1. Encuentro

"Le chat noir" un nombre que últimamente se hacía cada vez más popular, inaugurado hace solamente tres meses se había vuelto rápidamente el mejor club de la ciudad, y esta noche no parecía ser la excepción, el DJ invitado sabía cómo poner a todos a bailar, hasta los más tímidos, luego de algunas copas, habían dejado sus mesas para revolverse entre el gentío y la neblina generada por la máquina de humo. Finos travestis o corpulentos hombres bailaban en los espacios reservados de la tarima para amenizar la fiesta. El olor a sudor, tabaco, alcohol y marihuana era penetrante en el aire, pero a nadie parecía molestarle.

En poco tiempo el lugar se había vuelto el ambiente perfecto para quienes se pasaban sus días entre vicios, o también para aquellos caballeros de respetables puestos y futuros brillantes que de vez en cuando gustaban sumergirse en dichos placeres, como era el caso de Elle Lawliet, quien pese a su corta edad, no podía quejarse de su vida. Nadie creería que el muchacho que cada mañana se viste de saco y corbata para dirigir su empresa era el mismo que cada viernes mandaba a la mierda todo para ir por unos tragos y buscar una cogida en un club gay; y no era ésto último lo que inquietaría a cualquiera, a sus veinticuatro años no le interesaba andar ocultando sus preferencias, sin embargo su forma liberal de ver la vida no era algo que dejaba de sorprender a sus amigos, sobretodo porque al ser Lawliet el mayor de todos, tenía su lado dulce y protector que a ninguno de sus amantes les permitía ver; además, de los cinco, era el único que podía presumir de saber lo que era una relación formal, una que lamentablemente había debido terminar hace mucho tiempo atrás.

—¡Ya pasan de la una de la mañana, deberíamos irnos!— Gritó Near entre el bullicio.

Tal vez para el resto la una de la mañana no era lo suficientemente tarde para partir, probablemente Beyond quería un par de tragos más y Matt buscar una víctima a quien llevar al apartamento que compartía con Near y Mello. Sin embargo nadie se atrevió a contradecir al de cabellos blancos, sabían que Near no toleraba mucho el alcohol y que los acompañaba por querer pasarla bien con sus amigos, pero que ese tipo de ambientes no era algo que le terminaba de convencer.

—¡Por primera vez creo que el enano tiene razón!— Secundó Mello unos segundos después luego de darle un trago a su cerveza, rodeando con uno de sus brazos los hombros del más bajo, quien inevitablemente se sonrojó ante el contacto.

Lawliet simplemente se encogió de hombros, le daba una pena irse sin tener a nadie a quien llevar consigo pero la noche tampoco prometía mucho como para quedarse, solo veía hombres maduros a su alrededor, y no era la edad lo que le hacía desistir, todos estaban en muy buena forma y no le molestaría llevarse a alguno a la cama, tener a un hombre mayor con el rostro desencajado y gimiendo entre sus sábanas era igual de exquisito como dominar a uno más joven; el problema de los hombres del club es que todos parecían ser de esos que te arrancan la ropa y te avientan a la cama, claro, las apariencias pueden engañar, pero Lawliet no estaba dispuesto a arriesgarse, hacerla de pasivo no era algo a lo que se sintiese atraído.

Near se aferró a la cintura de Mello cuando comenzaron a caminar entre la multitud en busca de la salida, jamás entendería porqué a sus amigos les agradaba el lugar, él lo odiaba, odiaba el gentío, odiaba el bullicio, odiaba cuando otros hombres querían meterle mano, odiaba cuando Mello se agarraba a besos con un chico que probablemente jamás volverían a ver, y por supuesto, odiaba como su corazón se aceleraba al tenerlo cerca.

oOo

—¿Desean un aventón?— Cuestionó Lawliet una vez fuera del club, lanzando al suelo la colilla de su cigarro antes de pisarlo.

