¿Qué puedes perder?
Disclaimer: Vampire Diaries no me pertenece. Que pena sino Damon sería todo mío. T-T
Capítulo 1
6 meses después de… Parece una Locura
Apenas quedaba un mes para navidades y ya estaba todo el local y la casa listos. En poco más de un mes abrirían sus puertas. Elena estaba nerviosa, hacía unos días había recibido una invitación que no sabía cómo tomarse. Sus padres, aquellos a los que había despreciado el día de la boda de su hermana la invitaban a ella, y a su nuevo esposo, a pasar las fiestas con ellos.
Elena estaba segura que Isobel y John solo querían poder hacer daño a la pareja, pero también estaban Jenna y Alaric. Además, desde su vuelta Isobel y John no habían parado de acosarles sobre el paradero de Elena, pues sabían que ellos eran cercanos. La noticia bomba saltó unas semanas después cuando Katherine hizo una visita a sus padres hecha una furia porque se había enterado del matrimonio entre Elena y Damon y no solo eso sino que Jenna y Alaric habían estado presentes.
Tras esa revelación Isobel le había retirado totalmente la palabra a su hermana pequeña pues, según ella, se habían confabulado para arruinarla la vida. Desde ese momento los encuentros entre ambas hermanas siempre acababan en discusión llegando a tales extremos que Jenna y Alaric se habían tenido que alejar de todas las reuniones sociales del pueblo convirtiéndose de la noche a la mañana en unos marginados.
Damon entró en ese momento en la habitación con una carta en las manos para encontrarse con una pensativa Elena.
-¿Qué ocurre, cariño? ¿Te encuentras mal? –le preguntó él preocupado pues Elena llevaba varias semanas que apenas comía y lo devolvía todo.
-He recibido una carta de mis padres. –contestó ella, solamente-. Quieren que vayamos a pasar las navidades a su casa.
-Y, ¿tú que quieres hacer? –le preguntó él.
-No quiero verlos. Sé que si voy a su casa no pararan de recriminarme por mi fuga y por haberme casado sin ni siquiera notificárselo. Pero, por otro lado, quiero ver a Jenna y Alaric. Después de todo lo que están pasando en el pueblo, no quiero que pasen las navidades solos. Además, así podremos darles la noticia. –le miró con una sonrisa.
-Pues entonces, es una suerte que hayamos recibido hoy esta carta. Nos invitan a pasar las navidades con ellos.
-Eso es genial. Entonces hay que preparar las maletas. Con las ganas que tengo de verles. –admitió ella, emocionada.
-En realidad las maletas ya están hechas y tenemos que coger un avión en dos horas así que solo queda que te arregles y salgamos para el aeropuerto. –le contestó él.
Elena pegó un salto de su escritorio y salió corriendo hacía su habitación para prepararse. Horas más tarde ya estaban ella y Damon montados en el avión que los llevaría a Atlanta y desde allí irían a Richmond, donde pasarían la noche.
Esa noche se echaron juntos en la cama del hotel, cada uno pensando en un momento diferente de su relación. Elena observó el tatuaje que tenía Damon mientras él le acariciaba el suyo.
-Al final, te lo hiciste. A pesar de que renegabas de ellos.
-Hicimos una apuesta y la perdí. Tenía que hacerlo. ¿Te acuerdas?
-Como no hacerlo, creo que fue la conversación más larga que tuvimos antes de que te fueras a la escuela de alta cocina.
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Varios Años Antes…
Damon había acudido esa tarde a recoger a Katherine pues había quedado para acudir a una fiesta en la playa junto con unos amigos. Eran más de las siete cuando llegó a la casa e Isobel lo recibió indicándole que esperara en el salón, donde se encontraba Elena rellenando un formulario.
-¿Qué haces, pequeña sabelotodo? –la picó él, como era su costumbre cada vez que se encontraba con ella.
Era curioso cómo siendo ella y Katherine como dos gotas de agua podían ser tan diferentes. Katherine era divertida, espontanea y bastante despreocupada, por el contrario, Elena era seria, taciturna y la verdadera imagen de la preocupación. Elena era la clase de chica que llegaba la primera a clase, la que siempre traía los deberes hechos, en pocas palabras: una antisocial que no buscaba destacar, pero, sobre todo por eso, destacaba para él.
-¿Acaso te importa, Damon? –le preguntó ella irónica.
-Si no me importara no te habría preguntado. –le respondió él.
-Si hubiera alguien más en el salón no me hubieras preguntado. Pero, ya que insistes, estoy rellenando los formularios para poder entrar en una de las mejores escuelas de alta cocina del mundo.
Damon observó entonces el sello que había en el papel principal del formulario. Él conocía ese sello. Su madre era la directora de esa escuela.
-¿Qué te apuestas a que consigo que entres en menos de una semana? –la picó él.
-Eso es imposible, Damon. Solo te estás marcando un farol.
-Bueno, si tan segura estás, ¿por qué no apostar? No creo que pierdas nada. –siguió él.
-Está bien. Si en una semana no recibo contestación de la escuela habrás perdido y como tal me deberás ayudar a preparar el baile de los Gilbert que este año me toca organizarlo a mí.
-Y, si gano yo, te harás un tatuaje en la espalda. –le dijo él-. Incluso te dejaré elegir el modelo.
-¿¡Qué!? Sabes que odio los tatuajes. No tu premio no me parece justo. –le respondió.
-A mí tampoco me parece justo tener que ayudarte a organizar el dichoso baile de los Gilbert y no he puesto pegas.
-Está bien. Si me llega la carta en una semana me haré un tatuaje.
Justo en ese momento bajó Katherine con su biquini y un pareo puesto.
-¡Mamá, papá! ¡Damon y yo nos vamos a una fiesta en la playa! ¡No me esperéis despiertos! –dijo mientras alcanzaba la puerta y girándose hacía él-. Vamos, Damon. No quiero perderme nada de la fiesta. –dijo ella agarrándole sin ni siquiera mirar a su hermana.
Cuando estaban llegando al coche de Damon, este le indico a Katherine que montara que antes tenía que hacer una llamada.
-¡Hola, mamá! Necesito un favor.
