Esta es la traducción oficial de la historia "We Are All Mad Here", de President Laura Roslin Id.5802279. Alicia y los demás personajes son de Lewis Carroll ambiente Tim Burton. El personaje de Caroline es de President Laura Roslin

Les dejo el link de la historia original: .net/s/5802279/1/Were_All_Mad_Here

Notas de la Autora: Se los pongo tal cual lo dijo President Laura Roslin: "Ok, Yo se que en la versión de Burton, la Reina Roja y la Reina de Corazones es la misma persona, pero aquí lo voy a cambiar". Ella las maneja como diferentes personas.

Aquí Estamos Todos Locos

1. Regreso. -

El viento soplaba sobre sus suaves rizos de cabello rubio sobre su cara, con su nariz inhalaba los olores del puerto que se mezclaban con la brisa del mar salado. Se sonrió a si misma, con las manos aferradas a la baranda de madera del navío. Se envolvió un poco más en su abrigo, mientras que la brisa recogía su cabello, azotándolo sobre su cara y picando sus mejillas.

¡"Señorita Kingsley"! ¡Ya puede desembarcar!

Alicia se volteó regiamente hacía el hombre que le hablo y asintió, levantando un poco su falda y avanzando por el puente. No habría nadie para recibirla esta vez al momento que desembarcara. Su madre había fallecido, así como su padre y la mayoría de sus más viejos amigos. Por su puesto, todavía tenía a su hermana, pero Margaret estaba demasiado ocupada cuidando a su bebé, la cual tuvo mientras Alicia se había ido a uno de sus viajes, por lo que apenas y tenía tiempo de visitarla y ver que había llegado sana y salva a casa. No era que le importara el asunto – a la edad de 26 años, Alicia era más que capaz de cuidarse por si misma. Excepto en las noches que tenía visiones de una malvada Reina Roja, extraños animales que hablan y un Sombrerero que estaba al filo de la locura que plagaban sus sueños.

Había un carruaje esperándola cuando ella bajo del barco – el chofer le ofreció su mano para ayudarla a subir, pero ella lo declinó, subiéndose y sentándose en su asiento, lista para su viaje a casa. Sería relajante ser capaz de dormir en su propia cama en lugar del duro colchón de la nave o de algún tipo de cama extraña sobre el suelo en China. Ella había regresado después de una larga excursión un una gran parte del mundo – había añadido tres puestos más. Uno en Sudáfrica y Australia y un segundo más en China, dónde Alicia había ido personalmente a inspeccionarlos.

Dirigió su mirada hacia la ventana. La nieve gentilmente comenzó a caer, agregándose a la manta blanca que ya cubría todo. El verde de los árboles se había desvanecido, solo las oscuras y enredadas ramas eran apenas visibles contra el blanco de la nieve. Sin embargo, el bosque siempre sería su lugar favorito para estar cada vez que regresara a casa – le permite tener tiempo para ella misma. Ella realmente se podría relajar más cuando estaba afuera que confinada en cuatro paredes.

Pero Alicia realmente prefería mucho más cuando el bosque era verde.

Verde

Un par de ojos verdes cruzaron velozmente por su mente, junto con un viejo sombrero marrón con un listón rosa. Sacudió su cabeza. Ella no quería pensar en eso en ese momento. Ya era el hazmerreír de la mayoría de la sociedad londinense a causa de sus tontas historias – la gente le pedía con frecuencia que relatara sus historias a sus hijos, mientras que los otros nada más querían saber la historia para poder hablar con sus amigos a espaldas de Alicia. Ella nada más ponía su otra mejilla y continuaba con su vida. Ella había llegado a comprender que no tenía importancia si le creían o no. Había sucedido, Alicia lo sabía y eso era todo lo que le importaba.

Habían pasado casi 7 años desde su última visita. Ella había prometido que regresaría, pero su nueva vida la había arrastrado a un torbellino de actividades. Ella regresó a donde creía que se encontraba el árbol, pero no encontró a ningún conejo y ninguna madriguera por la cual pudiera brincar. Extrañaba a sus amigos y estaba resuelta a encontrarlos. Cada vez que ella veía algún movimiento en los arbustos iba y lo investigaba, una parte de su curiosidad le decía que era un conejo blanco con chaleco corriendo por los arbustos tratando de guiarla al País de las Maravillas una vez más.

