshiro, no sabía que él no se acordaba de mí.- siguió con la historia que había armado Rangiku. –Me alegra que adelantarme unos años me haga ir a la misma clase que tú, Hinamori.- trató de sonreír.
-¡No seas tan formal, puedes llamarme Momo, incluso puedes llamarme nee-san!- su sonrisa casi lo ciega, pero en eso sí que iba a ser completamente inflexible.
-No, gracias.- se cruzó de brazos con severidad, ignorando sus mohines. -¿Empiezo mañana, no? ¿Hay algo que deba saber?- la miró expectante de que pudiera ser más abierta con su nueva versión femenina que con el distante Toshiro.
-Bueno…- sonrió levemente. –Hay muchos asientos libres cerca de mí, podrás sentarte a mi derecha, a mi izquierda, atrás de mí o delante de mí, incluso en diagonal todos los asientos están desocupados.- ella habló tratando de ocultar su tristeza, pero era obvio que la ponía mal el que nadie se sentara cerca. –Bueno… todos están desocupados menos uno de los asientos en diagonal al mío, ese que ocupa Kurosaki-chan.- sus ojos de repente se iluminaron. -¡Oh, lo olvidaba! ¡Kurosaki-chan se saltó un par de años igual que tú, Toshiko-chan! ¡También acaba de cumplir trece recientemente, por lo que es de tu misma edad!- él parpadeó, ¿por qué nunca le había dicho eso ni a él ni a Matsumoto? –Es una persona difícil, un poco ruda, pero como son de la misma edad y están pasando lo mismo yendo a clases con chicas mayores, tal vez puedan ser amigas.- sonrió entusiasmada con la idea.
Él solo frunció el ceño. Ja, sí claro… Con eso de "ruda" fácilmente podía imaginar que era de las que golpeaban a Momo sin importar que fuera una treceañera, y su hermana simplemente no quería delatar a nadie. No había modo en el mundo de que se llevara bien con una pequeña engreída que trataba rudamente a su hermana.
-¡Momo-chan, Toshiko-chan, la cena ya llegó!- Rangiku los llamó para que fueran a comer lo que ordenó pues ella no podía cocinar bien ni para salvar su vida.
-¡Vamos, mamá!- jaló al chico disfrazado de chica fuera de su habitación y escaleras abajo. -¡Asegúrate de comer bien, Toshiko-chan! ¡Mañana será tu primer día y necesitaras energía! ¡Luego de cenar date un buen baño para despertar fresca! ¡Oh, podemos bañarnos juntas! ¡Shiro-chan ya no me deja bañarme con él desde que cumplió cinco años!- chilló alegremente mientras se sentaban en la mesa tratando, ignorando lo verde que había dejado el rostro de su hermano encubierto.
-Temó que Toshiko-chan no podrá acompañarte en tus baños, Momo-chan.- su madre adoptiva comenzó a servir la cena mientras intentaba contener su risa. –Es muy parecida a Toshiro en muchas cosas, y le gusta su privacidad.- suspiró aliviado cuando lo salvó de darle excusas forzadas a la castaña.
-Oww.- gimoteó. –Bien, de todos modos me gusta que te parezcas tanto a Shiro-chan.- lo miró con una sonrisa feliz. -¡Es como sí él nunca se hubiera ido!- gorjeó alegremente antes de disponerse a comer su cena.
"No tienes idea…" Toshiro resistió el impulso de rodar los ojos y comió tranquilamente de su plato, preguntándose qué le esperaría mañana en su primer día en una escuela preparatoria solo para chicas disfrazado de su ficticia hermana gemela Hitsugaya Toshiko.
Continuara...
Holaaaa! :D
Este fic lo tenía guardado desde hace mucho, lo subia en facebook pero despues lo olvide por completo xP
No me maten, ya sé q tengo q sacar a varios fics del hiatus, pero este fic va a ser medianamente corto, 10 o 12 capitulos, y ya tengo escrito hasta el cap 3 y el 4 está por la mitad, y como mi computadora sigue en riesgo medianamente considerable de estallar en cualquier momento e.e Decidí que no hacia daño subirlo ya que estoy XD
Perdonen si es raro, pero ya tenemos a la adaptacion a Mulan donde Karin se disfraza de chico, es el turno de Toshiro de disfrazarse de chica! Muajajaja! 3:D
Me gusta torturar al enano :3
Subire el capitulo 2 en una semana o antes dependiendo la demanda~
Los personajes de Tite Kubo!
COMENTEN! *o*
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
