N/A: Solo hice esto porque incluía Jorah/Daenerys. Te quiero, Lizeth.


Too familiar

Era difícil e imposible no notar el cambio de semblante en Daenerys Targaryen en cuanto sus ojos se cruzaron con el hombre de aspecto desaliñado que decía ser su amigo.

—Sí, él es mi amigo — había dicho luego de que sus ojos se humedecieron un poco y no tratará de incluso cubrirlo. No se le dio tiempo de recobrarse de lo que pasó cuando ya se encontraba corriendo a sus brazos en un gran abrazo.

Por alguna razón no creía que Daenerys Targaryen fuera del tipo de personas que abrazaba o fuera abrazada. Pero la llegada del caballero le hizo ver un lado diferente que nunca imaginó ver en alguien.

La mirada que le daba, como si no tuviera suficiente de él o no podría creer que fuera real, no se la había visto dar a nadie, ni a sus hijos. Sus dedos se aferraban fuertemente a su cabello y su rostro estaba escondido en su cuello. Le pareció ver qué besaba parte de su clavícula y como el caballero de tensó supo que su vista no lo engañó.

Deseaba poder para de alguna manera el reencuentro, o por lo menos no haber estado presente. Por un segundo, cuando el abrazo entre los dos se deshizo pensó que lo besaría. Sus ojos fueron directamente a sus labios y la distancia entre ellos era relativamente poca, casi nula.

Pero no, para su fortuna el momento terminó en eso.

—Por favor, escolten a Sir Jorah Mormont a su habitación para que descanse.

Los Dothraki asintieron con la cabeza y el caballero le dio una última sonrisa antes de marcharse.

Jon Snow esperaba que su charla continuara justo donde se quedó a pesar de que su tema de conversación no era su preferido. Quería, por alguna extraña razón, seguir contemplando su nueva versión.

—Si me disculpa, tengo algunos asuntos pendientes de los que me gustaría encargarme.

Jon asintió solo por cortesía, sin embargo, no fue capaz de detenerla pues Daenerys ya se encontraba lejos de vista en camino hacia el castillo. No le gustaba pensar mal, de que le había dejado con la palabra en la boca solo para irse a reunir en privado con su caballero.

Cualquiera le hubiera dado por loco al proponer un plan tan arriesgado como ese, pero ¿qué otra opción le quedaba? No había hombre en la tierra que le siguiera ciegamente sin obtener pruebas contundentes de lo que supuestamente se encontraba detrás del muro. Toda su atención se centraba en quien sería el próximo en sentarse en el trono de hierro.

Nadie comprendía que no acabar con los caminantes blancos antes significaría que los pocos que quedaran no serían suficientes para gobernar un reino.

Así que traería pruebas, no solo para Daenerys Targaryen, necesitarían ayuda de los ahora enemigos. Tenía que demostrar a todo el mundo que no había perdido la cabeza.

No esperaba que lo detuvieran -muchos menos Daenerys-, lo que fue una sorpresa para él fue que el caballero decidió acompañarlo. Por la reacción del resto del grupo supo que no había sido el único.

Ahora, caminando hacia su barco, podía ver el terrible error que Sir Jorah Mormont había cometido. Daenerys Targaryen volvió con la misma mirada que cuando lo recibió hace unos días, solo que ahora le añadía preocupación a su rostro.

El caballero los vio acercarse por lo que prosiguió a desprender de su agarre, pero ella no se lo dejó tan sencillo. Cuando soltó sus manos Daenerys las posó sobre sus mejillas y rápidamente lo besó. No fue algo tan apasionado, apenas y un roce de menos de diez segundos. No lo esperaba nadie, menos el caballero. Le susurró algo al oído, tal vez una promesa de que regresaría a su lado, y procedió a irse.

Jon Snow contempló la escena desde lejos. Le intrigaba la relación de la reina con su caballero, relación que parecía no tener con nadie más. El hombre era demasiado familiar.