Edades :

Ash 23

Misty 24

Indiscreciones.

-MISATO PSY

- Necesitamos una primicia, algo... que nos destaque de las otras revistas... -

- Lo sé... pero ¿Qué podemos publicar? -

- No se me ocurre nada... Tiene que ser interesante, bullicioso, algo que le interese a la gente. -

-¿Un escándalo? A las personas siempre le interesaron ese tipo de cosas... -

-¡Es verdad¡ Es eso, justamente, lo que necesitamos con urgencia¡-

Sentado detrás de su escritorio, analizando los resultados y movimientos de su última batalla, el Maestro Pokémon Ash Ketchum, esperaba ansioso la hora del almuerzo, observando las agujas de su reloj por el borde de sus informes. Ser un Maestro era muy distinto a lo que él había imaginado de niño; tenía batallas y retos todos los días, como a él le gustaba, pero también requería largas horas como la que padecía en ese momento, horas de análisis y encierro en su amplia oficina ubicada en el centro de Ciudad Verde. Se peinó su prolijo cabello negro hacia atrás, procurando no arruinar su peinado actual, pues su rango también exigía una imagen impecable.

Un brusco golpe en la puerta lo distrajo de su inspección, su amiga pelirroja hacía su violenta entrada en el lugar, aparentemente omitiendo las quejas de Judie, la secretaria de Ash, quien le gritaba desde atrás para que se detuviera. Misty no la escuchó y solo se limitó a cerrarle la puerta en la cara. Ketchum bajó sus hojas y le sonrió cálidamente, antes de levantarse del asiento reclinable y avanzar algunos pasos hacia ella, sin prever que él era la causa de la humeante ira de la Líder de Gimnasio.

- Misty, creí que nuestro almuerzo era a las doce, faltan como quince minutos. - Detuvo su camino al encontrar la fulminante mirada de su compañera. Inclinó su cabeza hacia un lado confundido, no recordando razón alguna para provocar la ira de la entrenadora de Pokémon Acuáticos. -¿Pasó algo? -

- Eso es lo que me gustaría saber, Ketchum. - Replicó ella entre dientes, reteniendo cualquier insulto o mayor demostración de enojo, que con su estado no sería necesario.

-¿A que te refieres con eso? - Sin contestarle, solo le arrojó una revista enrollada en el rostro, la cual después de golpearlo cayó abierta a sus pies. Ash la miró, cubriéndose su adolorida nariz; reconociendo la imagen, sus ojos se ensancharon de horror y su boca se abrió lentamente en un gesto que denotaba su sorpresa y torpeza. Misty se cruzó de brazos y contuvo lágrimas lastimosas que luchaban por escaparse de sus ojos, se aseguró que ningún llanto ahogado pudiera interferir en su pregunta, tragando cualquier manifestación que se elevara desde su pecho.

- ¿Vas a decirme que ese no eres tú? - Él levantó la mirada para encontrar la de ella, pese a la furia del momento, se reconocía el dolor y la decepción detrás de ellos ¿Podía empeorar la situación mintiendo¿Tenía realmente la indecencia de hacerlo ? No.

- Soy yo. - Contestó bajando la cabeza, observando la tapa en cuestión. -Pero... puedo explicarlo. - Comenzó, luego de unos instantes, levantando la mirada con expresión mezcla de desesperación y algo de esperanza. Misty negó con la cabeza, cerrando los ojos, sin decir nada. Comenzó su camino hacia la puerta, con la cabeza en alto y manteniendo tanto orgullo como le era posible en ese momento; después de salir de la oficina de Ash, se dirigiría directamente hasta el sector de los Pokémon hierba, para desahogar su decepción y tristeza con su amiga Erika. Antes que acortara la distancia entre la salida y el Maestro Pokémon, éste la tomó de la muñeca y la obligó a voltear nuevamente.

- No es lo que parece. - Esa sola frase, lógica y típica cuando se lo atrapa a alguien en esas situaciones, culminó por desatar la ira contenida de la Líder de Gimnasio, sin que ella lo meditara ni un instante, su mano abierta golpeó la mejilla de Ash con toda la fuerza que aún tenía. Él, sorprendido más que adolorido, se sostuvo su agredido rostro y fijó su mirada en la de ella, la imagen de aquellas gotas de agua salada resbalando por las enrojecidas facciones de su amiga, dolieron más que el propio bofetazo que se había ganado. Misty no dijo nada más y salió del lugar, sin poder mantener ya su tan esforzado disfraz de entereza y seriedad.

