NO ESTÁS SOLO

Capítulo uno. ¿Solo?

Otra vez te tengo frente a mí, otra vez siento esta extraña mezcla de sentimientos: atracción y deseo, que aún después de varios años no consigo explicarme; miedo de que te hagan daño y yo no pueda evitarlo; desesperación, por que jamás serás mío; rabia, por ser quien eres; y, sobretodo, odio, odio por hacerme sentir así. Pero, a pesar de todo, a pesar de odiarte, o de la inmensa rabia que siento, te quiero, y eso no cambiará, te querré toda la vida.

¿Por qué tuve que enamorarme de ti? Es estúpido. De ti, de ti precisamente. Sólo me queda el consuelo de saber que lo que siento nunca saldrá de mí, nadie lo sabrá, nadie sospechará que, precisamente yo, caí en tus redes.

Cada día es una tortura, saber que te volveré a encontrar y que ese encuentro, como siempre, no hará más que alejarnos. Veré como sonríes a tus amigos, como saludas a casi todos con una sonrisa en la cara y una mirada amable, pero en cuanto tus ojos se posen en mí cambiarán, dando paso a una mirada fría, llena de odio y desafío, una mirada que me mata. Sí, sé que yo tengo la culpa, que me merezco eso y mucho más, pero saberlo no es consuelo. Sin embargo prefiero mil veces esa mirada a aquella de profundo desprecio que a veces me lanzas, éstas se clavan en mí como un ancla y hacen que me pese aún más la existencia.

Me odio, y odio al mundo entero, por que me enamoré de ti. Y me odio más aún por que yo mismo te alejo de mi lado, jamás me amarás por todo lo que te hice, me odiarás toda tu vida. De todas formas, me digo, ¿acaso podría haber sido de otra manera? Estábamos destinados a odiarnos, a estar separados, no podría ser de otra forma. Mi pasado marcado, mi posición, tu nombre, nuestras casas, la edad, incluso el sexo, todo nos separa. Tú y yo, dos hombres. No, mejor dicho, yo un hombre, tú apenas un joven. Tú, el niño-que-vivió, y yo un antiguo mortífago. Tú un Gryffindor, yo Slytherin. Tú, Harry Potter, yo Severus Snape, profesor tuyo.

Siento una mirada sobre mí que hace que te aleje por un instante de mi cabeza. Giro en mi asiento, es Dumbledore el que me observa. Cuando nuestros ojos se encuentran me sonríe, con una sonrisa cálida, amistosa. Él es el único que intenta comprenderme y, de hecho, suele hacerlo, pero aunque sé que él no se introduciría en mi mente (y tiene suficiente poder como para hacerlo), a veces temo que sepa leerla sin necesidad de introducirse en ella, sin necesidad de poderes mágicos, es un miedo que a menudo me asalta cuando está conmigo, y es que me conoce bien, quizás demasiado. Aún así dudo que sepa lo que verdaderamente siento por Potter, lo dudo.

Dumbledore aparta su mirada de la mía al cabo de unos segundos, cuando el profesor Flitwick, que está sentado a su lado, le hace una pregunta. Aprovecho para volver a observarte, Potter.

Estás en tu mesa, cenando y charlando con tus amigos, con una sonrisa en la cara. De repente giras la cabeza hacia esta mesa, la de los profesores, y tengo la impresión de que me miras a mí. ¿Será así? Sí, eso parece. Creo que me sostienes la mirada, pero estás tan lejos que apenas sé si es cierto o no. Tras unos segundos, vuelves a girar la cabeza, y continúas tu conversación con tu pelirrojo amigo. Mientras ceno continúo observándote, casi es como si necesitase estudiar tu rostro, aprenderlo de memoria, me cuesta apartar la mirada de ti. ¡Me voy a volver loco! ¿Cuánto tiempo llevo así? ¿Cuándo cambió mi manera de verte, Potter?

___________________________________________________________

Sólo llevamos dos semanas de clase, es lo primero que he pensado al entrar esta noche en el Gran Comedor. Ron y Hermione están a mi lado, hablando de la tarea que tenemos que hacer de Herbología, por lo que alcanzo a escuchar, mientras yo estoy comiendo. Me pregunto si este nuevo curso en Hogwarts, mi sexto curso, será tan movidito como el anterior. Pero mejor no pensar en mi quinto curso, perdí a alguien muy querido e importante para mí. Todavía me duele esa pérdida, y no encuentro a nadie que me pueda ayudar. Nadie podrá reemplazar ese lugar que ocupaba Sirius en mi vida. En sólo unos meses consiguió que le tuviese mucho afecto, pero lo perdí y aún me culpo, me culpo y me seguiré culpando. No, mejor no pensar en él.

