Este es sólo un pequeño drabble que se me ocurrió. Porque me obsesiona esta pareja; y no hay historias en español sobre ellos. Aunque, no estoy segura de que a esto pueda llamársele historia.


Placer

by SKM

[Kiyoshi Teppei x Hanamiya Makoto]


Sus manos, ágiles, se aferran al cuerpo del más alto. Aquel cuerpo fuerte y atlético, tonificado y, aunque jamás lo admita en voz alta, sensual. Sus manos recorren cada recoveco de aquella piel, sin dejar un solo lugar inexplorado. Busca memorizar cada trozo de piel, cada músculo que se contrae con su toque, cada gota de sudor. No es la primera vez, pero siente, como cada vez que lo hacen, que se trata de un desconocido. Porque con ese idiota – "su idiota" – siempre había algo nuevo por descubrir.

A excepción de esa "molestia" en su vida, él estaba seguro de que no había cambiado demasiado. Seguía siendo el maldito bastardo que se regocijaba con la desgracia ajena. Un sádico. Un malnacido, si se quería. ¡Ah, ese gemido!, el gemido de ¿dolor? ¿placer?, pues no estaba seguro, pero el gemido de Kiyoshi era música para sus oídos. Sus dientes mordieron el carnoso labio inferior del más alto, arrancándole otro gemido. ¡Qué deleite!

Se relamió los labios, sintiendo el sabor exquisito de la sangre ajena. La sangre de su… de su… de fuese lo que fuese ese idiota sonriente que ahora invadía su cama. Entonces, el más alto lo apretó en un abrazo que, lejos de ser cariñoso, hizo que los huesos de su columna crujieran deliciosamente. Lo amaba. No a él, no, eso jamás. Amaba ese sentimiento de dolor que le causaban las manos grandes de Kiyoshi, cuando este decidía ponerse un poco… violento.

Y entonces… Clímax. Placer. Gemido. Sudor. Suspiro. Manos que se buscan, casi con cariño. Repulsivo pero, extrañamente, agradable. Hanamiya pensó entonces que, quizás, sólo quizás, sí que había cambiado un poco. O, más bien había encontrado un nuevo "hobby". Una saludable obsesión de nombre Kiyoshi Teppei. También, una forma menos retorcida y más atrayente de obtener placer. De nuevo, quizás, sólo quizás, podría empezar a pensar en olvidar esa "desagradable" costumbre de lastimar a los demás sólo para divertirse.

—Eso no va a pasar —aseguró Kiyoshi, como si le estuviese leyendo la mente. Hanamiya arqueó una ceja.

—Idiota —replicó.

—Yo también te amo, Makoto.

El aludido se acostó boca abajo, ocultando el rostro en la mullida almohada. Pero, aunque no pudiera ver su expresión, el castaño sabía que el otro estaba muerto de vergüenza. Después de todo, ¿existía acaso alguien que conociera a Hanamiya Makoto mejor que Kiyoshi Teppei?