Disclaimer: Ninguno de los personajes que aparecen aquí son de mi propiedad, pertenecen a Jotaká.

Capítulo primero: Manual para el mago viajero

Caminaban por entre las ruinas con la varita en mano, atentos a cualquier movimiento imprevisto o indicio de que alguien se escondía entre los escombros de lo que había sido un bonito pueblo.

Con Harry como guía, mantenían los ojos bien abiertos: nadie sabía qué se podían encontrar. La lluvia golpeaba fuertemente en las piedras y restos del pueblo. Según les habían informado, hacía días que no paraba de llover por aquél lugar y alrededores. Aunque eso no tenía nada de paranormal, a los chicos, por algún motivo que desconocían, esa lluvia les ponía más nerviosos de lo que ya estaban.

Para llegar hasta dónde se encontraban habían tenido que aparecerse en los lindes de un bosque algo alejado del pueblo. Aquél lugar estaba tan derruído que ninguno de ellos pensaba que pudiera haber sido un hermoso lugar. Apenas habían conocido su existencia unos días antes, cuando les informaran del ataque que había sufrido el pueblo muggle. Y es que, aunque Voldemort había caído ya, aún había ataques de los mortífagos que habían podido huir y querían seguir con las creencias de su amo. Y por ello estaban ahí.

Harry seguía andando aferrado a su varita, con sus amigos tras él y, no fue hasta que oyó un rugido, que se giró repentinamente.

—¿Qué ha sido eso?—preguntó alarmado.

—¿Eso? ¿Te refieres al ruido del estómago de Ron?— preguntó Hermion sonriendo. Harry también sonrió, aliviado de que no hubiese sido una enorme criatura.

—Joder, Ron, ya podrías intentar controlarte, ¿no? — inquirió Harry mirando a su amigo, éste le devolvió la mirada con las manos en su estómago.

—Harry, ya son más de las dos del mediodía, llevamos horas aquí y no hemos comido nada. —Harry se quedó de piedra ¿tanto tiempo llevaban ahí? ¿Cómo es que no se había dado cuenta? Miró el reloj que le regalon los señores Weasley por su cumpleaños número diecisiete y vio que su amigo tenía razón.

—No me había dado cuenta, ¿por qué no me lo habías dicho? — Harry miró a sus amigos, que a su vez se miraron entre ellos.

—Parecías tan concentrado que no queríamos molestarte…— dijo Neville, los demás solo asintieron. Harry meneó la cabeza de un lado a otro mientras sonreía.

—Está bien, será mejor que busquemos un lugar algo apartado para comer, no podemos quedarnos aquí.

—¿Qué? ¡Yo no puedo aguantar más! —se quejó Ron mientras su estómago volvía a rugir con fuerza.

—Harry tiene razón, Ron, si nos quedamos aquí seremos un blanco fácil para cualquier mortífago. — dijo Hermione, intentando convencer aRon.

—Está bien, está bien, pero démonos prisa, ¿vale?

Mientras buscaban un lugar algo apartado de la vía principal del pueblo, la lluvía empeoró, por suerte, se refugiaron en una pequeña casita antes de que la fuerte lluvia les hiciera perderse.

—Esta lluvia no me gusta —comentó Ginny mientras se sentaba en el suelo con una mueca de asco — tiene algo raro.

— Sí, pero no le podemos hacer nada — dijo Neville llevándose un bocadillo a la boca.

—¿De qué es esto? — preguntó Ron mirando el contenido de su bocadillo con cara de asco.

—Es paté —le contestó Hermione mirando el bocadillo. Al ver las caras de incomprensión de los demás suspiró —pruébalo, ¿vale? Y no pongas esa cara, no te va a morder.

—Pues a mi sí que me gusta— comentó Luna — creo que está bueno, se parece al sabor del pastel que hace mi padre. —Esta revelación hizo que Ron alejara rápidamente el bocadillo de su boca.

—¡Oh, vamos, Ron! No me dirás que prefieres no comer nada, ¿verdad? — le preguntó Hermione mirándole fijamente.

—¿De qué es el tuyo, Harry? —el aludido paró su conversación con Giny y Neville y se giró a mirar a su amigo.

—¿Qué?

—Que de qué es tu bocadillo —repitió Ron.