Me digo que no estoy solo, conmigo están Ronald Weasley y Hermione Granger, mis mejores amigos. Sonrío por primera vez en este día, aunque en parte es una sonrisa triste. Me alegro de tenerlos a mi lado, siempre están ahí, apoyándome, ayudándome, no sé qué haría sin ellos, no podría desear mejores amigos.

Ron empieza a hablarme de Quiddith. Vaya, siento que alguien me observa. Giro un poco en mi asiento y en el primer sitio en el que busco es en la mesa de profesores. Pues sí, parece que me observan, o ¿acaso no me mira el profesor Snape? Esa es la impresión que me da, pero a esta distancia no lo podría asegurar. Si es así, seguramente me estará mirando con odio, como siempre. ¿Por qué tiene que odiarme? No creo que esa rivalidad que tenía con mi padre y mi padrino sea suficiente motivo, al fin y al cabo yo no soy mi padre, y menos aún Sirius.

Vuelvo a hablar con Ron, sin embargo mi cabeza está en otra parte. Me siento incómodo y la causa es que, sin saber porqué, cuándo pensé que mi profesor de Pociones me estaría observando con ese odio con el que siempre lo hace me dolió. ¿¿¿Qué me está pasando??? ¿Desde cuando me importa tanto como me mire Snape? ¿Tan solo me siento tras la partida de mi padrino que necesito cariño de…? Pero, ¿¿¡qué pienso!?? ¿Acaso estoy tan necesitado de amor? Es absurdo pensar en que él, el profesor Snape, ocupe el lugar de Sirius… ¿Deseo en verdad eso? Dios mío, ¡estoy enloqueciendo! Empiezo a creer que estoy más afectado de lo que podía imaginar en un principio. No me puedo engañar, sé que nadie podrá ocupar el lugar de Sirius. Al pensar esto mi rostro se ensombrece y Ron y Hermione, que se dan cuenta, me dirigen una mirada inquisitiva, aunque seguramente imaginarán porqué pongo esta cara, saben de sobra que sigue siendo por él. Sonrío tristemente, y levantándome hablo a ambos.

-Necesito pensar un rato. No os preocupéis, os veo luego en la sala común- les sonrío de nuevo, ahora con una sonrisa con la que intento decirles que estoy bien y que no me pasa nada, aunque, por supuesto, no es verdad.

Sin poder evitarlo salgo del Gran Comedor pensando aún en el que fue mi padrino, Sirius Black. Intento aclarar mis sentimientos; primero, ¿cómo veía yo a Sirius Black? Le tenía cariño, afecto, respeto. Para mí era como una especie de tío, casi un padre. Era como un agradable tío que se preocupa por su sobrino y que conecta bien con él. Así era, algunas veces me regañaba, otras reía conmigo, en otras ocasiones se mostraba afectuoso o bien se mostraba firme e inflexible en alguna discusión. Le quería, sí, fue muy bueno conmigo, me dio su cariño y siempre se preocupó por mí. Y ahora, ahora lo echo de menos como jamás pensé, ahora siento un vacío en mi interior que antes de que él llegase jamás había estado ocupado, y no fue hasta que él se marchó que supe de la existencia de ese lugar en mi corazón. Con Sirius murió una parte de mí, y ya no creo que pueda volver a sentir algo parecido.

Levanto la mirada del suelo, mis pasos me han llevado al lago sin darme cuenta por lo absorto que me encontraba en mis pensamientos. Miro alrededor mío, no veo a nadie, estarán todos en el Gran Comedor aún, o si no permanecen en el interior del castillo, y con motivo suficiente, porque en verdad hace bastante frío aquí fuera. Me rodeo con mis brazos para intentar amortiguar el frío. Podría regresar al castillo, pero en cierto modo me siento a gusto aquí, como si en estos instantes este fuese mi lugar. Ya no siento sólo un inmenso frío interior, sino que mi cuerpo también lo siente. Me acerco al lago y me siento a unos metros de su orilla, mis ojos recorren el terreno sin ver, continúo pensando en todo lo que aconteció durante el curso anterior.

____________________________________________________________

Sales del Gran Comedor solo, sin tus inseparables amigos, me pregunto porqué. Cuando desapareces por la puerta echo un vistazo a tus compañeros y me parece advertir que Granger mira hacia la puerta del Gran Comedor por la que tú acabas de desaparecer con preocupación y tristeza. Comienza a hablar con Weasley, pero a él no le veo la cara. Siguen hablando y supongo que de ti, porque aún de vez en cuando dirigen la mirada hacia la salida. Empiezo a preocuparme.

