Fairy tail y sus personajes pertenecen a Hiro Mashima.

(La historia se desarrolla después de los examenes de Clase-S, suponiendo que derrotarán a Hades, y Zeref se marchara de la isla. Al fin que ni sabemos de donde salió... porque estaría difícil que el maestro de Fairy Tail no supiera que el MAGO OSCURO MÁS TERRIBLE DE TODOS LOS TIEMPOS estuviera en la isla sagrada del Gremio "dormido" todo ese tiempo, que son como 400 años)

Nota: Una pequeña aclaración, el prólogo se sitúa unos años antes del comienzo de la serie (manga, anime) como unos 50 años, más o menos.

Prólogo

Silencio. Eso era todo lo que había en el más antiqísimo y temido bosque del reino mágico de Fiore. Era un lugar que existía desde los tiempos antiguos, se decía que todo en él era enorme, desde los árboles hasta sus habitantes. Por esto último nadie se atrevía a adentrarse en él, pues se decía que era habitado por entes siniestros, temibles monstruos, y, lo peor de todo: brujas.

Sin embargo, hoy es noche de luna llena, y parecía que ELLOS no querían perdérsela.

En lo más denso y profundo del interior del bosque, un hombre con un bastón y una capa de viaje obscura caminaba por un sendero, y lo hacía de una manera pesada y lenta. No parecían importarle gran cosa los rumores acerca del bosque, se veía bastante tranquilo, y, hasta ahora, ninguna criatura viva se había cruzado en su camino.

Con la única única compañía de su bastón y sirviéndose de la luz de la luna y los astros para vislumbrar un poco el oscuro y sinuoso lindero que transitaba, aunque de igual manera no parecía necesitarlos.

Es imposible lograr una descripción mejor del ya mencionado viajero, pues que la capucha de su capa ocultaba la mayor parte de sus rasgos faciales, dejando al descubierto únicamente su boca, la cual estaba contraída en un mohín de aburrimiento.

Llevaba como únicas posesiones una bolsa de viaje que colgaba de su lado derecho y sostenía con la mano izquierda el bastón, el cual era tan alto que más bien debería considerarse como un báculo. Resultaba bastante obvio que no lo usaba por que precisara apoyarse en uno.

Si se le observaba detenidamente, transmitía al caminar una ligera sensación de vaivén. Esa sensación que a uno le da cuando ve por mucho tiempo girar un objeto

El hombre se detuvo un poco cuando por fin salió del camino en el que había estado transitando. Aparentemente, el lugar al que había estado buscando llegar era un hermoso pantano ubicado en el medio del bosque.

Si los pobladores pudieran obvservar lo que el hombre contemplaba en ese mismo instante, probablemente le perderían el miedo al bosque, y se atreverían a adentrarse. Pero eso es algo que no resultaría favorable para ninguno de los "habitantes".

Ahora procedemos a describir el claro: altos árboles rodeaban a una pequeña lagunilla, en el centro de la misma había una islita, y con ella, el árbol más grande y antiguo de todo el bosque. Mediría unos buenos treinta metros, con unos sesenta o setenta de diámetro.

-Tardaste en llegar, Galdur- irrumpió de repente en la escena una decidida voz femenina, haciendo sobresaltaltar al aludido.

Él se paró en seco y busco el punto de dónde había provenido la voz, fijando su vista en la sombra de los arboles que lo rodeaban.

Lentamente torció su actual expresión de sorpresa hasta convertirla en una ligera sonrisa. Después de un momento de silencio dijo: –No tienes ni idea de lo cansado que es caminar a mi edad…-su voz estaba cargada con un innegable tono de sorna, y muy levemente salpicada de algo parecido a la ternura.

La mujer que había hablado salió de las sombras.

Como él, usaba una capa de viaje. Sin embargo, la suya era de un material sedoso teñido con un potente color vino. No estaba usando la capucha, de manera que su rostro era completamente iluminado por la luz. Era blancquísima y de ojos cafés rojizos. Su pelo negro ondulado se encontraba revoloteando alrededor de su rostro de modo desordenado, movido por una súbita brisa nocturna. Al tener su cabello un ligero brillo rojizo, y arremolinandose así alrededor de su cara, daba la impresión de estar envuelta en llamas negras.

Sonrió de medio lado y dijo: -No digas ese tipo de cosas, primo, haces que me sienta vieja...- La expresión de su rostro cambió de repente, como si, de un momento a otro, se hubiera acordado de algo.

-¡Apuesto lo que quieras a se debe a que eres un perezoso sin remedio! y como no se te da la gana caminar, no querías apresurarte, ¡ni siquiera para vernos, aún después de toooodos estos años!- Gritaba de manera acusadora mientras le apuntaba con un dedo y le miraba con el ceño fruncido. Además, parecían salir chispas de fuego de sus dedos, y sus ojos parecían estar en llamas.

Al acabar la frase se llevo las manos a las caderas con un mohín irritado en su rostro. El hombre se mantuvo impasible, con la misma sonrisa de medio lado que se esbozaba burlona en su rostro.