—Nos encantaría, Lawliet—. Contestó Matt con un tono más agudo debido al alcohol, abrazándose a Mello para poder seguir en pie.

—Sin embargo hay alguien que no parece quitarte la vista de encima—. Continuó Beyond con un tono más serio.

Era cierto que la esquina cercana al club aún estaba abarrotada de personas yendo o saliendo del establecimiento, aún así Beyond había podido divisar a un muchacho al otro lado de la calle. Quizá había mentido un poco, no había forma de que aquel chico tuviese sus ojos puestos específicamente en Lawliet ya que de todos era el único que le daba la espalda al mirón, más bien él veía al grupo en general, pero el menor de los Lawliet no estaba interesado en acostarse con un hombre, a él le iban más unos lindos pechos acompañados de unas buenas caderas.

Caso contrario pasaba con el mayor de los hermanos, quien de forma disimulada intentó ver sobre sus hombros, encontrándose con el chico delgado y de estatura alta que al otro lado de la calle se encontraba apoyado de forma casual en uno de los postes, con ambas manos en los bolsillos de su chaqueta beige, sin apartar la mirada en ningún momento, sonriendo medio de lado al notar la atención de los cinco puesta en él.

—Bien...¿Nos vamos?— Lawliet carraspeó un poco la garganta y volvió la vista a sus amigos. Su desesperación por cogerse a alguien no llegaba a tal punto de dejarlos tirados por irse con un desconocido.

—No te preocupes por nosotros, tomaremos un taxi—. Contestó Mello rápidamente; total, Matt, Near y él vivían juntos, y el cuarto que renta Beyond tampoco estaba muy lejos. Además solo estaba intentando ser un buen hermano, una buena cogida no se le niega a nadie.

Lawliet lo pensó un poco; había notado minutos atrás que el muchacho a sus espaldas ignoraba a cualquiera que se le intentaba acercar, un gesto bastante presumido si se lo preguntaban, como si fuese un cazador que ya tiene a su presa en la mira, y en lo personal a Lawliet no le gustaba sentirse "el elegido" de un tipo, por puro erotismo le fascinaba que fuese al revés. Admitía que la mirada altanera del castaño le daban ganas de girarse ahí mismo, ir hasta él y jalarlo hasta su auto para enseñarle cómo se hacía... pero estaba la mierda de ser responsable, ser mayor y actuar como tal.

—Anda, Lawliet. No te preocupes, nos iremos juntos—. Secundó Near con una sonrisa al ver a su amigo dudar.

Ese empujón por parte del menor era lo que quizá le hacía falta, sabía que Near podía tener menos edad que el resto pero si el apartamento donde vivía con los otros dos no estaba hecho un desastre era gracias al albino, pese a su aniñado aspecto podía ser el menos infantil si se le compraba con Matt, Mello o hasta Beyond. Así que tener la seguridad y casi permiso por parte de Near le hacía sentir más tranquilo.

—Por favor envíenme un mensaje tan pronto estén en casa.

Sin esperar mayor respuesta giró sobre sus talones y su mirada una vez más se encontró con la de aquel muchacho, quien continuaba ahí, sin inmutarse por la gente a su alrededor, como esperando que el joven de cabellos negros se atreviera a ir por él. Y así fue, ni lento ni perezoso Lawliet comenzó a cruzar la calle, inflando el pecho y alzando el mentón inconscientemente mientras se abría paso entre la gente.

—¿Se te perdió algo?— Se situó a escasos centímetros del castaño, llevando ambas manos a los bolsillos de manera galante.

—Lo había perdido, pero parece que ya lo encontré—. Sin cohibirse ante la malicia del otro, sonrió de lado.

El muchacho más joven paseó sus ojos en aquel muchacho, cayendo en cuenta que no era su mejor conquista, de hecho habían hombres mucho más guapos que minutos antes le habían ofrecido un aventón, pero éste sujeto tenía algo que le atraía por sobre todos los demás... ah si, quizá era ese rolex que brillaba en su muñeca izquierda.

