Una luz tenue abraza una rosa de papel en el piso, lleno de heridas y sangre. Cuando quizás un ángel todavía estaba afuera bajo la lluvia. Las gotas caen sin cesar creando un ambiente del olor al tabaco.

La habitación del hospital emana un color gris, los enfermeros salen y entran del quirófano con la cabeza dándole vueltas pero de todas las habitaciones destaca una. Una de puerta verde celestino y rojo pasión.

En él se halla un pequeño mapache con cables por todos lados, su pelaje se ve muy dañado y de su pecho se pronuncia una cicatriz muy profunda. Su cuerpo esta ensangrentado y con múltiples quemaduras de pos grado.

Los aparatos conectados a él no dejan de tiritar mientras que de una pantalla sobresalen unas rayas que indican el pulso del corazón.

Allá afuera sigue lloviendo a cantaros, gota por gota en la cara del muchacho y chocando con el vidrio de la ventana. Solo se puede lograr a ver un charco de sangre en el horizonte muy lejano y una pluma caída de algún ser espiritual.

"Mierda, ¿Porque él?"

Golpea aun mas fuerte el sonar del silencio haciéndose más larga la noche y más corto el día, no se puede ver cuando un desastre se acerca más a la realidad o cuando una hoja cae de un árbol de cerezo.

Ahora solo queda esperar el último suspiro de la lluvia y seguir matando la felicidad, como matando ángeles y drogarse de dolor. ¿Por qué existirá tanto tristeza y menos sonrisas?

El viento solo dirá el día de la muerte cuando la última lágrima caiga al fin.