Pero ahí no había conejos con chalecos o madrigueras por las cuales caer. Si ella no lo supiera bien, podría decir que era otro sueño.

La mansión que le había sido heredada por su madre, se veía en el horizonte una vez que comenzó a salir del bosque, bajando por un largo camino que la llevaba hasta allí. Ella vivía sola, exceptuando por los sirvientes que se encargaban de ella y de los trabajadores que cuidaban de los jardines y preservaban su condición. Era una casa muy hermosa – su padre la había comprado mucho antes de que ella hubiera nacido y había vivido en esa casa toda su vida. Era casi raro no oír a su hermana quejarse de algo o a su madre diciéndole que se regresara y se pusiera sus medias – ella seguía sin usarlas, al igual que el corsé, con el que la mayoría de la gente se escandalizaba si no lo usaba.

El carruaje se detuvo enfrente de los escalones y ella bajo, la grava crujía bajo sus botas. Alzó la mirada y observo la casa durante un momento admirando su belleza – había estado lejos demasiado tiempo.

Una vez adentro, dejo su abrigo y lo colgó cuidadosamente en el perchero de la sala, dirigiéndose derecho a su recamara. Era su vieja habitación - era la misma desde que ella era una niña. La casa estaba en silencio mientras caminaba por el pasillo abriendo la puerta de su habitación. La primera cosa que hizo fue quitarse los zapatos y el vestido que usaba – era todavía demasiado formal para su gusto.

Vio su reflejo en el espejo – 7 años habían cambiado a Alicia, ya no era la ingenua niña de 19 años si no una jovencita de 26 años, con el cabello más largo de lo que jamás lo había tenido. Seguía teniendo más o menos la misma altura – estaba agradecida de que dejara de crecer. Ya había tenido suficiente de encogerse y crecer durante su vida. Su piel era de un color más cremoso y con un poco más de pecas se podían ver debajo del ligero maquillaje que llevaba, pero de ahí en fuera, no había muchos cambios. Todavía parecía un poco frágil, pero eso tenía solución.

Ella había tenido suficiente y la reducción cada vez mayor de toda una vida. Su piel era más cremoso y un poco más de pecas podría ser visto bajo el pálido maquillaje que llevaba, pero por lo demás, no hubo muchos cambios. Aún parecía un poco demasiado frágil, pero se las arregló.

El sol se estaba poniendo sobre las copas de los árboles después de que ella saliera de tomar un baño, así que se puso uno de sus vestidos azul pálido, se puso sus botas de nuevo y envolviéndose en su abrigo se dirigió a las escaleras para salir al jardín. Éste también estaba cubierto de nieve pero los caminos habían sido limpiados para que ella pudiera caminar sin tener que preocuparse por la nieve. Hacía frío, pero a Alicia no le importaba. Los jardines eran otro de los lugares en dónde se podía sentir conectada con – con su fallecido padre y el País de las Maravillas.

Se abrazó a si misma mientras caminaba, la nieve caía suavemente pegándose en sus largos rizos. De repente una taza de té le vendría muy bien – tendría que hacer uno antes de ir a la cama.

Alicia llegó a su lugar habitual en el centro del jardín – la fuente, cuya tubería estaba congelada y el agua no corría en este momento. Una delgada capa de hielo se había formado encima del agua en la piscina de la fuente, sin embargo, ella pasó los dedos cuidadosamente por arriba de la superficie. Era tan liso como un espejo.

Suspirando, miró hacia el cielo, las estrellas brillaban como agujeros en una hoja de color negro. Ellas guiñaban hacia ella y les sonrió levemente.

Un movimiento en los arbustos llamó su atención y volteó curiosa.

"¿Hay alguien ahí?" Llamo, pero no recibió respuesta. Claro que no – estaba siendo tonta. Los arbustos se movieron otra vez y Alicia frunció en seño. Continuó avanzando hacia ellos, haciéndolos a un lado – no había nada.

"Extraño". Se dijo a sí misma. Quizá sólo lo había imaginado. La idea le pareció divertida y casi se echó a reír. Después de haber vivido algo semejante, simplemente no podía imaginar más cosas. Todas eran reales.

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"Casi pensé que se te había olvidado" Margaret le comentó a Alicia mientras esta aparecía por la puerta – considerando la cantidad de nieve que hay afuera, la fiesta se estaba llevando a cabo dentro de la elegante mansión de Margaret y su esposo.