—Me llamo Elle Lawliet—. Continuó el del cabellos negros unos segundos después, estirando su brazo para estrechar la mano del más joven.

—No creo que saber nuestros nombres sea importante pero si es como te gusta... Mi nombre es Light, Light Yagami—. Sonrió de lado mientras estrechaba la pálida mano.

—Te gusta ir al grano, ¿verdad?— Sus ojos se entrecerraron levemente de forma coqueta —Me parece bien, ¿te gustaría hacerme compañía esta noche?— Sin dejar la malicia en su voz giró sin esperar respuesta, llevando la mano a su bolsillo para sacar las llaves de su auto. Light se quedó inerte por un segundo, su estoico rostro cambió a uno de asombro cuando las luces de un auto al otro lado parpadearon al momento que Lawliet desactivó la alarma. Elle no pudo evitar sonreír presumidamente al escuchar el jadeo que el chico a sus espaldas dejó escapar inconscientemente —Si te quedas ahí jamás llegaremos—. Continuó unos segundos después, más erguido que nunca antes de retomar su andar. Light salió de su pequeño trance, siguiendo al muchacho que recién conocía, pero con sus ojos puestos en el brillante Lamborghini. Tal parecía que su instinto no había fallado esta noche.

oOo

—Esto es... asombroso.

El susurro escapó de sus labios tan pronto la puerta de aquel apartamento se abrió. Sus ojos abiertos de par en par inspeccionaron sin ningún disimulo cada detalle, jamás había entrado a un lugar como ése; tan amplio, tan iluminado, tan pulcro. Lawliet no se molestó ante la curiosidad de su acompañante, en cambio se dirigió al mini bar situado casi al lado de la puerta de entrada para servirse algo de beber, pero sin apartar la mirada del castaño, quien de forma lenta caminó hacia la pared que estaba al otro extremo del penthouse, la cual era completamente de vidrio, al estar en el último piso daba un poco de temor ver hacia abajo, pero brindaba una vista perfecta a la ciudad y a las blanquecinas estrellas que acompañaban esa noche.

Lawliet no era ningún arquitecto, pero con la ayuda de uno había podido diseñar su apartamento, con la única idea que fuese el lugar perfecto para un soltero, de hecho la enorme pared-ventana que había acaparado la atención de Light era una de sus ideas favoritas, tan sólo debía cubrirla con una persiana color caoba durante el día para evitar los molestos rayos del sol si así lo quería. Nunca pensó en lo estético o simétrico del lugar, de hecho sus amigos en alguna ocasión se habían quejado que la habitación estuviese justo en la sala, y es que en una de las esquinas -abarcando un buen espacio del lugar- se levantaban ocho pilares de madera, cuatro a cada lado, un vidrio templado y casi transparente los separaba, dejando nada más un espacio entre los dos grupos de cuatro pilares formando una entrada, frente a la cual habían dos escalones de un color negro metálico; su habitación, sin puertas ni paredes fue creada con el fin de poder llevar a sus conquistas de un lugar al otro sin problemas, con el morbo en mente de comenzar a besarlas en el sofá, desnudarlas en el camino, y aventarlas a la cama sin impedimento.

—¿Y qué edad tienes? — Carraspeó la garganta luego de un rato, sonsacando un pequeño respingo al castaño, quien segundos antes veía embelesado la lámpara de lava ubicado sobre un buró.

—Veintitrés—. Pese a que había girado para poder ver a la cara al pelinegro, contestó desinteresadamente, sin embargo la risa socarrona por parte del otro le hizo fruncir el entrecejo.

—Si claro, y yo aún sigo en la preparatoria.

—Bueno... tengo veintidós—. Se mantuvo serio, aunque en esta ocasión su voz salió más suave. Mentir no le era difícil, pero admitía estar nervioso, fallar no estaba en sus planes.