Por su parte, Ash se agachó para tomar la revista caída del suelo. En su tapa estaba él abrazando a una mujer, de la misma edad que Misty, de largo cabello negro y brillantes ojos azules, ambos con sus narices tan cerca que la imagen de poca calidad, sugería que estaban tocándose. May Oak, la chica en cuestión, tenía un brazo alrededor del cuello del Maestro, mientras que el otro caía libremente al costado de su cuerpo, permitiendo que la cámara que los tomaba de perfil, capturara solo su muñeca a un costado de la cadera...

-¿Cómo fue que ninguno de los dos nos dimos cuenta ?... - Se preguntó a sí mismo, antes de dejar la revista sobre el escritorio y caminar hasta el enorme ventanal con vista a la alborotada ciudad. -Tendré que hablar con May... -

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-Misty¿Quieres calmarte? No entiendo nada de lo que dices. - Exclamó Erika, después de diez minutos de oír a Misty contar lo que pasó entre sollozos, hipo y tartamudeos que entrecortaban sus palabras, los verde-azulados ojos de la Líder de Pokémon Acuáticos, eran totalmente tapados por un manto húmedo de lágrimas interminables. Aspiró hondamente y levantó la cabeza, cerrando los ojos, pidiéndose a sí misma calmarse, pero la imagen de falsa inocencia de Ash invadió su mente y nuevas lágrimas resbalaron por su rostro, acompañados de un nuevo llanto inacabable.

-No... Puedo... (hipo) calmarme... E.Eri.ka - contestó al fin, negando con la cabeza y arqueando su espalda, escondiendo su cara entre sus rodillas. Erika, le sonrió con lástima y apoyó su mano sobre la espalda de su compañera; no estaba enterada de los rumores publicados en la revista, ni tampoco podía entender demasiado las palabras de Misty, pero uniendo algunas frases sueltas de su relato confirmó lo que muchos sospechaban pero nadie decía. Dudó unos instantes, ladeando la cabeza a un lado, preguntándose si ese era el momento oportuno de decirlo, la mujer pelirroja no parecía estar calmándose, a pesar del silencio que ella le brindaba, por tanto¿Que peor mal podría causarle la simple pregunta?...

-Misty, quizás este no sea el mejor momento de preguntarlo, pero... ¿Ash y tú... Estaban de Novios? - Repentinamente los sollozos se detuvieron, aún así, permaneció en la misma posición algunos segundos más. Erika esperó pacientemente la respuesta, suponiendo que el repentino alto en su llanto debía ser porque pensaba que contestarle. Misty levantó su cabeza y enderezó su espalda. Negó, en un principio con un leve movimiento, después la negación comenzaba a ser más frenética, hasta que al fin dijo, sin sollozos, ni interrupciones...

-No. No teníamos nada. - Respondió, tomando uno de los pañuelos descartables que Erika le había ofrecido cuando llegó. Se limpió las lágrimas en la comisura de sus ojos, esbozando una falsa sonrisa y volvió a tomar aire profundamente. - No tiene sentido que me ponga así por esto... Después de todo... - La expresión en el rostro de la Maestra de Pokémon Hierba detuvo cualquier comentario que hubiera pensado. Le sonrió, casi con inocencia, no pudiendo borrar de su expresión las secuelas de su decepción.

- No es necesario, ni lógico que sigas tratando de negarlo. -

- Aprecio tu ayuda, de verdad, Erika... Pero no es momento de esas cosas. -

- De acuerdo, pero tendremos que hablarlo más tarde. -

- Puedes contar con eso. Ahora... sería mejor que habláramos de otra cosa. -

- No lo sé... todavía no pude entender nada de lo que contaste... y... -

- Es mejor esperar para eso también. - Contestó, sintiendo la angustia volver a escalar dentro de su pecho, dispuesta a acarrear síntomas iguales a los que había manifestado por casi quince minutos. - Al menos hasta que me sienta mejor para contarlo. -