"No, para nada, sólo llegando un poco tarde. Tratando de acostumbrarme a estar otra vez en tierra" Alicia le contestaba suavemente. Margaret asintió mientras la tomaba del brazo y la escoltaba al salón de baile. No había tanta gente como en su fiesta de compromiso, pero aún así el número de personas la sorprendió. Alguna de la gente volteó a verla mientras entraba en la habitación, otros la saludaron con frialdad y otras la involucraban en sus animadas conversaciones, haciéndole de vez en cuando preguntas acerca de sus viajes.

La sobrina de Alicia, Caroline, era más grande de lo que la recordaba, pero seguía siendo hermosa - rizos rubios claros, impresionantes ojos azules y piel clara. Se parecía más a Margaret y a Alicia que al padre, quien tomaba su mano mientras Carolina miraba a toda la gente. Con su otra mano se aferró a su falda azul, Alicia le sonrió con cariño.

"¡Alicia!"

Carolina era el único miembro de la familia a la que le gustaba realmente oír sus historias. Alicia esperaba un abrazo de la niña mientras Carolina corría hacia ella riendo.

"Hola, ¿Haz sido buena mientras estuve fuera?"

"Claro que si ma'am" ella asintió. "¿Me contarás una historia?"

"Puede que esta noche, cuando haya menos gente, pero no en este momento. Se supone que debes estar disfrutando de tu fiesta, después de todo es tu cumpleaños". Ella le sonrió mientras Caroline reía. Alicia le dio un pequeño beso en la mejilla antes de sentarse, dejando que se fuera con su madre, presumiendo de que Alicia le iba a contar una historia más tarde esa noche.

La cena estuvo lista media hora más tarde y Alicia se sentó a lado de su hermana – lo cual era bueno, porque no estaba segura de que el marido de Margaret pudiera entablar una conversación con ella ahí. Viejos amigos, seguro. Ella todavía no le contaba a su hermana para no arruinar su matrimonio, pero Alicia todavía mantenía el secreto en caso de que fuera necesario contarlo más adelante.

Un dolor de cabeza comenzaba a presentarse en el fondo de su mente, así que antes del postre se disculpó y se dirigió a la salida. El sol se estaba poniendo mientras se paraba en el porche y comenzaba a seguir el camino que llevaba al bosque, necesitaba un poco de paz y silencio. Fiestas y multitudes hacían que le dieran dolores de cabeza de manera constante, así que siempre trataba de alejarse un rato durante las mismas si es que no se había ido a casa. Se pudo haber ido a casa, pero no quería romper la promesa hecha a su sobrina.

Siguió el camino hacia la salida del jardín, a través de los jardines y se dirigió al bosque. Estaba oscuro, haciéndole más difícil el ver, pero ella podía ver con la luz de la luna. Alguien probablemente podría estar buscándola en estos momentos, pero a Alicia no le importaba. Ella podía cuidarse por si misma. Después de todo mato al Jabberwocky, ¿no?

La nieve crujía bajo sus botas mientras hacía un nuevo camino hacia el bosque, el borde de su vestido blanco estaba comenzando a mojarse ya que no se lo había recogido al caminar por la nieve. Paso el primer grupo de árboles en el bosque, pasando distraídamente los dedos sobre la madera muerta de los árboles, mientras empujaba las ramas de su camino, esquivándolas de esta manera. Estaba canturreando ahora, una melodía inquietante que su padre solía cantar cuando ella no podía dormir. Pero no pasó mucho tiempo antes de la melodía se convirtiera en un poema con rimas, las palabras que llegaban fácilmente de los labios de Alicia.

"Cuidado con el Jabberwocky, hijo mío. Las mandíbulas que muerden, las garras que capturan. Cuidado con el pájaro Jubjub, aléjate del furioso Bandersnatch" Ella no estaba segura de cómo se sabía este poema, pero recientemente se le hacía muy familiar, así que continuó con esa tonta cosa mientras caminaba entre los árboles.
"Él tomó con su mano la espada Vorpal, hace mucho tiempo, el enemigo que buscaba. Así que se quedó descansando en el árbol Tumtum y se quedo un tiempo pensando.

"¿Qué es esa rima?"

