Japón, una nación insular la cual estuvo aislada por decisión propia durante más de doscientos años ahora se encontraba en plena revolución, la llegada del comodoro Perry hace casi cuarenta años había generado mucha incertidumbre pero al mismo tiempo mucha expectativa por el futuro del propio país.

La apertura de Japon hacia el mundo trajo muchos cambios los cuales fueron bien recibidos por algunos pero al mismo tiempo otros vieron su poder amenazados.

El Shogunato Tokugawa que había gobernado los últimos 250 años en los cuales Japón mantuvo sus tradiciones y costumbres evitando cualquier influencia del mundo exterior, fueron los principales en negarse a la presencia de los denominados Gaijin.

El conflicto no demoro en llegar y a inicio de 1868 el conflicto estallo entre los partidarios del Emperador en contra de los fieles al Shogunato Tokugawa, una lucha sangrienta en la cual se decidió el futuro de Japon, todo a esto siendo observado minuciosamente por las potencias extranjeras las cuales proveyeron armamento y municiones además de modernizar a las tropas de ambos bandos.

El Emperador Meiji veía desde las ventanas del Palacio Imperial de Tokyo como su capital ardía en llamas producto del ataque de un misterioso enemigo, al principio se pensó que era un ataque de los rebeldes que perduraban de la Rebelión Satsuma pero estas teorías fueron desechadas cuando la Kenpeitai pidió refuerzos.

La tecnología del telégrafo traída por los occidentales acelero considerablemente la reacción del ejército el cual acudió al auxilio de la ciudad, mientras el recientemente modernizado Ejercito Imperial Japonés entraba en auxilio de la Kenpeitai en contra de los invasores no identificados.

Mientras tanto sin apartar la mirada de la ciudad que ardía en llamas el Emperador recordaba cuando tenía 15 años y tuvo que ocupar el trono del Emperador, a su corta edad tuvo el valor de liderar a su nación en contra de sus detractores durante las Guerras Boshin saliendo victorioso y pudo guiar a su nación siendo asesorado por los emisarios extranjeros hacia la industrialización de su nación, quería volver a Japon una nación capaz de rivalizar con las naciones occidentales.

Un cañonazo proveniente de una pieza de artillería atravesaba el cielo nocturno impactando de lleno en una criatura alada haciendo que esta cayera encima de una vivienda en llamas, El emperador al observar tal suceso supo lo que tenía que hacer después de rechazar el ataque enemigo.

Él quería paz para su nación, quería lo mejor para su nación, él quería hacer grande a Japon; con esto en consideración el devolvería el golpe y su nación lo apoyaría, encontraría a los responsables que perturbaron la paz y el progreso de Japon y acabaría con ellos.

La mañana de ese mismo la vida transcurría normal en la renombrada ciudad de Edo, ahora conocida como Tokyo, específicamente en el distrito de Ginza el cual se había convertido en un importante centro comercial de la ciudad, este se encontraba concurrido incluso desde primeras horas de la mañana.

Habían pasado dos años desde el último conflicto en Japon por lo cual la gente caminaba tranquila, los últimos años habían sido muy turbulentos llenos de cambios y conflictos, Japon prácticamente se encontraba irreconocible para los más ancianos los cuales le contaban a sus nietos con anhelo como era la vida antes de la llegada de los Gaijin.

La paz del distrito fue interrumpida con la aparición de una puerta, esta tenía un tamaño considerable la cual no demoro en captar la atención de los transeúntes, no demoro mucho tiempo hasta que la policía local se apersono al lugar para controlar la confusión.

Al mismo tiempo otra puerta apareció cerca de la Bahía de Tokyo, era similar a la que apareció en Ginza con la diferencia que esta se encontraba con una parte sumergida bajo el agua, un grupo de lanchas torpederas clase Kotaba se mantuvieron a una distancia considerable de la estructura vigilando cualquier anomalía de esta misma.

Pasados unos minutos un fuerte estruendo se escuchó, estos provenían dentro de ambas estructuras de diseño predominantemente romano, los miembros de la policía local desenvainaron sus espadas Guntō y sus revólveres mientras los tripulantes de las naves apuntaban sus cañones y torpedos hacia las estructuras.

Minutos después el origen del ruido se revelo, criaturas de fantasía salían desde la puerta cargando contra los objetivos que tenían enfrento, detrás de ellos una gran cantidad soldados medievales similares a legionarios romanos marchaban en formación hacia los recién organizados defensores.

Al poco tiempo las personas que habían salido despavoridas escucharon los sonidos de disparos y espadas chocando entre si seguido de gritos de dolor y angustia mientras criaturas voladoras atacaban a los civiles que buscaban refugiarse de los atacantes.

Aunque la policía y el Kenpeitai estaba formado en su mayoría por ex samuráis esto no demoraron en ser superados en números, eran personas que lucharían por su emperador y su nación aunque esto les costara su propia vida, lucharon ferozmente contra los invasores pero poco a poco sus números fueron mermados debido a la superioridad numérica.

No paso mucho tiempo hasta que la primera división de infantería fuera informada de la situación y llegara al lugar del conflicto, varios regimientos de infantería con rifles Murata tipo 22 y varias unidades de caballería no tardaron en unirse al combate.

La batalla fue encarnizada, las tropas del emperador disparaban sin cesar contra sus atacantes lo más rápido que podían siendo apoyados por varias ametralladoras Gatling, aun con todo su potencia de fuego muchas veces fueron llevados al combate cuerpo a cuerpo viéndose obligados a usar sus bayonetas y espadas.

La artillería derribaba a los grandes troles e intentaba acabar también contra los wyverns que castigaban fuertemente a los defensores al encontrarse contra una nula resistencia aérea mientras que la caballería se dedicaba a hostigar a los legionarios romanos los cuales caían como moscas frente a los disparos de los rifles japoneses.

Mientras tanto en la bahía de Tokyo varias galeras aparecieron desde la puerta pero estos fueron neutralizados por la recientemente modernizada Armada Imperial Japonesa, los pobres barcos de madera no tuvieron nada que hacer en contra de los flamantes barcos de acero y metal de los japoneses.

El combate se extendió por varias horas en las colas poco a poco el ejército japonés iba ganando terreno frente a su adversario, las horas pasaron a ser días mientras soldados japonés iban purgando a cada invasor que encontraban, sin piedad alguna.

Mientras que las tropas enemigas cada vez se reducían, los soldados japoneses descubrieron las atrocidades que fueron cometidas en sus tierras: Violaciones, torturas, ejecuciones.

Actos que eran normales en la guerra siempre y cuando no fueron ejecutadas en su propio bando, aunque se les había ordenado tomar prisioneros a los soldados enemigos que se rindieron los muchos japoneses desataron sus sadismos en contra de sus enemigos capturados, en ambos bandos no hubo piedad alguna.

Pasaron los días y la cantidad de muertos en ambos bandos solo aumentaba, aunque al final el ejército japonés termino ganando la contienda sufriendo una gran cantidad de bajas.

La noticia del sucedido se extendió como la pólvora y al mes ya había llegado a oídos de los socios comerciales y aliados de Japón mostraron sus condolencias ante los fallecidos y castigaron los actos perpetrados por el enemigo conocido como el Imperio.

Mientras tanto el emperador Meiji y sus comandantes planeaban el contrataque, se enviaron expediciones al otro lado encontrándose un paisaje completamente nuevo, Japon estaba a punto de mostrar que podía ser una Potencia con la capacidad de rivalizar con Occidente.