- Está bien, supongo, no olvidaré recordártelo. -

- Sería más claro y rápido si leyeras el último número de Pokémon Times. -

- ¿Qué tiene hoy? -

- De verdad, no quiero hablar de eso. -

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Llegó a su casa, al menos una hora antes de lo habitual. El departamento, que la Liga le había ofrecido durante el tiempo que "dure" su título, se encontraba a las afueras de la ciudad, en un barrio tranquilo, con pocos vecinos y aislado del bullicioso desorden del rutinario centro. Dejó las llaves en una pequeña mesa junto a la puerta y se apoyó contra la madera pesadamente, sintiendo que su cuerpo comenzaba a mostrar las secuelas de su estado de ánimo.

La actitud de Misty y la imagen de la revista habían drenado toda su energía el mediodía, le parecía increíble poder llegar hasta su hogar entero, físicamente. Sonrió débilmente al pokemon eléctrico que corría desde la habitación; dispuesto a saludar a su viejo amigo con el abrazo habitual, extendió sus brazos, sin sospechar siquiera que su pequeño compañero pensaba en lanzarle uno de sus más poderosos Attack Trueno.

Quemado, adolorido y ya sin rastros de energía, el Maestro se esforzó para quedar boca arriba en el suelo, Pikachu se le acercó con la dichosa revista entre sus patas y gritaba algo en su idioma, que Ash podía interpretar como puros insultos...

-¿Todo el mundo compró esa revista? - Preguntó, sintiéndose frustrado y vencido; no importaba la cantidad de explicaciones que pudiera dar, su relación con May Oak ya estaba en vista de todos.

-Así parece. - Se levantó, asustado por la voz intrusa, sintiendo en su hombro derecho la pesadez de su cansancio, tentado de volver a recostarse en el suelo esperó que el dueño de la voz se mostrara.

Brock, apareció desde la habitación apoyándose contra el marco de la puerta y cruzando sus brazos a la altura de su pecho. Los años parecían no haber pasado para el experto criador, que solo era un poco más alto que en sus épocas de viajante, muy al contrario de su joven amigo, quien además de haber ganado centímetros, exhibía ahora un buen estado físico y andar más confiado, su cabello negro, ahora prolijamente cuidado, era mucho más corto que en su infancia y las facciones de adolescente ya eran parte del pasado, dándole espacio a rasgos rectos y más masculinos. Pese a todo esto, la mirada inocente y confiada del niño de diez años que partió de su casa a rumbos desconocidos, seguía presente en los oscuros ojos marrones del actual Maestro Pokémon.

-Brock... No sabes el susto que me has dado. - Exclamó Ash, sosteniéndose el pecho, enfatizando con eso su comentario. Volvió a echarse en el suelo y mirar el techo, mientras su amigo se acercaba al sillón frente a él. -¿Qué haces aquí? -

-Pikachu me abrió. - Se detuvo antes de continuar y tomó la revista de entre las patas del roedor eléctrico, quien aún enfadado con su entrenador, se subió al hombro del criador, mirando con odio al hombre tirado en el suelo. - Vine porque encontré esto.- Ash no necesitó mirarlo para saber a que se refería. Frunció el ceño, enfadado y no dijo nada por largos instantes; su cabeza le dolía, cada vez más, desde las sienes hasta la frente y nuca, se sentía mareado y aturdido, pero sobre todas las cosas, se sentía atrapado sin saber como escapar...

- Misty vino hoy a mi oficina... con la revista en sus manos... - Comenzó Ash, agudizando la vista en el techo, como si lago importante estuviese grabado en él y necesitaba que uno se esforzara para divisarlo. - Estaba... tan... fuera de sí... enojada, decepcionada, traicionada... -

- ¿Cómo esperabas que estuviera después de enterarse de una cosa así? -

- No quiso escucharme, Brock... ¿Qué voy a hacer? -

- No lo sé. - Replicó el criador, echándose hacia atrás en el respaldo del sillón. Pikachu saltó a un lado de su cabeza, aún enojado, pero sin exclamar nada. - Explícamelo a mí¿May Oak? -

- Esa foto... no es lo que parece. - Respondió, en un tono casi inaudible, de alguien que se cansó de luchar contra lo inevitable. - Traté de decirle a Misty, pero... no pude. -

- Ya me dijiste, estaba furiosa. -

- No fue solo ella... Esa fotografía, es tan... Cuando la vi, no pudo creer que me la hayan sacado, así que... me quedé callado por largos minutos¿Entiendes? -

- Sí. Estabas atónito... Misty debe haber pensado... -

- Que buscaba una excusa. - Finalizó, cerrando sus ojos. - Las cosas entre nosotros... estaban progresando tanto... - Comentó, esbozando una melancólica sonrisa, mientras el escenario en su mente se expandía, dándole paso al recuerdo que el Maestro tanto atesoraba.

