Tenía que tranquilizarse.
Era una heroína de guerra; de dos guerras. Una excelente y condecorada militar. La mejor francotiradora del país. Una coronel pulcra que además era la mano derecha del actual Führer. No podía venirse abajo por eso. No por eso. No cuando llevaba casada más de tres años, y, en teoría, es lo que todo el mundo esperaba de su matrimonio. Que tuvieran hijos.
Suspiró entrecortadamente mientras leía por enésima vez las instrucciones de la prueba de embarazo que había comprado casi a escondidas de su esposo. Los resultados estarían listos d minutos. Ni un minuto más, ni un minuto menos. Si lo hacía antes, no iba a encontrar nada, y si lo hacía después el resultado podía variar. Por lo que esperó 4 minutos exactamente para poder ver el resultado final. Los cuatro minutos más largos de su vida.
Con el pulso acelerado, el sudor escurriéndose por sus sienes y su corazón a punto de saltar de su pecho tomó el pequeño pedazo de plástico entre sus temblorosos dedos. Una pequeña cruz roja intensa estaba en el marcaje de resultados. Y poco a poco sentía como la sangre se volvía pesada en su cuerpo.
:::::: (Cuatro años antes)::::::
Lo amaba, estaba segura de eso. Pero si alguna lección le había dejado los eventos sucedidos en el día prometido, y durante el proceso de ese, es que ella se había convertido en el punto débil de él. Y todos se habían dado cuenta de eso ya. Por más discretos que hubieran tratado de ser sobre su pasado en común, después de verla a ella llorando por su supuesta muerte cuando se enfrentaron al homúnculo Lust, o las palabras que le dio cuando le declaró frente a Scar y Ed Elric que lo asesinaría y después se suicidaría si decidía continuar con su venganza, o la forma en la que él la abrazó cuando pensó que moriría en el fatídico día prometido, nadie veía en ellos otra cosa más que romance. Si bien, su relación nunca había sido más que estrictamente profesional, quedaba más que claro que ninguno de los dos podía ocultar frente a nadie lo que sentían uno por el otro.
Si, ella nunca iba dejar su lado. Siempre iba a ser su fiel asistente, su mano derecha, la reina de su tablero; pero tampoco podía permitirse ser su debilidad. Tenía que poner las cosas en orden antes de que algún otro idiota con sueños de grandeza quisiera hacerle daño al él por medio suyo. Ella era fuerte, siempre lo había sido, pero lo conocía perfectamente bien como para saber que, si volvían a dañarla, él no se iba a contener otra vez. Y todo aquel sueño que compartían de verlo a él dirigiendo el país, eso por lo que habían luchado desde hacía más de diez años se iba a ir a la basura.
Con esa resolución en mente, salió de su departamento, pulcramente arreglada, para encontrarse con el doctor Anthony Bendersky que aguardaba por ella de pie junto a su auto. Al verla, le dedico una sonrisa tímida y procedió a abrirle la puerta del auto.
—Se ve hermosa, teniente. —Le dijo cuando hubo entrado al auto.
—Gracias, Anthony, pero creo que prefiero que nos tuteemos, si estás de acuerdo. —Le dijo con una sonrisa calma que él correspondió al instante. Después de todo, era su tercera cita.
Se habían conocido gracias al Coronel. Anthony había sido uno de los muchos doctores que ayudaron al doctor Tim Marcoh con la operación de su vista. Y ya que el coronel y ella habían compartido habitación, se veían muy seguido. Él la había invitado a salir el día que los dieron de alta, y ella, tras pensarlo mucho había terminado aceptando. No le había comentado a nadie al respecto, ni siquiera a Rebecca y sabía que tendría que hacerle el comentario a su superior cuando el momento se diera; pero de momento le gustaba gozar de esa cierta libertad que sentía al estar con Anthony. Una persona que poco tenía que ver con el ejército.
Cuando regresaron de cenar, y ella lo invitó a pasar a tomar una taza de té. Él por supuesto aceptó. Y cuando la besó, ella lo permitió. Sin embargo, cuando una cosa se estaba empezando a convertir en otra lo detuvo. Había muchas cosas que tenía que aclararle antes de dar ese paso. Pero, sobre todo, se sentía obligada moralmente a hablar con el Coronel.
