Claim: Christopher Arclight/Tenjo Kaito.
Notas: Pre-series.
Rating: T.
Género: Romance/Angst.
Tabla de retos: Te...
Tema: 05. Te necesito.


Sus pasos resuenan, vacíos, sobre las paredes del inmaculado lugar y al escucharlos Chris no puede evitar sentirse igual de vacío, extraño y ajeno, perdido en un mundo lleno de linóleo, paredes blancas y sonidos mecánicos. Su nuevo hogar. Por supuesto, no deja de sentirse agradecido con el Dr. Faker por permitirle mudarse a los laboratorios de Heartland, ni mucho menos por suministrarle comida y techo, a pesar de que sus hermanos han sido el precio a pagar por tales atenciones, sin embargo, la sensación de vacío es abrumadora y no puede evitar asociarla también con la pérdida de su padre, al que no sabe si volverá a ver alguna vez.

—No te preocupes, muchacho —afirma el Dr. Faker, dándole unas palmaditas en el hombro y como si pudiera leer su mente—. Encontraremos a Byron, te lo prometo. Incluso puedes participar de la investigación que estamos llevando a cabo —ya le han mostrado su habitación, un sencillo cuarto de paredes color agua con una cama y un escritorio, ahora se dirigen hacia el área de pruebas, donde empezará a laborar lo más pronto posible—. Pero primero quiero que te familiarices con todo. Esta será tu nueva casa hasta que Byron regrese, siéntete a gusto en ella y cualquier cosa que necesites, no dudes en pedírmela.

Chris no puede más que expresar las mismas palabras de gratitud que han salido de sus labios en más de una ocasión, aunque no por eso dejan de ser menos sinceras. Es sólo que la reciente pérdida de su padre y las lágrimas de sus hermanos, frescas en su memoria, no lo han dejado del todo en paz, reprochándole algo que todavía no sabe es un error, una trampa.

—Estos son los campos de duelo, están abiertos a quienes deseen usarlos, aunque estamos llevando pruebas aquí también con duelistas excepcionales —Faker es bastante solícito, incluso amable, lo que sólo realza la buena opinión que tiene el mayor de los Arclight con respecto a él, pues además, su padre nunca confiaría en nadie que no fuese digno—. Y aquí está...

Las palabras de Faker mueren en sus labios y ambos se detienen al mismo tiempo, cuando dos figuras aparecen en el pasillo que conecta con los campos de duelo. A Chris le sorprende verlos, unos niños apenas mayores que Thomas y Mihael, dos elementos totalmente fuera de lugar. Uno es alto y rubio, no tendrá más de 13 años, 14 como mucho, pues los rasgos infantiles aún no lo han abandonado, aunque hay cierto rictus de seriedad alrededor de los labios. El otro, apenas un niño d años de edad, transportado por un robot que parece una extraña mezcla híbrida con una silla de ruedas. Por supuesto, Chris sabe que Faker ha acogido a muchos niños huérfanos y los ha adscrito a su fundación, pero no sabía que estaban presentes para los experimentos o para...

—Ah, Chris, estos son mis hijos —de nuevo le da una palmadita en el hombro, sonriente y luego se apresura a llamar a ambos chicos, que parecen enfrascados en su propio mundo, ajenos a las máquinas y frialdad que los rodean—. Kaito, Haruto, vengan un momento, por favor.

Los dos obedecen a regañadientes, sin duda decepcionados de que hayan interrumpido su diversión y éste gesto, este leve temblor en los labios del más pequeño, la mirada ofuscada en el más grande, le recuerdan nueva y dolorosamente a sus hermanos menores, solos en un orfanato del otro lado de la ciudad.

—Chris, estos son Kaito y Haruto, a veces andan por aquí, si te causan problemas no dudes en decírmelo —a pesar de sus palabras, le regala una sonrisa a Kaito y despeina los cabellos de Haruto, un gesto similar al de Byron, que no hace más que entristecerlo más—. Ahora, preséntense.

—Tenjo Kaito y éste es Haruto —Kaito parece receloso, al igual que Thomas, que casi lo alcanza en edad.