—Light...— Pronunció con cierto reproche, dejando de lado su martini sobre el bar antes de acercarse al castaño.

—Veinte... ¿contento?— Uno de sus pies retrocedió, sin embargo no completó la acción, no se dejaría intimidar por un desconocido, ni aunque éste agudizase la mirada en cada paso —¡Está bien! ¡Tengo diecisiete!— Exclamó hastiado, como si eso de las edades fuese lo de menos, pero no lo era, si a ese tipo se le daba la gana podría llamar a las autoridades en ese instante, y aunque pasar la noche en alguna comisaría no le importaría, el hecho de saber que llamarían a su madre si le causó un leve escalofrío en todo el cuerpo —¿Te molesta mi edad?

—No, me da curiosidad saber qué hacía alguien de tu edad en una calle como esa y a esas horas de la noche, pero honestamente no es asunto mío—. Se encogió de hombros antes de tomar por la cintura al castaño y acercarlo a su cuerpo de forma abrupta, sonsacando un respingo casi imperceptible al muchacho —Además, en algún país del mundo no ha de ser ilegal que me acueste contigo, así que no, no me molesta tu edad, en lo absoluto.

Lawliet sabía qué era lo correcto, y gran parte de su vida se le ha reconocido por ser una persona responsable desde muy joven, sobre todo con las personas que quiere. Pero Light era una persona cualquiera, cogerlo y luego pagarle un taxi no le generaría ningún sentimiento de culpa; además el alcohol haciendo efecto en su cuerpo junto a la abstinencia durante una semana pesada de trabajo lo tenían jodidamente caliente, lo que menos deseaba era actuar "responsablemente" por el momento, así que con ello en mente tomó con una de sus manos la quijada del castaño, obligándolo a acortar la distancia y unir sus labios.

El beso no fue tierno, no estaban a punto de hacer el amor sobre un lecho de rosas mientras se susurraban al oído lo mucho que se aman, solo sería un encuentro casual para saciar sus deseos con el cuerpo del otro. A Light no le fue difícil adaptarse a la lujuria que conllevaba aquel demandante contacto, sin quedarse atrás buscaba los labios del otro con gula mientras sus manos recorrían de forma desesperada la espalda del pelinegro.

Lawliet comenzó a dirigir el camino sin separarse en ningún momento, Light se dejó llevar, retrocediendo despacio mientras mantenía los ojos cerrados. De vez en vez tomaban bocanadas de aire, separándose pocos centímetros y solo por escasos segundos, volviendo luego a mordisquear y succionar el labio inferior del otro, sin que sus manos curiosas y necesitadas dejasen de recorrer el cuerpo de quien tenían al frente. El primero en comenzar a perder sus prendas fue Light; su chaqueta cayó al suelo, seguido por su pantalón luego de desabrochar el cinturón. Fue hasta entonces que el hambriento contacto se detuvo, respirando ambos agitados mientras Lawliet ayudaba a Light a tomar la parte inferior de su camisa y sacarla por arriba de la cabeza.

Light terminó de desvestirse, retirando el pantalón por completo y a la vez sus calcetines, segundos en los cuales Lawliet aprovechó para comenzar a retirar sus prendas, sin apartar en ningún momento sus enormes ojos del cuerpo desnudo frente a él.

—¿Te gusta?— Se irguió por completo y sonrió de lado con picardía, provocando que el mayor apartase la mirada y se sonrojase levemente.

—Estás un poco delgado—. Se encogió de hombros y continuó su labor, retirando su camisa para dejar a la vista un menudo torso.

La verdad es que la delgadez de Light era algo que la ropa cubría bien, sobre todo con esa larga y gruesa chaqueta que unos minutos atrás aún tenía puesta. Sin embargo tampoco estaba en los huesos.