- No sabía que ustedes... Creí que todavía estaban con sus tontos juegos. -

- Por suerte los dejamos, hace como seis meses. -

- ¿Seis meses¿Y no dijeron nada? - Ash negó con la cabeza y volvió a abrir sus párpados.

- Yo quise que lo guardáramos en secreto... creí que estaríamos más tranquilos de ese modo. -

- Pero... nosotros, que somos sus amigos... -

- Con el tiempo iba a decírselos, pero... Creo que nos acostumbramos a hacerlo de esa manera. - Brock asintió, comprendiendo, en parte, los motivos de sus amigos. Levantó a la revista una vez más, permitiendo que su compañero la observara desde el rabillo del ojo.

- Gary se fue de expedición el mes pasado y el Profesor Oak investigaba una nueva especie de Pokémon en Isla Canela. Dejaron a May sola, a cargo del laboratorio y su Centro de Belleza Pokémon. - Suspiró, antes de continuar, tratando de explicarse lo mejor posible y evitar cualquier resentimiento que surgiera en su relato. - Una noche, May me llamó muy asustada y alarmada, debían ser como las tres de la mañana. Yo me preocupé por su estado y viajé de urgencia a Pueblo Paleta. Tres Rockets habían entrado al Centro y le robaron todo lo que se pudieron llevar. Ella estaba histérica y no había forma de calmarla. Le dije que podía venir conmigo, luego de hacer la denuncia con la oficial Jenny. -

- Ash... ¿Qué tiene que ver con la fotografía? -

- Ya iba a eso, Brock. Dejé que se quedara aquí en el departamento hasta que Gary o el Profesor regresaran. Hice todo lo que pude para inventar excusas y evitar que Misty viniera aquí y la viera. -

- ¿Porqué lo hiciste? Todo hubiera sido más fácil si ella lo hubiese sabido. -

- Ahora sé eso, Brock. Pero... no quería tomar ningún riesgo. Después de tantos años estábamos juntos, no podía dejar que nada... - Se detuvo, al sentir una oleada de dolor invadir su pecho. Se sentó en el suelo y cruzó sus piernas estilo indio. Hundió su cabeza entre las palmas de sus manos abiertas, soportando el quemante ardor en sus ojos. Brock se inclinó para calmarlo y Pikachu saltó desde el respaldo hasta la espalda de su Maestro. La mano amistosa del criador se posó en su hombro y levantando la mirada, Ash le sonrió a su viejo compañero de viajes. - Lo siento, Brock. -

- Esta bien, amigo. Entiendo como te sientes. -

- Yo no quería que esto pasara... solo quise ayudar... -

- Lo sé. Espera que Misty se calme un poco. Yo no puedo hablar de esto con ella, podría empeorar las cosas. -

- Sí... es algo que debo discutirlo yo. -

- Así es... -

- Quizás si hablo con May, ella... -

- No va a ayudarte, amigo. -

-¿Porqué no? Si sabe que no ha pasado nada. - El criador le sonrió con simpatía; los años pasaban y Ash seguía siendo el mismo ingenuo que siempre. Palmeó su hombro, como preparación a lo que respondería.

- Tengo la impresión que May armó todo esto. -

- ¿Cómo puedes saber eso? - Brock le señaló la revista que yacía abandonada en el sillón, con la cabeza.

- Hay un reportaje de diez páginas, que explica la maravillosa aventura que ustedes tuvieron. -

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Pasaron dos semanas desde el mediodía que Misty entró de esa manera abrupta a la oficina de Ash, con la maldecida revista y algo de esperanza en el fondo de su ira, realmente esperaba que todo lo que decían aquellas páginas fueran inventos ilógicos de alguien que solo necesita un poco de prensa, pero el Maestro había dejado la situación más que clara y la Líder de Gimnasio también, nunca más querría hablar o saber algo con él.