Alicia se volvió sorprendida y vio a Caroline ahí parada envuelta en su abrigo favorito y sus botas hasta las rodillas. La nieve casi le llegaba a las rodillas, pero se miraba demasiado adorable e inocente.

"Sólo un viejo poema que un amigo me enseñó" Alicia se agachó buscando la mano de Caroline. La niña la agarró y continuaron caminando – nadie las echaría de menos si daban un corto paseo. Alicia le debía una historia después de todo. "¿Y que hay de esa historia?"

Caroline asintió.

"Bueno, había una vez una tierra llamada Wonderland, donde nada tenía sentido. Los animales hablaban y una hermosa Reina Blanca gobernaba. También había un Sombrerero Loco, una liebre loca de marzo, un par de gemelos y un pequeño lirón. Un día, una pequeña niña cayó en la madriguera de un conejo después de que ella había estado siguiendo a un conejo blanco con chaleco y llego a Wonderland. Ella tuvo una fabulosa fiesta de té con la liebre de marzo y el sombrerero, hablaba con las flores y conoció a la hermana mayor de la Reina Blanca, la Reina Roja. La reina era horrible, pero afortunadamente la pequeña niña pudo escapar y regreso a su mundo.

"Eso no es un final muy feliz." Caroline interrumpió, frunciendo el ceño. Alice se rió entre dientes.

"Eso es porque no he terminado."

"Oh".

"Varios años después, la chica regreso a Wonderland. Ahí encontró que la malvada Reina Roja se había apoderado del reino y hacía que la gente la obedeciera con el malvado Jabberwocky – era una gran bestia que escupía fuego y no era muy amable que dijéramos. Se suponía que la chica estaba destinada a salvarlos, por lo que se infiltró en el castillo de la Reina Roja bajo sus narices, tomó la espada Vorpal con la cual mataría al Jabberwocky y corrió al palacio de la Reina Blancas en el lomo del Bandersnatch, que era un animal grande que cuidaba a la Reina Roja. La Reina Roja y Blanca condujeron a sus ejércitos unos contra otros y la chica terminó luchando contra el Jabberwocky, lo decapitó y salvó Wonderland. La Reina Blanca fue restituida en el trono y desterró a su hermana para siempre.

"¿Qué pasa con la niña?"

"Tenía que regresar a su casa."

"Pero ¿qué pasa con todos sus amigos?"

"Ella los echaría de menos y probablemente aún los extraña terriblemente." Alice respondió. Ella echaba mucho de menos Wonderland y a sus amigos. Hasta la fecha se arrepentía de la decisión de dejar Wonderland - parte de ella se preguntaba que hubiera sucedido se hubiera quedado.

"Eso es demasiado triste"

"Así es, pero prometió regresar a visitar a sus amigos de nuevo"

"Eso es bueno"

La nieve había dejado de caer, dejando a Alicia con algunos de los copos que aún no se derretían en su cabello. A ella siempre le gustó el invierno. A pesar de que el bosque no era tan denso, ella y su padre solía venir a jugar en la nieve. Margaret y su madre había sido a demasiadas recatadas para hacerlo, pero a ella y su padre les encantó. Lo echaba de menos cuando los recuerdos surgían. Pero ahora ella tiene que enseñar a Caroline todas las cosas secretas que había aprendido de niña - todas las cosas que Margaret nunca le enseñaría.

Algo en la nieve llamó la atención de Alicia - pequeñas huellas que cruzaban el camino dirigiéndose hacia el Este, a lo más profundo del bosque. Frunciendo el ceño, su curiosidad fue mayor y comenzó a seguirlas con Caroline a su lado. Nunca había visto huellas como estas antes y se preguntó a que clase de animal pertenecían.

Las huellas llegaban hasta un pequeño claro en donde se encontraba un pequeño estanque, su superficie era tan lisa como el vidrio desde que se congeló. En el centro se encontraba un pequeño conejo blanco – esta vez no traía chaleco – temblando de frío.

"Pobrecito". Alicia susurró, el conejo intentaba avanzar por el hielo, tratando de mantener el equilibrio. Se compadeció de él y finalmente decidió ayudarlo, caminando con cuidado por el hielo. Lo menos que podía hacer era ayudarlo.

Comenzó a caminar sobre el hielo cuidadosamente hacia el centro del estanque y el conejo comenzó a alejarse de ella visiblemente asustado.