Me levanto de mi asiento y el director Dumbledore al notarlo gira su cabeza de nuevo hacia mí y alza una ceja a modo de pregunta.

-Disculpe- le digo. El director asiente con su cabeza dándome su permiso para retirarme. Salgo del Gran Comedor deprisa y al hallarme fuera empiezo a girar mi cabeza buscándote con la vista, pero ya has desaparecido, por supuesto. Así que sigo mirando mientras pienso por dónde te habrás ido. Si fuiste a tu sala común ya no te alcanzaré… ¿Habrás salido del castillo a pesar del frío que debe hacer? Me decido y dirijo mis pasos hacia la salida principal del castillo. Fuera realmente hace frío.

Empiezo a caminar en dirección al lago, allí distingo la sombra de una persona sentada. Sigo acercándome, está bastante oscuro y me cuesta estar seguro de si eres tú. Otros tres pasos más. Sí, eres tú, ya no me cabe duda. Estoy a alguna distancia de ti y puedo observar tu perfil perfecto con la leve luz de la noche. Miras hacia el lago, mientras te abrazas para protegerte del frío, pareces encontrarte ajeno a todo. Busco un sitio donde permanecer oculto pues de continuar aquí con sólo girar tu cabeza un poco me verás.

Tras un solitario árbol continúo observándote. No me canso de hacerlo. Va pasando el tiempo y empiezo a preocuparme. Miro mi reloj de pulsera, un reloj de pulsera muggle, y echo cuentas, llevas unos 20 minutos aquí fuera, sin moverte lo más mínimo. Decido que es mejor que entres ya, no me gusta verte así. De esta forma salgo de mi "escondite" y empiezo a caminar hacia el lugar en que estás. Ya estoy a un par de metros, me ves y te incorporas lentamente. Termino de recorrer la distancia que nos separa y quedo a dos pasos de ti. Pienso dirigirme a ti de forma fría, pero el que queda frío soy yo.

-Profesor-saludas con una ligera inclinación de cabeza. Me dejas atónito. En cinco años jamás me has hablado de esa forma, como si fuera cualquier profesor y por tanto me saludases con respeto y cierta indiferencia, como si no nos llevásemos mal. Intento no mostrarme sorprendido y mirarte fríamente, pero cuando lo hago se produce un vuelco en mi estómago. La luz que refleja la luna ahora da directamente en tu rostro y me ayuda a descubrir una mirada que jamás había visto en ti y que no me gusta nada: una mirada triste de quien se siente perdido, solo, vacío, derrotado.

-¿Potter?- digo en apenas un susurro. Te estremeces, ¿porqué, por el frío?-¿Le ocurre algo?- Soy consciente de que no hay ni odio ni maldad en mi voz, y me maldigo mentalmente, pero algo superior a mi mente (quizás mi corazón) o tal vez una parte de ella me indica que eso es necesario, que necesitas ayuda, y me dice que mientras no se preste otro voluntario tendré que ofrecértela yo.

__________________________________________________________

No sé cuanto tiempo llevo aquí fuera, pero debe ser bastante, ya casi no noto frío, mi cuerpo ya acostumbrado se halla insensible a éste.

Me siento hundido, derrotado, y empiezo a preguntarme porqué tuvo que tocarme a mí el papel de "salvador" del mundo mágico, e incluso muggle. Siento deseos de tirar la toalla, de abandonar ese papel que me asignaron pero que yo no deseo en absoluto. Si por lo menos acabara todo ya, pero no, me toca sufrir lentamente. Llevo cinco años en Hogwarts y en ninguno he podido tener una existencia tranquila. Hasta cuarto pudo ser más o menos soportable, en determinados momentos hasta divertido o emocionante, sin embargo, al final de ese curso todo acabó, empezaron las muertes de personas inocentes, a partir de ese momento caí en la cruda realidad que me rodeaba. Primero murió mi compañero de Colegio, Cedric Diggory, y luego mi padrino, Sirius Black. Ambos murieron delante de mis narices, y yo fui incapaz de hacer nada, nada, por ninguno de los dos. No podría soportar otra muerte más de esa forma, no me veo con fuerzas, apenas si las tengo para mantenerme en pie, día tras día, tras la muerte de mi padrino, entonces, ¿de dónde sacaré fuerzas suficientes para hacer frente de nuevo a Voldemort?