—Yo soy Christopher Arclight, mucho gusto en conocerlos.

—Chris vivirá aquí a partir de ahora, no le causen muchos problemas, ¿de acuerdo? —ambos chiquillos asienten y Haruto incluso extiende una pequeña manita hacia Chris, que se apresura a estrechársela, muy a la usanza occidental.

—Bueno, si nos disculpan... —Kaito se apresura a llevarse a su hermano y ambos desaparecen tras la puerta que da hacia los campos de duelo, nuevamente emocionados ante la perspectiva de una tarde agradable. Tras mirarlos con una sonrisa en los labios, el tour continúa. Y Chris no vuelve a pensar en ellos ni a encontrárselos hasta varias semanas después, pues tiene cosas más importantes de las que ocuparse.

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A pesar de que se ha acostumbrado al silencioso lugar y a sus compañeros de trabajo, muchos de los cuales comenzaron subestimándolo por su juventud, Chris tiene que admitir que todavía no se siente del todo a gusto. Sobretodo en esos largos descansos y fines de semana, donde se queda solo en el inmenso edificio, escuchando sólo el sonido de sus pasos contra las paredes, sólo el sonido que hacen sus dedos al cambiar de página y su propia respiración. Desearía tener algo más qué hacer o en qué mantenerse ocupado, en casa Mihael y Thomas eran toda su distracción necesaria, el tener que moderarlos cuando se producían peleas, el ayudarles con la tarea, jugar con ellos, todo eso consumía el tiempo libre que ahora le parece infinitamente aburrido.

A veces, como aquella, se contentaba con dar largos paseos por las instalaciones, vigilando de manera muy breve que todo estuviese en su lugar y pensaba en cómo hacer las cosas mejores, más rápido, cómo hacer funcionar con mayor precisión la Sphere Field con costos menores y menor incertidumbre. Pero también tenía que admitir que a veces sólo necesitaba olvidarse del trabajo, un pequeño respiro adolescente, acorde a su edad y pensamiento. No era un adulto, aunque fingía serlo y necesitaba hacer el tonto de cuando en cuando.

Ese día encontró la solución a sus problemas. Paseaba por los diversos campos de duelo, consciente de lo mucho que le gustaría tener a alguien con quien jugar, cuando descubrió a Kaito en la esquina más alejada de la habitación, concentrado en un mazo de cartas que tenía esparcido por el suelo y con una mueca de frustración en sus juveniles facciones.

—No deberías usar esa carta —dice cuando logra alcanzarlo y no se sorprende de que Kaito de un respingo, pues quizá no debería estar ahí, pues quizás ha dejado por un momento a Haruto solo—. Está vetada y sus requerimientos son muy altos. Tampoco deberías concentrarte en usar sólo monstruos poderosos, son difíciles de invocar, pero sin duda ofrecen una gran ventaja en la batalla.

—¿Tú juegas? —Kaito le dirige una rápida mirada a Chris, evaluando si puede confiarle su secreto y al parecer decide que así es, pues la desconfianza desaparece de sus ojos azules y le deja ver completamente el deck esparcido en el suelo.

—Sí, aunque hace mucho tiempo que no tengo un duelo —para sorpresa de Kaito, que lo ha observado de vez en cuando en los pasillos y que siempre ha pensado que es un tanto alzado, Chris se sienta a su lado con las piernas cruzadas y una sonrisa amable que le hace sentirse cada vez más y más tranquilo—. ¿Quieres que te enseñe?

—Primero demuéstrame que puedes tener un duelo —pide Kaito y ese brillo confiado en sus ojos, ese brillo que conservaría con él muchos años en el futuro, aparece en sus pupilas, contagiando a Chris a su paso.

—De acuerdo —ambos se ponen de pie, dirigiéndose una rápida mirada de desafío. Es el principio de una larga relación, misma que comenzó cuando los puntos de vida de Kaito llegaron a cero y que se alimentó con el tiempo, a base de estrategias de duelo, desafíos y dos chicos un tanto solitarios, necesitados de un amigo.