Fin
Oikuro
[…]

La vida sigue, le dijo Hajime. Y sí, él lo sabía antes de que su mejor amigo se lo dijera. Pero no hacía que toda la situación doliera menos, porque ¿es normal que tu amigo, de toda la vida, desmerite el importantísimo y doloroso hecho de que no volverán a verse con tanta frecuencia como antes? Porque el muy tonto bastardo de Iwa-chan lo ha hecho.

Y estar llorando como si la vida se le fuese en ello no le extraña, ni eso ni que Makki y Mattsun le miren con lástima. Porque Iwaizumi no le quiere (ni le va a querer) como le quiere él. Par de escorias, sí, ni en cuenta tenían su pobre corazón.

Hajime le mira, acercándose con diploma en mano, y le sonríe con una condescendencia que le lastima en lo más profundo.

No te puedo querer como lo mereces, escucha. Incluso sin que su mejor amigo mencionara palabra. Y llora todavía más.

[...]

Con una buena suma de meses encima, cualquiera cree que Tooru debe estar bien. Tiene que estarlo.

Ya lo habrá superado, tú sabes cómo es él.

No lo ha superado aún. Sigue llorando en las noches porque el corazón sigue escociendo, y la herida no sutura. Pareciera, incluso, que se está volviendo más putrefacta con el tiempo; como si fuese a volverse algo malo.

No llama a Hajime ni a nadie desde que se mudó a Tokio. Vive recluido, con apenas lo necesario (que le envía su madre) para vivir como el deportista que se supone que es.

No está muy interesado en ello, ni nadie en la universidad tampoco lo está en él. Hay mejores, se dice.

Lo siento, pero necesitamos un equipo bueno, le dijeron.

[...]

El deterioro en él parece mucho más serio ahora. Incluso Hajime le llama para saber cómo está, pero él le corta. Y maldice al aire y a las paredes porque no puede dejar de quererlo. Llora mucho más ahora, todo lo que se guardó.

[...]

En la universidad conoce a un chico. Es una representación del emo modelo (por el mechón de cabello que cubre su ojo, Tooru lo cree), pero su actitud es todo lo opuesto. Más popular de lo que él fue antaño, y terriblemente inteligente.

Ahora que lo piensa, se ha dejado hundir tanto que ninguna chica le mira por más de cinco segundos y dejó caer sus notas hasta parecerse al muy tonto de Tobio.

Se da cuenta de lo que está haciendo: se está perdiendo a sí mismo por una tontería.

[...]

Kuroo Tetsurou, así se presenta el chico; es un poco más alto y de piel más oscura. Tooru lo considera lindo, pero muy bruto en sus formas. Y es que le ha querido ligar de maneras muy peculiares.

"¿Este papel es tuyo?", le preguntó una vez, habiendo pasado a su lado mirándolo sin disimular.

Él le miro incrédulo.

"Es el envoltorio de un dulce, y no comí ninguno, que yo sepa", le indicó, tratando de no mandarlo al diablo.

"Por eso", y se rio. "Debiste ver tu cara".

Y, al entender el chiste, él también ríe.

[...]

Kuroo está, casi literalmente, en todos lados. Estuvo allí cuando volvió a recordar a Hajime, cuando golpeó la pared con vehemencia por la dura crítica del entrenador, cuando tenía miedo de volver a querer tanto como quiso (¿o quería?) a su mejor amigo. Y está ahí ahora que le está diciendo que le quiere.


|Nota|
Hola, volví.
Quería escribir algo, lo que sea, y salió esto que es más o menos lo mismo.