—¿Y me vienes tú a criticar a mí?— Sin mostrarse ofendido por el comentario comenzó a acercarse de forma sugerente al pelinegro, manteniendo esa arrogancia que lo caracterizaba. Por un momento Lawliet se sintió avergonzado, porque debía admitir que su respuesta había sido por un impulso infantil, porque desde pequeño jamás soportó a esos chiquillos vanidosos, pero Light tenía razón, Lawliet era el menos indicado para juzgar la delgadez de otro cuando él mismo era poseedor de un cuerpo bastante flaco —¿Quieres saber de dónde no soy delgado?

Light no permitiría que un comentario sin sentido le arruinase la noche, así que de pie frente al azabache tomó la mano de éste, llevándola hasta su culo, donde Lawliet sonrió al sentir la redondez de aquella zona.

—Tan joven y ya eres todo un pervertido... —Susurró muy cerca del castaño al mismo tiempo que llevaba su otra mano hacia la nalga que estaba libre, estrujando sin ningún pudor aquel par de glúteos.

—Pero puedo ser inocente, si quieres—. Dicho esto tomó entre sus dedos el miembro del otro, quien dejó escapar un suspiro cuando el castaño comenzó con un lento movimiento de adelante y atrás -¿Prefieres que me muerda el labio mientras temblando te digo que la tienes muy grande?

Joder... aunque los dedos de Lawliet seguían escudriñando con maestría la línea interglutea del menor, no pudo evitar sentir sus piernas temblar debido a los rítmicos movimientos sobre su pene, sobre todo cuando se añadió una nueva caricia, la mano libre de Light buscó sus testículos, ocasionando que la humedad en su glande aumentase.

Y aunque la sensación era exquisita, debía detenerlo. Se notaba que Light sabía lo que hacía, sin detenerse hundió su rostro en el cuello del pelinegro, lengüeteando y mordisqueando la descubierta zona. Quizá eran las copas demás junto al deseo rezagado pero Lawliet sentía su endurecido miembro palpitar, advirtiendo que en cualquier momento podía eyacular sino se controlaba, y aunque jamás había tenido problemas para contenerse, no podía permitir que éste encuentro acabase mucho antes de comenzar, no iba a quedar él como un eyaculador precoz, porque ahí el Casanova que ponía a temblar y gemir a sus amantes era él y no un adolescente de diecisiete años.

—Te enseñaré cómo se hace esto—. Habló de repente, tomando ambas muñecas del castaño para detener la felación antes de empujar al muchacho sin mucha delicadeza, haciéndolo caer de espaldas sobre el colchón —Parece que alguien ya está completamente despierto—. Sonrió ladino, quedándose de pie por unos segundos, admirando el desnudo cuerpo que tenía entre sus sábanas, sobre todo la erección de éste, la cual dejaba al descubierto cuán excitado Light se encontraba.

Sin perder más tiempo Lawliet colocó una rodilla y luego la otra sobre el colchón para apoyarse, quedando el cuerpo de su amante entre ellas. Light le rodeó el cuello con los brazos tan pronto el pelinegro se encorvó buscándole la boca, donde tomó su tiempo para succionar y mordisquear el labio inferior del castaño, quien nuevamente supo adaptarse al ritmo acelerado y necesitado de aquel beso, pese a que poco le agradaba el sabor y olor a alcohol que el aliento y saliva del pelinegro despedía. El ruidoso beso quedó atrás, y poco a poco Lawliet comenzó a bajar por el cuello de su amante, lamiendo y depositando besos sobre su pecho, disfrutando como éste subía y bajaba al ritmo de la agitada respiración. Y pese al juego previo, Light no esperaba que Lawliet bajase más allá de su pecho y cuello, por lo que no pudo evitar reaccionar como acto reflejo y llevar ambas manos hacia los azabaches cabello tan pronto sintió esos húmedos labios bajar por su abdomen.