"No te preocupes, no voy a hacerte daño." Alice dijo en voz baja y dio otro paso - Algo crujió bajo sus pies. Se quedó inmóvil mirando hacia abajo. Su rostro se reflejaba en la superficie pero una larga cuarteadura la cortaba por la mitad. El hielo estaba comenzando a resquebrajarse bajo sus pies - Bueno, ella no había pensado en eso.

Con mucho cuidado se inclinó hacía adelante y consiguió sujetar al conejo mientras este se retorcía entre sus brazos, pero lo acerco más a su pecho mirando a su alrededor. El hielo se estaba quebrando desde donde ella se encontraba hacia todas las direcciones posibles. Si permanecía ahí, caería. ¿Y si corriera para evitarlo?

Alice respiró hondo y trató de calmar sus nervios por un buen rato. Ella podía hacerlo. Sólo era de hielo. Podría llegar a la orilla.

"¡Alicia!" Caroline le llama desde la orilla, corriendo hacia ella, sintiendo su angustia.

"¡No Caroline, quédate ahí!"

La chica no la escuchó y salió corriendo sobre el hielo.

Alice dio un paso más y sintió que el hielo se derrumbó bajo sus pies. Ella gritó, pero se perdió cuando cayó a través de la superficie, sumergirse en las heladas aguas. Hacía un frío glacial, con la sensación de miles de pequeñas agujas en su piel. Su respiración se hizo más difícil mientras miraba frenéticamente a todos lados - todo estaba oscuro. No podía saber para donde estaba la superficie. El conejo seguía aferrado con fuerza en su brazo y el otro lo agitaba frenéticamente para tratar de encontrar la superficie o al menos tratar de encontrar a Carolina que se había caído con ella en las oscuras aguas del tanque.

Sus pulmones ardían como fuego mientras el frío le causaba un dolor punzante que comenzaba a ceder al entumecimiento. Continuó pataleando, tratando de nada en una dirección hasta que encontró la resbaladiza y fría superficie. Empujó con todas sus fuerzas tratando de romper el hielo, pero este era bastante sólido aun con las grietas que presentaba. No podía encontrar el hoyo por el cual había caído y cada segundo que pasaba los pulmones le ardían más.

Golpeó en el hielo, había olvidado al conejo, ya que lo golpeaba con ambas manos y este no se movía y podía sentirse cada vez más mareado por la falta de oxígeno. Por reflejo, abrió la boca y trató de inhalar, pero sólo recibió una bocanada de agua. Sus pulmones se llenaron de agua y su visión se oscureció – todo desapareció a su alrededor.

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La Reina Blanca miraba con cariño la fuente de su jardín, deslizó sus pálidos dedos sobre la superficie, mientras una sonrisa brotaba de sus labios. El familiar rostro de una niña había aparecido, sus labios tenían un color azul pálido, no obstante, ella se encontraba ahí. Miró al conejo blanco encaramado cuidadosamente en el borde de la fuente moviendo suavemente su nariz observando todo. La reina movió su mano sobre el agua y la imagen desapareció.

"Alicia está regresando. Nuestro campeón ha venido a salvarnos una vez más." La Reina Blanca sonrió, cruzando sus manos sobre su falda.

"¿Cuándo?" El conejo le preguntó.

"Esta noche".

"¿Debo de informar a los demás?"

"No, todavía no. Ella estará aquí muy pronto." La Reina Blanca volvió a mirar a la fuente, con una mirada extraña mencionó; "Qué extraño, trae a un invitado."

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Alice se despertó gritando y jadeando en busca de aire. Sus pulmones se inflaban con el aire fresco de su alrededor, la sensación de ardor desapareció después de unas cuantas profundas respiraciones. En cuclillas sobre el suelo, se obligó a regular su respiración mientras que su cabeza disipaba toda la niebla para poder observar lo que había a su alrededor.

El sol era brillante cuando se sentó en una banca a lado de la laguna, cuya superficie era tan lisa como el espejo. Estaba en un claro del bosque – excepto porque del otro lado de la laguna había unos pequeños acantilados que se levantaban desde el suelo. Los árboles que la rodeaban estaban completamente verdes, con flores de diferentes colores floreciendo, eran brillantes y sorprendentes, casi demasiado brillantes para ser reales.