La rutina en el gimnasio había cambiado drásticamente desde aquel día, la más joven de las hermanas se negaba rotundamente a cualquier trámite que tuviera que hacer en la Liga Pokémon, solo se dedicaba íntegramente a los combates con los distintos desafiantes; repleta de furia y sin la mínima demostración de compasión, cada batalla era ganada por los pokémon acuáticos entrenados por Misty con facilidad y rapidez, famosa alguna vez por su compasión y predisposición a ayudar a los inexpertos entrenadores, ahora se encargaba de cambiar su imagen sin importarle las frustraciones de los derrotados visitantes.

Dasy, Lily y Violet, estaban al tanto, como todo el resto del mundo, de la relación entre Ash Ketchum y May Oak, sin embargo se cuidaban de hacer cualquier comentario al respecto, conociendo los sentimientos tan potentes que su pequeña hermana albergaba por el joven de Pueblo Paleta, y filtraban los llamados y reiteradas visitas del hombre con solo recibir una mirada de Misty. Ella no quería verlo, ni escucharlo y sus hermanas estaban dispuestas a apoyarla en su actitud, después de todo Nadie engaña a una Waterflorer. La mayor de las hermanas era la única que dudaba cada vez que debía despachar al Maestro Pokémon, ver a su hermana cuando se encerraba todo el día en su habitación, con cortinas cerradas, luces apagadas y en completo silencio, cuando caminaba hacia el gimnasio con la frente en alto y el rostro inexpresivo para vencer sin clemencia al entrenador que quisiera desafiarla, sentir como la "Feíta" se deshacía de su personalidad para caer en un cubo de hielo que cada día que pasara costaría más deshacer, todas esas cosas y algunas más, le hacían pensar por un momento que deberían darle una oportunidad a Ash para que se explique, pero después pensaba que la torpeza del joven solo podría empeorar la situación y eso era lo que menos se necesitaba en esos momentos de tensión.

Era martes, el reloj digital con forma de vaporeon, anunciaba que ya eran pasadas las cinco de la tarde, es decir que hacía ya dos horas que Misty se encontraba encerrada en su habitación. Realmente no hacía mucho allí, solo se recostaba de lado en su cama sin hacer, mirando vacíamente una caja de cartón de tamaño mediano que había dejado a unos metros de la puerta contra la pared. En esa caja, había guardado las cartas, fotografías, postales, tarjetas y regalos que Ash le había dado durante los últimos seis meses, al momento de reunirlos todos y ponerlos en aquel lugar, la intención había sido tirar todo a la basura y olvidarse de una buena vez del Maestro, pero por alguna razón no pudo hacerlo. Cada vez que la veía pensaba en tirar todo, pero no reunía el valor para hacerlo...

- ­Después de todo... pese al engaño... lo Amo igual... - Pensaba, mientras lágrimas que no se preocupaba en detener o limpiar resbalaban por su nariz, hasta hacerle cosquillas justo en su punta.

Escuchó el teléfono sonar en la Planta Baja, seguido de los acelerados tacos altos de su hermana mayor, que se apresuraba desde algún rincón de la casa hasta el teléfono. Misty se sentó en su cama y apoyó la espalda contra la pared donde tenía la única fotografía que no se había atrevido a dejar en la caja, era una que también los exponía a ella y a Ash, solo que esta era del primer día que se vieron, justo después de haber vencido al Equipo Rocket en el Centro Pokémon de Ciudad Verde, un periodista curioso y hambriento de una buena noticia, los entrevistó a ambos y tomó la fotografía de los dos valientes niños junto a la Enfermera Joy y Oficial Jenny.