No estaba asombrado, ni irritado, o mucho menos confundido por los modos bruscos de la chica, ni parecía importarle que esta hubiera salido de la nada en medio de un bosque. No era algo raro para él, acostumbrado como estaba a las peculiaridades de sus parientes...

-Hermana, dejaras de ser molesta…-canturrearon desde unos arbustos de manera juguetona. Acto seguido apareció un nuevo individuo, esta vez, un niño.

El hombre de la capa bufó un poco. Si, definitivamente eran una panda de locos, y eso no lo excluía.

Al igual que los otros dos, el chiquillo usaba una capa de viaje. Esta era de color gris violáceo. Parecía el vivo retrato de la joven a la que había llamado "hermana", sólo que en una versión más pequeña y masculina.

No obstante, a pesar de tener muchas semejanzas físicas con la mujer que se encontraba con ellos, al niño le rodeaba un aire solemne. Se veía bastante relajado y juguetón, cosas que lo volvían muy diferente de su apasionada hermana.

-¡A que te re refieres con molesta!- puntualizó ella, aparentando un aire ofendido (aunque le salió bastante más agresivo).

El chico sólo alzó sus palmas enfrente de él, moviendolas a los lados al mismo tiempo que en su rostro se formaban unas cuantas gotas de sudor. El hombre, quién se había mantenido calmado, frío y aparentemente controlado, se hizo para atrás a través de grandes zancadillas. Un pequeño temblor le recorrió el cuerpo cuando recordó la última vez que ella de verdad se había enojado...

-De verdad nunca cambian…- una nueva voz suspiró. El hombre suspiró aliviado. Menos mal, creía que no vendría.

Emergiendo de la nada apareció una joven de aproximadamente trece años, con una capa de color azul intenso. Su piel era ligeramente morena, con delicadas mejillas rosadas. Cabello negro y ondulado al igual que la otra chica, sus rizos asemejaban a las olas del mar chocando contra su rostro, soltando a su vez destellos azules.

La mujer de antes estaba a punto de reclamarle algo encolerizada a la recién llegada, quien la miraba con esceptismo, cuando la interrumió otra voz femenina. Esta era mucho más juvenil que las de las dos mujeres ya presentes.

-Siempre lo mismo -las palabras resonaron con fuerza en la quietud del bosque, para luego extinguirse en un débil eco.

Los que allí se encontraban voltearon a ver el origen del ruido, y las miradas de todos ellos se cruzaron con las de una niña que parecía de la misma edad del niño de capa gris. La capa de ella era verde pasto-obscuro. Su pelo era café obscuro, muy liso y lo traía suelto, pero le llegaba sólo un poco arriba de los hombros.

El hombre intentó lo más duro que pudo su sorpresa. Quién creería que, después de tantos años, todos se verían de nuevo. Recordó con tristeza que habían prometido hacerlo cuando...

Sus pensamientos se detuvieron en cuanto una mujer morena, alta y de largo pelo negro apareció. Entonces una verdadera sonrisa iluminó su rostro cuando las cinco personas allí reunidas intercambiaron miradas fugaces, se sentía "casi" completo...

Los ojos negros de la mujer recorrieron a todos los presentes. Cuando hubo terminado de hacer esto, se hizo silencio. Todos los ojos estaban clavados en ella, pero no parecía molestarle, estaba sumida en sus pensamientos. Después de un rato volvió a levantar su mirada y entonces anunció:

- Como ya deben de saber, la razón por la que hemos venido todos aquí se debe a la sensación que hemos tenido el placer de compartir colectivamente, ¿o me equivoco?- todos asintieron silenciosamente, intercambiando miradas ansiosas y preocupadas con los demás.

La mujer espero a que se serenaran un poco para después continuar: -nuestros temores son ciertos, el primer sello se ha roto…- se produjo un extraño silencio.

Acto seguido, un torrente de sensaciones que inundaron el aire, chocando entre sí de manera violenta: ira, tristeza, remordimiento, dolor, angustia, incertidumbre...

La mujer miró a sus compañeros con una expresión que podría describirse como molesta: –Hermanos míos, no me servirán de nada si se dejan llevar por sus emociones de esta manera...-

Las emociones en el aire se desvanecieron repentinamente, dejando en el ambiente el mismo silencio macabro.

La mujer esperó un poco para que se estabilizaran y siguió donde lo habían dejado: -como saben, no falta mucho para el momento en el que los otros cinco se desvanescan…

- Fue una verdadera suerte -esta vez habló Galdur (N/a: para tecnisimos, el es "el hombre", "viajero", lo que sea) quién había permanecido buen rato moviéndose ansioso -De camino a aquí me topé con una isla en la que tenían, de alguna manera, la llave para "despertar" a Zeref por completo -sus acompañantes lo miraron sorprendidos, el prosiguió: -gracias a todo el alboroto que se había armado en la isla por alguna razón, pude conseguir destruir la llave sin ser descubierto, a decir verdad esa llave era aún muy débil para romper de forma definitiva el sello, me preguntó quién la habrá creado...