—¡Ñngh! ¡Joder...! Espera...—. Suplicó con los ojos cerrados, no pudiendo contener un audible jadeo cuando sintió el cálido aliento del mayor bañando su húmedo glande. Tal vez su voz sonó como la de un chico primerizo que está a punto de entregar su virginidad, aunque la realidad es que la experiencia la tenía, de hecho tenía entendido que daba una de las mejores mamadas, y no era algo que le avergonzase admitir. Sin embargo eran muy pocas las veces en las que alguien decidía "hacerle el favor", así que la sensación de unos labios calientes ejerciendo presión en la punta de su miembro no era algo a lo que realmente estuviese acostumbrado, por lo que un par de lengüetazos a la altura del frenillo fueron suficientes para ponerlo a temblar. Lawliet lo escuchó una vez más, de forma muy suave volvió a pedirle que pare, sin embargo hizo caso omiso, sobre todo cuando sintió que aquellos dedos entre su cabello se relajaron, como permitiéndole continuar, tomando entonces el pene del muchacho desde la base, jalando lo que faltaba del prepucio para dejar al descubierto el brillante y húmedo glande por completo, atreviendo a engullir todo el miembro sin previo aviso, sonsacando el gemido más audible que Light había emitido esa noche —No... es-espera... siento que...¡ahhh!— Con una mano se aferró a las sábanas mientras que con la otra intentó empujar la cabeza del muchacho, pero su cuerpo entero temblaba tanto que las fuerzas no estaban de su lado. Se mordía los labios e intentaba controlar la respiración, no podía permitirse la vergüenza de acabar en dos minutos, pero es que esa cálida y húmeda lengua moviéndose alrededor de su miembro le generaba sensaciones a las que estaba tan poco acostumbrado que cada leve mordisco o movimiento parecía una nueva experiencia para su cuerpo —Detente... no qui-ero acabar en...

Lawliet entendió a la perfección, tan solo era de ver cómo el perlado pecho de Light subía y bajaba agitado para saber lo que estaba a punto de ocurrir. Pero contrario a lo que el castaño pedía, el pelinegro no se detuvo, en cambio comenzó a subir y bajar con más rapidez por aquel palpitante miembro, provocando que su amante realmente se retorciese entre las sábanas, y todo para detenerse abruptamente, dejando a Light tembloroso y confundido, con su pene rojizo y brillante.

—Sé que estaba a punto de hacerte tocar el cielo— Susurró, relamiéndose los labios mientras se reincorporaba un poco -, no te preocupes, es mi especialidad, realmente eres afortunado de haberme conocido pero no podías quedarte con toda la diversión.

Dejó escapar una leve risa socarrona ante el sonrojo que mostraban las mejillas del menor, quien aún no terminaba de recuperarse de la agitación previa, de hecho su pene pedía a gritos atención, lástima que su dueño fuese demasiado orgulloso como para decirlo.

Lawliet no hubiese tenido problemas en tragarse hasta la última gota del orgasmo de su amante, de hecho por un momento pensó que llegaría hasta el final, pero de un momento a otro se convenció de que lo mejor era hacerlo esperar, porque estaba seguro que en estos momentos el cuerpo de Light exigía ser tocado, así Lawliet podía sentirse más deseado, o a lo mejor solo era un hijo de puta que le pareció que sería divertido arrebatarle ese pedazo de éxtasis cuando más cerca lo tenía.

—Aquí el único afortunado eres tú...— Murmuró tan pronto su boca recuperó la capacidad de hablar y no solo gemir.