— Amm —miró el interior de su bocadillo — de mortadela de aceitunas. —tras decir eso hubo unos segundos de completo silencio en el grupo antes de que Ron, Ginny, Neville y Luna exclamaran:

—¿Qué? — Harry y Hermione se miraron un segundo y después se echaron a reír. Mientras tanto los demás los miraban con expresiones de incomprensión que no hacían más que provocar aún más risas en sus dos amigos.

—¿Podríais decirnos qué os hace tanta gracia? — inquirió la pequeña de los Weasley.

—Nada, nada —le dijo Harry conteniendo una gran carcajada — de verdad, no es nada, no me mires así.

—Bueno…—Ginny no parecía muy convencida.

—En fin, Ron como no te des prisa en comer te quedarás aquí solo.

—Es que no entiendo por qué tenemos que comer cosas tan raras, si hubiérais preparado algo más normal…

—No te quejes Ron. Harry y yo hemos tardado un buen rato en hacerlos y los hemos hecho a nuestro gusto.

—Pues tenéis un gusto muy raro… —murmuró, aunque Hermione lo escuchó prefectamente. Los otros miraban a sus amigos mientras comían, no querían perderse la discusión.

—Pues ya sabes, la próxima vez los haces tú, y no tenemos un gusto raro. Te recuerdo que nos criamos con muggles y ¡esto es comida normal para los muggles!

—Pues…—antes de que Ron pudiera decir algo más Ginny le interrumpió.

—No repliques más, Ron. Vas a hacer que se enfade de verdad. — Ron miró a Harry y Neville y éstos asintieron con la cabeza, Ron dio por terminada la discusión.

—Bueno, está bien, me lo comeré— acto seguido se llevó el bocadillo a la boca ante la expectación de todo el grupo y lo mordió.

— ¿Y bien?—le preguntó Hermione—¿te gusta o no?—Ron la miró y simplemente asintió con la cabeza, cosa que hizo que Hermione sonriera.

Mientras comían y hablaban, fuera, la lluvia golpeaba cada vez con más fuerza y los amigos no se dieron cuenta hasta que el agua empezó a entrar en la casa.

—¡Chicos! ¡Mirad! —exclamó Ginny— ¡Está entrando agua! —inmediatamente Harry se acercó a una ventana próxima para ver qué quedó blanco.

—¿Qué pasa? —le preguntaron todos.

—Chicos… creo que el río se ha salido…

—¿Qué quieres decir, Harry? —preguntó Neville temiéndose lo peor.

—Que el pueblo se ha convertido en el río. —se giró para ver a sus amigos a la cara. —tenemos que salir de aquí.

—Pero si la calle se ha convertido en un río…¿cómo vamos a salir? —preguntó Ron.

—Deberíamos buscar una salida—se oyó a Luna, su voz sonaba algo alejada de ellos.

—¿Luna? ¿Dónde estás? —Neville caminó hacia dónde había oído la voz de Luna y los demás le siguieron también. Al doblar la esquina la encontraron frente a unas escaleras completamente redstruídas, no quedaba ni un solo escalón en pie, y no se veíael segundo piso. Harry levantó la varita.

—¡Reparo! —pero no sucedió nada, aunque ya lo había esperado.

—Harry, no puedo creer que aún no te hayas enterado de que no puedes arreglar cosas destruídas mediante magia negra con un simple reparo. —le reprochó Hermione.

—Pero por interntarlo no pasa nada, ¿no? —en ese preciso instante notaron cómo sus pies se mojaban y como acto reflejo miraron todos al suelo.

—¡Oh! Creo que tenemos problemas, chicos —habló Ron, le temblaba un poco la voz.

—¡No podemos salir de aquí! —exclamó Nevillle —¿Qué vamos a hacer?

—Debemos tranquilizarnos y buscar alguna salida —dijo Harry intentando normalizar su respiración mientras el nivel del agua subía cada vez más deprisa.

—Aquí hay una puerta…—les comentó, como quien no quiere la cosa, Luna. Se miraron rodos y echaron a correr hacia la puerta, una vez abierta descubrieron un sótano.

—¿Qué hacemos? ¿Bajamos? —preguntó Neville. Todos empezaron a hablar a la vez, unos decían que debían bajar, otros decían quesería su fin y no se ponían de acuerdo.

—¡Chicos! —djo Harry —¡Callad! — al momento se callaron todos y le miraron — ¿Habéis oído eso?