Voldemort, él es el principal culpable de todo mi sufrimiento, sino fuera por él ahora tendría padres, aún tendría padrino. Seguramente de estar ellos vivos, en las vacaciones de verano, mi padrino vendría a visitarnos e incluso a pasar varios días en nuestra casa, la casa de mi familia (la casa que yo ya jamás tendré), y posiblemente también vendría Remus Lupin, otro gran amigo de mis padres. Y mejor no pensar en Petigrew, esa asquerosa rata traidora. Sí, es cierto, todos mis males provienen de él, de ese ser al que por miedo llaman el-que-no-debe-ser-nombrado. Voldemort ha conseguido que con sólo dieciséis años me encuentre solo.

Oigo a alguien acercarse al lugar en el que me encuentro sentado y giro la cabeza para saber de quién se trata. Distingo a Snape a unos cuantos metros. Me pongo lentamente de pie y le saludo con una ligera inclinación de cabeza.

-Profesor- es mi saludo.

Me ha parecido distinguir sorpresa en su cara, pero quizás sean imaginaciones mías, porque ahora mismo se muestra impasible, como siempre. Está a dos pasos de mi y me observa detenidamente.

-¿Potter?- este susurro de labios de mi profesor hace que me estremezca sin saber bien el porqué.-¿Le ocurre algo?- parpadeo un par de veces perplejo. Pero, ¿a dónde se ha ido la voz fría y dura de mi profesor? Abro y cierro la boca repetidas veces, sorprendido aún, y finalmente decido cerrarla, debo parecer idiota al hacer señales tantas veces de responder y no lograrlo.

Me hundo en su mirada intentando hallar una respuesta a una pregunta que mi mente, en estos momentos en blanco, no acaba de formular. Nada, me siento incapaz de reaccionar, sigo perdido en sus negros ojos, no digo nada, no me muevo, simplemente lo observo... No, no entiendo nada, es lo único que mi mente logra decirme. Desvío la mirada de esos ojos y, mirando al suelo, niego con la cabeza.

-No, profesor- digo débilmente, y es que ya no me encuentro con fuerzas para nada-. Con su permiso- añado y, volviendo a inclinar la cabeza ligeramente, empiezo a alejarme de él.

No he alcanzado a ver que pasa por su mente, pero tengo la impresión de que él sí ha sabido leer mis sentimientos y opto por huir antes de que sea demasiado tarde. Empiezo a respirar más tranquilo que antes, ya estoy a unos metros de mi profesor. No oigo sus pasos, debe seguir parado en el mismo lugar.

-Potter- vuelve a llamarme, esta vez de manera fuerte y clara para que le oiga, pero a la vez de forma suave. Otro escalofrío me recorre. Sigo andando, a pesar de su llamada.

____________________________________________________________

Me miras completamente asombrado y empiezas a abrir y cerrar la boca, parece que quieres responder algo pero no te sale ningún sonido. Tras el evidente fracaso de hablar optas por cerrar la boca definitivamente. Te quedas quieto, callado, mirándome a los ojos, haciéndome una pregunta muda. Sólo alcanzo a entender de ella, ¿porqué? Te has perdido en mi mirada y yo hago lo mismo, empezando a comprenderte realmente por primera vez, descubriendo todos tus secretos, tus dudas, tus penas, y es que esta noche tus ojos lo dicen todo. Tras unos segundos, apartas tu mirada de la mía y la desvías dirigiéndola al suelo. Niegas con la cabeza.

-No, profesor- dices de forma casi inaudible-. Con su permiso- añades y, tras volver a inclinar la cabeza, empiezas a alejarte de mi. Me da la impresión de que huyes para que no sepa que pasa por tu cabeza, pero ya es demasiado tarde. Continúo en el mismo lugar mientras que tú ya estás a unos metros de mí. No puedo dejar que te vayas así, no cuando sé cómo estás.

-Potter- te llamo de nuevo, de manera fuerte y clara para que me oigas, sin embargo sigues andando. Pero no me doy por vencido, tienes que saberlo-. No estás solo- es lo único que te puedo decir, quizás sea poco, pero es cierto. Yo estaré ahí si me necesitas, aunque tú no te des cuenta.

Este capítulo va dedicado a la persona culpable de que me obsesionase con los fics de Harry Potter, Shashira. A ella pues va dedicado este primer capítulo, y si queréis pasar un buen rato os recomiendo sus fics que son muyyyyyyy buenos (Ronald y Harry de Hogwarts, Veneno, Olvidarte,… entre otros (tiene ocho de momento, jajja)).

Bien, espero que os haya gustado este primer capítulo de No estás solo. La verdad es que este fic me está costado la vida (o en todo caso mucho tiempo ;P ), espero que al menos merezca la pena. Muchas gracias a todos los que lo hayan leído. Eternamente agradecida, Meiko-Malfoy.