Disclamer: I dont own Bleach. But I love The UlquiHime. El arte de la portada fue hecho por Koltiras Rip, autora de uno de mis fanfics Favoritos.


The Pocket Symphony

1.

El violonchelo, o también llamado chelo, es un instrumento musical de cuerda frotada, perteneciente a la familia del violín, y de tamaño y registro entre la viola y el contrabajo. Se toca frotando un arco con las cuerdas. Es uno de los instrumentos que se utilizan en solos, así como en música ambiental, orquesta de cuerdas y miembro de la sección de cuerdas en una orquesta sinfónica.

A la persona que toca dicho instrumento se le llama violonchelista, o chelista.

Ahora el por qué Ulquiorra Cifer eligió el chelo de entre todos los instrumentos, era un gran misterio. El joven había sido educado en las mejores instituciones y desde corta edad habían notado su afinidad por la música y sus instrumentos, para su adolescencia era considerado un dotado, así que teniendo cualquier instrumento a su alcance ¿por qué el chelo?

Cada vez que se lo preguntaban, él solo respondía con un sencillo: "Me gusta su sonido y gama"

Sin embargo la verdad era más profunda que eso, Ulquiorra siempre fue una persona solitaria, melancólica, indiferente con todos, inclusive con su propia familia, tanto que en su primer oportunidad como chelista de una renombrada sinfónica, decidió mudarse lejos de ellos, visitándolos solo cuando la situación lo requería, como cumpleaños, bodas o funerales. Siempre demostrando ser una persona desapasionada en todo, menos en el chelo.

El chelo, era lo único que realmente lo llenaba.

Solo se le conocían tres amistades, o lo más cercano a eso, entre los que se contaban el violinista Ishida Uryuu, el contrabajista Nnoitra Jiruga y la violista Tia Harribel, todos integrantes de su sinfónica actual. Nnoitra y Tia eran sus compañeros desde el instituto y durante sus años en Juilliard, e Ishida era el novato de la sinfónica y de su grupo de "amigos".

Por otro lado, en cuestión a relaciones románticas, nunca tuvo una o por lo menos una que se le considerara seria. Nadie negaba su atractivo, por lo que le era fácil conquistar a quien él deseara, y muchos a su alrededor lo tomaban a mal, pues no duraba con ellas ni un solo mes, adjudicando la mayoría de los fracasos al tiempo que ellas demandaban y el tiempo que a él le quitaban para practicar su instrumento. Por su personalidad taciturna, era de esperarse que estuviera rodeado de rumores, muchos de ellos afirmando que el motivo por el cual sus relaciones no funcionaban, se debía a prácticas extrañas, que realizaba con su pareja, haciendo que la mayoría de las personas que lo rodeaban pensaran que si ese era el caso, le vendría mejor simplemente comprar la compañía de damas experimentadas en dicha área, y debido a su filosofía nihilista, los rumores solo crecían, algo que el mismo Ulquiorra nunca tuvo la dedicación o interés de desmentir. Siempre sintió que lo único que lo llenaba era tocar el chelo, y nada más, al tocarlo era como si estuviese escuchando otro idioma, como si estuviese en otro lugar muy lejos de aquel mundo que consideraba injusto, cruel y vacío.

En pocas palabras, la música clásica era su mundo, y nunca perdía oportunidad para apreciarlo.

Las distintas instituciones de la ciudad, organizaban conciertos una vez al mes, en los cuales participaban distintas orquestas, con diferentes estilos, e interpretaciones, y Ulquiorra nunca se perdía ni una sola, la música se había convertido en un todo para él, no era porque menospreciara la música actual o los intérpretes clásicos que encontraron su vocación en tocar algún otro género, le fuesen malos, era simplemente que para él, la música clásica era una forma de describir al mundo entero en una sinfonía o soneto.

Otra cosa que lo caracterizaba, era que acostumbraba tomar el metro cada vez que iba devuelta a su departamento por las tardes, a pesar de no ser una persona que toleraba la compañía en grandes cantidades, como en los transportes públicos, pero el hacerlo le ayudaba a ver al mundo. Allí se podía topar con cualquier cosa, y por lo menos la incertidumbre lo ayudaba a romper un poco con la rutina. Además la luz del atardecer mientras caminaba hacia el subterráneo, le agradaba, el hecho de como en un par de minutos el cielo azul se tornaba en tonalidades naranjas y rosas para finalizar con una noche obscura lo intrigaba.

Un día en particular, cuando solo pensaba en volver pronto a su hogar para comenzar a practicar la partitura de un solo que le habían designado, decidió que lo mejor era tomar un taxi, pero su deseo por disfrutar de otro hermoso atardecer lo detuvo, y finalmente siguió su camino a la estación del metro, como todos los días. Al entrar a uno de los vagones se sentó cerca de una da las esquinas de este y simplemente espero llegar a su destino sin enfocar la vista en algo determinado, solo cuando un sonido en particular lo interrumpió, volvió la vista hacia otro lugar, y al hacerlo y buscar el origen de aquel molesto sonido, noto que se trataba de una chica ruidosa, sin embargo fue su aspecto y compañía lo que capto su interés.