—¿El qué? —le preguntó Ginny y, entonces lo oyeron: un fuerte sonido como de algo que es arrastrado. Se dieron la vuelta y vieron, con asombro, que la pared principal de la casa había desparecido y el agua la llevaba directa a ellos. Sin decir una sola palabra abrieron la puerta y se refugiaron detrás.

—¿Y ahora qué? ¡No vamos a salir de aquí jamás!

—¡Tranquilízate, Ron! Debemos buscar una salida —dijo Hermione concentrándose —Leí… leí algo de este pueblo…vamos Hermione, recuerda…

— ¿Qué le pasa? —susurró Neville —Nunca la había visto así…

—Tranquilo, esta intentando recordar lo que leyó —respondió Harry.

—¿Dónde habrá leído algo de este pueblo? —preguntó Ginny —en los libros de historia no sale y nos enteramos ayer de que existe… existía.

—Seguramente debió leerlo en algún libro muggle —contestó Harry —ya sabéis que ella… —pero no pudo acabar la frase, pues se vio interrumpido por Hermoine.

—¡Ya está! —y dirigiéndose a los demás añadió— este tipo de pueblos existen desde hace mucho, y en muchos de ellos se contruían pasadizos secretos para huir en caso de que estallara una guerra, así que ¡podría haber uno aquí! —exclamó contenta.

Los chicos se miraron entre sí y empezaron a buscar cualquier indicio de un pasadizo secreto. Estuvieron buscando mucho rato, tanto, que ahora el agua les llegaba hasta la cintura o más, dependiendo de la estatura de cada uno.

—Tú dirás lo que quieras, hermione, pero aquí no hay nada que pueda ayudarnos a escap… —Harry se cortó a sí mismo, había encontrado algo— ¡Chicos! ¡Venid! —una vez estuvieron todos ahí, les enseñó un libro con una cubierta vieja y desastada.

—¿Un libro? ¿Nos has llamado para ver un libro? —exclamó Ron con una mueca rara.

—¡Ron! —dijo Ginny — ¿Nos ves lo que pone en la portada? —Y es que al fijarse uno bien en el libro, podía verse claramente escrito y en letras doradas Manual para el mago viajero.

—¿Créeis que esto nos sevirá para salir de aquí? — les preguntó Harry a sus amigos, al ver sus caras supo que era su única salida así que abrió el libro, buscó rápidamente y, (aquí tuvo que levantarlo para que no se mojara, pues el agua casi les llegaba al cuello), leyó rápidamente unas palabras. Durante unos segundos pareció que no pasaba nada y los chicos tuvieron que coger aire, pues el agua se los tragaba. En el preciso intante en que el el agua se los tragó, una luz brillante aparació delante de ellos, como puderon se cogieron de las manos e, intantes después la luz los absorvió.

Harry fue abriendo los ojos lentamente, se encontraba confundido respecto a lo que había pasado minutos antes. Se sentó lentamente buscando a sus amigos con la mirada. Primeró vio a Neville y Hermone que se encontraban a unos metros de él, después vio a Luna y Ginny un poco más alejadas, pero no encontró a Ron. Asustado por lo que le hubiera pasado a su amigo se levantó de un salto. Alguien le tocó el hombro y, al girarse se econcotró con Ron. No pudo evitar que un suspiro de alivio escapara de sus labios.

—¿No estamos en el mismo sótano de antes? —oyó a Neville. Hasta ese momento no se había fijado en el lugar en que estaban, sin duda, se parecía mucho al lugar del que habían salido, pero este estaba en buenas condiciones.

—Creo que sí, ¿pero dónde hemos ido a parar? —Hermione parecía preocupada.

—Quizá hayamos viajado justo antes del ataque mortífago, ¿no? —intervino Ginny. Mientras, Luna había subido las escaleras y tenía la oreja pegada a la puerta.

—Luna, ¿qué haces? —preguntó Ron.

—Hay alguien. —dijo y se giró hacia sus amigos. —hay gente en la casa. —tras bajar las escaleras y acercarse a us amigos oyeron cómo alguien abria la puerta. En un instante, alarmados, se econdieron debajo de las escaleras. En silencio y apretujados, esperaron. Las únicas personas que bajaron fueron una niña y una mujer, segurament esu madre. Estuvieron buscando algo y cuando se fueron, no les vieron.

—Creo que deberíamos quedarnos aquí hasta la noche. —dijo Ron.