El azabache se encogió de hombros ante el comentario, probablemente Light tenía una autoestima bastante elevada pero algo de razón tenía, la verdad es que el muchacho sí estaba como quería. Y no era solo por decir, Lawliet tenía un historial de amantes con los que se había acostado, mujeres u hombres que conocía en una noche cualquiera en el club, algunos hasta parecían modelos con la oscuridad del lugar junto a las copas de más, pero que cambiaban al agregarle al asunto un poco de sobriedad y luz. Aunque honestamente Lawliet no era alguien quisquilloso en cuanto al físico; el culo de un hombre robusto y velludo era igual de delicioso que el de un tipo delicado y sumiso; lo mismo sucedía con las chicas de pechos pequeños y las que tenían en exceso. La única condición para llevarse a alguien a la cama era que al menos ésta se viese aseada y, por supuesto, usar protección. Pero debía admitir que el carajito que se había conseguido esta noche estaba correcto por donde fuese que se le viese, y Lawliet sabía que no estaba tan ebrio como para no notarlo, por lo que si Light quería alardear de sus bonitos ojos, de su suave y casi lampiña piel o, mejor aún, de ese perfecto y redondo culo, que lo hiciera.

—Yo me considero afortunado si tengo a alguien desnudo en mi cama, y pues te tengo a ti, desnudo en mi cama y de piernas abiertas para mí—. Lawliet se arrastró un poco por el colchón y estiró su mano para tomar lo necesario de la gaveta de su mesita de noche, sin dejar de ver en ningún momento a Light, quien como acto reflejo y rojo de mejillas como pocas veces cerró las piernas, las mismas que Lawliet se encargó en separar al situarse entre ellas —Lo haré despacio...— Susurró mientras se colocaba un preservativo, por primera vez en la noche su voz había sonado levemente preocupada, porque aunque antes había dicho ser un hijo de puta, tampoco quería lastimarlo. Light sonrió ante el destello de preocupación pero no dijo nada, sobre todo porque tuvo que morderse los labios para no estallar en carcajadas, ¿en serio ese tipo creía que estaba a punto de cogerse a un virgen? Pues parecía que si, Lawliet hasta se tomó el tiempo de dejar caer un chorrito de lubricante sobre la entrada del menor, esparciéndolo luego con sus dedos antes de tomar las piernas del muchacho y jalarlo hacía sí, colocándole una almohada bajo la espalda baja para tener un mejor acceso a aquel recto —No pensé que ya no fueses virgen...— Murmuró sorprendido, parpadeando con rapidez cuando luego de haber colocado su glande en el ano de su amante, éste se deslizó y entró sin ningún problema.

—Y yo no pensé que tuvieses tanto dinero—. Contestó mientras estiraba y movía sus brazos entre las sábanas, disfrutando la suavidad de éstas. Un comentario ante el cual Lawliet enarcó una ceja al no entenderlo, pero era lo de menos, pensar era lo que menos quería cuando su miembro palpitaba gustoso debido a la calidez alrededor de él.

—Mejor para mí—. Gruñó antes de encorvarse y volver a reclamar los labios del otro, comenzando al mismo tiempo a acelerar el ritmo de sus caderas.

Cada estocada pronto se hizo más profunda que continuar con el contacto entre sus labios se volvió imposible, a bocanadas intentaban recuperar el aire, ambos rostros muy cerca, viendo cómo los mechones del otro se adherían a la frente debido al sudor.

En más de una ocasión Light pidió más, ya completamente desinhibido mientras sus dedos se enterraban en los omóplatos del muchacho que tenía sobre su cuerpo, y Lawliet le daba lo que pedía, aumentando la velocidad mientras le mordisqueaba el cuello. La errática respiración de ambos chocaba contra el rostro del otro, quienes no hacían más que verse directamente a los ojos, como si en ese momento no existiese nada más que ellos y las olas de placer que invadían el cuerpo de los dos en cada vaivén.