-Probablemente un hombre llamado Hades, según lo que he visto. Pero eso no importa- habló esta vez la inexpresiva niña vestida de verde -la pseudo-llave ha sido destruida, eso es lo nos que interesa. Eso y que dejes de tener esos "viajes" Galdur, de verdad que ese hábito tuyo se esta volviendo molesto...

-Zemlya, tu siempre tan... directa- Galdur mencionó, algo fastidiado. Cruzó los brazos enfrente de su pecho y miró a la niña con eceptismo, añadiendo con una sonrisa burlona: -y tú qué, con tus visiones, apariciones o lo que sea, vaya poder más inservible que tienes.

-Guau... lo dice el que usa los suyos para hacer burrada y media- agregó la chica de la capa azul, quién aparentemente había llegado a su paciencia límite (N/a: pues que poco aguante)

-A tí nadie te habló Vady.

-Lo que sea...

-Bola de imbéciles...

-¡Repite eso en mi cara, niñata de fuego!

-¿Y la madurez dónde quedó...?

-¡No te metas Luft!

-¡Apuesto a que tu sello será el que primero que se rompa, Zemlya!

-¡¿De verdad estás apostando eso Galdur? ¡¿Cuántos años tienes?

-¡Tú callate flamita!

-Ay, ya ni para qué discutir esto contigo...

-No puedo creer que sean mis mayores...- susurró el niño, Luft.

-...- La mujer mayor simplemente masajeaba sus sienes, esperando a que se callaran. Vady se había mantenido callada, pero una aura oscura estaba amenazando con explotar en cualquier momento...

-¡Bien por mí!

-¡CIERREN. LA. PUÑETERA. BOCA.!- explotó Vady, no podiendo contenerse más, pero fue detenida por un:

-Que infantil eres primo...- Y con esto, Zemlya dió por terminada la discusión.

Y aunque Galdur parecía estar a punto de replicar, al momento de abrir la boca se la taparon, impidiendole continuar.

-Entonces ¿Ya es hora de que la junta mágica se lleve a cabo, Desmi?- preguntó con brusquedad la chica de capa roja. Al parecer el tema de conversasión de antes la había puesto nerviosa. Eso claro además de muy, muy, MUY molesta...

La mujer (aparentemente, su nombre era Desmi) miró a sus compañeros con cierto reproche. Finalmente respondió, con sus ojos fijos en la persona que había realizado la pregunta:

-Si, y esta vez también se requiere de nuestra presencia- acto seguido les dirigió a todos una severa mirada de advertencia, pero se detuvo, mirando con especial recelo a la mujer en la capa roja-…confío en que sepan comportarse esta vez, sobre todo tú, Kasai… - después de un silencio en el que todos los asistentes (incluída la mujer llamada Kasai) asintieron con lentitud, la mujer morena suspiró con resignación, no sin ignorar el hecho que Kasai sonreía picaramente –creo entonces que este punto está aclarado-

Se paró un momento, como recordando algo, y agregó:

-La junta se llevará a cabo en unos meses, así que, ahora que ya lo saben, será mejor que se preparen para para entonces- puntualizó Desmi, iba a agregar algo más pero...

-Será mejor que nos apresuremos a llegar al árbol, ELLA debe estar molesta por nuestra tardanza- advirtió Vady, señalando suavemente con la mano el árbol de la lagunilla. A todos les recorrió un temblor frío por la espalda. Todo menos ELLA.

Luft asintió y dijo de manera divertida: -¡quien llegue al último es un huevo podrido, Vady!- dijo retando a la muchacha. Acto seguido se echó a correr hecho la raya hacia el árbol

-¡Pero qué...!- vociferó Vady -¡Maldito desgraciado, ni siquiera he aceptado tu reto!- y como no le hiciera caso, empezó a correr tras de él mascullando.

-¡Luft, deja que te ponga las manos encima, niñato tramposo de segunda!- se sacó los zapatos con un movimiento grácil y corrió velozmente hasta alcanzar a Luft.

Zemlya se limitó a seguir los pasos de Vady, mientras se reía por lo bajo. Sólo se detuvo a recoger los zapatos que aquella hubiera lanzado por ahí...

Kasai se apresuró a llegar donde su hermano antes de que lo dejaran irreconocible. Si esto continuaba así, Desmi no creía que el bosque durara mucho tiempo en una sola pieza.

Galdur y Desmi, quienes eran las personas de más edad, miraron a sus primos (porque eso eran) divertidos. Galdur fue el primero en movilizarse hacia el árbol, y Desmi se quedó allí, pensativa. El fantasma de una sonrisa en su rostro.

Volteó a ver un árbol que se encontraba en uno de los costados de la lagunilla. El árbol en cuestión tenía algo tallado en él. Desmi lo observó en silencio, después de un rato susurró un nombre que pasó inadvertido para el resto de la concurrencia: "Natsu…"

Hasta aquí termina el prólogo. Un prólogo algo largo, debo admitir, je, perdón.