No podía explicar porque la idea de deshacerse de la foto nunca había pasado por su mente, la miraba y recordaba el día sin sentir resentimiento, muy al contrario de las otras pocas fotografías que ahora esperaban su destino en la caja. Misty se observaba curiosa en la versión de 12 años, el tiempo también se había encargado de cambiarla en varios aspectos, a veces extrañaba ser libre y despreocupada como en sus años de entrenadora que cambiaron abruptamente cuando sus hermanas se fueron de viaje, pero después pensaba en recompensas que habían traído los años, su título de Maestra Pokémon era el máximo exponente de esto. En cuanto a su imagen, continuaba sin arreglarse demasiado, tal vez por un contraste inconsciente con sus vanidosas hermanas, pero se había dejado crecer el cabello hasta la mitad de su espalda, el cual desde hacía dos semanas llevaba permanentemente recogido, su rostro adquirió formas más finas y su forma de vestir, la mayoría de las veces, dejaba notar su claro desarrollo, sombreaba delicada y suavemente sus párpados, dejando sobresalir sus brillantes ojos verde azulados, pero después de lo ocurrido con Ash, simplemente no se sentía con ganas de hacerlo. Su vestimenta, también cambió por el engaño del Maestro¿Para qué malgastar su tiempo en combinar colores, si un simple jean y canguro negro era suficiente ?.

Levantó la mirada hacia la puerta, al sentir el tímido golpe sobre la madera...

-¿Sí ? - Preguntó secamente y la puerta se abrió despacio, dejando a entrar a Dasy a la habitación. En su rostro jugaba una sonrisa pequeña y temerosa, mientras en su mano derecha sostenía el tubo celeste del teléfono inalámbrico.

- Es para tí, Misty. - Le dijo, en un tono suave acorde a su actitud sumisa, poco característica.

- ¿Quién es ? -

- La Liga Pokémon. - Respondió al instante, dejando el teléfono en la cama de su hermana, cerca de ella para que atendiera y se marchó tan pronto como sus tacos altos le permitieran. Misty la observó, con una mezcla en su expresión de asombro y enojo, por haber interrumpido su "descanso", pero no mencionó palabra y solo tomó el artefacto.

- Hola... -

- Misty ¡ Tienes que escucharme!. - Reconoció la voz al instante, provocando que la ira volviera a tomar control de sí misma. Sus ojos, hasta el momento repletos de melancolía, se inundaron de fuego. Gruñó entre dientes, sabiendo que el feroz sonido podía oírse del otro lado de la línea.

- No quiero hablar contigo, Ketchum ¡ -

- Pero, déjame explicarte, por favor. -

- NO ¡ - Exclamó, apretando el botón tan fuerte que casi hunde el material. Otro gruñido escapó de su boca, golpeó el colchón furiosa y se levantó de su cama. Corrió por los pasillos del gimnasio hasta la recepción, donde Dasy se encontraba ordenando algunas carpetas.

- Dasy! - La mujer rubia volteó, sabiendo que algo así la esperaba.

- Lo siento, Misty, tuve que hacerlo. -

- Mentira! No tienes que meterte en esto, Dasy. No es asunto de ninguna de ustedes. Ash Ketchum es... es un... -

- Cálmate, sé lo que te está ocurriendo y... -

- No, no sabes! Nadie sabe... - Gritó, perdiendo control de su angustia que aportó un tono lastimado y algunas lágrimas a su respuesta. -Solo... no me vuelvas a pasar con él. -

Dasy asintió con la cabeza. Misty giró sobre sus talones y retomó su camino hacia su cuarto, con la cabeza baja, mirando el suelo y a paso lento, arrastrando sus pies. La mayor de las hermanas sintió un sonido extraño a su lado y al mirar el escritorio, recordó que había dejado ese teléfono descolgado. Tragó un nudo nervioso que se había apoderado de su garganta y tomó el tubo, cerrando los ojos con fuerza, esperando que no haya escuchado...

-¿Ash ? -

- Sí, la escuché, Dasy. -

- Como que... Lo siento, no fue... -

- Ya lo sé. - Contestó el Maestro, con un evidente tono deprimido. - Si en algún momento... tienes oportunidad de hablar con ella... ¿Puedes decirle que La Amo ? - Dasy sonrió, pensando su respuesta cuidadosamente.

- Creo que eso deberás decírselo tú. -

- Pero si no quiere escucharme. -

- Lo hará. En algún momento tendrá que hacerlo, Señor Maestro Pokémon. -

CONTINUARA.

MISATO PSY

HOLA A TODOS ! Otra vez yo por acá, con una nueva historia... Espero les haya gustado. Seguramente voy a tardar en subir el segundo capítulo, ya que mis tiempos no son como los de antes :p Pero haré lo que pueda. Bye