Light también comenzó a mover sus caderas, buscando desesperado sentir esa verga enterrada por completo, chocando una y otra vez en ese punto que podía hacerlo gemir las peores obscenidades si así se lo pedían. Y no pasó mucho, llevando una mano a su propio miembro aceleró el placer, provocando que su caliente y viscoso semen cayese sobre su abdomen, la intensidad de su orgasmo ocasionó que las paredes de su recto se contrajeran con fuerzas, siendo el miembro de Lawliet estimulado hasta el punto de no poder contenerse más, dejándose caer sobre el sudado cuerpo de su amante sin sacar su pene de aquella cálida entrada, el cual poco a poco fue perdiendo tamaño mientras ambos aún respiraban agitados.

oOo

Lawliet sacó la mano de entre las sábanas y buscó el control remoto que siempre dejaba sobre la mesita de noche, presionando un botón para que la persiana eléctrica comenzase a cubrir su pared-ventana, de por sí ya eran molestos los rayos del sol un sábado por la mañana, y era peor cuando estás en medio de una resaca. Debía beber menos, es lo que se decía desde hace unos meses, a veces se le olvidaba que ya no tenía diecinueve años, los tragos ya no eran asimilados por su cuerpo de la misma manera. Estiró ambos brazos para desperezarse, palpando con ambas manos las sábanas, abriendo los ojos sobresaltado cuando un recuerdo llegó de golpe... Light. Apartó las cobijas y se sentó de repente, enviando con el brusco movimiento un piquetazo que le atravesó la cabeza, viéndose obligado a llevar ambas manos a ella para controlar el leve mareo que lo atacó, mareo que decidió olvidar segundos después, la ausencia del castaño lo tenía sorprendido y confundido. No es como si esperase amanecer románticamente a su lado, pero tampoco había pensado dormir con él, pasar la noche con sus conquistas no era algo que le agradase, pero estaba tan cansado y el castaño lucía tan inofensivo que no le importó. Insistía, no es como si estuviese añorando amanecer con él, tenía claro que había sido algo de una noche, aunque no le importaría repetirlo, sabía que las probabilidades eran casi nulas, sin embargo si se sorprendía de lo alcoholizado o cansado que debía haber estado como para no percatarse en qué momento el castaño decidió dejar su apartamento, de hecho hasta había olvidado estar pendiente del mensaje por parte de sus amigos, definitivamente Watari y Roger estarían muy decepcionados de él. Buscó bajo la almohada su celular, revisar los mensajes fue lo primero que hizo, suspirando aliviado al ver un mensaje por parte de Near, al menos alguien había recordado ser responsable. Se estiró una vez más, esto de encontrar las fuerzas para salir de la cama luego de una noche de desvelo y esfuerzo era cada vez más difícil, de hecho buscó con la mirada el reloj en su mesita de noche para justificar su falta de ánimos, de seguro la razón era que aún debía ser muy temprano... Las 10h45... Mierda, como todas las mañanas de resaca se prometió no volver a beber tanto, y hubiese continuado reprendiéndose sino hubiese sido porque algo llamó su atención. Un poco extrañado se arrastró por el colchón acercándose a su mesita de noche, tomando su billetera Tommy Hilfiger que estaba sobre ella; sabía que podía ponerse las peores borracheras del mundo pero nunca olvidaba sus cosas, sobre todo su billetera, la cual siempre cargaba en su pantalón o saco los días de trabajo, ¿qué hacía sobre su mesita? Un poco más alarmado la abrió rápidamente; sus documentos estaban ahí, sus tarjetas de presentación estaban ahí, sus notas importantes y tarjetas de crédito seguían ahí, lo cual le hizo soltar un suspiro aliviado. Sin embargo procedió a abrir el pequeño compartimiento que estaba sellado con un broche negro, tan solo quería confirmar que todo estaba en orden y deshacerse de esa paranoia suya...

—¡Mierda!— Bufó mientras lanzaba la billetera por los aires. ¡Claro!, ¿y qué más podía esperar? Ahora Lawliet comprendía que además del efecto que el alcohol tenía en su cuerpo, la razón por la cual tampoco había escuchado a Light salir es porque éste había dejado el lugar con mucha cautela, como lo haría un ladrón, porque eso es lo que era.