Al día siguiente se presentó más temprano de lo común a trabajar. Había quedado con Anthony de cenar otra vez, y dado que de poco se oficiaría una ceremonia de nombramientos, la oficina se encontraba inundada de trabajo. Para cuando sus compañeros llegaron ella ya los esperaba con el papeleo listo y una humeante taza de café para cada quien.
—Buen día, Hawkeye —Le dijeron casi al unísono Havoc y Breda y acomodándose cada cual en su lugar.
—Buen día. —Les contestó tranquila.
—Buen día, teniente —Le dijo Fuery cuando tomó lugar en su escritorio. —Gracias por el café.
—Buen día sargento. La documentación que tiene en sus escritorios es referente a la ceremonia de nombramientos, por favor termínenla lo más pronto posible ya que se tiene que entregar a más tardar mañana en la mañana.
—Debes estar feliz —Le dijo Havoc mientras masticaba un cigarro apagado en sus labios. —A ti y al jefe los vas a ascender.
Riza le dedico una sonrisa tranquila mientras se terminaba de servir una taza de té. –Así es, teniente Havoc, y no me gustaría saber que mi nombramiento se retrase por culpa de mi propio equipo.
—Entendido, jefa.
Al cabo de un par de horas tal y como era su costumbre, el coronel llegó a la oficina, solo para encontrar más de la mitad del trabajo del día ya hecho.
—Buenos días equipo. —Les dijo atravesando la oficina y dirigiéndose a su escritorio y tomando la taza de café que Riza oportunamente había servido unos cuantos minutos antes.
—Buen día Coronel. —respondieron todos al unísono
—Veo que todos se me han adelantado hoy. ¿Alguna novedad, teniente?
—Ninguna, señor. No más allá del hecho de que esa documentación se deba de entregar mañana por la mañana.
—Bien. Entonces estaré en mi oficina trabajando. —Le informó y se fue a encerrar a su despacho privado.
Riza sabía, de ante mano, que para el coronel encerrarse solo significaba no trabajar o usar la línea telefónica militar para uso personal. Sin embargo, lo dejo ser por un rato, después de todo ya tenían gran parte del trabajo avanzado y en poco tiempo gracias a que él había llegado tarde y no había entretenido a nadie con una de sus historias sobre su conquista en turno. Prefería tenerlo encerrado sin hacer nada y sin molestar e interrumpir a sus subordinados. Además de que si se encontraba en su oficina podría hablar con él en privado más tarde.
Cuando la hora de la comida llegó, sus compañeros rápidamente se excusaron para comer, y dado en que sorprendentemente habían trabajado de forma impecable durante toda la mañana, ella no les puso un horario de regreso, como normalmente hacía. Por lo que aprovecharon para salir a comer fuera del cuartel.
—¿No viene, teniente? —Pregunto Fuery mientras tomaba su abrigo y salía detrás de Breda y Havoc.
—No, sargento. Debo terminar esto antes de irme y además alguien tiene que vigilar al Coronel.
Los tres hombres le dieron la razón y salieron de ahí.
Riza por su parte se dirigió al despacho de su superior. No le extraño para nada verlo recostado en la silla, con la cabeza echada hacia atrás y un libro de historia cubriendo su rostro. Había cosas que nunca iban a cambiar, pensó con pesadez, aun si él era uno de los hombres más condecorados de la nación.
Suspiró resignada mientras con veía que de la documentación que esa mañana le había entregado, no había hecho casi nada. Recogió la tasa de café vacía y limpio lo que parecía ser restos de borrador. Dentro de pocos días él iba a ser ascendido a General, iba a estar por encima de muchos de sus más grandes contenientes a Führer. y el hombre estaba tomando una siesta en su oficina. No se molestó en absoluto. No tenía caso, después de todo.
Con cuidado le quito el libro del rostro y le tocó levemente el brazo.
—Coronel. —Lo llamó quedamente.
—¿Es usted, teniente? —Le contestó él aun sin abrir los ojos.
—Sí señor.
Roy terminó por despertarse y, tallándose los ojos, bostezó sonoramente.
—¿Qué hora es?
—Pasan de las 2. Todos se fueron a comer.
—¿Y usted vino a preguntarme si estoy hambriento, teniente? Que considerado de su parte.
—Vine a ver si ya había terminado su trabajo, Coronel —Dijo en un tono más serio de lo normal. Últimamente odiaba que le flirteara tan a la ligera. —Por si no se había dado cuenta, todos están trabajando en la ceremonia de nombramientos. Todos a excepción de usted, claro está.