La chica era pelirroja, de cabellos largos, y a pesar de que no podía percibirlo con exactitud desde su asiento, los ojos de la joven parecían brillar en destellos grises.

Ella se encontraba brincando emocionada, alrededor de sus acompañantes, que parecían un grupo de pandilleros. Rodeaba el cuello de uno con sus brazos, y depositaba besos en su mejilla, el cual era un sujeto de cabello en tonalidad celeste y cuyos ojos eran tan azules que parecían irreales. El tipo tenia tal finta de pandillero con raíces de punk a steampunk, al igual que sus compañeros, que era difícil no voltearlos a ver. Sin embargo su vista volvió a la joven, que vestía un sencillo conjunto veraniego con estampado de flores, en tonalidades rojas y rosas, su persona irradiaba vida, si le preguntaran a Ulquiorra en ese momento a que le asemejaba la joven, él respondería que si ella tuviese lugar en una sinfónica, seria en las percusiones, siempre tan estruendosas y llenas de vida.

— Grimmjow ¿Qué crees que deba usar?, no es cualquier cosa, no estamos hablando de cualquier puesto.

— ¿No crees que es suficiente con un simple traje sastre?, además si quien te entrevista es hombre, en lo que menos se fijara es en lo que llevas puesto, ni siquiera en lo que dices, su vista estará directamente puesta en tu delantera, y cuando vean quien te manda no creo que se nieguen tampoco, sea quien sea.

A pesar de lo áspero del comentario, la joven solo bufo, dándole un pellizco en la oreja al líder del grupo, pero en la siguiente estación, donde el metro se detuvo, salió corriendo tan rápido del vagón que cuando la pandilla noto su ausencia, solo dos de ellos lograron seguirla antes de que la puerta se cerrase. Y aquel hombre de cabellos azules, solo logro hacer una enorme rabieta, tal que uno de sus acompañantes, otro hombre de cabellos rosas, tuvo que tomarlo de los brazos para evitar que rompiera algo.

— ¡Perfecto Grimmjow Jeagerjaques!, la volviste a fastidiar. ¡Ya quédate quieto!, que no quiero que nos corran de aquí también. Con tu ataque de histeria lo único que harás será hacer enojar más a Orihime, que ya tolera mucho tus tonterías.

— ¿Ella tolerarme?, soy yo el que la he tolerado todos estos años.

— Perfecto, entonces déjala ir y hacer lo que quiera…— eso ultimo logro calmar a aquel hombre que ya había atraído la atención de todo el vagón, pero no por mucho.

— ¡Ese no es el punto! — exclamó, zanjando la conversación, y salió del vagón una vez que llegaron a la siguiente estación, junto con todos sus demás acompañantes.

Al irse, las personas comenzaron a murmurar acerca de lo sucedido, mientras que Ulquiorra se quedó lleno de curiosidad por el peculiar evento.

Definitivamente los viajes en metro eran algunas veces, algo fuera de lo normal.

X∞X∞X

En el centro de música Ulquiorra llevaba ensayando una hora y media más de lo acordado, el solo que le habían asignado iba a ser interpretado en el festival internacional de música más cercano, por lo que la presión en él aumento, al saber que le quedaba menos de un mes para preparar una perfecta ejecución, era de suma importancia la perfección en la pieza, ya que de lograrlo, podría ser conocido como uno de los mejores chelistas del mundo. Se concentró tanto en ello, que para cuando se dio cuenta, estaba ya a punto de anochecer, por lo que decidió tomar sus pertenencias e irse de vuelta a su hogar.

Se dirigió como siempre el metro, a pesar de que hacía poco que ya tenía un auto a su disposición, pero no quería estresarse con el tráfico y estacionamiento por las mañanas.

Al intentar ingresar al vagón, sintió que chocaba con alguien, y al notar que en el suelo habían quedado tiradas un par de carpetas llenos de bocetos y dibujos de arte pop, decidió recogerlos inmediatamente para entregárselos a su dueño.

—Discúlpame soy algo torpe, no me fije por donde iba— en respuesta, escuchó una dulce voz femenina y al subir la mirada se encontró con los ojos grises de aquella joven, que había captado su atención cuatro meses atrás.

La joven se encontraba roja, totalmente avergonzada, y se agacho a ayudarle, pero cuando terminaron de recoger los bocetos, sus miradas se encontraron nuevamente. Ella mantenía su cabello ordenado gracias a un par de pasadores plateados y su cabello de un tono naranja rojizo hacia buena combinación con su tono de piel o por lo menos eso pensó el chelista, mientras que sentía la mirada de la joven analizándolo de igual forma.

—¡Wow! tus ojos son increíblemente verdes— dijo la joven, algo emocionada, tratando de sacar una pequeña cámara fotográfica del bolso de mano que llevaba — ¿Disculpa, podría tomarles una foto? No creas que soy una acosadora ni nada de eso, solo quiero ver su tono, como podrás ver soy dibujante, y el color que tienen tus ojos es muy interesante, como para usarlo en algún boceto.