—No, no nos podemos quedar aquí, Ron. Si esta noche es el ataque mortífago estaremos perdidos. Debemos salir ahora. —habló Hermione.

—¡Pero si salimos ahora, nos verán! —dijo Harry sus amigos le miraron y no pudieron evitar reírse.

—¡Harry! —dijo Ginny —¡usaremos magia!

—¡Ah, claro! —sonrió—. Vamos.

Subieron las escaleras y abrieron la puerta con cuidado, no había nadie. Aquella sala era la cocina, antes irreconocible. Salieron deprisa y se encontraron, al girar la esquina, a todo una familia viendo la tele. Estos les miraron y antes de que pudieran decir nada, Hermione levantó su varita y dijo:

—¡Obliviate! —al instante la familia dejó de mirarlos y se apresuraron a salir a la calle. Se dirigieron hacia un callejón sin salida para poder pensar.

—A ver, supongamos que hemos viajado en el tiempo, —empezó Hermione — primero deberíamos averiguar en qué día estamos.

—Bueno, no creo que nos hayamos ido muy lejos, ¿no? —preguntó Neville —eso no sería bueno.

—¡Sería terrible! —se exaltó Hermione —¿Tenéis idea de lo que eso signuficaría?

—Tranquila, Hermione — Ginny se acercó a su amiga para intentar apaciguarla.

— Bueno, si, por alguna casualidad, hubiéramos viajado algunos años atrás, ¿qué pasaría? —preguntó Harry. —¿Sería tan malo?

—¿Estás de broma? —inquirió Hermione —¡Sería terrible!

—¿Por qué?

—Por que significaría que Vol…

—¡Hermione!¡No! —Ron le tapó la boca con las manos — Aún no sabemos dónde estamos. ¿Y si estamos, precisamente, en busca de los Horrocruxes? ¡No puedes decir su nonbre! Recuerda que era tabú.

—Es cierto, debemos ir con cuidado hasta que sepamos dónde estamos exactamente…¿alguien ha visto a Luna? —Ginny parecía espantada —. Estaba aquí hace un momento.

—¡Hola! —saludó la chica — he ido a buscar un periódico, pero no había ninguno y la gente no es muy amigable…

—¡Deberías ir con más ciudado! ¿Sabes que podrías habernos puesto en peligro? —saltó Hermione.

—Hermione, relájate, no ha pasado nada. —Habló Harry. —Creo que deberíamos pasear por el pueblo.

—Sí, no creo que sea buena idea quedarnos aquí quietos, los muggles pueden pensar algo raro, ¿no? —opinó Neville, los demás asintieron. Recogieron sus cosas del suelo y salieron a la calle principal.

Caminaron largo rato, buscando cualquier indicio de que les dijera en qué año estaban. Se recorrieron todo el pueblo, pero no hallaron absolutamente nada.

—¿Es que en este pueblo no conocen el periódico? —se quejó Ron.

—No hace falta que grites, Ron, o aún nos mirarán peor. — le dijo Harry —la verdad, no entiendo lo que pasa. En este sitio nadie nos dice nada, ¡nos evitan! No sé, pero a mi me parece muy raro…

—Sí, hace rato que lo pienso, creo que no somos bien recibidos aquí… —opinó Ginny.

—Es por que se conocen. — Todos giraron a ver a Luna, que era la que había hablado—. La gente del pueblo, todos se conocen. Es un pueblo pequeño.

—Creo que tienes razón, Luna —dijo Neville —. Seguramente por eso nos miran así: saben que somos estrangeros.

—Entonces, ¿qué hacemos? —les preguntó Harry a sus amigos. En ese preciso instante, Hermione, que estaba delante de Harry, abrió la boca para decir algo pero se quedó mirando un punto fijo detrás de Harry —. Hermione, ¿estás bien?

—Dumbledore —susurró ella, ninguno pudo oírla. Sin embargo, al lado de aquel hombre de larga barba plateada apareció otro mucho más joven y que Hermione tardó unos segundo en reconocer. —Sirius… ¡Harry! Acabo de ver a Sirius! —Ante esta revelación Harry se giró para ver dónde miraba su amiga. En seguida pudo reconocer a su padrino, mucho más joven de lo que recordaba.