—Me ofende en sobre manera teniente —Replicó, pero aun manteniendo el tono coqueto en su voz. —Yo más que nadie he estado al pendiente de la ceremonia. Después de todo, Amestris nos está recompensando por tantos años de duro y arduo trabajo.
Ella lo miró triste. Gran parte de si no estaba de tan de acuerdo con ser promovida ni un rango. Menos dos, como en realidad iba a hacer. Se sentía terriblemente culpable y no había podido dormir bien últimamente. ¿Cuántas personas habían tenido que morir para que ella pudiera ser nombrada Mayor? ¿Cuántas más iban a morir hasta que él fuera nombrado Führer?
—Me temo que, si Amestris nos recompensara realmente por nuestro trabajo como militares, estaríamos muertos o en prisión.
Roy hizo un ahogo de sorpresa ante las palabras de su asistente. Odiaba ver en su rostro el increíble arrepentimiento por cada hombre, mujer, niño a quien le había arrebatado la vida, no solo con un rifle o una pistola. Si no también por la alquimia de fuego entregada a él con fe ciega. Trató de decir algo más, algo que la hiciera cambiar de expresión, pero ya era tarde, su teniente primera, próximamente Mayor, caminaba ya rumbo a la salida del despacho.
—Por favor termine eso hoy, Coronel. Debo regresar a mi casa temprano.
—¿Alguna cita, teniente? —Preguntó él más por la inercia que por curiosidad genuina.
—De hecho, si, Coronel. —Le contestó —Así que por favor apresúrese, que yo no lo retengo a usted con trabajo cuando tiene compromisos en la noche.
Y abrió la puerta para salir, pero la mano de él sobre su muñeca se lo impidió.
—¿Estás hablando en serio? ¿De verdad tienes una cita con alguien? —Le preguntó en un susurro mezclado con sorpresa y miedo.
—¿Tan difícil es de creer que exista alguien que quiera salir conmigo, Coronel?
—No me vengas con esas cosas. Sabes que no lo digo por eso. Tu no sales con nadie. Nunca.
—El hecho de que nunca se entere, no significa que no salga nunca con nadie.
—¿Y que hace a esta persona tan especial como para que yo me entere, entonces?
—Con todo respeto, Coronel. No lo dije para que estuviera enterado. Usted pregunto y yo conteste. Además, lo que yo haga con mi tiempo libre, no es de su incumbencia. –Le dijo, soltándose de su agarre. —Y por favor, termine esos documentos antes de la hora de salida. De lo contrario se quedará solo.
—Ya estoy solo —susurró él, aun ahogado en la sorpresa que su reciente declaración le había provocado.
Por un momento, Riza pudo deslumbrar la enorme tristeza y soledad que reflejaba su superior en la mirada. Pero se abstuvo de ser condescendiente con él. Después de todo, eso era lo mejor para ambos. Que los sentimientos que en silencio tenían en común se quedaran así, en silencio. Un sacrificio más para alcanzar esa tan anhelada meta.
—Juzgando por la marca de su cuello, dudo mucho que se encuentre solo, Coronel. —Le soltó con molestia.
Roy se llevó la mano al cuello, como si se estuviera estrangulando y caminó hasta su ventana para poder ver su reflejo en ella. En efecto, entre el hueco de su mandíbula y su cuello se encontraba un chupetón rojo del cual apenas se percataba. Cuando volteo para inútilmente explicarle a la teniente el porqué de la marca, no se sorprendió de ya no encontrarla ahí.
Hola a todos.
Antes que nada, para los pocos o muchos que seguían la historia de "El lazo que nos une" me vi en la necesidad de eliminarla porque tenía demasiados errores y me había perdido de lo que de verdad quería contar. Ademas de que estaba haciendo a algunos personajes un poco OoC y no era algo que me pareciera correcto. Así que, como compensación les traigo esto.
La historia se desarrolla en dos tiempos:
*El presente (Cinco años después del dia prometido)
*El pasado (Un año después del día prometido)
Por lo general el presente va a ser narrado al inicio del capitulo y va a ser muy breve; sin embargo puede que existan capítulos que solo sean presente y otros que solo sean pasado.
Espero de verdad poder contar con su apoyo para esta historia, y háganme saber si les gusta, si no les gusta, si lo odiaron, si lo amaron, si dejo de escribir, o si renuncio y me dedico a esto por favor.
¡Mil gracias!