Ulquiorra se quedó solo un par de segundos pensándolo, pero se le hicieron eternos, frente a sus ojos la chica había sonado, como un clarinete: sorpresivo, ruidoso y alegre.

— Está bien – fue lo único que respondió dejándose tomar la foto. Agradecido que la cámara no tuviera flash.

—Ya ves, solo son tus ojos— ella le mostro la foto que solo tenía la parte superior de su rostro – Por cierto, gracias por ayudarme a recoger mis cosas.

La joven soltó un risita divertida, al guardar sus cosas, y al terminar, ambos voltearon hacia la vía dándose cuenta que el metro ya había partido, dejándolos solos en la estación.

—Lo siento, por mi culpa perdiste el metro.

—No tienes por qué disculparte, solo pon más atención – Ulquiorra terminó el tema y la plática allí, y comenzó a dirigirse a la salida, para tomar un taxi.

Al encontrarse en la avenida, se dio cuenta que todavía seguía acompañado.

—Creo que mejor tomare un taxi — escuchó la voz de la que ahora le parecía una mujer irritante. Efectivamente su sonido era el de un clarinete, un instrumento que a pesar de que en una orquesta se escuchara esplendorosamente como en individual, lo irritaba.

—Sí, lo noto.

Se quedaron en silencio por unos minutos, hasta que un taxi se detuvo, a la primera señal del joven.

—Tómalo tu primero – le dijo a la pintora, mientras le abría la puerta trasera.

— ¿Qué?, no, ¿cómo crees?, yo tomare el siguiente, no te molestes en eso.

— ¡Mujer! — exclamo Ulquiorra, fastidiado pero manteniendo la misma mirada y voz monótona.

—Tómalo tu primero, créeme que me haces un favor, por lo menos así mañana por la mañana no me dará curiosidad mirar las noticias o leer el periódico.

—Bueno, gracias de nuevo, por cierto mi nombre es Orihime, gusto en conocerte— la joven entró al taxi y tomo asiento, mientras Ulquiorra cerraba la puerta, no sin antes librarse de otra pregunta.

— ¿Cuál es el tuyo?

—No tiene importancia que lo sepas.

— Vaya, eso fue algo córtate — dijo Orihime, divertida por la actitud del chico — de cualquier modo, gracias, y espero verte pronto. Nos vemos, Ojos.

Con esto último, el taxi marcho dejando al chelista de nueva cuenta solo y de nuevo lleno de curiosidad, hacia esa mujer era rara, no cabía duda de eso, pero a pesar de su actitud cortante y desinteresada con la que se había expresado, tenía un impulso de conocerla, ya sabía su nombre pero quería saber qué clase de artista era, los dibujos que había visto le parecieron horrendos, no por que fueran malos pero estaban llenos de colores vivos, empalmados unos con otros. Simplemente no era su estilo, pero la mujer le interesaba, sin embargo había arruinado la oportunidad. Odiaba que las mujeres le prestaran mucha atención, que lo invitaran a cualquier lugar, se le insinuaran o coquetearan, estaba agradecido con su aspecto pero sabía que las personas con las que había salido solo les importaba eso, su dinero o su estatus. Esa era la principal razón por las cuales les rechazaban o las desocupaba con facilidad. Pero a pesar de lo que cualquiera tomaría como insinuación al pedirle una foto de sus ojos, él notaba la sinceridad de la petición, en verdad veía que la joven solo quería el color de sus ojos.

No tardo menos de cinco minutos cuando el siguiente taxi lo recogió, su departamento era amplio, de dos pisos, cuyo decorado era piso de madera obscuro, con paredes completamente blancas, le agradaba el color, hacía del lugar un sitio que reflejaba fácil la luz. Sin embargo al llegar a este, decidió simplemente cenar, checar si había un mensaje en su grabadora y dirigirse a su alcoba para dormir, por lo que a él respectaba, ese día ya le había mostrado todo o más de lo que esperaba para ver, así que no encontró alguna razón por la cual desvelarse.

Los días que pasaron, Ulquiorra siguió quedándose más de una hora después de los ensayos en el teatro, para después irse de nueva cuenta en el metro, había veces en el que en el vagón, volvía a ver a aquella mujer que tanta curiosidad le había producido, sin embargo no se le acercaba, un día la vio acompañada de otra chica de pelo obscuro corto y de ojos azules, otras veces con alguno de los tipos que la acompañaron el día en que la vio por primera vez. Una vez, ella lo vio y lo saludo desde lejos, sin podérsele acercar debido a la gran cantidad que se encontraba ahí. Pero la sonrisa que le dedico logro de algún modo quitarle un poco de la presión con la que había estado cargando, desde que le habían asignado la partitura. Seria mentirse así mismo si dijera que la razón por la cual se quedaba ensayando hasta tarde era por seguir practicando, porque tenía tiempo que lo hacía para tener la oportunidad de volver a ver a aquella artista, Orihime.


Espero que les haya agrado, los reviews serán bien recibidos, ya saben comentarios serán escuchados y cualquier sugerencia o duda solo háganla saber … see ya!