—No puede ser… —Susurró Ron a su lado. Con la mirada fija en aquel hombre, el grupo de amigos no se fijo de que aparecían más personas. Cuando Sirius les vio agitó una mano, como una especie de saludo, pero en seguida frunció el ceño y levantó la varita.

—¿Qué hacen? —preguntó Ginny.

—Parece que… ¡van a atacarnos! —medio gritó Hermione.

—Harry…¿qué hacemos? —preguntó Neville, asustado.

—¡Corred! —dijo.Y justo en ese momento la primera Orden del Fénix se avalanzó contra ellos. —¿Por qué nos atacan?

—No sé, ¡pero no me gusta nada!

—¿Qué hacemos? —preguntó Neville.

—Deberíamos defendernos, ¿no? — sugirió Ginny.

—¡No! ¡Si nos defendemos creerán que somos enemigos! —habló Harry.

—¡Me parece que es justo eso lo que piensan, Harry! —dijo Hermione.

—Sí, por si no lo has notado, ¡nos están atacando! — constató Ron.

Apenas habían llegado a la salida del pueblo cuando sintieron mucho frío. "Dementores" pensaron al instante. Y delante suyo aparecieron cientos de figuras encapuchadas. Todos se quedaron quietos al instante, perseguidos y perseguidores, y se pusieron alerta.

Harry se puso delante de su grupo de amigos, dispuesto a hacer aparecer su patronus, cuando ya tenía la varita levantada, Hermione, que vio sus intenciones, se apresuró a hacer que Harry bajara la varita.

—¿Qué haces? ¡Tengo que hacer el patronus! —dijo Harry forceando con Hermione.

—¡No puedes, Harry! ¡Sirius y la Orden están aquí! ¡Si lo haces aparecer sospecharán en seguida! —Harry bajó el brazo alarmado, Hermione tenía razón, no podía hacer aparecer su patronus. Miró a su padrino por un instante y vio que este no les quitaba el ojo de encima. Lo que no vio venir fueron los dementores que se acercaban por detrás. Hermione tampoco los vio. Entonces se escuchó un grito.

—¡Harry, Hermione! ¡Detrás vuestro! —no supieron nunca de quien era esa voz, pues los acontecimientos que siguieron fueron muy confusos. Los dementores ya estaban encima de ellos, una luz cegadora, gritos, una explosión y, después, nada.

Abrió los ojos confundido, no recordaba lo que había pasado, se incorporó hasta quedar sentado y observó a su alrededor. Todo estaba lleno de escombros, incluído él. Oyó a alguien toser tras él, se giró y vio a Neville sentado en el suelo intentando quitarse sin éxito alguno los polvillos blancos que se habían adherido a su ropa, piel y cabello.

—¿Qué ha pasado? —preguntó a Harry.

—No lo sé —le respondió mientras se levantaba y se acercaba a su amigo. A sus espalda se oían diferentes ruidos, entre los que destacaban una fuerte tos, causada probablemente por el polvo, y un gemido que Harry no pudo identificar. Cuando Neville y Harry se levantaron empezaron a buscar a sus amigos hasta que oyeron un grito.

—¡Ron! — Harry y Neville se miraron y, sin pensarlo dos veces corrieron en dirección a la voz. —¿Estás bien? Déjame ver… ¡Oh, por Merlín!

—¡Auch! ¡Hermione ten cuidado! —en ese momento los chicos llegaron junto a sus amigos y vieron que la pierna derecha de Ron estaba torcida en un ángulo imposible para una pierna. La herida, que iba des del tobillo hasta la rodilla estaba de un vivo color rojo.

—¡Estáte quieto, Ron! ¿No ves que hay que vendarla? —Hermione sacó de su mochila un botiquín de primeros auxilios y comenzó a buscar en su interior.

—¿Qué ha pasado? ¿Dónde están los dementores? —la voz de Luna les hizo sacaron sus varitas y miraron alrededor, esperando ver alguna figura encapuchada. Pero nada pasó. No había nadie aparte de ellos, ni siquiera el joven Sirius. Estaban solos.

—Parece que estamos solos, ¿no? —habló Ginny.

—Sí, no parece que haya nadie más por aquí, pero…¿alguien sabe qué ha pasado? —preguntó Harry a sus amigos.

—Ni idea, pero no nos podemos quedar aquí, Ron necesita un hospital… —Hermione estaba atendiendo la pierno del pelirrojo, sin embargo no consiguio gran cosa. —necesita atención médica.