Se levantó del suelo todavía mojada. Su vestido se ajustaba a ella como una segunda piel, el pelo lo llevaba pegado a su cuello y frente. Se quitó sus zapatos ya arruinados. Se quitó los pasadores que le quedaban en el cabello y se deshizo de ellos. La mitad de ella quería quitarse la ropa empapada, pero no lo hizo, sin saber que alguien la acechaba.

Su mirada se posó sobre el pequeño cuerpo colapsado a pocos metros de ella. Alicia se dirigió hacia donde se encontraba Caroline. Arrodillándose junto a ella, giró su pequeño cuerpo buscándole el pulso, encontrándolo. Dejo salir un suspiro de alivio antes de dejar descansar su mano encima de la mejilla de la niña.

"Caroline, vamos despierta" le murmuró. Paso un largo momento antes de que los ojos de la niña se abrieran y parpadearan en confusión.

"¿Alicia?"

"Hola. ¿Estás bien? Le pregunto mientras la recogía cuidadosamente en sus brazos.

El siguiente problema que encontró es que se dio cuenta que ya no estaba en Inglaterra. Ahí era invierno y parecía que aquí era verano. Además de que en Londres no había tanto follaje, por lo que concluyó que estaba fuera del país.

Así que ¿en dónde se encontraban?

Parte de ella quería creer que estaba en Wonderland. Eso es lo que la mayoría de ella decía, pero sabía que eso era imposible. No había caído por una madriguera de conejo o nada por el estilo.

Sabía que lo único que le quedaba por hacer era preguntarle a alguien. Levantando un poco su falda, comenzó a caminar por una pequeña vereda que era visible entre dos árboles, una pequeña parte de ella deseaba que el Sombrerero Loco saliera de atrás de un árbol y le preguntara que en que se parecía un cuervo a un escritorio. Caroline la seguía a la altura de su hombro, sus manos aferradas a la falda mojada de Alicia, estaba demasiado cansada para preguntar en donde se encontraban ahora.

El le dijo que no se iba a recordar, pero si lo hizo. La gente lo le creía – a través de sus historias había algo que hacía que se entretuviera ella misma y los demás que la escucharan. La mayoría decía que estaba loca – loca como el Sombrerero. Sus labios se arquearon formando una sonrisa.

Quito las ramas de su cara mientras caminaba por el estrecho sendero - llegando a una desviación en dónde se veían dos caminos, ni más oscuros ni más claros, preguntándose que camino debía tomar. Se detuvo un momento mirando hacia la derecha y a la izquierda, admitiendo mentalmente que probablemente estaba perdida. Por otra parte, si estaba en Wonderland, uno no se perdía. Siempre era encontrado.

"Bien, bien, bien." Una cantarina voz familiar se oía y Alice se volvió, tratando de localizarla. Una sonrisa grande apareció debajo de una rama antes que los ojos y después el resto del gato, que estaba colgado boca abajo sujetando la rama con la cola. "Si es Alicia, que vuelve a salvarnos".

"¿Salvarlos de qué?" Se preguntó, frunciendo el ceño, mientras soltaba su falda, sintiendo a Caroline en sus brazos mientras miraba al gato. El gato sólo sonrió, flotando en el aire hacia ella. Se sentó en sus hombros, enrollando su cola alrededor de su rostro, ocasionándole cosquillas en la nariz, mientras esta se la quitaba - se convirtió en humo.

"La Reina Blanca podrá explicártelo mejor que yo". Su voz hizo eco a su alrededor.

"¿De tu historia?" -Preguntó Caroline, curioso ahora. "¡Y ese gatito puede volar! ¿Es esto un sueño, Alicia?"

Alice sólo podía ignorarla.

"¿Me podrías llevar con ella?"

"¿No te acuerdas del camino?"

"Por supuesto que no. Han pasado 7 años."

El gato se rió entre dientes, apareciendo unas pulgadas delante de su cara. Ella dio un grito de asombro, trastabillando un poco hacia atrás, agarrando a Caroline un poco más fuerte.

"El tiempo no tiene ningún sentido aquí". Le respondió con pereza.

"Por favor, sólo llévame con la Reina Blanca." Ella insistió. "Nos gustaría quitarnos estas ropas húmedas".

"Bien, bien". Suspiró, apagando el camino de la izquierda. "Vengan conmigo, pequeña Alicia y compañía y les enseñaré el camino. Pero solo hasta la Reina Blanca, no más".