Me acostó en la cama si dejar de besarme.

Su cuerpo frío relajaba todos mis músculos ya que el calor era insoportable. Sus labios se apretaban contra los míos de una manera furiosa. Abrí los ojos y pude ver en sus ojos dorados un brillo especial, que no había visto anteriormente.

Entrelacé mis dedos en su pelo cobrizo, todavía mojado. Mi corazón latía apresuradamente, mucho más rápido que otras veces. Estaba emocionada, curiosa, ansiosa.

Mis manos recorrieron su cuerpo escultural frío y blanco, por toda su espalda. Acaricie su pecho y su abdomen. Intente respirar pero su boca no se despegaba de la mía, acariciándome todo el cuerpo con delicadeza.

Me miró a los ojos con una sonrisa y me preguntó: ¿Estás segura Bella?. No le respondí y lo besé con mas pasión. Dejó mis labios y se dirigió hacia mi cuello, besándolo con suavidad. Bajo por mis hombros, mis pechos y siguió la línea hasta mi ombligo. Empezaba a marearme. Me había olvidado que estaba aguantando la respiración y comencé a respirar entrecortadamente, intentando de llenar mis pulmones de aire otra vez.

Sus labios volvieron a los míos. Lo apreté contra mi cuerpo besándolo desenfrenadamente. Podía sentir su delicioso aroma dentro de mi boca, su fría lengua acariciando la mía. Me miró fugazmente y me volvió a besar con más fuerza. Sentí una punzada de dolor, un dolor inexplicable. Cerré los ojos con más fuerza y una oleada de placer cubrió todo mi cuerpo. Se sentía maravilloso, extraordinario. Su frío cuerpo ardía sobre el mío rozando cada centímetro de mi cálida piel.

No dejes de besarme, abrázame fuerte. Le susurré, y el tocó mis labios con los suyos de nuevo. Mi respiración era entrecortada, agitada, me faltaba el aire de vez en cuando. Edward estaba igual, podría escuchar su respiración rápida, pero su aliento dulce me tranquilizaba. El movimiento se hizo más rápido y profundo. La oleada de placer se intensifico en todo mi cuerpo, no bastaba con respirar, estaba segura que iba a comenzar a hiperventilar en unos minutos. Sentía como los brazos de Edward me apretaban con fuerza, más de lo normal. Pero no sentía dolor. Mis dedos se durmieron y me costaba abrir los ojos. Edward se movía furioso contra mi cuerpo, pero con delicadeza. La excitación ya había llegado a punto limite, me besó con mas pasión y me abrazó con más fuerza luego de un momento, había terminado todo. Sonreí con satisfacción. No podía abrir los ojos pero imagine que Edward también me sonreía. Tome su mano y sin darme cuenta me dormí.