—Pero no podemos llevarle al hospital, Hermione ¡somos de otra época! ¿No crees que sospecharán algo si, de repente un grupo de seis personas aparecen el hospital sin que nadie les conozca? —interrogó Harry, Neville junto a él asentía con la cabeza, el resto le miraban pensativos —. Creerán que somos mortífagos…

—Quizá tengas razón pero no les podemos dejar así… —Luna, siempre con la tranquilidad que necesitaba el grupo intervino en la conversación.

—Lo sé, pero si nos arriesgamos, lo más probable es que no podamos volver.

—Sí, bueno…pero ¿alguien puede decirme dónde hemos ido a parar? — Ron, con su enorme curiosidad lanzó la pregunta —. Porque vamos, no sé vosotros pero al ver a Dumbledore vivo y a Sirius tan joven a mí casi me da algo.

—¡Es cierto! Esto no es normal, es evidente que hemos viajado muchos años atrás, ¿no crees, Harry? — pero su amigo no le prestaba atención. Su mente acaba de descubrir algo, si aquél joven que habían visto era Sirius (y estaba convencido de que lo era), quería decir que sus padres también estaban vivos. Y eso significaba una oprtunidad para salvarles y no sólo a ellos, si no también a los padres de Neville. Se giró hacia su amigo y vio, por la cara que ponía, que había pensado exactamente lo mismo que él. —¡Harry! ¿Me estás escuchando? ¡Harry!

—¿Eh? ¿qué quieres, Hermione? —preguntó el aludido aún pensativo.

—Te preguntaba si… Da igual, déjalo. —Hermione miró con furia contenida a Harry. No le gustaba nada que no hicieran caso cuando hablaba.

—Hermione… creo que… —Harry estaba nervioso, esperaba que su amiga no se enfadara aún más con él. Hermione y los demás le miraron extrañados —. Creo que… —cogió aire y — mis padres están vivos. Me parece que si Sirius, al que hemos visto antes y Dumbledore están aquí, significa que ellos también…—miró significativamente a Neville y dijo— y tus padres, Neville. —El chico asintió, también había pensado en eso. El resto del grupo se quedó en silencio. Lo que decía Harry era muy probable pero antes de actuar o hacer algo, debían pensar en Ron, con su pierna en ese estado no podían hacer nada.

— Si lo que dices es cierto, nos hemos metido en un buen lío, Harry. —Volvió a hablar Hermione.

—¿Por qué? —cuestionó Harry —. Sería algo buieno ¿no? Quiero decir que podríamos…

—No, Harry, no podríamos —le interrumpió la morena.

—¡Ni siquera sabes lo que iba a decir! —exclamó sintiéndose enfadado.

—Sí, sí lo sé, Harry. Ibas a decir que podríamos evitar que tus padres mueran. No me mires así, sabes que te conozco perfectamente.

— ¿Y qué tiene eso de malo? —preguntó, para sorpresa de todos, Neville. Harry le miró y dijo:

—Eso, ¿qué tiene de malo, Hermione?

—¿No lo entendéis? —preguntó — ¡No podemos cambiar nada! ¿Sabéis lo que podría pasar? ¡Todo cambiaría!

—Exacto. Eso es lo queremos, Hermione. Que todo cambie. Nosotros sólo queremos…—empezó Harry, pero se vio interrumpido por Neville.

—Una familia…—dijo en voz baja, concluyendo así la oración que había empezado su amigo.

Pero no pudieron terminar su conversación pues se oyó un fuerte ruido seguido de pasos. Se pusieron alerta, pero no sirvió de nada. Una docena de personas aparecieron a su alrededor, apuntándoles con las varitas.

—Muy bien. Bajad las varitas. —dijo un mago detrás de Harry. Los chicos obedecieron, no podían hacer nada con Ron así. Harry miró a sus amigos y con leve movimiento de la cabeza, los demás tiraron las varitas. Harry se giró, para saber quién había hablado. Al hacerlo se encontró con caras conocidas, aunque mucho más jovenes que en su tiempo.

El mago que había a la derecha del que les había hablado quedaba justo enfrente de Harry, que se quedó paralizado y con los ojos muy abiertos al reconocerle.

—Decidnos ahora mismo quienes sois y de dónde venís —ordenó el mago y Harry sólo pudo mirarle fijamente y susurrar:

—Sirius…