¿ Crees en los cuentos de hadas Horokeru?
-Sí abuelita
-pues nieto mío déjame contarte el que será el último cuento que oigas de mis labios
Y así la vieja abuela Usui comenzó su relato
" Hace mucho tiempo el gran rey de los cuentos decidió que su reinado debía llegar a su fin, pero el no tenía sucesores, pues el solo ansiaba a un varón, Yusha, que significa valiente, entonces hizo llamar a los siete guerreros más fuertes de su mundo pero ninguno era como él quería así que los hizo competir entre ellos para saber quien seria el que gobernaría, lo que hizo fue crearles unos cuerpos astrales y mandarlos a nuestro mundo a competir, para ganar el vencedor debe tener los otros seis corazones.
Cada guerrero fue mandado a un lugar dormido en una caja esperando que llegase su guardián aquel que fuese capaz de despertar su corazón"
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En una cama acostado estaba un joven de 17 años de pelo azul y profundos ojos negros, su nombre Horokeru Usui llamado Horo- Horo por sus amigos, bueno eso si los tuviera.
Por que he tenido que soñar con el cuento de mi abuelita - se preguntaba el joven ainu- tsk esa jodida nota me ha puesto los pelos de punta
en su tripa reposaba una nota que decía:
"Estimado señor Horokeru:
Le proponemos un juego muy especial, seguramente ya halla oído hablar de la leyenda de los guerreros de los cuentos, pues que sepa que usted ha sido elegido por uno de ellos para ser su guardián y ayudarle a ser el nuevo rey de los cuentos. Si nos cree suba al desván y busque una gran caja negra. Pero recuerde no hay que ver para creer sino creer para ver.
Atte: Basón"
- Bah por ir a mirar no pierdo nada- se dijo Horokeru levantándose de la cama- al desván se ha dicho
Horokeru salió de su dormitorio y subió las escaleras que llevaban al polvoriento desván, una vez arriba comenzó a inspeccionar el desván sin encontrar nada.
- ya decía yo que era una tontería- pero justo cuando se iba a ir se acordó de la frase "hay que creer para ver"- esta bien creo que volveré a mira con esperanza de encontrar algo.
Volvió a mirar por todos lados y encontró una gran caja negra de cuero a la que se dirigió y sin dudarlo ni un momento la abrió.
-hay mi madre- fue lo único que dijo
